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Una mansión que acoge infinidad de orgías (5)
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Ya hemos ido descubriendo lo que ocurre en 12 de las 61 habitaciones que integran esta mansión de lujuria y desenfreno. Si en cada episodio observamos e indagamos tres habitaciones, eso significa que a los 20 episodios le pondremos fin a esta investigación. Una investigación que nos desvela la doble moral, la doble vida, el cinismo y la hipocresía de los representantes de los poderes fácticos de un país.

Jorge, el segurata, acabó su turno hace un par de horas. Su lugar lo ocupa una vigilante de 28 años. Se llama Vega. Es rubia, con una melena recogida en dos trenzas. Menudita y delgada, apenas supera el metro y medio y pesará unos 40 kg. Pero es muy atlética y practica defensa personal.

Conectó con la habitación n.º 13, en donde el presidente y la directiva de la Mansión El Edén están reunidos en un Cónclave o Consejo para dirimir algunas proposiciones, sugerencias y aclarar algunas dudas.

Este Cónclave o Consejo lo componen el presidente y 20 directivos.

El presidente es el arzobispo de la zona. De los 20 directivos 8 son mujeres. Entre los 13 hombres se incluyen don Benedicto y don Alfonso (el párroco y el alcalde pedáneo, respectivamente, de los que ya hablamos en anteriores episodios).

Estos 21 miembros son todos accionistas, aunque no a partes iguales, y los únicos dueños de este negocio.

Este Cónclave lo componen magistrados, catedráticos, nobles de rancio abolengo, burgueses con grandes desembolsos en acciones de Bolsa, etc., etc. Todos y todas ellos ultraconservadores, como no podía ser de otra forma, pues tienen todo un tinglado burocrático, sistémico y de intereses de clase y casta al que conservar.

Están sentados en una mesa de roble semicircular. El orden del día va a tratar sobre tres puntos. A saber:

1) Sobre la existencia o no existencia de Dios.

2) Sobre la necesidad de inventarse un Dios, en caso de llegar a la conclusión de que este no exista, para el bien de la sociedad establecida.

3) Y sobre las nuevas titulaciones y méritos de los asociados para subir en el escalafón, en el organigrama, de la Sociedad de los Regresados a El Edén. Para ahorrar tiempo se hacen llamar Los Regresados.

Por la sala hay algunos y algunas Regresados que se pasean por el habitáculo en bikini, bañador o tanga, con la peculiaridad que de su cuello cuelga una figura circular plana, las había de diferentes colores.

Vega sabe que hay diez categorías con sus respectivos colores: blanco, amarillo, naranja, rosa, rojo, verde, azul, gris, marrón y negro.

Para pasar de la categoría Blanco a la categoría Amarillo hay que acumular 730 horas (el equivalente a un mes natural [pues si dividimos las 8.760 horas que tiene el año entre doce meses nos da 730 horas]), ejerciendo una actividad que más adelante desarrollaré con más detalles.

Para pasar de la categoría Amarillo a la Naranja hay que acumular 1.460 horas (el equivalente a dos meses naturales). Para pasar de la categoría Naranja a la Rosa hay que acumular 2.190 horas (el equivalente a tres meses naturales). Y así hasta llegar a la décima categoría que sería la Negro. Hay que aumentar 730 horas a la anterior cifra con cada escalada. Eso significa que para completar todo el ciclo y llegar a la categoría Negro que sería la diez, el o la Regresado tendría que sumar 45 meses naturales (o lo que es lo mismo, 32.850 horas). ¿Haciendo el qué? Me preguntarán ustedes. Pues allá voy con las explicaciones.

En la habitación 30, hay unos cuarenta sofás ordenados en espiral en donde los chicos se sientan totalmente en pelotas. Si están circuncidados esto favorece mucho la faena, pero si no lo están, hay que pasarle un esparadrapo o cinta aislante alrededor del prepucio (una vez que el glande esté descapullado), para evitar que el pellejo se suba. Es importante que el glande esté en todo momento en contacto con el aire. Al mancebo de turno se le ofrece un cinturón de castidad, el cual se ata a la cintura. Este cinturón de castidad en la zona inferior tiene dos cordeles, estos hay que atarlos a la bolsa escrotal, en la base de la polla, dejando los testículos como bolas navideñas.

