Hasta hace dos meses, yo era una joven que no pensaba en sexo para nada, por el contrario, cada que escuchaba alguna conversación de eso me incomodaba y prefería salir de esa conversación.
Sé que, con 18 años cumplidos, muchas chicas ya han cogido y son algo experimentadas pero mi familia es muy tradicional. Soy hija única y mis papas siempre me han cuidado mucho. Me restringen el celular con Google parents, no puedo tener Facebook, Instagram, ni nada de redes. El WhatsApp es solo para uso de la familia o la escuela. De vez en cuando me hacen revisión sorpresa de teléfono, entonces, como se podrán imaginar prácticamente nunca he visto porno, más que el que mis amigas a veces me muestran en sus teléfonos y francamente no me llama la atención. Inicié en el sexo de una manera poco convencional y quiero seguir aprendiendo a mi manera.
Según mi cuerpo y mi imaginación me vayan guiando. Lo confieso, soy esclava de las hormonas. Me caliento con demasiada facilidad y me mojo como nunca lo hubiera pensado, es súper incomodo. Ahora necesito casi siempre traer calzones de repuesto o de plano, ya no usar. (Pretexto jaja)
Ahora todo es diferente, no puedo contener mis deseos y ganas de experimentar. En cada descuido que tiene mi cabeza comienzo a pensar en sexo y deseo encontrarme algún madurito en el camión o en donde sea que se pueda y ver que logro hacer.
Después de mi primer encuentro ha sido difícil verme con mi madurito, nos hemos escapado algún día temprano, pero parece ser que la magia se perdió. No por ello ha dejado de ser rico y no dejo de aprender, pero deseo más, quiero experimentar cosas y este señor parece ser que me dio todo lo que tenía que darme. El regalo de saberme una putita en el fondo y una niña bien ante la sociedad.
Un mes después yo ya traía la calentura al cien, no podía detener mi cabeza y no dejaba de pensar en una verga de algún señor arriba de 50 o 60 o más jajaja. Mi madurito anda en los 40 pero deseo saber si yo sería capaz de levantar una verga vieja y arrugada y ponerla como tronco. Era mi fantasía que sin saber, estaba cerca de cumplir.
Se acercaba el final de curso, por fin terminaría la prepa y de ahí a la universidad y como reprobé una materia pues tengo que ir a curso de regularización. Prácticamente las clases ya se acabaron. El lunes pasado inició el curso así que debía ir a ver qué onda con mi materia y en la escuela solo estaban algunos administrativos, el vigilante, el conserje, el profesor y algunos alumnos. Así que todo aburrido.
Como aún se consideraban “clases” pues debemos llevar el uniforme, así que traía la falda de la escuela, una blusita blanca, mi bra normal, calcetas y tenis, pero desde mi encuentro con el manoseador agarré la afición de andar sin calzones.
Una nunca sabe que se pueda encontrar en el camino y pues ahora ya sabía cómo estar lista y aprovechar cualquier oportunidad que se fuera dando. Esta idea de provocar me excita muchísimo. Por ejemplo, yendo del Ajusco hacia metro Copilco, puedes bajarte en la avenida revolución por abajo del puente, y para subir hacia el Metrobús hay unas escaleras donde solo cabe una persona entonces se hace la fila larga de gente en las mañanas que va a subir esa escalera para caminar hacia insurgentes. Entonces es muy divertido ver cuántos hombres se forman atrás de mí para poder ver debajo de mi falda.
A veces incluso, algunos se quedan abajo para voltear hacia arriba y ver que pueden captar sus pupilas voraces. Imaginen la postal cuando se dan cuenta que no llevo calzones y más aún, si por cualquier pretexto, me agacho.
Pero bueno, regresando al tema en cuestión, estaba aburrida en clase, pensando solo en la calentura cuando me dieron ganas de hacer pipi así que salí del salón y me acerqué hacia los baños. De camino me encontré al conserje, don Alejandro. Un señor ya mayorcito, como de unos 65 años. Era un viejito con calvicie, solo tenía como una coronilla de canas que lo hacía verse muy bonachón, gordo, realmente tenía una panza prominente, pero era sostenida por unas piernas atléticas, apiñonado, un poco chaparrito pero de manos muy toscas, cuando sonreía se notaba que le faltaban algunos dientes Siempre ha sido muy educado y amable con todo el mundo pero su mirada escondía algo más libidinoso.
