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¿De verdad con nadie lo habías hecho así? (3)
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Tiempo de lectura: 4 minutos

Remigio me avisa que tiene que regresar a su pueblo a arreglar unos asuntos, así que retomo el gimnasio y mi vida cotidiana, sus mensajes no dejan de sonar en mi celular pero igual se vuelven monótonos y a veces sin sentido y hasta aburridos, por alguna razón hoy no quiero hacer ejercicio así que desayuno algo y regreso a casa antes de tiempo, abro y descubro que mi sirvienta no se encuentra, la llamo pero no contesta así que decido buscarla en el cuarto de servicio, antes de llegar se asoma abriendo la puerta, la noto nerviosa.

-¿Todo bien? Le pregunto, si, todo bien señora, me contesta, sin embargo, la miro desarreglada, sin peinarse y solo con una bata encima, que por cierto es mi bata de dormir, empieza a tratar de justificarse, pero algo llama mi atención, es un aroma hasta hace poco tiempo desconocido pero que ahora se me hace familiar, sus mejillas están lustrosas pienso que es sudor, pero no, y justo de ahí mana el aroma, sin ponerle atención le digo que haga el quehacer y lave mi bata, ella asienta apenada.

Regreso a mi recámara y escucho voces, me acerco a la ventana y observo a la sirvienta hablando con un tipo, lleva una gorra por eso no lo ubico, el sale de la casa y ella se dirige al cuarto de lavado, voy a buscarla para preguntarle quien es el tipo con el que estaba y porque lo había metido a la casa, sin embargo me avisa que se está duchando.

Al regresar entro al cuarto de lavado para ver el estado de mi bata, no sé si todas las mexicanas tenemos esa rara costumbre de olfatear las cosas extrañas, bueno, por lo menos a mí me pasa, tomo la prenda la llevo a mi nariz y entonces algo dentro de mí se sacude de una forma muy fuerte, la piel se me eriza y una extraña emoción llena mi cuerpo como una corriente eléctrica que va desde mi cabello hasta los pies agolpándose en mi pecho, los pezones se me erectan casi a punto de estallar, es el aroma más rico, sensual y erótico que jamás hubiera olfateado, volteo hacia todos lados para ver si anda por ahí aquel señor, pero ya no está.

Tomo la prenda y me dirijo a la recámara, la olfateo de nuevo hasta que termino con una buena y violenta masturbada en mi cama olfateando mi bata una y otra vez, tocándome con violencia, ni siquiera me doy cuenta cuando mi marido llega a comer, ya a solas con Reynalda le pregunto a cerca del tipo que había metido a la casa, es mi marido me comenta, ¿tu marido?, ¿no que tu marido está en tu pueblo? Se sonroja y me cambia la plática, es obvio que no lo es, no quiero abrumarla ni tampoco hacerle notar mis ansias por conocer al tipo, es obvio que a estas alturas ya he probado y bebido el semen de Remigio, pero este se me hace diferente, me atrae, me gusta, estoy como una viciosa a su droga, cada que puedo olfateo mi bata y me encanta.

Durante las siguientes semanas me dedico sin saber por qué a vigilar el cuarto de servicio, espero a que mi esposo se duerma y como leona a su presa me coloco en la ventana y descubro que solo los miércoles es cuando el tipo entra a escondidas al cuarto de Reynalda.

Es martes y trato de pensar en algo para deshacerme de Reynalda sin que mi marido sospeche.

Y de nuevo la suerte entra en mi ayuda, mi suegra me pide a la sirvienta para el miércoles para ayudarle en una demostración, ella a regañadientes acepta, es obvio que algo le preocupa ya que busca desesperadamente su celular, el cual yo escondí sigilosamente, mi marido me avisa que se va a quedar en casa de su mamá para traer de regreso a la sirvienta.

Mientras las horas pasan la tensión empieza a subir poco a poco, no me atrevo a hacerlo pero mientras mas pasa el tiempo deseo saber si el tipo ya está en el cuarto de servicio, quizá no encontró a nadie y se fue, o quizás siga ahí, me digo tratando de ocultar mi emoción, al fin me decido y sigilosamente salgo de la recámara, pasando el cuarto de lavado llego al de servicio, todo de acuerdo a lo planeado una y otra vez en mi cabecita, antes de dirigirme al cuarto de servicio, bajo el botón de luz que lo alimenta y me acerco sigilosamente.

