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¿De verdad con nadie lo habías hecho así? (2)
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¡Como que te fuiste a cuidar a un pinche enfermo!, me dice mi marido al llegar a casa ¡y yo aquí como tu pendejo esperándote! Hasta ahora recuerdo que nunca le avise a donde iba ni a qué hora iba a llegar, era obvio que alguien le había inventado lo del enfermo, la discusión continua pero esta vez me siento tan bien que no le sigo el juego, normalmente terminamos peleándonos y mandándonos al diablo, pero esta vez todo es tranquilo, tan tranquilo que se sale de la casa gritando y echando pestes.

Durante la semana todo transcurre con normalidad mi marido haciéndose la víctima apenas dirigiéndome la palabra y yo en mi papel de ama de casa sumisa y fiel, aunque en esta ocasión algo nuevo llama mi atención y me aleja de la monotonía, los mensajes de Remigio me tienen como colegiala y su primer enamorado siempre al pendiente cuando suena el tono de mensaje.

No quiero llegar a más, Remigio me insiste en volver a repetir nuestro encuentro y yo con cualquier pretexto trato de no caer, sin embargo las discusiones con mi marido están a la orden del día y esta vez no se si lo hizo a propósito pero de nuevo al lavar su ropa encuentro un boleto de motel en sus pantalones con fecha de un día anterior, decepción, rabia, coraje todo se me agolpa de repente, sé que él espera que le reclame y al final todo termine como si no pasara nada, quedando siempre como el vencedor.

Hola ¿Remigio? ¿porque no vienes a la casa? El patrón acaba de salir, ¿tienes donde anotar? Ok, te espero cuando salgas, le digo después de haberle dado la dirección, bye, le digo sonriente, ¿por qué? Ni yo misma lo sé, de inmediato hablo a la caseta de vigilancia para que lo dejen pasar.

Hablo igual a mi esposo y le explico que envié a la sirvienta a la casa de su mamá para cenar con ella ya que tiene tiempo que no la visitamos, el a regañadientes acepta, para que gastar en motel si tengo mi propia casa, me digo a mí misma mientras cuelgo el teléfono.

Estoy a media ducha cuando escucho el timbre de la puerta, me coloco una toalla alrededor del cuerpo y me asomo por la ventana ¿Quién? Pregunto, me responde la voz de Remigio que me sorprende porque llega exactamente dos horas antes de lo planeado, ¿espera ok? Le digo, asomándome por la ventana, viendo hacia todos lados, arrojo las llaves de la casa, pasa por favor, son casi las 4 de la tarde, desde la ventana contemplo el cielo azulado, volteo hacia el espejo de mi recámara, no cabe duda muñeca, estas bien buena me digo contemplándome desnuda con naturalidad me coloco una bata y mis sandalias y salgo de la habitación.

No mames pinche Reyna, a poco usas el baño de tus patrones, me dice sorprendido con su acento naco, ¿porque no? Le digo dejando caer mi bata al suelo, se pone de pie y me contempla, se acerca a mí, y atrae mi cabeza con sus manos ásperas colocando su boca en la mía, su lengua gorda y tibia invade mi boca, tiene aliento a alcohol y a cigarro, me succiona el labio inferior sus manos se turnan para estrujarme los pechos y manosear mi cuerpo, me toma de la cintura me aprieta me besa toda la cara después el cuello baja sus manos y toma cada una de mis nalgas en cada una de sus manos sin dejar le lamer y embarrarme de su saliva.

Ahora su mano se abre paso entre mis muslos me mira fijamente y sonríe mientras introduce un par de dedos en mi vagina, me quedo quieta, mirándolo fijamente, ¿estas segura que no hay nadie? Me dice batiendo sus dedos en mi entrepierna, no, estamos solos, le digo con voz entrecortada disfrutando de su caricia.

Se acerca de nuevo a mi cara sacando su lengua regordeta la introduce en mi boca, le correspondo con ansias, mi lengua corre a encontrar la suya dándole la bienvenida, su mano ahora recorre mis senos, los estruja los amasa los aprieta empiezo a responder con gemidos tenues, sin dejar de besarlo, se detiene, bruscamente, me voltea de espaldas a el y hace que me incline ligeramente apoyándome en el respaldo del sillón de la sala, que buena estas chingada madre y yo que pensaba que ni me ibas a pelar, me dice mientras se baja el zíper del pantalón, ¿te cae? Le digo mirándolo sobre mi hombro.

Me sonríe mientras apresuradamente se saca la verga del pantalón, así sin desvestirse la guía hacia mi vagina y me la introduce, hu, si, cierro los ojos al empezar a sentirlo dentro de mí, meneo la cintura como toda una experta, mis gemidos inundan la sala, escapándose por las escaleras, las ventanas, combinándose con las batidas de su pito en mi útero.

Se inclina sobre mi, recoge mis pechos con sus manotas sin dejar de cogerme, los estruja, los pellizca me atrae hacia el acercando su boca a mi oído, ¡eres mía! ¡solo mía! ¿verdad? Gime, si, um, solo tuya contesto, ¡dame más fuerte!, ¡perfórame más duro! Le digo delirante haciendo mi hombro hacia atrás tomando su nuca, estamos así por unos instantes más, me desprendo delicadamente, lo tomo de la mano y lo guio a mi recamara, perate pinche Reyna, y si llega tu patrón o tu patrona, pues que lleguen, le digo retándolo, con el nerviosismo al cien, se deja guiar, observa nervioso de lado a lado de la habitación.