Yo sentí curiosidad y morbo de cómo alguien con esa panza podría encontrarse la verga incluso para ir al baño. La idea no me dejo tranquila, fui al baño y me sentí mojada. ¡Carajo! ¿Ahora resulta que hasta con un viejo gordo y feo me excito?
Cuando iba regresando hacia el salón lo vi de nuevo. Estaba barriendo el pasillo de manera algo desganada. No pude evitar sentir una cosquilla en mi pubis y al pasar cerca de él, le dije:
-Hola don Ale, échele ganas, aún le falta toda la escuela jejeje.
-Hola niña, que te digo, y como son vacaciones para todos, pues aún me falta ordenar mi bodega.
-¿Cual bodega don Ale?
-Has visto que a un lado de la biblioteca hay como unos cuartos, pues ándale. Ahí es la bodega de mantenimiento y me dejaron un desmadre los otros compañeros.
-Que mal don Ale.
-Pues sí, gente sucia Y tú, que andas haciendo por aquí, ¿no deberías estar en clase?
-Es que salí al baño, pero lo vi aquí y quise pasar a saludarlo. Me llamo Valeria, por cierto.
-Mucho gusto niña.
-¿Y a qué hora va a su bodega don Ale? ¿A poco se queda aquí todo el día?
-Pues me quedo hasta las 6 de la tarde. yo creo que después de barrer aquí ya me voy para allá. ¿Se le ofrecía algo Vale?
En ese momento mi calentura habló por mí. Tuve que improvisar, sentía un nudo en mi garganta, pero no quería sonar nerviosa, así que pasé saliva, aclare mi voz un poco y con el tono más despreocupado del mundo le dije:
-Es que sabe que don Ale, el cierre de mi mochila se atoró y no puedo zafarlo y pues no sé si tenga tiempo y quiera apoyarme, podría llevársela a su bodega para que la revise, pero solo si se puede, sino, no hay problema, es que no quiero llevármela abierta todo el camino y mucho menos quisiera romper el cierre por tratar de arreglarlo. Ya ve como se ponen los papas.
-No se preocupe Vale, si quiere voy por mi herramienta y la veo en su salón.
Sentía la adrenalina correr por todo mi cuerpo, mi corazón galopaba en mi pecho. Yo no quería que él fuera al salón. Por alguna extraña razón, yo deseaba estar a solas con él, en su bodega.
Todo esto era diferente a lo del camión o la casa del manoseador. Por primera vez en mi vida estaba provocando a alguien que, en otras circunstancias, jamás hubiera volteado a ver. Un señor mayor, gordo, pelón y nada guapo. Si hablaba o yo me equivocaba, podría terminar bastante trágico para mí.
-No don Ale, se lo agradezco mucho, lo que pasa que, si va al salón, no sé si la maestra me deje salir o si me de permiso de darle mi mochila. Pero no pasa nada, de verdad muchas gracias.
Entonces paso por mi cabeza un fugaz pensamiento… Yo había cachado a don Ale viéndome discretamente otras ocasiones y en su mirada podía notar que yo le llamaba bastante la atención. Aquí en el pasillo no había nadie y él podía verme con más libertad así que me di la vuelta y deje caer una pinza para el cabello que traía en las manos y me agache sin doblar las rodillas, me agache lo más que pude y voltee de reojo para ver que hacía don Ale. Estaba pasmado con sus ojos clavados en mis nalgas.
Recogí la pinza y me di la vuelta para decirle:
-Cuídese mucho don Ale, a ver si lo veo cuando venga por mis papeles para despedirme de usted. Ya por fin me voy a la Uni.
-Claro que si niña, no se preocupe.