¿Qué paso? ¿ya pesaba que no ibas a venir? Esa voz, donde la he escuchado, me digo a mi misma con la adrenalina y los nervios a tope, ¿Se fue la luz? Si, le contesto, tratando de hacer una imitación perfecta de mi sirvienta, me acerco, con cuidado Reinita, no se dónde dejé mis lentes y no distingo bien, me dice, deja ver si tu patrona no nos vigila, pinche vieja desconfiada, se ve que es bien mamona la pinche escuincla, nada más el wey de su marido la hace pendeja a la pobre, dice, mientras a tientas abre la puerta, y es justo cuando abre que a la tenue luz de la luna descubro quien es ¿don Luis? O sea, ¡es el papá de mi vecina! ¿y ahora que hago?

Me digo a mi misma mientras el anciano cierra la puerta acercándose a tientas hacia mí, me toma de la cintura, me besa lentamente, sin prisas, pausando sus labios y lengua una y otra vez, echo mis manos a su cuello y comienzo a disfrutar de sus besos, lame mi cuello, acerco mis manos al slip de sus pantalones lo bajo lentamente mientras sigue lamiendo y besando mi cuello, percibo su pene flácido, sudoroso, entiendo que si he llegado hasta aquí es para deleitarme y saborear ese rico aroma que me ha traído loca estas últimas semanas.

Ha cabrón, me dice al sentir como voy bajando poco a poco hasta quedar de rodillas frente a su miembro, desabrocho su cinturón y bajo el pantalón junto a sus bóxers, ora que pinche Reynalda, ¿no que no te gustaba mamar pendeja? Dice, sin hacerle caso empiezo a envolverme en el olor que emana del prepucio y el glande cuando es frotado, ese aroma que me encantó y que ahora lo olfateo en vivo solo para mí.

¿No me vayas a morder como la última vez he pendeja? Me dice el anciano sin darse cuenta de quien es la que está hincada frente a él, por lo que me dice pongo especial empeño en hacerlo lo mejor que puedo, lo introduzco en mi boca, es grande, grueso, muy venudo, el sabor de su verga mezclado con mi saliva se está convirtiendo en un verdadero manjar, uf, hum.

Comienzo a mamar lo que me cabe de su tranca de forma violenta subiendo y bajando con desesperación sintiendo los pelos de su panza sudorosos y apestosos picándome la frente de vez en vez.

Espérate cabrona, ¡me voy a venir! ¡espérate chingá! Trata de apartarme con sus manotas sucias y sudorosas, pero haciéndoselas a un lado sigo mamándosela muy fuerte, subiendo y bajando con avidez, serpenteando mi cuerpo para que mi voraz boca engulla todo lo que pueda de su enorme tranca.

Ha, hija de la chingada, uf, ¿los quieres?? Hum, hum, pues ahí te van, empieza a depositar sus deliciosos espermatozoides en mi cavidad bucal, se produce lo que he esperado y anhelado por varias semanas, su semen es sencillamente ¡delicioso! Caliente, espeso, grumoso, su sabor acido, aceitoso uf y su aroma exquisito y erótico, me lo restregó en la cara con desesperación mientras mis dedos me ayudan a llegar al éxtasis, ¿tenías ganas he cabrona? Me dice mientras a tientas se dirige al baño, me llama la patrona le digo sin darle tiempo a contestar.

Abro la puerta y tropiezo con su gorra, la levanto y salgo lo más rápido que puedo, ya avanzada la tarde tratando de ordenar mis pensamientos veo la gorra y efectivamente compruebo que se trata del papá de mi vecina ya que por dentro tiene su nombre grabado,

Tengo que repetir esta experiencia, pero ¿cómo?

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2 COMENTARIOS

  1. De los mejores relatos ojalá siga la historia de Reynalda. Pero igual espero que regrese Remigio de su pueblo y que se enamore de el y que el ya descubra que es la patrona de la casa.

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