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Profesora particular (6): Unos días de vacaciones (parte 1)
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Tiempo de lectura: 12 minutos

Después de lo que pasó el día de la fiesta de cumpleaños de mi alumno particular Fernando, empecé a dudar de si seguir acudiendo a darle clases. No por él, que es un encanto, aparte de muy guapo, y que además no se enteró de nada. Pero, aunque siempre he pensado que el sexo no es nada malo, sino al contrario, sí que soy consciente de que muchos hombres, y también muchas mujeres, te juzgan y te miran mal si eres una chica desinhibida, atrevida, desvergonzada, sin reparos. Como soy yo.

En realidad, son unos hipócritas. Se aprovecharán de ti, de tu gusto por el sexo, pero también dejarán de respetarte, pensarán que eres una mujer fácil y, los más deleznables, dirán que eres una fulana. En realidad, eso nunca me importó, pero en este caso, quizá me pasé un poco, no sé. Pero es que estaba muy, muy cachonda.

Como el curso ya estaba muy avanzado, decidí continuar ayudando a Fernando con las matemáticas. Sólo faltaban unas semanas para que las clases terminaran y fui a su casa sólo con la intención de ser una buena profesora particular y ya está. Dejé de vestir de manera provocativa y nos centramos en las Matemáticas. Por otro lado, Manuel nunca más me dijo de ir antes para estar con él. En realidad, no le vi más, ni al llegar ni al irme. Puede que se haya cansado de mí o quizá temía que su mujer se enterara de mis clases muy particulares a su marido. O quizá es solo que ya obtuvo de mí lo que buscaba.

Tampoco Leo, con quien ya casi nunca coincidí en la casa, me dijo nada más. Puede que ese día le escandalizara o, lo más probable, que tenga más que suficiente con su novia, que es un verdadero bombón.

A partir de ahí, todo son buenas noticias. Fernando al final sacó muy buenas notas en matemáticas y yo me sentí muy orgullosa de él y de mí. Así que dejamos las clases. Al despedirnos, él se mostró muy agradecido y también Lole. Nos despedimos con un par de besos y dijimos que ya nos veríamos algún día en verano. Y que ya hablaríamos de si volvía a ser profesora particular de Fernando el curso siguiente. Les di recuerdos para Manuel y para Leo y me fui.

La otra gran noticia es que hace unas semanas empecé a salir con alguien. Ahora llevaba unos meses sin novio y la verdad es que me hacía falta. Él es Gustavo. Le conocí en una fiesta. Yo había acudido allí con unas amigas y él con un grupo de chicos y chicas. Estuvimos bailando y enseguida nos enrollamos. Aunque no esa primera noche, ya tuvimos sexo en la primera semana. Él es poco mayor que yo, muy atractivo, cariñoso, simpático… En la cama, si no es un diez, poco le falta. ¡Vaya, que estoy supercontenta con él! Ya no pienso en follar con Fernando, él se lo pierde. Con Gustavo estoy muy satisfecha. Aunque bueno… si se diera la ocasión…

Hace pocos días, me sorprendí cuando me llegó una transferencia con mucha cantidad de dinero por mis últimas clases a Fernando. En el concepto, Manuel puso: “Por enseñar tanto y tan bien”. Dudaba de si era un generoso detalle por haber ayudado tanto a su hijo o se refería a mi numerito en el jardín de su casa, al lado de la piscina. Pero mis dudas se desvanecieron cuando recibí su mensaje en el móvil: “El pago te lo hago yo, pero seguro que también te dan las gracias Leo, mi cuñado y sus hijos. De nuevo, gracias por enseñarnos tanto en el jardín, Esther. ¡Vaya profesora particular más sobresaliente! ¡Feliz verano!”. ¡Vaya con Manuel! Bueno, parece que les gustó lo que vieron ese día.