No supe que hacer, no dijo nada. Así que frustrada me di la vuelta y encaminé mis pasos rumbo al salón cuando, después de unos 10 metros de haber caminado escuché la voz de don Ale un poco temblorosa y agitada detrás de mi diciendo.
-Espera Vale, yo ya voy a mi bodega. Hoy no viene el director así que no tengo jefes, puedo seguir barriendo después, si quieres puedes llevar tu mochila para allá. Solo que si vas, ojala no se dé cuenta tu maestra, no quisiera que te regañen o meterme en problemas. Este es el único trabajo que tengo.
-No se preocupe don Ale, no diré nada. Nadie sabrá que ando en su bodega para arreglar mi mochila. Sé que es un favor que me está haciendo. Le gradezco mucho. Deme unos minutos y voy para allá.
-Con cuidado niña. Es la puerta negra junto al bote de basura. La empujas y te metes. Yo te espero ahí.
Me hizo sentir ternura. Pero estaba demasiado caliente. Funcionó el haberle mostrado la colita y doy gracias que haya tenido el valor de acercarse e invitarme a la bodega. Bendita bodega.
Entré al salón lo más tranquila posible. Por dentro mi corazón era una locomotora la sangre corría por mis venas de una manera tan galopante que sentía que estallarían en cualquier momento. Respiraba profundo para mantenerme tranquila, podía ya sentir un pequeño hilito liquido deslizase entre mis muslos buscando seguir la gravedad. No faltaba mucho para salir y la cosa es que al salir, nadie puede quedarse en la escuela. Sería fatal que después de que todos se fueran, yo saliera. Así que solo disponía de 30 minutos antes de que la clase terminara. No podía perder tiempo. Tomé mi mochila y me acerqué a la maestra para comentarle algo de manera muy discreta y personal.
Le dije que había tenido un pequeño accidente y que debía regresar al baño a lavar mi falda y que en mi mochila traía mis toallas. Obviamente me dio permiso de salir.
Sentía que me desmayaba de tanta adrenalina que circulaba por todo mi cuerpo. Salí caminando rápido y cuidando de que la maestra no fuera a ver mi falda.
Cuando Salí de la vista de las ventanas del salón, apresuré el paso, casi corriendo le di la vuelta al edificio y lo rodeé para salir hacia la biblioteca tomando el camino del jardín. Pude ver a la distancia la puerta negra, junto al bote de basura, volteé de manera angustiada para ver si nadie estaba cerca que me hubiera podido ver, pero afortunadamente no había nadie.
Llegue a la puerta de la bodega. La empuje y se abrió de manera fácil. Estaba algo obscura la bodega y como afuera hacia sol, mi visión tardo unos segundos en adaptarse a la pobre iluminación de la bodega.
-¿Don Ale, anda por aquí?
-Pásate vale, aquí ando.
Salió de atrás de unos anaqueles llenos de herramienta y cajas. Mi vista ya se había adaptado y lo pude ver completamente. Traía su overol de trabajo medio sucio y venia secándose las manos con una franela. Se me quedo mirando de una manera como nunca me había visto. Pude ver cómo me desnudaba con los ojos. Se disculpo un momento y fue hacia la puerta para cerrarla por dentro.
-Le traje mi mochica.
-Ahorita la revisamos, pero antes quiero preguntarte algo, ¿puedo?
-Por favor, don Ale, dígame.
-¿Por qué te agachaste así enfrente de mí? Si sabes que uno es hombre y aunque estoy ya grande pues aún siento. ¿Como te imaginas tu que me sentí de ver a una niña tan hermosa toda empinadita mostrándome todo eso?
-Ay perdón don Ale, no quise ofenderlo. Me disculpo con usted.
-MI vale hermosa, no me ofendiste, me diste el mejor regalo de mi vida. Yo jamás en mi vida he tenido una mujer tan bonita ni tan jovencita, ni siquiera de cerquita. Mi esposa pues era igual que yo, gordita, morenita y pues desde que quedé viudo no he tenido nada que ver con ninguna mujer, A ninguna le llamo la atención, además ya estoy viejo. Por eso me sorprendió y deja te confieso que hasta miedito sentí, ya vez que ahora con esto del acoso pues está muy difícil y yo no quiero tener ningún problema. Tu eres muy bonita y estas muy chiquita y me gustas mucho, pero pues pensé que solo lo hacías por diversión o de broma como ahora lo hacen los jovencitos de tu edad. Pero, aunque fuera una broma, disfrute mucho del espectáculo.