Dejo la puerta abierta, total solo estamos él y yo, me tiro sobre la cama y miro divertida su aspecto hasta ahora él es el que dirige, pero se ve como un gatito asustado en su jaula.

Empiezo a masturbarme haciendo charquitos con mis deditos, no me doy cuenta cuando se desnuda, abro los ojos cuando siento como sus gruesas manos toman mis piernas y las separan, se acomoda firmemente y se tira sobre mí, empezando a batir su grueso instrumento dentro de mi ser, las paredes de mi vagina lo reciben gustosas contrayéndose apretándolo, abrazándolo, no sabes cuanto deseaba esto le digo anhelante, él sonríe mirándome, agradecido por su suerte tratando de introducirse hasta el fondo de mi en cada penetración, toca dentro de mí la fibra mas sensible de toda mujer, algo que muy pocos pueden hacer, empiezo a dejarme ir en espasmos violentos.

La piel se me enchina me agarro fuertemente de las sábanas, es algo que nunca en la vida había experimentado, un orgasmo múltiple, el más rico que jamás haya tenido, mis gritos y gemidos lo motivan a tal grado que el también explota dentro de mí, inundándome de sus espermas.

Contengo la respiración tratando de que este momento se vuelva eterno mientras Remigio arquea la espalda convulsionándose con sus propios espasmos intentando recuperar el aire, cae a mi lado como fulminado, ¿porque me hiciste caso eh? Me dice, ¿de verdad te gusto? Pregunta con su clara baja estima, mírate, eres una jovencita y yo un pinche viejo, gordo y feo para acabarla de chingar

Me incorporo mirándolo, porque los hombres se fijan tanto en ese tipo de cosas ¿eh? Le digo mientras le sonrió colocándome una sábana alrededor de mi cuerpo, voy por algo para tomar, ¿quieres algo? Ah, ya sé, ¿una cerveza verdad? Le digo sonriente, pínche cabrona, me dice arrojándome una almohada, regreso con una botella de brandy de mi marido y unos bocadillos.

Me despojo de la sábana mientras lo miro engullir prácticamente los bocadillos con tragos largos directos de la botella, ¿no vas a comer? Me dice, por toda respuesta comienzo a gatear hacia él, pasándome la lengua por los labios, tomo su pene flácido y lo empiezo a engullir a comérselo prácticamente, sin utilizar las manos a veces se me escapa de la boca pero lo busco con mis labios y lo vuelvo a introducir sin dejar de mirar lo que hace, coloca la comida en el buró mientras apresura la botella, toma mi cabeza con ambas manos y me aprieta contra el de un solo golpe.

Sin soltarme mientras recorro su verga dentro de mi cavidad bucal con la lengua dejando salir la saliva que no puedo contener, esta es tu comida uf, me dice sin quitarme las manos de la nuca, empieza a guiar los movimientos cogiéndome por la boca imponiendo un ritmo rápido y profundo, me detengo y me saco su pito de mi cavidad bucal, sonando como si fuera una botella descorchada, tomo el cilindro con una mano y con la otra sus huevos, los amaso, los restiro sin dejar de masturbarle el cilindro, lo miro sonriente como chiquilla traviesa, ¿tu esposa coge como yo? Le pregunto, no, me responde mirándome a los ojos, ¿te chupa la verga como yo? Nadie me había chupado la verga en mi vida.

Acerco mi boca a sus huevos separando sus pelos con mi nariz, meto uno de sus huevos en mi boca luego el otro, siento sus gemidos de regocijo pongo mi lengua donde nace su pene en este momento durísimo y comienzo a lamerla hasta llegar a la punta, al llegar a la cabeza húmeda la introduzco dentro de mi boca hasta llegar al final.

Después levemente la voy sacando de nuevo llego a la punta y repito la operación varias veces, bufa como bestia en brama justo en el momento que siento sus chorros calientes de semen inundar mi boca a tal grado que se desborda por las comisuras de mis labios cayendo en las blancas sabanas, no mames, ta madre, que chingona eres me cai de madre, me dice visiblemente complacido, dejándose caer como un bulto a lado mío, yo pensaba que esto solo pasaba en las pinches películas que tengo que poner para sacarme la leche, uf.

¡Las Nueve! Le digo alarmada, recordando que tenía que ver a mi esposo en la casa de sus papás una hora antes, ¡los patrones van a llegar! ¡pronto vístete!, le digo sin dejar de salir de mi papel de sirvienta, el cómo de rayo empieza a vestirse lo más rápido que puede, tomo una bata y lo acompaño a la puerta de atrás, nos hacemos la señal de hablarnos como dos adolescentes traviesos, él se aleja justo en el momento que se acerca mi vecina, wow vecina, que intenso ¿he? Hasta acá se escuchaban sus gritos, tuve que poner música a todo volumen porque los vecinos comenzaban a asomarse, me debes otra ¿eh? ¿otra?

Pregunto, si ayer tuve que decirle a tu esposo que fuiste a ver a un familiar enfermo ya que no dejaba de preguntar a los policías por ti, la abrazo dándole las gracias no sin antes sonrojarme, entro en la casa, recargándome en la puerta, suspiro, estoy exhausta pero satisfecha y feliz.

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