Hace mucho tiempo, trabajaba en un hotel. Era el recepcionista que trabajaba de noche. Los horarios eran difíciles, ya que trabajábamos de 7 pm a 7 am, pero el trabajo era sencillo. Además, que una vez que los huéspedes hayan ingresado a sus habitaciones, y sean más de las 2 am, podía cerrar el hotel, por cuestiones de seguridad, e irme a descansar a una habitación que estaba en reparación.
Una noche, llegaron dos chicas a hospedarse. Una de ellas, Sofía, era morena, de senos medianos, pero un trasero muy grande, era de mediana estatura y tenía 25 años. Su acompañante, Lucia, era rubia, con unos senos muy grandes y un trasero mediano, era ligeramente más alta que Sofía y tenía 30 años. Ambas eran muy guapas. Reservaron una habitación con dos camas de dos plazas, se registraron e ingresaron a su habitación.
Alrededor de las 9 pm, salieron, ambas vestidas muy provocativamente, con ropa muy pegada, que hacía relucir sus curvas. Salieron muy alegres, haciendo bromas, se despidieron y menos de un minuto después volvieron.
-Disculpa, vamos a ir a bailar, ¿hasta qué hora podemos entrar? –preguntó Lucia.
-Yo estaré, acá en recepción, hasta las 2 am –respondí– pero si llegan más tarde, pueden llamar al número de recepción y les abro inmediatamente.
-Ok, entonces te llamaremos –dijo Sofía sonriendo burlonamente. Yo simplemente sonreí.
Pasaron las horas, ya eran las 2 am y no llegaban. Decidí esperar, estuve un buen rato esperando, hasta que, alrededor de las 3:30 llegaron. Se les notaba bastante tomadas y muy alegres. Preguntarnos si podían fumar adentro y les indique donde quedaba el área de fumadores. Salieron a fumar y unos minutos después volvió Sofía.
-Gonchi –me dijo sonriendo coquetamente– ¿te vas a quedar acá toda la noche? ¿no te va a dar frio? –pregunto fingiendo tristeza– yo te puedo calentar, si quieres.
-No se preocupe, en unos minutos ya cerraré para ir a descansar –le dije sonriendo nerviosamente.
Luego llegó Lucia y se llevó a Sofía del brazo, casi a la fuerza. Pude escuchar que conversaban y reían al subir. Me pareció escuchar mi nombre entre risas. Lo primero que pensé es que se estaban burlando de mí, pero no le di importancia. Esperé unos minutos más y cerré todo. Me fui a descansar al menos 2 horitas ya que tenía que despertarme a las 6am. Hice mi cambio de turno y me fui a mi casa a descansar.
La noche siguiente también tuve turno, así que llegué normal a mi hora, pero estaba muy cansado, ya que la noche anterior dormí poco y en mi casa no me dejaron descansar. Alrededor de las 8 llegaron las chicas, con las justas me saludaron, sin mirarme, y subieron a su habitación. Me hizo gracia su incomodidad, después de sus burlas de la noche anterior. Una hora después bajaron.
-Disculpa –se acercó Lucia, Sofía estaba detrás un poco avergonzada – ¿nos podremos tomar unas cervezas en la habitación?
-Sí, claro, pero sin hacer mucho ruido por favor –respondí.
-No te preocupes, nos comportaremos, no como anoche –dijo, mirando burlonamente a Sofía.
Se fueron y regresaron unos minutos después con varias bolsas. Saludaron y entraron rápido a su habitación. Felizmente su habitación estaba un poco alejada de las de los demás huéspedes. La noche transcurrió con normalidad. El ultimo huésped ingresó más o menos a medianoche. Ya que estaba muy cansado, a la 1am decidí cerrar e irme a descansar. Al rato me desperté asustado, ya que estaban llamando al celular de la recepción. Me asusté pensando que había dejado a algún huésped en la calle. Contesté rápidamente, aún somnoliento.
-Hotel Bolívar, buenas noches –respondí.
-Hola, estoy en la habitación 303, tenemos un problema en el baño. ¿podrán venir a arreglarlo?
-Claro, en un momento estoy ahí.
