Tuve una enamorada, con la cual estuve muy corto tiempo. La relación que tuvimos comenzó con la idea de olvidar a una chica con la que estaba saliendo, pero que nunca aceptó ser mi pareja. Realmente no estaba listo para tener una relación, por eso duró poco, y por eso también, terminó en infidelidad, justamente con la chica con la que salía antes de conocerla.
Conocí a Lorena por su amistad con mi cuñada. Era una chica muy guapa, ojos verdes, una cara hermosa, de corta estatura, pero con un cuerpo divino. Si bien sus tetas eran operadas, eran preciosas y el culo no se quedaba atrás, gracias a su constante entrenamiento en el gimnasio. La invité a salir muchas veces, nos divertíamos bastante, la verdad que nos llevábamos muy bien, pero era un poco rara. Cuando pensaba que ya podría aceptarme como pareja, su actitud cambiaba y dejaba de hablarme. Pasaban los días y volvía a buscarme para salir de nuevo.
Después de un par de meses de salidas, en las que nunca pasó nada, conocí a Carmen. Era una chica guapa, con bonito cuerpo. Nos llevábamos bien, pero mi mente seguía pensando en Lorena. Pero al no ser retribuido por ella, decidí intentarlo con Carmen. Estuvimos saliendo un tiempo, cuando, de la nada, Lorena comenzó a hablarme de nuevo. no le di mucha importancia. Pero continué conversando con ella, mientras seguía mi relación con Carmen.
Un día, me enteré de un concierto de un grupo de rock que me gustaba y compré mi entrada sin pensarlo, pensé que luego encontraría a alguien con quien ir. Unos días después, Lorena, al enterarse que iría al concierto, me llamó.
-Oye, ¿Por qué no me dijiste que irías al concierto? –me increpó- ¿o irás con tu noviecita? –preguntó burlonamente.
-No, a ella no le gusta el rock –respondí– la verdad que compré por impulso, aún no se con quién ir.
-Vamos pues. Mañana compro mi entrada. –respondió.
-Ya, normal. De ahí coordinamos –le dije y cortó.
Llegó el día del concierto, ella vivía lejos del lugar donde sería el concierto. Mi casa estaba más o menos cerca. Habló con mi cuñada y le preguntó si podía quedarse en nuestra casa esa noche. En mi casa vivíamos, mi hermano, su pareja y yo, ya que mis padres Vivian en el extranjero. Ella le dijo que ellos irían a la playa ese fin de semana, pero que normal, se podía quedar en su cuarto. Me preguntó si podía recogerla de su casa. Acepté y la fui a recoger.
El concierto transcurrió normal, tomamos unas cervezas, escuchamos buena música y conversamos bastante. La pasamos muy bien. Cuando terminó el concierto, salimos rápidamente, ya que sería difícil conseguir un taxi, por la hora y la cantidad de gente. Caminamos mucho, tratando de buscar un taxi.
-Quiero ir al baño –me dijo– si ves algún sitio me avisas.
-Ahí hay un bar –dije, señalando un local de mal aspecto– seguro puedes usar el baño ahí.
-¡qué asco! –dijo, haciendo una señal de asco– bueno, ya no aguanto, vamos no más.
Entramos al lugar, no había mucha gente. Al fondo del lugar había una mesa de póker, en ella, estaban unos seis hombres jugando. Al entrar, todos voltearon a vernos. Lorena vestí un jean muy pegado, que, hacia resaltar su culo, una blusita corta con un escote sugerente y una casaca de jean. En verdad se veía espectacular. Ella se asustó al ver como la miraban y fue rápido al baño. No se veía peligroso, pero estaba nervioso de que, por ser la única mujer cerca, alguien intente algo. Felizmente, todos voltearon y siguieron con el juego. Al rato, salió Lorena y salimos casi corriendo de ahí. Tardamos unos minutos en conseguir taxi y fuimos para mi casa.
-Bueno, ya sabes dónde está el cuarto, ya mañana te llevo a tu casa si quieres –le dije indiferente– yo me tomaré un roncito, que me quedé con las ganas.
-Invítame uno pues –me dijo dándome una palmada en el hombro.
Saqué un ron que tenía guardado en mi cuarto y fuimos a la sala. Nos serví y nos sentamos, conversamos del concierto y de cosas sin importancia. Tomamos varios vasos y la conversación se puso un poco caliente.
-Y tu noviecita ¿Qué dice de que hayas salido conmigo? –preguntó
-¿Qué podría decir? Le dije que iba a ir con una amiga –respondí.
