Esta es la continuación de mis aventuras en la casa de mi alumno particular Fernando el día de su cumpleaños.
Mientras le estoy haciendo una mamada a su tío Lucas, nos descubre mi amante Manuel, su cuñado:
-¡Oh, Lucas! Esther! ¿¡Pero… qué!?
-¡Manuel! ¡Vaya profesora que tienes para tu hijo! ¡Oh, hmmm! ¡Cómo la chupa! ¡No pares, no!
-¡Tito! – exclamo con el pene en la boca y balbuceo -Y o… no… o sea… no…
-¡Ya te contaré, Lucas! ¡Sigue, sigue! ¡Por mí no pares, puerca! ¡Mama, mama la polla de Lucas!
-Tito, no… es sólo que… -no se me entiende y hago para sacar la verga de mi boca.
-No, no, sigue chupando, ¡Esther! – me ordena Lucas y me la mete más adentro y me agarra la cabeza.
-Hmmm, papi, oh… sí, sí, venga, va, es que está muy rica… hmmmm… pero tito, ven, ven, ¡acércate!
-¿Qué… qué… no me dirás que…?
-Sí, te la quiero mamar, ¡tito! ¡Va!
-No, no, Manuel, ¡deja que le folle yo la boca a la niña!
-¡A los dos, a los dos! Sí, sí, por favor… junta tu polla a la de Lucas en mi boca, ¡tito!
-¡¿Serás guarra?! ¡Quieres comernos las dos pollas!
-Sí, sí, quiero las dos vergas en mi boca, ¡por favor!
-¡Pero… Esther! ¡¿Serás…?!
-¡Sí, sí, ¡una niña mala que merece un buen castigo, tito! Venga, folladme la boca, ¡por favor! ¡Nunca he tenido dos pollas juntas en la boca y lo deseo!
-¡Vaya cerda!
-¡Pero si no te van a caber!
-Sí, sí, folladme la boca los dos, ¡va! – casi no se me entiende porque tengo la de Lucas hasta el fondo.
Manuel se saca el miembro algo morcillón y yo se lo agarro y lo introduzco junto al de su cuñado y es cierto que casi no me caben y me dan arcadas, pero disfruto del morbo y de sentirme tan puerca y pensar que ellos también se dan cuenta de lo cachonda que estoy y enseguida me gusta y les hago una mamada que no van a olvidar en la vida. ¡Y yo tampoco!
-Agarradme las tetas, por favor, sí, sí, tomadme del pelo, acariciádmelo, oh, hmmm, cuánto placer, qué ricas que están vuestras pollas. Oh, hmmm, gracias, oh… -les agarro los testículos y se los lamo y noto que les gusta porque sus vergas crecen más y más en mi boca – Jugad con mis pezones, va, sí, sí, así, oh, ¡hmmm! Por favor, dadme vuestra leche, a ver quién es el primero de eyacular, ¡va! ¡Deseo que me metáis vuestros dedos en el culo!
-¡Serás cerda! – casi grita Manuel, pero no se hace de rogar y me penetra el culo con su dedo medio.
-¡Una marrana, ya te digo! – responde Lucas y junta dos dedos en mi ano. – Tu culo hierve!
-Sí, sí, ¡gracias! Hmmm! Jugad los dos con mi culo, venga, sí, sí, ¡más fuerte!
-¡Estás hecha una buena mamona!
-¡Una puta, una puta que está como un tren! – grita Lucas.
-¡Una puta fina, guapa y elegante! – contesta Manuel.
-¡Una niña muy mala! – corroboro yo viendo que eso les excita. – ¡Que merezco este castigo, por marrana!
-Sí, sí, ¡puerca! ¡Toma, toma!
-¡Una puerca educada y cariñosa y mimosa! – afirmo, pero no se me debe entender por tener la boca tan llena con los dos penes. – Jugad con mis tetas, venga, hmmm, ¡más fuerte!
-¡Sí, sí! Ay, hmmm, yo ya… yo ya… oh, ¡ah! – grita Lucas. – ¡Oh! ¡Ah!