Me acomodé el uniforme, me mojé la cara para no parecer tan dormido y fui a la habitación para revisar el problema. Toqué la puerta. Cuando me abrió la puerta, vi a Sofía recostada en la cama. Estaba en ropa interior, con un sostén negro y un hilo que dejaba ver sus enormes nalgas al descubierto, su trasero apuntaba hacia la puerta, al lado de la puerta estaba Lucia, también en ropa interior, con un sostén pequeño que con las justas cubría sus grandes senos.
-Disculpen –dije, nervioso, desviando la mirada.
-Pasa –dijo Lucia– no tenemos agua caliente.
Pasé tratando de no mirar a ninguna de las dos. Llegué al lavadero, abrí el agua caliente y, unos segundos después, comenzó a salir el agua muy caliente. Pasé a la ducha y repetí la acción. También salió agua caliente.
-Está saliendo con normalidad –dije nervioso.
-¡qué raro! Hace un rato no salía –dijo Lucia sonriendo.
-A veces sucede. No hay problema –dije, dándome la vuelta, encontrando con Lucia frente a mí.
-Discúlpanos, tomate una cervecita con nosotras por la molestia –dijo Sofía.
-Disculpen, no puedo, estoy en horario de trabajo –atiné a responder.
-Pero ya son más de las 2, ya cerraste ¿no? –dijo Sofía coquetamente.
-Sí, pero…
-No se diga más –me interrumpió Lucia, abriendo una cerveza y dándomela.
La acepté, aun nervios, ya no sabía que pensar, aun tenía nervios de pensar que se estaban burlando de mí y que en cualquier momento me dirían que me vaya. Me ofrecieron sentarme en la silla, lo hice y Sofía colocó música en su celular. Felizmente a bajo volumen. Se levantó de la cama y comenzó a bailar con Lucía. Después de haberle dado unos sorbos a la cerveza, perdí el nerviosismo y no podía dejar de mirarlas. Bailaban sensualmente.
-Ven baila un ratito –dijo Lucia, extendiéndome la mano. Me levanté y me puse a su lado.
-Pero quítate eso, hace calor –dijo Sofía, sacándome la casaca y poniéndola en la cama.
Estuvimos bailando un rato, era muy excitante tener a estas hermosas mujeres bailando tan sensualmente, tan cerca mío. mi pene comenzó a endurecerse. Sofía dejó de bailar. Me miró, miró a Lucia y puso cara de molesta.
-No es justo, nosotras vestidas así y Gonchi tan abrigado –dijo Sofía, acercándose a mí. Ella me desabrochó el pantalón y me lo sacó rápidamente, mientras Lucia desabotonaba mi camisa y me la sacaba. Me quedé solo en bóxer– mucho mejor –continuó, su vista fue directa a mi bóxer, viendo el bulto de mi pene que se notaba bastante erecto.
Continuamos bailando, ellas se pegaban a mí, apoyando, una de ellas, sus nalgas en mi entrepierna, mientras la otra, apoyaba sus senos en mi espalda. Estuvimos unos minutos así, hasta que, ya en confianza, tocaba sus nalgas cada vez que podía. Sofía, delante de mí, se acercó. Pego sus senos a mi pecho, coloqué mis manos en sus nalgas. Levantó la cabeza y me atreví a darle un beso en los labios. Ella me respondió abriendo la boca y metiendo su lengua dentro de la mía. Nos fundimos en un beso apasionado, mientras apretaba sus enormes nalgas. De repente, sentí los senos desnudos de Lucia en mi espalda.
De un jalón, Lucia me dio la vuelta y frente a mi estaban sus grandes senos desnudos, con las aureolas rosaditas y unos pezones muy grandes y duros. Me agarro de la cabeza y la jalo a sus tetas. Las comencé a lamer. Su sabor era delicioso. Sofía, también se había quitado el sostén y pegó sus tetas a mi espalda, mientras una mano buscaba dentro de mi bóxer mi pene, el cual estaba erecto.
-¡que pija tan grande tienes! –dijo Sofía, mientras me masturbaba suavemente.