-No es celosa entonces –dijo– Porque a mí no me gustaría que mi novio salga con una chica como yo.
-¿Cómo es eso de “como tú”? –pregunté.
-Así tan guapa pues, tan puta –dijo riendo.
-Jojana, guapa sí sé que eres, lo de puta, no lo sabía –respondí burlándome.
-Bueno, ahora no tanto, hace tiempo que no cojo –dijo, para mi sorpresa– tu seguro cogerás rico todos los días con tu noviecita.
-Lo de rico si, riquísimo, pero no todos los días tampoco –respondí. La conversación me estaba calentando.
-Jajaja, seguro que ni sabes coger –me dijo burlándose.
-Ni tienes ni idea de lo rico que cojo –le dije, con una mirada d deseo.
-A ver, pruébalo –me dijo.
No esperé ni un segundo, me acerqué a ella y le di un beso en los labios, ella abrió su boca y nos dimos un beso muy caliente. Ella estaba caliente, al igual que yo. Le desabotoné la camisa lentamente mientras la besaba. Tenía un sostén negro, muy sexy. Le saqué la camisa y le desabroché el sostén. Por fin pude ver esas hermosas tetas. Eran perfectas. Me agaché y comencé a besarlas. Que ricas tetas tenía. Mientras se las chupaba, ella gemía suavemente y comencé a desabrocharle el jean. Se lo saque de golpe, junto con el calzón. Pude ver su hermosa vagina, depuradita, unos labios finos. Abrí sus piernas y me acerqué para lamerle la vagina. Pasaba mi lengua por toda la extensión de su vagina, saboreaba cada centímetro de ella. Sabía delicioso.
-¡Ahhh! ¡que rico! –gemía, frotando mi cabeza con sus manos -¡que rico me chupas!
Seguí lamiendo toda su vagina, que ya comenzaba a mojarse. Metía mi lengua la movía dentro de su vagina. De repente, empujó mi cabeza, apretándola en su vagina, lo que hizo que mi lengua entrara más. Comenzó a mover rápidamente su vagina contra mi cara. Sentí como se corría. Soltó mi cabeza y pude separarme para tomar aire. Me levanté y me acerqué para darle un beso. Nos besamos por varios segundos.
-Tu conchita sabe deliciosa –le dije.
-Que rico me hiciste venir –dijo ella– no mentías cuando decías que lo haces bien.
-Y eso que esto recién comienza –le dije levantándome para desvestirme.
Mientras me desabotonaba la camisa, ella ya estaba desabrochando mi pantalón y tirándolo para abajo, mi pene saltó ya erecto. Abrió los ojos apenas lo vio. Lo tomó con su mano, se acercó y lo comenzó a lamer. Su lengua se sentía deliciosa. Comenzó a mojarlo todo con su saliva. Luego abrió la boca y se metió la cabeza, pasándole la lengua alrededor, mientras una mano me masturbaba y la otra sobaba mis huevos. Comencé a sobar sus tetas, nunca dejaré de decirlo, sus perfectas tetas. Se metió todo mi pene a la boca y comenzó a meterlo y sacarlo rápidamente.
El sentir ese delicioso par de tetas en mis manos, hizo que quiera sentir mi pene resbalar entre ellas. La separé de mí, puse mi pene entre sus tetas, las apreté abrazando mi pene por completo y comencé a moverme. Con los pulgares frotaba sus pezones, rosaditos, medianos, pero muy duros. Cada vez que mi pene se acercaba a su cara, Lorena sacaba la lengua y con la punta de su lengua tocaba la punta de mi pene. Se sentía increíble. Mientras yo disfrutaba de cogerme sus tetas, ella se sobaba frenéticamente la vagina.
La empujé para que se recueste en el sillón, me arrodillé entre sus piernas, las abrí, la tomé de las nalgas y comencé a penetrarla suavemente. Lorena dio un ligero gemido al sentir mi pene entrar. Sus nalgas se sentían delicioso mientras las apretaba. Me acerqué y besé sus tetas, le lamia los pezones y los apretaba entre mis labios. Comencé a moverme un poco más rápido. Ella no paraba de gemir. Su vagina estaba muy mojada y mi pene se deslizaba con facilidad.
La levanté, se arrodillo en el asiento del sillón y sus tetas quedaron aplastadas en el respaldar. Abrí sus nalgas y la volví a penetrar. Comencé a embestir fuertemente. Sus nalgas rebotaban en mi abdomen de una forma espectacular. Le di un par de palmazos en las nalgas, ella soltó un par de gritos suaves, de placer. Intenté abrir sus nalgas y pasar un dedo por su ano.