Yo, al pensarlo, me excito y a un tiempo me avergüenzo. Nunca se lo confesaría a mi novio. Espero que nunca se entere de mis clases tan particulares ni mi exhibicionismo ese día. Creo que Gustavo es bastante celoso. Eso no me disgusta, siempre que no lo sea en exceso. Pero es claro que no debe saber que su novia ha tenido tan pocos reparos en cuestión de sexo. Tampoco le he contado todavía, y no sé si alguna vez lo haré, que antes de él he tenido bastantes novios y amigos… digamos que especiales. Follamigos, vaya. No todo el mundo ve bien eso cuando se trata de una chica joven como yo.

-¡Esther, hoy he estado hablando con Manuel y me ha dicho que todos han quedado tan contentos contigo! ¡Que eres un primor!

-¿A sí, papá? –me ruborizo- Bueno… ya… o sea…

-¿Sabes qué? Hemos dicho que este verano podríamos ir algunos días juntos de vacaciones. Como cuando eras niña. Ya sabes que ellos siempre han sido unos de nuestros mejores amigos.

-Sí, ya lo sé, ya, papá.

-Ahora llevamos años sin ir juntos, pero la verdad es que se le veía muy ilusionado.

-Ya… bueno… o sea… si os apetece, pues me parece una buena idea que vayáis con ellos.

-No, no, Esther. ¡La idea de Manuel es que fuéramos todos juntos! Contigo y con los niños. ¡Bueno, quiero decir con Leo y con Fernando! Él insistió mucho en que tú también vinieras.

-Ah, uy, ¡no sé! Yo ya… bueno, quiero decir, ya sabes…

-Manuel estaba muy ilusionado de que vinieras con nosotros, ya te digo. Te han cogido mucho cariño. ¡De hecho, te han considerado como una hija desde siempre!

-Ya… bueno… no, yo no creo que…

-Me ha dicho que también se lo diría a Juani, por si también se apuntaban con Lucas y sus hijos.

-Pues vaya… o sea…

-¡Seguro que lo pasamos muy bien, venga!

-Hablaré con Gustavo. Él trabaja y no puede cogerse vacaciones.

-Ya, ya, me lo dijiste. Pero tú sí puedes ir con nosotros. ¡Te mereces unos días de descanso y de diversión!

-Quizá sí, no sé. A ver, no digo que no me haga una cierta ilusión…

Así que Manuel seguía queriendo estar cerca de mí y que yo estuviera cerca de su familia. Bueno, es un alivio ver que me tiene en buena consideración. Por un momento pensé que quizá él quería que yo fuera de vacaciones con ellos para volver a… bueno… ya sabes… pero no, si vamos con la familia… más bien será que le hace ilusión revivir veranos de cuando ellos eran más jóvenes y nosotros, unos niños. No sé, quizá sería divertido.

Gustavo no se tomó muy bien al saber que le dejaría unos días sólo en la ciudad. Decía que me echaría mucho de menos. Por suerte, vi que no se ponía celoso porque le dejé claro que iba con mis padres y con las familias de unos amigos. Ahí me di cuenta de que hice bien en no contarle lo que tuve ese día con Manuel, con Leo, con Lucas y con sus hijos.

El día antes de marcharme, pasamos la tarde juntos. Me mostré muy cariñosa con él e hicimos el amor durante horas. Le dejé muy claro que me gustaba y que me encantaba estar con él. No le conté que, aparte de mis padres y sus amigos mayores como ellos, también estaría con chicos jóvenes y guapos. Así creo que se quedó muy tranquilo y satisfecho.

Por lo que pudiera ser, habíamos ido con mamá a comprar ropa y me aseguré de que mis nuevos bikinis fueran preciosos pero recatados. No querría que esta vez nadie pensara que iba a exhibirme y eso. La parte de arriba me cubre bien los pechos y la de abajo no es tipo tanga ni nada que se le parezca. Y me compré cinco, para que tuviera de repuesto por si a alguien se le ocurría quitarme alguno. ¡Que con esos hombres nunca se sabe, je, je, je!

Mis padres habían alquilado una casa en la playa. Al principio habían pensado que podríamos ir a alguna de nuestros apartamentos que tenemos por toda la costa y la montaña. O a alguna de las casitas que tienen Manuel y Lole. Pero al final decidieron ir a un sitio nuevo, para variar un poco. Mi sorpresa fue mayúscula al llegar a la casa: ¡eso era un palacio! Aparte de que era un edificio muy grande, estaba envuelto de jardines y varias piscinas. Todo en la casa era lujo. ¡Ciertamente, el dinero nunca ha sido un problema para mi familia!