Lucia levanto mi cabeza y me dio un beso delicioso, con lengua, su lengua era fina, comparada con la de Sofía, que era un poco más gruesa. Sofía tiró de mi bóxer hacia abajo y me lo sacó. Me empujaron hacia la cama y caí recostado. Pude ver como Sofía tampoco tenía el hilo puesto. Se subió a la cama y se sentó encima de mi cara. Comencé a lamer su vagina, tenía unos labios carnosos, grandes, pero su vagina se notaba ligeramente estrecha, comencé a saborear su vagina ya húmeda. Se sentía delicioso. Sentí como Lucia se metía mi pene a la boca y comenzó a chupármela rápidamente.
-¡que rico sabe tu pija Gonchi! –dijo Lucia.
-Y eso que no has probado lo rico que chupa la concha –dijo Sofía, jadeando.
-A ver, déjame probar –respondió Lucia sacando mi pene de su boca.
Intercambiaron posiciones y seguimos unos minutos más. Mis manos amasaban las tetas de Lucia, como antes ya había hecho con las de Sofía. Sofía chupaba mi pene un poco más rápido de lo que lo hacía Lucia, pero con menos destreza. Después de unos minutos, con la vagina de Lucia completamente húmeda.
-Quiero sentir esa pija dentro –dijo Lucia – ponle el condón.
Sofía saco un preservativo y lo puso en mi pene. Lucia se levantó, fue hacia mi pene y se lo metió de un solo golpe. Comenzó a cabalgarme y sus tetas bailaban frente a mí. Cuando quise apretarlas, apareció Sofía, que se sentó nuevamente en mi cara, esta vez, frente a Lucia, comenzaron a besarse y yo a lamer su vagina. Ella se movía frotando su vagina en toda mi cara.
Mis manos se posaron en sus nalgas. Esas nalgas grandes y duras. Mis manos apretaban sus nalgas acompañando sus movimientos encima de mi cara. Lucia seguía con su cabalgata, metiéndose todo mi pene en la vagina. Comenzó a gemir al igual que Sofía. Sofía comenzó a temblar y sentí como sus jugos inundaban mi boca.
-¡Me vengo! ¡que rico la chupas! ¡Ahhh! –dijo Sofía, casi gritando
-¡yo también! –contestó Lucia, moviéndose de adelante hacia atrás rápidamente -¡Ahhh!
Sofía cayó a mi lado, agotada. Lucia se levantó y se sentó en la silla, chorreando su corrida por el borde del asiento. Vi a Sofía, echada boca abajo, con ese hermoso culo levantado, y no me pude contener, me levanté, me subí encima de ella y se la clavé de una en la vagina. Sus nalgas chocaban con mi abdomen. Le di unas nalgadas suaves, luego aumenté la fuerza.
Sus nalgas ni dejaban de bailar con las nalgadas. de repente apareció Lucia, se subió encima de Sofía, le frotaba su vagina en la espalda, mojándola con sus jugos, puso sus tetas en mi cara, las cuales comencé a lamer y chupar. Ambas gemían fuertemente, no podía contenerme, empecé a embestirla con fuerza hasta que dejé salir una gran corrida llenando el preservativo.
Caí rendido en la cama. Se recostaron encima mío y nos quedamos unos minutos así. Sofía me saco el preservativo y las dos comenzaron a sobar mi pene hasta que se endureció de nuevo. Lucia se paró, fue a la mesa y saco otro preservativo.
-Hemos comprado muchos, así que de acá no te vas hasta que nos cojas bien cogidas –dijo Lucia riendo.
Se acercó, me puso el preservativo y se recostó en la cama boca arriba. Me subí rápidamente y se la pasen por la entrada de su vagina, frotando sus finos labios.
-Métemela de una vez, ya no aguanto –me suplicó.
-Ruégame –le dije, mientras seguía frotando mi pene por fuera de su vagina– suplícame que te clave -Sofía nos miraba desde la otra cama, sobándose la vagina, con una cara muy excitada.
-¡si! ¡por favor, clávame ya! ¡quiero tu pija dentro, por favor! –suplicó una vez más.