-¡ey! No, por ahí no –me recriminó.
-Perdón –le dije– a Carmen le encanta que le reviente el culo –dije, esperando que, tal vez, el hecho de no sentirse inferior a mi “noviecita”, la convenciera.
-Bueno, mañana vas y se lo partes a esa perra –dijo para mi mala suerte– a mí no.
-Está bien, perdón, no perdía nada intentando –dije y seguí moviéndome.
Se la saqué de la vagina y me senté en el sillón, ella abrió sus piernas y de golpe se la metió. Comenzó a cabalgarme deliciosamente, se movía muy bien. Acercó sus tetas a mi boca para que se las bese. Se las lamí, me metía los pezones a la boca y los succionaba. Ella seguía con sus movimientos de arriba abajo, en círculos, hacia los lados. Definitivamente era una puta cuando se lo proponía. De repente, empezó a moverse de atrás para adelante, frotando sus clítoris con mi bajo vientre y comenzó a gemir fuertemente, temblando.
-¡Ahhh! Me voy a correr de nuevo –dijo, mientras se corría.
-Date la vuelta, quiero ver esas nalgas rebotar –ordené.
Se dio la vuelta y con las piernas juntas entre las mías, se metió todo mi pene y comenzó a darme sentones. Con las manos la ayudaba a subir y bajar, apretando sus nalgas fuertemente. Estuvimos así unos minutos más, hasta que ya no pude aguantar más.
-¡me voy a venir! –le dije.
-Ni se te ocurra venirte dentro –me dijo mientras se levantaba y se ponía a cuatro patas en el piso– tíramela en las nalgas.
-¡ahí viene! –dije mientras me paraba y me masturbaba apuntando a esas hermosas nalgas -¡me vengo! ¡Ahhh! –grité y tiré tres grandes chorros de leche, bañándole las nalgas y la espalda.
Me senté en el sillón para apreciar esa hermosa vista, del mejor cuerpo que he visto en mi vida, en cuatro, con el culo levantado, con mi leche chorreando por sus nalgas y se corrida deslizándose por sus muslos. Se dio la vuelta y se acercó a mí, para chuparme el pene hasta dejarlo completamente limpio.
-¿te gustó? –pregunté.
-No estuvo mal –dijo sonriendo– pero vamos a dormir que mañana quiero que me cojas de nuevo.
Me levanté, la ayudé a levantarse, nos dimos un beso muy ardiente y nos fuimos al cuarto de mi hermano, el que tiene la cama más grande. Nos recostamos de costado, abrazándola desde atrás, con mi pene, flácido y cansado, apoyado en sus nalgas y mis manos en sus tetas. Me costó un poco dormirme, teniendo su hermoso cuerpo tan cerca. pero después de unos minutos me quedé profundamente dormido.
A la mañana siguiente, me desperté con una sonrisa en la cara, al ver que todo había sido real. Ella seguía dormida, así que decidí seguir durmiendo un poco más, mientras seguía abrazándola. Después de unos momentos, me desperté, esta vez con una sonrisa aún más grande que la anterior. Al abrir los ojos, pude ver a Lorena dándome una mamada espectacular. Con los ojos cerrados, se metía mi pene a la boca y se notaba que lo estaba disfrutando. Así como yo disfrutaba de esa hermosa vista.
-Buen día, veo que despertó el dormilón –dijo burlonamente.
-¿buen día?, excelente diría yo, si va a empezar así –respondí.
-Bueno, no me pude contener, desperté con tus manos en mis tetas, con este fierro metido entre mis nalgas y con la concha caliente. ¿Qué podía hacer? –dijo coquetamente.
-Me encanta la decisión que tomaste.
La tomé de los brazos y la jalé hacia mí. Le di un beso desesperado, mi lengua se metió en su boca, hasta el fondo, la movía dentro. Ella, al comienzo, solo dejaba que mi lengua explore el interior de su boca. Luego comenzó a mover su lengua para que juegue con la mía. Fue un beso espectacular. Su mano seguía agarrando mi pene y masturbándolo. Mis manos se dirigieron a su culo. Ella abrió sus piernas, soltó mi pene y se acomodó encima mío, con su vagina pegada a mi pene. Pude sentir su calentura y su humedad. Comenzó a frotar su mojada vagina en mi pene, mientras nos comíamos las bocas con locura.