-Sí, sí, papi, ¡quiero tu lefa! Hmmm, ay, ¡qué sabrosa, y caliente… me corro, ah, mamá, me correoso… qué gusto! ¡Sabe igual de buena que la de tus hijos! – me deshago de placer y mis jugos brotan y empapan mis muslos y encharcan el suelo.
-Oh, ay, ¡yo… yo también! ¡Ah… oh… toma, toma… puerca! ¡Tomasa!
-Sí, sí, ¡llenadme la boca! Oh, oh, no me cabe, ah, ¡me resbala por la barbilla! ¡Oh, pero cuanta leche! ¡Me relamo, no quiero perder ni una gota de vuestro semen! ¡Tito! ¡Papi! ¡Gracias! ¡Sois muy buenos conmigo!
-¡Mira que eres cerda, hija!
-Es solo que es una chica muy caliente, Lucas.
-¡Caliente y puta!
Me bombean y me dan su abundante esperma, que saboreo con placer y me trago, mientras me corro incontables veces. Al cabo de un rato, ya dejan de follarme la boca porque sus penes están agotados.
-Por favor, Esther, no digas nada a nuestras esposas. ¡Iban a tener un gran disgusto!
-No os preocupéis, no diré nada. ¿Vosotros tampoco lo expliquéis a nadie, de acuerdo?
-No, no, nunca debe saberlo nadie.
-Pero bueno… yo todavía… si queréis… -me introduzco un par de dedos en la vagina, me arqueo un poco para que vean bien mi sexo y les enseño la mano empapada.
-¡Esther, no, no puede ser! ¡Hija, pero… es que eres insaciable! – se admira Manuel.
-¡Ya me gustaría, ya! – admite Lucas.-Me gustaría follarte! ¡O darte por el culo!
-¡Y seguro que a ella le iba a encantar! – sonríe Manuel guiñándome un ojo.
-Papi, por mí… -me muerdo los labios y me abro de piernas para ellos. Ven que mi sexo rezuma.
-No, no, Lucas, ¡Esther! ¡No puede ser! ¿Qué van a pensar todos? Venga, va, salgamos al jardín… Y tú, niña, vístete, ¡por favor!
-Vale, vale… es cierto, bueno, gracias, ¡habéis sido muy amables y cariñosos conmigo!
-Y tú, y tú, ¡Esther!
-¡Gracias a ti, hija!
-¡Sí, sí! ¡Bueno, pues a ver si encuentro la habitación con el vestido y mi ropa interior! Y me voy a ir. Despedidme de los demás.
Voy completamente desnuda por la casa y con los muslos llenos de mis flujos y sí, encuentro el cuarto donde me cambié. ¡Pero mi sorpresa es que allí solo tengo el vestido! ¡Vete tú a saber qué se llevó mis bragas y mi sostén! ¡En esta familia, no te puedes fiar de nadie! Se nota que les gusto y que les encanta guardar mi ropa, ¡seguro que para olerla, lamerla y masturbarse con ella! Bueno, es un halago, la verdad. Decido ponerme el vestido y marcharme enseguida. ¡Con un poco de suerte, llegaré a mi casa sin que por la calle nadie me vea el culo! ¡Esperemos que no haga viento! Y si me ven, pues mejor para ellos, ¡que se alegren la vista!
-Esther, Esther! ¿Qué haces?
-¡Me estoy vistiendo, tita!
-¿Pero hija, tanto tardas en cambiarte de ropa?
-Tita, sí, bueno… yo… o sea… ya me voy.
-No, no, pero ¿qué dices? ¡Si ni siquiera te has bañado! Ven, ¡ven por lo menos un rato, que vamos a merendar un poquito y a beber algo en el jardín!
-Es que… ya me iba… yo… – no puedo volver a estar ante todos sin bragas y con el vestidito tan corto.
-De ninguna manera, ven, ven, ¡Esther! – me toma por el brazo y me lleva al jardín.
Y sí, allí están todos con cara de buenos chicos, sentados, mirándome. Cínicos. Alguno me guiña un ojo. Leo está jugueteando con su novia. Y no me da celos, porque ahora sé que todos me encuentran más atractiva y deseable aún que ese verdadero pavonazo. Sé que uno de ellos es quien se me ha llevado mis bragas. Y decido jugar un poco con esos machitos. Tomo un vaso y me siento en una de esas sillas bajas del jardín, procurando estar de cara con los hombres y que no me vean bien las tres mujeres. Bueno, y también estoy situada para que Fernando no se dé cuenta de nada. No querría asustarle al verme sin bragas. Ni que pensara que soy una fulana.