Se la empujé de un solo golpe y fue hasta adentro. Comencé a penetrarla con fuerza, me acerqué y la besé intensamente, nuestras lenguas se frotaban dentro de nuestras bocas. Me levanté, para poder ver a Sofía, que ya tenía dos dedos dentro de su vagina, gemía fuertemente. Yo seguía embistiendo fuertemente a Lucia, que también gemía. Puse mis manos en sus tetas y se las apreté fuertemente, pellizcaba sus pezones.
Sofía comenzó a meterse los dedos muy rápido, sus ojos cerrados, su boca abierta emitía unos gemidos suaves. Hasta que comenzó a agitarse, a gemir más fuerte y rápido. Su cuerpo comenzaba a contorsionarse de arriba abajo. Se tapó la boca con una mano y la otra salió de su vagina para disparar un chorro inmenso de corrida, que saltó de cama a cama, y fue directamente a las tetas de Lucia. Al ver esto, me tiré de cara a sus tetas y lamí la corrida de Sofía. Sabía delicioso. El sabor de su corrida y la suavidad de las tetas de Lucia, hicieron que me excitara más aun y aceleré la penetración.
-¡Me voy a correr! ¡ya viene! –dije demasiado excitado.
-¡yo también! –dijo Lucia, y nos corrimos juntos.
Caí rendido encima de Lucia. Cuando me levanté, me di cuenta que Lucia estaba profundamente dormida. Sofía estaba echada boca arriba, con las piernas abiertas, su mano sobaba su vagina. Me levanté, fui donde ella y la besé. Ella correspondió mi beso. Nos besamos un largo rato. Sus besos eran muy húmedos, besaba muy bien, mis manos fueron a sus tetas, las acaricié, suavemente. Ella me frotaba la espalda. Comencé a frotar mi pene entre sus labios, sentía la humedad de su vagina.
-Que rico se siente tu concha –le dije al oído.
-Métemela por favor, quiero que me cojas otra vez –dijo ella agitadamente.
-¿Dónde están los condones? –pregunté.
-Esas son ideas de Lucia –respondió sorpresivamente– a mí me gusta sin condón.
Sin pensarlo, se la comencé a meter suavemente, sentía el calor de su interior. Con lo mojada que estaba su vagina, mi pene entró fácilmente. La miré a los ojos y, como dos enamorados, nos besamos suavemente. Comencé a acelerar mis movimientos, mientras nuestras lenguas incursionaban dentro de nuestras bocas. Ella levantó sus piernas y las puso, elásticamente, casi pegadas a sus hombros. Mis manos fueron directo a sus nalgas, grandes y deliciosas. Comencé a embestirla fuertemente. Gemía delicioso.
-¡dame más duro! ¡quiero toda tu pija dentro! ¡me encantas Gonchi! –casi gritaba.
-¡a mí también me encantas Sofi! ¡quiero cogerte todos los días! ¡todo el día! –respondí bastante excitado.
Me arrodillé en la cama, levanté sus piernas encima de mis muslos y con el culo levantado la comencé a bombear fuertemente. Ella seguía gimiendo fuertemente. Su vagina estaba sonadísima, se escuchaba el chapoteo de mi pene al entrar. Con gran fuerza, ella se levantó y se abrazó de mi cuello, ahora ella hacia los movimientos de atrás adelante. Mis manos fueron directamente a sus nalgas para ayudarla en sus movimientos, mis dedos se acercaban a la entrada de su ano y lo sobaban.
-Súbete encima mío, quiero ver ese culo rebotar encima mío –le dije, cargándola y echándome boca arriba en la cama. Se acomodó encima mío, dándome la espalda y tomó mi pene con la mano, direccionándolo a su vagina.
-¿te gusta mi culo? –preguntó, mientras frotaba la cabeza en la entrada de su vagina– te gusta ver mi culo mientras salto encima de tu pija ¿no?
-Si, preciosa, me encantan esas enormes nalgas.
De un sentón entró todo mi pene en su vagina. Comenzó a moverse y yo apreté sus nalgas y la ayudaba a subir y bajar. Me ensalivé un dedo, hasta dejarlo bien mojado y, sin pedir permiso, abriendo sus nalgas, lo metí hasta el fondo. Dio un pequeño salto, pero no se quejó. Siguió moviéndose rápidamente, mientras mi dedo entraba y salía de su ano. Metí el segundo dedo, esta vez ni se dio cuenta y siguió moviéndose. Estuve estimulando su ano unos minutos, mientras ella seguía moviéndose de arriba abajo, en círculos. Era una experta cabalgando. Hasta que de pronto, se levantó, sacándose mi pene de la vagina, asustado saque los dedos de su ano.