Después de unos minutos de besarnos ardientemente, me senté, la tomé de la cintura, la levanté, Lorena tomó mi pene y lo dirigió a su vagina, al sentir la humedad de su vagina en la cabeza de mi pene, la empujé de golpe hacia abajo. Entró fácilmente y sus nalgas chocaron contra mis muslos. Ella se quejó suavemente, y me dio un golpe en la nuca. Pero el enojo no le duró ni cinco segundos, ya que comenzó a moverse suavemente, de atrás para adelante. Sus tetas pegadas a mi pecho. Nos besamos nuevamente. Sus besos eran deliciosos, por más que quería pasear mis labios y mi lengua por todo su cuerpo, no podía contenerme, y siempre volvía a besar esos labios húmedos y carnosos.
Los movimientos de Lorena fueron aumentando en velocidad. Ya sentía mi pene y mis vellos púbicos, completamente mojados. Los besos también aumentaban en intensidad. Lorena se movía desesperadamente encima mío, frotando su clítoris contra mi cuerpo.
-¡siii! Me voy a venir puto –comenzó a decir agitadamente– que rico se siente tu pinga.
-Córrete perra, te gusta cómo te cojo ¿no? –respondí completamente excitado– te haces la difícil, pero eres bien puta ¿no?
-¡Ahhh! ¡me vengo! –dijo, empujándome y cayendo encima mío, yo seguía moviéndome, penetrándola rápidamente, mientras la abrazaba para que no se escape.
-Sigue corriéndote, te voy a dejar seca, putita –le dije, conteniendo sus deseos de escapar.
-¡no! ¡Ahhh! ¡sigue! ¡no pares! –dijo mientras se seguía corriendo desesperadamente.
Rápidamente le di la vuelta, sin sacar mi pene de su, aun temblante y mojada, vagina, la recosté en la cama, boca arriba. Comencé a embestirla con fuerza. El movimiento de sus tetas en cada una de mis embestidas era espectacular. Las comencé a besar y a lamer desesperadamente, mientras mis manos la tomaban de las nalgas, las movía al compás de mis movimientos. Unos minutos después, me arrodillé, levanté sus nalgas y las apoyé, en mis rodillas, comencé a moverme rápidamente, mi dedo fue directo a su clítoris y comencé a masajearlo rápidamente.
Comenzó a temblar ligeramente, noté que se iba a venir de nuevo, así que aceleré un poco los movimientos, quería venirme dentro de ella, así que esperé el momento preciso.
-¡si! ¡sigue así! Me vas a hacer venir de nuevo. ¡no pares! –gritaba.
-¡yo también me voy a venir! Te quiero llenar de leche, puta –le dije.
-Ya que mierda, lléname toda. Pero ¡no pares por favor! –suplicó.
-¡si! ¡Ahhh! Ahí va, toma toda mi leche puta –dije mientras el semen salía disparado de mi pene a su interior.
-¡que rico se siente tu leche, puto! ¡Ahhh! ¡lléname toda! –dijo mientras se corría nuevamente.
Caí a su lado, con algunas gotas aun saliendo de mi pene. Metí dos dedos en su vagina y los comencé a mover. Sentía nuestras corridas mezclándose en su interior al mover mis dedos dentro. Ella seguía temblando. Se movía acompañando los movimientos de mis manos. Se seguía corriendo. Luego se levantó, se acercó a mi pene, el cual estaba a media erección, aun con restos de semen en la punta y completamente empapado con sus jugos, y se lo metió a la boca, limpiándolo de todo resto de corridas.
Nos recostamos, agotados, mis manos seguían acariciando todo su cuerpo. No quería dejar de tocarla, su cuerpo me tenía loco. Ella simplemente estaba recostada boca arriba, recobrando el aliento, dejándose sobar las tetas y las piernas. Una vez que recobro el aliento, se pegó a mí y me dio un largo beso en la boca, esta vez sin lengua, pero muy mojado. Mi pene comenzaba a reaccionar de nuevo. Ella lo notó y lo tomó con fuerza, apretándolo.
-¿otra vez? ¿otra vez la tienes dura? –me preguntó, apretando fuertemente mi pene.
-No quiero parar de cogerte –respondí, apretando sus nalgas, casi tan fuerte como ella lo hacía con mi pene.
-A mí también me ha gustado, pero quiero que acabes en mi boca esta vez, tu leche sabe muy rica –dijo, para mi sorpresa. Me levanté, la puse en cuatro y se la metí de golpe. Aún seguía mojada después de tremenda corrida.
-Pero, solo si, esta vez, me das el culo –dije, mientras la embestía rápidamente y con el dedo índice jugaba con su ano.
-Vas a tener que hacer méritos para darme por el culo. ¡Ahhh! –dijo, mientras gemía suavemente– depende de cómo me cojas.