Y me bajo el escote, casi hasta las aureolas. Quiero que noten que en mis pechos está la saliva de los cinco. Y que están enrojecidos por sus chupetones y lametones. Y sí, ante ellos, separo un poco mis piernas bajo la minifaldita del vestido. Y sí, sé que enseño mi entrepierna a todos. Y sé por sus caras que, aun disimulando, miran bajo mi faldita con deseo. Y sé que pueden ver mi sexo. Y que ven que está muy húmedo y deseoso de sus dedos, de sus manos, de sus lenguas, de sus pollas, seguro ya calientes otra vez. Y sé que ninguno dirá nada porque todos tienen algo que ocultar. Los muy hipócritas. Y que no me delatarán porque desean seguir viendo mi coño mojado.
Y sé que se dan cuenta de que mi flujo rebosa en mi chocho y empieza a humedecer la silla. Todos disimulan y hablan. Yo también digo algo, simpática, cualquier cosa. Bebo. Estoy muy cachonda y me siento muy guarra exhibiéndome así ante ellos cinco. Muy cerda. Pero, para ellos, y sobre todo para mí, separo más mis piernas. Y me relamo. Y noto aún el sabor del semen de los cinco en mi lengua. Y sé que ellos saben que saboreo su esperma y sus vergas. Delante de sus esposas, de su novia, de su madre, de su cuñada… Y aún separo más mis piernas. Y noto que me sube algo más el vestido. Y sé que les escandalizo, que les caliento. Y que no pueden ni desean dejar de mirar.
Y que anhelan que separe todavía más mis piernas. Y que me baje más el escote para enseñarles mis tetas. Llenas de su saliva y con marcas de sus pellizcos, de sus mordisquitos, de sus besos… Y eso me da morbo y sí, tengo un orgasmo, muy silencioso, delante de todos, muy placentero. Y sí, quiero que los cinco lo sepan. Y lo saben porque ven que empapo más la silla. Y lo saben porque lo ven en mi mirada. Y porque me muerdo los labios. Y levanto algo la cadera para que vean mi culo lleno de mi flujo. Y les guiño un ojo. Y me vuelvo a morder los labios. Y sí, sé que los dos chicos, Jorge y Angelito, no podrán resistir mucho sin masturbarse pensando en mí.
Y que Leo follará con su novia deseando que fuera yo. Y que esta noche Manuel y Lucas harán el amor con sus esposas imaginando que me lo hacen a mí. Y abro más mis piernas para que nunca olviden la visión y ese deseo por mi coño y por mi culo. Y me bajo un poco más el escote para que vean que no llevo sostén y para mostrar ya, sí, un poco mis aureolas. Y agradezco al que me quitó la ropa interior. Y seguro que él más. Y sí, tengo orgasmos, así, silenciosos, en secreto, sin tocarme, sólo viendo a tantos hombres admirándome, pensando que soy una marrana, pero sin poder, sin querer, evitar mirar.
Y sí, me corro discretamente, pero no tanto, para que ellos lo sepan, abriendo mi coño al máximo para que se escandalicen y disfruten viendo como rezumo más y más flujo sobre mi ano, los muslos, la faldita y la silla. Y hablo por hablar para que ellas no se den cuenta. Son los orgasmos más curiosos de mi vida, pero muy placenteros, por el morbo, por sentirme el ama de todos esos hombres. Me siento muy admirada y deseada y sí, también, muy marrana. En su mirada sé que sólo piensan en follarme, en mamar mis pechos, en que se las mame, en oler mi culo, en besar mi sexo, en empaparse con mi flujo… Y eso, todo eso, me gusta. Y por eso no paro de correrme.
Y de volver a correrme. Y ellos cinco lo saben. Y les gusta. Y les escandaliza. Y desean que no pare el espectáculo para sus ojos. Y no, mi espectáculo no para durante un buen rato.