Al final, nos hemos juntado mucha gente. Aparte de mis padres y yo, están Manuel y Lole y sus hijos, Leo y Fernando, también Bea, la novia de Leo, Juani y Lucas con sus hijos Jorge y Ángel, y el hermano de Lucas, Marcos, que está divorciado. Y también los mejores amigos de Lucas y Juani, un matrimonio gay muy simpático, Roque y Anselmo.

-¡Lástima que no pudiera venir tu novio, Esther! – dice Manuel.

-Ya, sí, tito, él trabaja todo el verano.

-¡Seguro que se lo iba a pasar bien con nosotros!

-Seguro que sí, Lucas. Pero no ha podido ser.

-Bueno. Lo pasaremos igual de bien, ¿verdad?

-¡Claro que sí, Leo! – contesta Manuel y me guiña un ojo.

El primer día lo hemos pasado en la piscina y por la noche hemos ido a cenar al mejor restaurante del pueblo. ¡Comimos de maravilla! Cuando llegó la cuenta, los hombres discutieron porque todos querían pagar ellos. Al final, pagó papá, pero todos dijeron que mañana pagarán ellos.

Después estuvimos un rato hablando y bebiendo en el jardín y poco a poco, nos fuimos yendo a dormir. Yo me fui cuando allí ya sólo quedaban Manuel, Juani, Lucas y Marcos. Pasé por delante de la habitación de Leo y Bea y no pude evitar oír algunos suspiros, risitas y jadeos. Como la puerta estaba entreabierta, sin querer miré un momento y los vi abrazados encima de la cama, besándose y acariciándose completamente desnudos. ¡Vaya cuerpazo que tiene Bea! Bueno, unos que pasarán muy buena noche.

Me excité un poco, la verdad. Y me sentí un poco sola. Cuando llegué a mi habitación, una verdadera suite, me quité la ropa y me quedé sólo en braguitas. Me di cuenta de que estaban empapadas. Y no sólo por el calor. Me senté en la cama y llamé a mi novio. Le oí un poco triste y apagado. Era un hecho que no terminaba de gustarle que estos días no estuviera con él. Me mostré muy cariñosa por teléfono, a ver si así se sentía mejor.

-Gustavo, cielo, te echo en falta, sí, yo también, claro que sí. Sólo serán unos días. O sea… verás como sin darte cuenta ya volveré a estar ahí contigo. Besándonos y…

-¿Oye, Esther, perdona, estás dormida? – era Manuel que sin llamar ni pedir permiso entra en mi habitación. Yo le hago un gesto para que vea que estoy hablando por teléfono y que no haga ruido. Él me mira los pechos descaradamente. Se relame.

-No, no, Gustavo. Claro que estoy sola. En la habitación. Sí. No. O sea… -con la mirada suplico a Manuel que no diga nada y él me hace caso, pero se queda de pie y se va relamiendo mientras admira mis tetas que cubro como puedo con la mano que no sostiene el teléfono y noto que me estoy excitando. Le hago gestos para que se vaya, pero él se queda mientras hablo con mi novio. Y se atreve a acercarse y me aparta el brazo para que no tape mis pechos, pero hago fuerza y le aparto, pero entonces me acaricia los muslos. Noto que mi sexo rezuma y empapo mis bragas. – Gustavo, mañana hablamos, ¿vale? No, no digas eso. No, no quiero colgar, no, es porque… tu trabajas y debes madrugar…

Hago indicaciones para que Manuel se vaya, se lo pido por favor con gestos y él hace como que accede, pero toma un papel y anota “me voy y te dejo hablar con tu novio tranquilamente, pero a cambio de que vengas enseguida a tomar la última copa con nosotros, sí?” y yo le indico que bueno, que vale, pero que se vaya y él apunta “no hace falta que te vistas, estamos sólo Lucas, su hermano y yo” y me guiña un ojo y me mira descaradamente las bragas y hace un gesto de admiración indicando que estoy muy mojada y noto que eso hace que mi flujo salga aun con más abundancia.