Los cordeles tienen una longitud de un metro y hay que ir enrollándolos (apretando fuerte), hasta ir consiguiendo que abarquen el mayor espacio posible del escroto, dejándole a los huevecillos el mínimo espacio posible, en el fondo de la bolsa escrotal, insisto, a modo de adorno navideño.

En el interior del habitáculo metálico, que sirve para ejemplarizar la castidad, el tacto es como el del papel de lija. El alojamiento de la polla ahí no es muy placentero que digamos. Por si fuera poco esto, este aparato tiene la peculiaridad de que el tubo que acoge a la verga se puede ir girando en el sentido de las agujas del reloj o viceversa. No se puede hacer el gesto de la zambomba pues está sujeto a la base, pero se puede ir girando, con lo molesto que es para la polla y más en particular para el glande el hecho de tener un papel de lija rascándote el cipote durante horas.

Una persona, llamada Guía, vestida con una especie de capirote y sayón (que puede ser chica o chico, no se sabe), se sienta al lado del Regresado y durante 4, 6, 8 y hasta 10 horas al día le está dando vueltas al cilindro a modo de imitación de un monje tibetano con sus ruedas de plegarias. Este Guía, cada dos horas va cambiando de sofá y de Regresado.

En definitiva, estas horas se van contabilizando y así es el modo de ir subiendo en categorías, del color más claro al más oscuro. Esto les da un prestigio en la mansión y un caché económico mayor, también.

Para las mujeres que quieren ser Regresadas hay otra sala, que es la habitación 20. Allí también hay otros cuarenta sofás colocados en forma espiral. Las chicas deben acumular las horas haciendo lo siguiente:

Les colocan unas pinzas en los pezones y les van mandando corriente a baja intensidad. A su vez, deben sentarse sobre un consolador doble, sujeto al asiento, de 20 cm de largo por 14 cm de perímetro y meterse ambas pollas de madera de ébano por el culo y el coño. El asiento del sofá tiene la peculiaridad de que se va moviendo a modo de potro.

Esto es todo el misterio de los colgantes circulares de colores.

Vega se fija que hay muchos colgantes de color naranja, rosa y rojo, pero muy pocos azules o grises, y negros solo tres entre los hombres. En cambio, mujeres con colgantes marrones y negros vio a muchas más. No sabría decir si se debe a que las pruebas para las mujeres son más suaves o es que ellas son más constantes, persistentes y metódicas.

Pero volvamos al Cónclave, que se está poniendo interesante.

El arzobispo, que está sentado en el centro de la mesa semicircular, comienza diciendo:

-Se abre la sesión. El primer punto del día es reflexionar sobre si Dios existe o no existe. ¿El Big Bang fue un hecho natural y casual? ¿El universo es autosuficiente? ¿La energía y la materia son la causa incausada, el primer motor, y por lo tanto son eternas e increadas? ¿O es necesario acudir a un ente divino para explicar el fenómeno del cosmos y de la vida? ¿A un Ser inmaterial, espacial y atemporal? ¿A un dios omnipresente, omnisciente, omnipotente (el cual no es capaz de vencer a Lucifer), omnibenevolente (el cual permite los terremotos, maremotos, las pandemias, los tumores, la muerte por desnutrición de niños de cinco años, la muerte por cáncer de niños de ocho años, ¿y un largo etc.?

Si aceptamos esta última propuesta contradecimos la Teoría de la Navaja de Ockham, que trata de no multiplicar los entes de forma innecesaria. Si la astrofísica y la biología explican con claridad y con todo lujo detalles el origen del universo y el de las especies, no tiene ningún sentido el quitarse de la chistera un ente imaginario, llamado Dios (el cual nadie a podido demostrar su existencia de forma empírica y objetiva), y endosarle a él los atributos que por ley le corresponden al universo.