La voz le temblaba, todo él era un manojo de nervios, yo también estaba nerviosa, pero estaba disfrutando ver a ese hombre mayor tan vulnerable ante mí, pero al mismo tiempo no podía dejar de sentir esa excitación de percibir que no dejaba de verme las piernas, el escote, me miraba ocasionalmente a los ojos pero siento que quería guardar cada centímetro de mi imagen en su memoria para poder tocarse después. El tiempo corría, cada vez eran menos minutos y nosotros seguíamos platicando. Necesitaba hacerlo ahora o nunca.
Lo mire fijamente a los ojos, me acerque hacia él y dejé mi mochila en el piso dos pasos antes de llegar junto a él. Sujeté sus manos y le dije:
-¿Don Ale, por qué está nervioso? Lo siento muy angustiado, no se preocupe, todo está bien.
Le agradecí por haber accedido a arreglar mi mochila.
-Déjeme le enseño mi mochila y usted me dice si tiene arreglo, ¿le parece bien?
Entonces me di la vuelta hacia donde había dejado mi mochila y me incline de nuevo sin doblar las rodillas, tome la mochila y no alcance a hacer otra cosa. De la nada sentí su gruesa mano sobre mi nalga y me pare de inmediato. Me giré y lo vi fijamente.
Él se replegó y se empezó a disculpar como un niño que sabe que cometió el peor error de su vida. Entonces me acerqué de nuevo a y le dije
-¿Don Ale, por qué hizo eso? Me toco una nalga.
-Perdóname Vale, por favor perdóname, no le vayas a decir a nadie, no quiero tener problemas, es que no me pude aguantar y lo volviste a hacer, te empinaste y al ver tus nalgas de verdad no sé qué me paso, no pude contenerme, pero por favor, perdóname.
-¿Le gustaría tocarlas otra vez?
-¿Perdona? ¿No entiendo? ¿Es broma verdad niña? Por favor dime que está bromeando.
-¿Quiere tocarlas otra vez? – pregunté de nuevo sin quitarle los ojos de encima.
De manera ya más libre le di la espalda y levanté mi falda hasta la cintura dejando mis nalgas expuestas ante él. Y como si se tratara del doctor Jekyll y Mister Hyde, este viejito bonachón se convirtió en una fiera depravada. Tomo mis nalgas y las empezó a masajear de manera muy desesperada y fuerte, las apretaba muy fuerte, llego a dolerme, pero ese dolor y su desesperación me hicieron emitir un gemido que lo excitó como animal en celo. Acercó una silla y me dijo:
-A ver mi niña, vas a poner tus manitas en la silla y te vas a empinar como hace rato.
Obedecí. Me incline, puse mis manos en el sillón y deje mis nalgas expuestas ante él. Abrí las piernas ligeramente y pude ver como el se hincaba detrás de mí. Sin avisar y sin preámbulos románticos como ocurrió con mi madurito, don Alejandro hundió su boca entre mis nalgas llegando al culo de inmediato con su lengua. Lo escuchaba bufar, respirar afanosa y agitadamente como un sabueso buscando un rastro. Lamia como si fuera un perro cuando bebe. Sentía su lengua grande y rasposa pasar de la parte inferior de mis labios hasta mi ano. Me mordía ocasionalmente y sus manos no dejaban de apretar mis nalgas.
Me ordeno darme la vuelta y sentarme en la silla con las piernas abiertas. Yo ya era su esclava en ese momento, me entregué al deseo que sentía, a esta lujuria que crecía y crecía. No podía parar, estaba dispuesta a todo. Solo deseaba sentir cosas nuevas, y este viejo feo me estaba llevando al cielo, ahora por vez primera me sentía de verdad una puta, una perra cualquiera. Y no podía con eso. Yo no podía detenerme.