Aunque ya tengo ganas de dormir, no quiero hacer un feo a Manuel y cuando por fin termino la llamada, me dispongo a ir de nuevo al jardín a por esa última copa. Por supuesto que no voy a salir desnuda y me pongo el vestido, aunque no el sostén. Hace mucho calor y, por un rato, no hace falta ponérmelo.

-¡Mira, aquí está nuestra querida profe particular! – exclama Manuel.

-Sí, sí, ¡la mejor! ¡Y que bien que enseña! – dice Lucas.

-¡Pero Esther, te dije que no te vistieras!

-¡Tito, por favor! Vengo a tomar una copa, rápida, y me voy. ¡Que tengo mucho sueño!

-¡Hija, pero… en la habitación vas a estar muy sola!

-¡Para dormir no hace falta compañía, tito!

-A ver, yo… si no estuviera con Lole, te invitaría a venir a mi cama ¡je, je, je! Precisamente le contaba que, a lo mejor, si él te lo pedía educadamente, tú accederías a ir a hacer compañía a Marcos, que también está solo.

-Ay, qué cosas dices, ¡tito! ¡Hmmm, que rico está este mojito!

-¡A mí no me importaría que durmieras en mi cama, Esther! – sonríe Marcos.

-¡Estáis de broma! Venga, va, me termino esta copa y…

-No es broma, no, hija. –dice Lucas- Verás, le hemos contado a mi hermano lo de ese día, en la casa de Manuel y Lole, y él no se lo cree. Y tiene curiosidad.

-Bueno… o sea… no sé qué le habréis contado, pero… o sea… Marcos, no te creas… yo… no…

-¿Veis como no? Ya os decía yo que no podía ser. Esther es una señorita fina, elegante y educada. ¡No es una cualquiera!

-Sí, es cierto, Marcos – asiento. – ¡Claro que no soy eso que dices!

-No digo que no seas una señorita… pero eso no quiere decir que no te encante el sexo. – dice Manuel.

-¡Y exhibirte! ¡Como una calientabraguetas! – exclama Lucas, el muy maleducado.

-Va, ya está, me voy. ¡Unos caballeros no dicen esas cosas a una chica!

-Espera, espera, ¡no te enfades! Mira, ven, ven, Esther. ¿No? Bueno, vale, va ¡buenas noches! ¡A dormir, pues!

Manuel me abraza y me da un par de besitos en la mejilla. Lucas no quiere ser menos y también se acerca y me abraza, pero él me aprieta contra su cuerpo. Noto que mis pezones se clavan en su piel. Yo me aparto.

-¿Marcos, quieres también darme las buenas noches?

-¡Sí, claro Esther! – me abraza y me da dos besitos suaves.

Me doy la vuelta para irme cuando Lucas dice:

-¡He notado que vas sin sostén, Esther!

-Ya… bueno es que…

-¿A sí? A ver, a ver, ¡hija! –se acerca Manuel y me abraza muy fuerte para sentir mis pechos y aprovecha para subirme el vestido por detrás y acariciarme las nalgas– Uy, si, ¡tienes los pezones muy duros!

-Tito, ¡por favor! –mientras me magrea el culo, me aparta las bragas a un lado para que los otros dos vean mis nalgas, pero además el muy descarado me penetra el ojete con su dedo medio– Ay, tito, no, pero ¿qué haces? ¡Ya está bien!

-¿Es que no te gusta, Esther? A ver… –acerca su mano derecha a mi sexo, por debajo de las braguitas– ¡Pero si estás muy cachonda! ¡Eso es que te agrada que te meta un dedo en el culo! ¡No lo niegues!

-No… no es eso… es que… antes he estado hablando con mi novio y…

-¡Qué culo tan hermoso, Esther! –se admira Marcos.

-¡Su culo es un diez! –añade Lucas.

-Ay, gracias, pero yo… tito, ya, ya ¡déjame, por favor!

