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Mi primera novia
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Tiempo de lectura: 5 minutos

Cuando era joven, nunca fui muy bueno con las mujeres, era muy tímido, por lo que mi primera vez fue a los 25 años. Siempre me ponía nervioso cerca a las mujeres. El hecho de ser virgen, hacía que me ponga más nervioso y el pasar de los años no ayudaba, debido a la vergüenza que sentía por aun ser virgen siendo tan mayor.

Cuando estaba en el colegio, conocí a una amiga de mi prima, la cual me gustaba mucho. Salimos unas cuantas veces, pero mi timidez hacía que no me atreviera a declararme. Se llamaba Mia. Era bonita de cara, unos senos grandes y un trasero mediano. Era baja de altura. Pasaron muchas cosas que hicieron que nunca pudiéramos tener una relación.

Pasamos muchos años sin vernos, ya que vivíamos en ciudades diferentes. Yo volvía de vez en cuando a nuestra ciudad, hasta que un día la volví a encontrar. Yo tenía 25 años, seguía siendo virgen, ella tenía 24 y una hija, la cual tuvo un par de años antes con un chico que se desapareció.

Cuando nos volvimos a encontrar, salimos unas cuantas veces e iniciamos una relación a distancia. Fue muy difícil, tratábamos de viajar seguido, pero era complicado.

La historia que les contaré, es de uno de esos viajes.

Mis padres tenían un departamento que usábamos poco, todos vivíamos lejos, pero siempre estaba disponible. Cada vez que iba me quedaba ahí. Le había dejado la llave a Mia, para que pueda verla cuando nadie estaba ahí.

Un viaje que hice, llegué a la ciudad temprano en la mañana. Cuando entré al departamento, me di con la sorpresa de que Mia había ido para esperarme. Y que sorpresa fue. Cuando entré a la habitación, la encontré acostada, con ropa interior de encaje blanco y un babydoll transparente. Estaba acostada boca abajo, con una pierna flexionada, si bien su culo no era grande, se veía hermoso con el hilo de su tanga metido entre sus nalgas. Se había quedado dormida esperándome.

-Buenos días preciosa –le susurré al oído– que bonita sorpresa.

-¡amor! –grito ella levantándose emocionada, para darme un beso en la boca y un abrazo.

-No sabía que ibas a estar acá –le dije.

-Quería esperarte para verte antes de ir a trabajar –respondió.

-¿Vestida así? –le dije mordiéndome el labio inferior.

-Hace tiempo que no nos vemos. Y me dieron ganitas –me dijo con voz tierna.

Me acerqué y le di un beso en la boca, abriéndola y dejando que nuestras lenguas jueguen dentro de ellas. Mis manos se pasearon por todo su cuerpo, desesperados por frotar cada centímetro. Había pasado un mes sin sexo, solo una que otra video llamada erótica. Así que estaba realmente caliente. Comencé a bajar, besándole el cuello, le quite el babydoll y seguí bajando hasta llegar a esas tetas hermosas que tenía., las bese por encima del sostén primero, pero quería saborearlas, así que le desabroché el sostén rápidamente, se lo saque y saltaron dos hermosas tetas, grandes, con pezones y aureolas oscuras.

Sus pezones eran grandes también y estaban bien duros. Me metí lo que pude de sus tetas a la boca y comencé a chuparlas. Les dediqué bastante tiempo a sus tetas, ya que me encantaban.

Después de varios minutos, seguí bajando y le saqué la tanga. Su conchita estaba húmeda, emanaba un olor increíble. Comencé a chuparle la concha, su sabor me encantaba, creo que es la vagina más sabrosa que he probado en mi vida. Luego ella me detuvo y me dijo que me la quería chupar. Me pare y ella me quito el polo, me besaba el pecho e iba bajando. Me quito el pantalón y el bóxer y mi pene salto completamente erecto. Sin demorarse, lo agarro con una mano y lo beso por todos lados, para luego metérselo a la boca y darme una mamada espectacular. No lo hacía muy bien realmente, pero después de un mes sin sexo, la sentí riquísima.

La levanté, la recosté en la cama boca arriba, me puse el preservativo y me subí encima. Metí mi pinga rápidamente, no podía esperar más. Nos besábamos apasionadamente mientras le agarraba las tetas. Bombeaba muy fuerte, fue un mes muy duro y no podía contener las ganas que tenia de hacerle el amor.

-¡sigue amor! ¡no pares! ¡me encantas amor! –me dijo mientras gemía.

-Te extrañé tanto –le susurré al oído– extrañaba mucho hacerte el amor.

-Yo también lo extrañaba –respondió.

Me giré, me acosté boca arriba y la puse encima mío. esta pose me encantaba, porque podía ver sus tetas rebotar mientras ella saltaba encima de mi pinga. Estuvo moviéndose delicioso encima mío por unos minutos. Hasta que no aguantamos más.

