Alejandra era una amiga de una amiga. Nos juntábamos solo de pura coincidencia, y cuando nuestra amiga común se mudó a Alemania, ya no había nada que nos uniese. Años después, la empecé a seguir en Instagram y madre mía: menudo cuerpazo había echado. Subía historias de fotos suyas en el espejo cada pocos días, mostrando su pelo castaño y remarcando su figura. Aprovechaba cualquier ocasión para interactuar con ella, y hacer algún avance.
En verano, comenzó a subir fotos en bikini de cintura para arriba, en las que se podía apreciar la forma redondeada tan perfecta de sus tetas, además de alguna foto en la que se veía que pasaba algunas tardes en una piscina de la ciudad cerca de su casa, por lo que decidí ir un día a tantear.
Me presenté una calurosa tarde de agosto y allí estaba ella. Llevaba una camiseta oversize beige junto con unas chanclas negras y unas gafas de sol redondas. Habría llegado unos minutos antes que yo y estaba colocando la toalla en el césped. Me acerqué a saludarla
Marcos: Hola Ale, ¿qué tal?
Alejandra: Hombre Marcos, ¿cómo tú por aquí?
Marcos: Nada, estuve dando una vuelta en bici y ahora vine a refrescarme. ¿Te importa si me siento aquí contigo?
Alejandra: No, no, adelante. Que así me das conversación.
Puse mi toalla al lado de ella y saqué la crema solar. Ella por su parte se quitó la camiseta, quedándose únicamente con el bikini azul eléctrico que llevaba debajo y se empezó a dar la crema. Yo por mi parte hice lo mismo y cuando acabé de dármela por delante, le pedí si por favor me daba ella en la espalda, lo cual aceptó si luego la ayudaba yo a ella.
Me mandó tumbarme bocabajo, se arrodilló al lado y comenzó a extenderme la crema por la parte baja de mi espalda. Yo tenía el cuello girado en dirección hacia ella, observando su figura, con los talones pegados a su culo, y su abdomen plano hasta el inicio de la curva de sus pechos. En un momento dado cruzamos miradas y ella respondió con una leve sonrisa. Posteriormente se sentó en el límite de mi espalda y comenzó a pasarme las manos por la zona alta de la espalda. Se movía lentamente haciendo círculos pasando por mis hombros, tríceps y escápulas. Cuando acabó, se echó encima de mí, y aplastando sus pechos contra mi espalda, me susurró al oído: ”Ahora te toca a ti”.
Se levantó y se colocó en su toalla igual que estaba yo antes, no sin antes desanudarse el nudo del bikini. Empecé a pasar mis manos lentamente por sus escapulas y hombros, produciendo unos pequeños gemidos de placer en ella. -Jodeeer, que gusto- dijo ella mientras mis manos pasaban por la mitad de su espalda.
Dada su aparente docilidad, una vez le pasé las manos por toda la espalda, decidí dar otra pasada por los laterales de su tronco. Fui pasando las manos desde el centro de su espalda rodeando su cuerpo hasta tocar su abdomen mínimamente con la punta de mis dedos. Hice lo mismo con todas las zonas de su espalda, hacia arriba en dirección a su cuello, hasta que finalmente en vez de tocar su abdomen toqué superficialmente sus pechos.
Ella no pareció importarle, por lo que me quedé en esa misma zona de su espalda bajando en cada pasada un poquito más. Ella acabó por levantarse arqueando un poco su espalda y girando su cara hacia mí. – ¿No te parece que ahí ya me has dado bastante? – dijo ella con una sonrisa pícara.
-Es que no quiero que te quemes- dije yo tras colocar mis manos completamente sobre sus pechos y lanzarme lentamente hacia su boca.
Se giró quedando tumbada en su toalla. Rodeó mi cuello con sus brazos y mis caderas con su pierna izquierda.
Marcos: Como me estás calentando, hija de puta.