Pero Manuel, aunque parece que accede a mi petición y deja de abrazarme, en realidad se separa para bajarme las tiras del vestido y bajarlo por debajo de mis pechos. Me sorprende, pero le dejo hacer. Todos me admiran. Me siento muy deseada. Sin querer, me doy cuenta de que estaba queriendo exhibir mis pechos ante ellos. El vestido cae hasta mis pies. Sólo voy con braguitas. Y están empapadas. Yo noto que me excito tanto que ya sólo pienso en correrme. Pero no, no quiero repetir errores anteriores. ¡Y con mis padres en la casa! Si acaso…

-Tito, no, por favor, déjame, aquí delante de todos, ¡no! –intento subirme el vestido- Si quieres… bueno, yo… o sea… si quieres, puedes venir a mi habitación… pero tú solo… y allí hablamos un rato.

-No, no, no quiero hacer un feo a mis amigos. Mira… así… -el muy descarado me vuelve a bajar el vestido hasta los tobillos y ahora también las bragas. Estoy completamente expuesta ante los tres hombres. Y eso me excita aun sin proponérmelo. Siento que el flujo rebosa mi sexo y empieza a resbalar por mis muslos. Sé que todos se dan cuenta y me siento muy guarra.

-¡Tito! ¡Ay! Pero… -me tapo el sexo y las tetas como puedo y él me quita el vestido y las bragas. Estoy completamente desnuda ente ellos y como una fuente.

-¡Tu coño rezuma de deseo, hija! ¡No te preocupes! Venid, Lucas y Marcos. ¡Mira, hija, si nos la chupas, entre los tres haremos que te corras como nunca!

-¡No! ¡Pero qué dices! O sea… yo no … es verdad que estoy muy excitada. Pero, bueno, si acaso, tito, no sé… ven a mi habitación y… allí… quizá… yo… a ti…

-No, no, Esther. Es que le hemos contado a Marcos que te gusta exhibirte y chupar pollas y ahora no le podemos dejar con las ganas de comprobarlo.

-¿Irte sólo con Manuel? –añade Lucas.– ¡Marcos iba a pensar que eres tan solo una calientabraguetas! ¡Eso no se hace a mi hermano!

-¡Pero aquí… en el jardín… cualquiera puede vernos! -con una mano tapándome el sexo y la otra los pechos.

-Todos están durmiendo, no te preocupes. Venga, va, ¡y te haremos tener un buen orgasmo!

-Ay, no sé, sí que estoy muy caliente, tito.

-Va, pues nos la chupas a los tres y te hacemos correr.

-No sé, pues… venid a mi habitación… ay… o sea… va sí, si queréis los tres…

-Nos da morbo aquí, así, al aire libre… va, que estás deseándolo, hija.

-Va, tú nos haces una buena mamada y los tres te tratamos muy cariñosamente y te damos mucho placer.

-Va, sí, sí, ¡por favor! –no me creo lo que estoy suplicando, pero enseguida sin pensar bajo el pantalón de Manuel y le saco la verga ya empinada de sus calzoncillos y me la meto en la boca. Chupo con fruición.

-Ah, hmmm, hija, espera… a ver, no hagamos un feo a Marcos… Mámasela primero a él, ¡que desde que le contamos lo bien que la chupas se muere de ganas!

-Marcos ¿sí? ¿quieres que…? ¿Yo… con la boca?

-Sí, sí, Esther… hmmm… oh… me muero de ganas que me la chupes… ¡hmmm! -se saca su miembro parado y con la punta muy húmeda me atraviesa hasta la garganta.

Mientras se la chupo a su hermano, Lucas se arrodilla detrás de mi y me empieza a lamer y besar el culo, las nalgas, el coño, el perineo… su cara está completamente empapada de mis jugos y más cuando Manuel empieza a mamar mis pechos y me excito tanto que exploto en mi primer orgasmo de la noche. Hago por no gritar, pero jadeo y suspiro.

-¡Oh, que sabrosos tus jugos, Esther!

-¡Hmmm, gracias, Lucas! ¡Por favor, sigue lamiendo mi coño!

-¡Si, sí!

-Y el culo, papi, sí, ¡así!

-Esther, baja la voz, hija, que te van a oír.