-Me voy a venir amor –me dijo– ¡no pares!

-Yo también, vente conmigo –le respondí mientras me venía y sentía como su vagina se contraía y ella se tensaba.

Se recostó encima mío y nos abrazamos. Nos besamos cariñosamente por unos minutos mientras descansábamos para recuperar el aliento. Descansamos varios minutos hasta que ella tuvo que levantarse para ir a trabajar. Se aseó, se cambió y se despidió.

-Nos vemos más tarde mi amor –se despidió dándome un beso en los labios.

-Si amor, acá te espero –respondí.

Se fue y yo me recosté para dormir unas horas, ya que tenía que salir a hacer varios trámites. Luego del descanso, salí, hice mis tramites, almorcé y en la tarde me acosté a ver un poco de televisión para esperarla.

Cuando llegó, se acostó conmigo y vimos la televisión mientras conversábamos de lo que habíamos hecho todo este tiempo sin vernos. Estuvimos así poco más de una hora.

-¿Te gusto lo de la mañana? -me preguntó.

-Claro, me encantó encontrarte así, tan sexy y el sexo estuvo espectacular –respondí.

-A mí también me encantó –respondió.

-Me hubiese gustado que te quedes, para hacértelo otra vez –dije.

-A mi también –respondió.

La comencé a besar apasionadamente. Me subí encima de ella y comencé a frotarle la pinga, ya erecta nuevamente, en su concha, por encima de la ropa. Nos estábamos excitando de nuevo. Nos separamos y nos desvestimos rápidamente. Ya desnudos, seguimos besándonos y frotándonos, esta vez podía sentir lo húmedo de su concha mojando mi pinga. Estaba húmeda y caliente. Mi pene se abría paso por entre sus labios sin entrar, pero frotando su clítoris. Empezamos a gemir los dos, hasta que de tanto frotar, mi pene resbalo y se metió en su vagina. Entró de golpe gracias a su humedad.

-Ponte condón amor –me dijo asustada– sabes que sin condón me da miedo – el haber tenido ya una hija, hacía que no se atreva a hacerlo sin protección por obvias razones.

Me separé de ella, me puse el preservativo, y se la volvía a meter, comencé a moverme rápidamente. Luego me levanté, la coloqué al borde de la cama y parado entre sus piernas, la comencé a embestir con fuerza. Veía como se movían sus grandes tetas y me encantaba.

Me volví a separar de ella y la puse a cuatro patas. Si bien su culo no era grande, esa pose tenía otro tipo de atracción. A ella le encantaba el sexo anal. Así que, en esa pose, podía comenzar a incursionar en su ano. Se la metí de golpe y comencé a bombear, mientras abría sus nalgas, escupí un poco de saliva en su ano y comencé a meter un dedo, rápidamente cedió, así que metí otro. La embestía fuerte con mi pene en su concha y con los dos dedos en su ano. Comenzó a gemir fuertemente.

-¿Estás lista? ¿La quieres en tu culo? -le dije.

-¡Si por favor! ¡Métemela entera en el culo! -respondió desesperada.

Saqué mi pene de su vagina, saqué mis dedos de su ano y metí de golpe mi pene en su ano. Siempre entraba fácilmente, en esa época pensaba que era normal, mucho después me di cuenta que era así con ella, debido a su larga experiencia en el sexo anal. Comencé a embestir fuerte. A ella le encantaba, gritaba y gemía de placer.

-¡Que rico me coges el culo! -me dijo– pártemelo! Sácate el condón, quiero que me llenes el culo de leche –me pidió.

Saqué mi pene de su ano para sacarme el preservativo y pude ver lo abierto que estaba. Era una vista increíble. Luego de sacarme el preservativo, se lo volví a meter de golpe. Embestí cada vez más rápido y fuerte. Metí mi mano en su vagina y encontré que estaba muy mojada. Sus jugos chorreaban por sus muslos. Metí dos dedos y comencé a moverlos rápidamente mientras seguía perforando su ano con fuerza.

-¡Me voy a venir de nuevo! ¡Sigue! ¡No pares! Lléname el culo –gritaba.

-¡Ahí va! ¡Me vengo también! -grité yo y disparé mi leche dentro de su culo, me caí encima de ella, ella cayo recostada en la cama y sentí como temblaba y su vagina empapaba mi manos con su corrida.

Nos quedamos unos segundos así, con mi pene dentro de su ano. Yo encima de ella. Luego nos levantamos y al ver la hora, nos levantamos rápidamente porque teníamos que ir a su casa para cenar con su familia.

Nos vestimos rápidamente, después de darnos un duchazo rápido y salimos en dirección a su casa.

Fin

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