Alejandra: Ufff, pues anda que tú. ¿Traes protección?
Marcos: Si. Vamos a los baños, que no aguanto más.
Alejandra: No, a los baños no, que están llenos de gente. Vamos a los vestuarios del fondo, que allí no entra nadie ahora. Vete yendo, por si nos ve alguien entrar juntos.
Agarré el preservativo que tenía en la cartera y fui andando tranquilamente hacia allí. A los dos minutos, entró por aquella puerta de hierro Alejandra. Cerró y vino andando hacia mí.
Nos comenzamos a besar de nuevo, y ella no tardó en echar mano a mi polla. Acto seguido, se arrodilló, me bajó el bañador y comenzó a chupármela. Estuvo así no más de 30 segundos hasta que ya estuve listo. Sacó el preservativo del bolsillo de mi bañador, retiró el envoltorio y me lo colocó. La volteé contra la pared, lo cual acompañó poniendo sus manos en ella. Le quité la parte de abajo del bikini y se la introduje lentamente. Empecé suavemente con mis manos en sus caderas.
Posteriormente, le desanudé la parte de arriba del bikini y se la retiré por la cabeza, pasando mis manos a posarse sobre sus pechos. Comencé a aumentar el ritmo, y por ende el ruido producido por el choque de mis caderas con su culo. -Ahg, ahg, dame más, dame más- me suplicaba entre gemidos.
Seguí aumentando el ritmo, a la par que ella aumentaba la intensidad de sus gemidos, hasta que, tras unos minutos, me corrí. Seguí dándole unos segundos más y le di un azote antes de salirme de ella. -Ven, sientate en mi cara, guapa- le dije yo echándome en el suelo del vestuario.
Colocó su coño encima de mi boca y se orientó en dirección hacia mis piernas. Ella colocó sus manos en mi pecho, para posteriormente retirarme el preservativo ya usado, masturbar mi pene luego y finalmente abalanzarse sobre mi polla, quedando inmersos en un 69. Yo por mi parte estaba inmerso en mi tarea, con mi lengua penetrando su vagina y mis manos en sus caderas. Fui aumentando la intensidad según iban aumentando sus gemidos hasta que finalmente explotó en mi cara.
Tras unos segundos, se volteó y se sentó sobre mi abdomen. -Joder, qué buena follada- dijo ella jadeante, con sus manos en mi pecho.
– Es que, con un cuerpazo como el tuyo, uno tiene que esmerarse- dije yo pasando con mi mano de su culo a su abdomen, hasta posarse sobre su pecho izquierdo.
Atraje su cuerpo hacía abajo, quedando nuestras caras a escasos centímetros
Marcos: Pero yo aún sigo caliente
Alejandra: ¿Y a que estás esperando entonces?
Coloqué mi polla en la entrada de su vagina y ella hizo el resto irguiéndose. Comenzó a cabalgarme lentamente. La tenía agarrada de las caderas acompañando sus movimientos. Ella estaba en estado de éxtasis, mirando hacia el techo y gimiendo profundamente. Llegado el momento comenzó a aumentar el ritmo y a mirar hacia mí. -Dame más fuerte, papi, que estoy a punto de venirme-dijo ella poniendo sus manos en mi pecho.
La atraje hacia mí y comencé a taladrarla fuertemente, lo cual la hizo gemir más rápido hasta que finalmente se vino con un prolongado gemido. Volvió a erguirse y siguió cabalgándome.
Alejandra: Ay, sigue, por favor, sigue
Comenzó a moverse más rápido, mis manos pasaron de sus caderas a sus pechos para segundos después, soltar un prolongado gemido señal de que me había corrido. Se tumbó encima de mí con mi polla aun dentro de ella. – ¿Ya quedaste saciado?- me dijo ella recostando su cabeza en mi pecho y cerrando los ojos.
-Por hoy si -le respondí pasándole la mano por el pelo.