-¡Ahhh! ¡me vengo! –grito, mientras de su vagina salían chorros de su corrida, bañando mi pene y mis vellos púbicos- ¡Ah! ¡Ah! ¡Ahhh! –siguió gimiendo y temblando, y los chorros seguían saliendo.
-Ahora quiero darte por el culo –le dije.
La cama era una piscina, su corrida había mojado toda la cama. La acomodé a cuatro patas, ella misma separó sus nalgas, dejándome ver su ano ya dilatado. Mi pene ya estaba mojado por su corrida, recogí un poco más de jugos de su vagina, que seguía chorreando, y embadurné mi pene. Lo apunté a su ano y empuje. Ese año ya tenía recorrido definitivamente, porque entró con mucha facilidad. Entró todo de golpe, la comencé a embestir, sin compasión, quería romperle el culo. Ella soltó sus nalgas y estas abrazaron mi pene, me movía fuertemente, vi como ella metía tres dedos enteros en su vagina y se frotaba fuertemente. Mis embestidas aumentaban en intensidad. Comenzó a temblar nuevamente.
-¡Ah! ¡me corro de nuevo, puto! –dijo ella, y más chorros cayeron en la cama, empapando las sábanas- ¡córrete en mi concha! ¡lléname de leche, hijo de puta!
Saqué mi pene de su ano, lo coloqué en la entrada de su vagina y era pura agua. Empujé de golpe, y comencé a moverme ferozmente. Ella seguía gimiendo y temblando, se seguía corriendo, de su vagina chorreaba su corrida, no aguanté más. Y comencé a lanzar un chorro muy grande de semen, llenándole la vagina, seguido de dos chorros pequeños.
-¡Ahhh! ¡toma tu leche, perra! –dije, mientras vaciaba mis huevos dentro de su concha– te gusta la concha llena de leche ¿no puta?
-Sí, mi amor, me encanta chorrear leche de la concha.
Caí rendido a su lado. Me abrazo, se subió encima mío y me besó intensamente. Nos dimos un beso muy caliente. Mi mano fue directamente a su vagina, para recoger nuestras corridas que chorreaban. Le puse la mano en la boca.
-Tomate nuestras corridas, puta –ordené.
-Sí, mi amo –bromeó ella.
-Espero vuelvas pronto para volverte a llenar de leche –le propuse.
-Si, por mi fuera, me mudaría aquí y seria tu perra –respondió.
Volví a besarla, esta vez tenía restos de nuestras corridas en la boca, no me importó y me tomé un poco. Nos recostamos un momento, hasta que vi la hora y ya eran las 5:45 am. Me levanté rápido. Mientras me cambiaba, Sofía se pasó a la cama de Lucia, quien, al sentir su cuerpo, la abrazó. Me acerqué, le di un beso en la boca a Sofía, que ya se estaba quedando dormida y le chupé un pezón a Lucia, en señal de despedida. Antes de salir, volteé y las vi a las dos abrazadas, desnudas. No pude contenerme tomarles una foto para el recuerdo.
Me fui a la recepción, abrí de nuevo el hotel, y al sentarme en el mostrador, me di cuenta de las cámaras, las cuales había olvidado por completo. Vi las grabaciones y me di cuenta que se veía como a las 2 am entraba a la habitación, para no salir hasta pasadas las 6am. No sabía cómo borrar las grabaciones, así que rogué para que mis jefes no se dieran cuenta.
Al día siguiente recibí una llamada de gerencia, para que vaya al hotel, era mi día de descanso, al entrar, los otros trabajadores, los hombres al menos, me llamaban “héroe”. Pero cuando salí de la oficina, me llamaban “desempleado”.
Fin
Puedo ser tu recepcionista fresita de dónde SOS?
Desee ser Sofía. Ahora iré a los hoteles esperando el servicio completo 😛