-¡Ay, tito, es que siento mucho placer! ¡Por favor, mama más fuerte mis tetas!

-Sí, sí, hija. ¡Están muy suaves y sabrosas!

-¡Me encanta follarte la boca, Esther!

-¡Mmm, gracias, Marcos! –no se me entiende con la boca llena de su miembro.

-¡Es que hace tiempo que nadie me la mamaba!

-Ya ves que la niña es una buena mamona, ¿verdad? –se complace Manuel chupando mis pechos.

-Sí, sí, tu boca arde, ¡niña!

-Tengo una idea –digo aunque no se me entiende al tener la boca tan llena- Manuel, Lucas, por favor, juntad vuestras pollas a la de Marcos, va! ¡Quiero mamárosla a los tres juntos! ¡Nunca he tenido tres vergas en mi boca!

-Pero hija, no creo que…

-Sí, sí, venga, a ver, oh, ay, no, no me caben… a ver, hmmm, tito … sí, sí, a ver, Lucas… ahora, oh, hmmm… agarradme las tetas, ¡por favor, folladme la boca! Así, sí, sí ¡oh… qué ricas! Quiero que los tres me deis vuestra lefa… toda mezclada… -les agarro los testículos, mi lengua juega con las tres trancas en mi boca, me dan arcadas, pero deseo la mezcla de sus espermas en mi boca. Aunque no se me entienda, no paro de animar a mis tres machos– Va, más fuerte, más fuerte, así… hmmmm… así… sí… por favor, metedme los tres un dedo en el culo… eso os va a excitar mucho, ¿verdad? ¡Movedlo, movedlo dentro de mi culo! ¡Más adentro, más adentro! ¡Ahora sacadlos y oledlos! ¿Os gusta, os gusta el olor de mi culo? ¿Sí? ¡Hmmm! Ah, oh… me muero, ¡me muero! Por favor, va, ¡dadme vuestra leche sabrosa!

Disfruto de un orgasmo que es una locura y les lanzo mi squirt y eso y mi lengua juguetona en sus glandes les excita tanto que ya no resisten más y al unísono me lanzan los chorros de su semen caliente y abundante y yo lo saboreo con placer. Creo reconocer el sabor de la lefa de Manuel y la de Lucas y el nuevo gusto de la de Marcos. La mezcla es muy sabrosa. No me cabe toda en la boca y me resbala por la barbilla. Me siento guarra, pero muy satisfecha. Con la lengua recojo toda la que puedo y me la trago.

-Oh, hija, ¡eres la bomba!

-¡Gracias, tito!

-¡De verdad que no me creo que seas tan puta!

-¡No digas eso a la niña, Lucas!

-¡Pero si ha querido que los tres le follemos la boca!

-Venga, ya está, ¡gracias! ¡Ahora sí me voy! Es un milagro que nadie nos haya visto. ¡Por favor, devolvedme el vestido y las braguitas!

-No, no… eso nos lo quedamos como recuerdo.

-Tito, pero…

-Mira, a ver Marcos, escoge… ¿qué quieres quedarte, el vestido o las bragas?

-¡Las bragas, las bragas! ¡Hmmm, que bien huelen! ¡Están empapadas!

-Vale, pues tú, Lucas, el vestido.

-¡Je, Je! ¡Gracias, Manuel! ¡Qué buen recuerdo!

-Pero… por favor… ay, de verdad que… ¡si me dejáis completamente desnuda!

-¡Venga, hija… con lo que te gusta exhibirte!

-¿Y si alguien me ve andando así por la casa? ¡Oh, de verdad que…!

Si quieres saber cómo siguieron esos días de vacaciones, pronto lo explico en la siguiente parte. ¡Verás que vale la pena!

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Comentarios

1 COMENTARIO

  1. Wow 😍 que pedazo de historia, a parte de que me he calentado muchísimo la historia me atrapó. Espero que pronto publiques la otra parte. Aunque me encantaría que ya te comieras al pobre de Fernando aunque tratamelo bien que bendito se merece un buen momento. Y si incluyeran a alguna de las mujeres sería espectacular. Te leo.

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