Doña Luz, que es una marquesa cuya familia heredó el título nobiliario de un antepasado del siglo XVI, le hizo una señal a una mujer de 35 años con un colgante color gris, para que se acercara a ella. Doña Luz tiene más de setenta años. Viste a la moda decimonónica. Parece sacada de una serie de época, pero cuando se suelta es muy guarra.

-Mientras el presidente nos honra con su elocuencia y erudición, introduce tu cara en mi entrepierna y me alivias un poco, que estoy muy salida –le sugiere Doña Luz a la mujer–. Si eres de categoría Gris debes tener el coño y el ano muy irritados y doloridos, pero la boca la tendrás descansada. Así que, las dos horas que va a durar este Cónclave te los vas a pasar comiéndome el berberecho y provocándome unas buenas corridas, ¡cacho puta!

La chica obedeció a su ama y bajando al pilón, le lamió el coño todo arrugado y canoso a la momia calentorra, sorbiendo y tragando todos los jugos que Doña Luz iba soltando.

El arzobispo seguía con su exposición:

-Porque si todo debe tener una causa y por lo tanto el universo, la energía y la materia no pueden ser su propia causa, ¿Por qué ese ente imaginario llamado Dios sí lo puede ser? El Gran Diseñador no puede ser diseñado. El Creador no puede ser creado. Dicen los ignorantes y pacatos de mentalidad cuadriculada. Están empeñados en infravalorar el inmenso poder del cosmos. En empequeñecer los misteriosos atributos del universo. Todo lo hacen para engrandecer a su Dios, que es lo mismo que decir a su ego, su vanidad y su soberbia. “El universo no es eterno, tuvo un comienzo y tendrá un final” dicen, “Pero nosotros, los humanos, sí somos eternos”. ¿Hay mayor acto de estupidez y de engreimiento?

De todas formas, aunque aceptáramos a un Ser Supremo, esa postura nos llevaría al deísmo o al panteísmo (el universo es Dios, no busques fuera), pero de ahí a aceptar los diversos teísmos revelados hay un trecho muy grande. Las doctrinas politeístas y monoteístas son demasiado infantiloides para tomarlas en serio.

Así que, votemos ya. ¿Votos a favor de la existencia de Dios?

Nadie levantó la mano

-¿Votos en contra de la existencia de Dios?

Los 21 miembros del Cónclave levantaron la mano.

-Primer orden del día solucionado. Dios no existe. Eso es una realidad objetiva. Pero ahora toca abordar el segundo orden del día. ¿Nos conviene seguir fingiendo, y en público aceptar la existencia de Dios? ¿Seguir adoctrinando al populacho en el temor a Dios? ¿En imponer en sus planes de estudio la creencia en un Santa Claus para adultos, que premia y castiga según nuestros actos? Yo creo que sí. Nuestros privilegios como nobles, aristócratas, burgueses, terratenientes, etc, estuvieron y siempre estarán al lado del Trono y el Altar. Necesitamos que el populacho, que en su mayor número es ignorante y supersticioso, se ponga de nuestra parte, aun comprando su complicidad (a precio de saldo, por supuesto).

Si no, los jacobinos, anarco-bakuninistas, bolcheviques y marxistas-trotskistas nos volverán a despojar de nuestras pertenencias y privilegios. Así que, ¿Es conveniente instruir al populacho en la creencia en alguna forma de divinidad, que le inspire miedo y respeto y proteja al statu quo?

Todos levantaron la mano a favor de crear un plan de estudios para someter al pueblo, desde una muy temprana edad, a una autoridad divina (que es humana, y tan humana, la de los poderes fácticos), la cual sirva para blindar los intereses y privilegios de las clases altas y el de las castas.

-Bien, pues pasemos al tercer y último punto del día. El de repartir títulos y méritos a los asociados que hayan conseguido subir de categoría.

Muchas personas subían de la categoría roja a la verde, de la azul a la gris, etc.

La chica que se estaba manducando la panocha de Doña Luz se sorprendía de que esta soltara tantos caldos, unos efluvios riquísimos para mayor sorpresa, pues se sabe, que con la edad, la mayoría de mujeres sufren de sequedad vaginal.