-Reto aceptado –dije.
Comencé a darle fuertemente, rápido, ella seguía gimiendo. Me di cuenta que era de orgasmos fáciles. Rápidamente se mojaba y no tardaba mucho en venirse. Así que una vez más, tomé eso como una ventaja para poder pedirle algo que antes me había negado. Seguí moviéndome rápidamente, con una mano le sobaba el clítoris. Su vagina estaba chorreando nuevamente. Seguí embistiéndola brutalmente. Ella me pedía que le dé más duro. Al escuchar esto, me atreví a meter el dedo índice en su ano, lo hice despacio. Ella no se opuso. Seguí dándole fuerte. Se vino de nuevo.
Seguí, dándole en esa pose, no quería cambiar de posición, ya que lo que más quería era darle por el culo. Lorena apoyó la cabeza en la cama. Su culo estaba levantado y yo seguía dándole duro en la vagina. Mi dedo entraba fácilmente en su ano. Yo ya no podía aguantar más, quería que ese ano sea mío.
Recordé que, alguna vez, buscando preservativos de mi hermano, encontré un lubricante en su cajón. Fui rápidamente y lo saqué. Volví a colocarme detrás de ella y se la volvía a meteré en la vagina. Entraba con facilidad y se sentía delicioso como deslizaba fácilmente por lo mojada que estaba. Coloqué un poco de lubricante en la entrada de su ano y metí el dedo nuevamente, luego metí otro. Ella ya no se oponía a nada. Ya estaba descontrolada, con la excitación que tenía.
Se la saqué de la vagina y, a pesar que estaba mojado, lo embadurné con lubricante. Coloque la cabeza de mi pene en la ligeramente dilatada entrada de su ano. Comencé a empujar suavemente. El lubricante ayudó a que entre sin dificultad. Una vez adentro, comencé con movimientos suaves. Ella seguía con la cara pegada a la cama, mordía la sábana. Sus dedos estaban dentro de su vagina, mientras yo, apretando sus nalgas con ambas manos, se la metía por el culo, aumentando de a pocos la intensidad.
-¡Dame más! Me gusta tu pinga en mi culo –pedía ella, mientras sus dedos se movían frenéticamente dentro de su vagina.
-Te voy a partir el culo. Después de esto, me vas a pedir que te coja a diario.
-¡si! ¡sigue! No pares. Hazme tu perra.
Estaba en la gloria, por fin, después de muchos intentos, me estaba cogiendo a Lorena. Y, además, le estaba rompiendo el culo. Era demasiado para mí, así que, no duré mucho dándole por el culo. Comencé a darle cada vez más fuerte. Ella ya no gemía, sino que gritaba. Se debe haber venido un par de veces más, según los gritos y los movimientos que hacía. Yo ya no aguanté más.
-Me voy a venir. Ven para llenarte la boca de leche –ordené. Ella se dio la vuelta, se acomodó frente a mí y abrió la boca, mientras yo me masturbaba rápidamente, apuntando hacia ella -¡ahí viene! ¡abre bien la boca putita! ¡Ahhh! –dije mientras le vaciaba toda mi corrida en su boca abierta.
Lo recibió sin perderse una gota. Lo mantuvo unos segundos en su boca, saboreando mi corrida, hasta que se la tragó toda.
Nos recostamos unos minutos más. Luego nos alistamos y la llevé a su casa. Todo el camino conversamos amenamente. Me di cuenta que seguía teniendo sentimientos por ella. Por más de que era un poco loca, me seguía gustando mucho. El haber disfrutado tanto del sexo con ella, hacía que me guste más aún.
Al día siguiente, terminé mi relación con Carmen. Solo quería estar con Lorena. No podía sacármela de la cabeza. Una vez soltero de nuevo, llamé a Lorena, para contarle y decirle que solo quería estar con ella.
-Gonzalo, la verdad que estuvo muy rico, pero solo fue sexo, yo no quiero una relación –me respondió.
-¿es en serio? –respondí muy triste– pensé que sentías lo mismo que yo.
-Yo solo quería coger, allá tú, que quieres otra cosa –me dijo.
Terminé muy molesto y triste. Después de eso, ya no intenté nada con Lorena, pero mientras más la ignoraba, más me buscaba. Me di cuenta que era de las chicas a las que tenías que serle indiferente para despertar interés. Así que, trataba de ignorarla, y cada vez que lo hacía, ella me buscaba de nuevo. Después de eso, nos acostamos unas cuantas veces más. Pero, ya sin sentimientos de por medio. Solo sexo.
Fin