Cuando le tocó el turno a esta mujer-esclava para recoger su titulación, que le reconoce su paso de la categoría gris a la marrón, se irguió, y con toda la cara llena de moquillos vaginales de la vieja (los labios los tenía muy enrojecidos al estar casi dos horas comiendo almeja), se dirigió al estrado.

Una vez acabado el acto, el arzobispo se dirigió a uno de los chicos que tenía un colgante negro y le comentó que quería romperle el culo. El chico, por supuesto, aceptó.

El resto de directivos y la chavalada Regresada formaron un corro alrededor del arzobispo seboso y el mancebo de categoría Premium. Don Pelayo, que así se llama el arzobispo, se acostó en una colchoneta y mandó al chaval que le soplara la polla, la cual tenía desinflada, para que se la pusiera a tono.

El jovenzuelo, más que soplar propiamente dicho, lo que hacía era masticarle el rabo para que cogiera la robustez y dureza oportunas, para una vez conseguidas ambas cosas, meterse el mástil del arzobispo por el culo de una asentada, pues el culo el mancebo lo tenía lubricado y bien abierto de antemano, ¡el muy maricón!

Al cuarto de hora de estar saboreándole la polla al arzobispo, esta ya estaba bien erguida y dura. Andaría en los 17 cm de larga por 13 cm de perímetro. El chaval se sentó en cuclillas sobre el falo de don Pelayo y de tres empellones se lo tragó entero por el esfínter.

La gente jaleaba al chaval para que cabalgara fuerte y a buen ritmo. A don Pelayo lo animaban a aguantar lo máximo que pudiera, para ver si el chaval se rendía y pedía ayuda a otro chapero o a alguna golfa con categoría Negro, y así se pondría la fiesta más entretenida. Estaba en juego el orgullo de don Pelayo, no podía vaciarse tan pronto. Tenía que aguantar como un potro el tiempo que su público le pidiera.

Pero la edad es la edad don Pelayo andará en los 72 años y el mancebo de 25 años se lo puso difícil. El improvisado chapero, aparte de subir y bajar con su ano por aquel falo bien parecido, también hacía circulitos a modo de hula hoop cuando tenía todo el rabo bien incrustado en sus entrañas. Ponía los brazos en jarra y restregaba sus nalgas contra el pubis del septuagenario. Se ponía a cantar el pasodoble “… y los nardos apoyaos en la cadera”. Después volvía a la carga subiendo y bajando por el todo enrojecido miembro del arzobispo, por las sacudidas que le pegaba con su esfínter el mancebo.

Don Pelayo bufaba, no podía contenerse más y a los pocos minutos aúlla un “Toma lechada para tus intestinos, ¡maricón de cuplé!”. A los pocos segundos el chaval se desengancha, todo triunfal, de la ya semidesinflada minga de don Pelayo saludando al público como si hubiera conseguido las dos orejas y el rabo (nunca mejor dicho), en una plaza de toros.

Don Pelayo se quedó en la colchoneta, todo estirado y exhausto, pero también extasiado por el gran placer que había sentido al encular aquel recto tan sensual y acogedor, y sobre todo, no pudo reprimir un cierto rictus de orgullo al ver cómo se le iba escurriendo al mancebo, el semen de su maestro, por las nalgas y muslos.

Vega se puso tan cachonda, que se animó a inscribirse en la Sociedad de los Regresados a El Edén. La gratificaron con un colgante circular plano de color blanco. Vega estaba deseando acumular sus primeras 730 horas de envainadas por el chocho y el culo con sus respectivas descargas eléctricas en los pezones, para subir enseguida a la categoría Amarillo.

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El Manso Embravecido
El Manso Embravecido
Soy un humilde discípulo del Marqués de Sade. Los relatos eróticos y pornográficos me gusta sazonarlos con crítica social, política y religiosa. El sexo muy guarro, el fetichismo y la dominación son algo que me activan la libido y encienden mis instintos más salvajes. Una imagen no siempre vale más que mil palabras. Soy un gran amante de la lectura. Saludos y buen sexo!!

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