De nuevo se acercó, vi como abrió su boca para lamer mi vagina. Era evidente que le no se aseaba muy seguido, pero aun así no me importo. Sujeté su cabeza pelona y lo repegue lo más hondo. Lo apreté fuerte con mis piernas. Con sus fuertes manos abrió mis piernas y me dijo:
-Tranquila Valecita, mi putita, me estas ahogando. No me aprietes tan fuerte.
-Pues no que muy macho…
No sé hasta qué punto fue bueno decir eso que me salió del alma. Pareciera que la frase en si le despertó aún más el instinto. Entonces se puso de pie, se quitó el peto del overol, bajo sus pantalones y un olor fuerte y agrio me llego a mi nariz. Mi sorpresa fue que tampoco el llevaba calzones. Debajo de esa panza ya había una verga bien parada, de buen tamaño y grosor. Yo calculo unos 15 centímetros al menos. Escurría baba de manera prominente, veía como palpitaba. Aunque tenía panza se podía ver muy bien ese trozo de carne.
Entonces don Ale, de un tirón me levanto de la silla, me puso de rodillas frente a él.
-Ahora si me la vas a mamar perrita, pinche escuincla calienta huevos. Siempre que las veo tan fresitas y tan mamonas sé que son bien putas. Órale Vale, abre la boca y métetela.
-Don Ale, pero huele un poco fuerte.
-No me he bañado en una semana Vale, no hay agua donde vivo y aun así me la vas a mamar.
Para este momento yo ya no sabía que estaba pasando. El tiempo que me quedaba no era mucho y ya estaba ahí. Estaba súper excitada De verdad el olor era muy fuerte. Cuando tomé su verga con la mano y retraje un poco el prepucio pude darme cuenta que todo el glande estaba recubierto de una masilla blanca, como si fuera quesito. Eso olía agrio, además el olor a pipi. Sin saber porque y de manera involuntaria acerque mi nariz a la punta de su verga e inhale fuerte llenando mis pulmones de ese aroma. Ese simple hecho hizo que don Alejandro gimiera y sentí como empezó a palpitar su verga. Estaba por venirse. No esperaba esto, pero era lógico.
De inmediato llevé mi boca hacia su verga, la metí por completo y sentí el chorro de semen rancio que broto de ese miembro. No sentí asco. Solo lo percibía como un sabor fuerte, intenso olor, pero empecé a mamar como desesperada. No podía detenerme, escurría semen de mis labios y tenía que pasar mi lengua una y otra vez para limpiarle bien ese pene. La erección no se le bajaba. Seguía muy dura y palpitante. Yo empecé a frotarle el miembro con mi mano mientras mi lengua se llenaba de esta masilla. Yo la degustaba, la saboreaba y me la comí. Por extraño y asqueroso que parezca así fue. Me la comí toda. Esa verga ya estaba limpiecita.
Cuando levanté la vista pude ver que don ale tenía su celular en la mano y estaba tomando fotos.
Me asuste. Me paré enseguida y comencé a vestirme sin decir nada.
-No te asuste Vale. Las fotos no son para nadie. Solo es evidencia de que me cabo de morir e ir al cielo. Jamás las verá nadie.
-Don Ale, por favor bórrelas, se lo pido. Por favor.
Empecé a llorar, el miedo se apoderó de mí. Seguía vistiéndome rápidamente. Acomodándome la falda, la blusa. Me limpie la boca porque aún traía masilla embarrada.
-Te propongo algo niña. Sé que todavía te quedan unos días aquí. Yo te mando las fotos y las borro de mi cel. pero a cambio quiero que todos los días vengas a mi bodega un ratito. ¿Te parece el trato?
Y pues mis queridos lectores las fotos fueron borradas de su celular. Llegaron al mío. Fui testigo que las borró incluso de su papelera. Me quedaban dos semanas de escuela, 12 días de clases y de religiosas visitas a la bodega.
Te cuento.
Yo conocí s una chica más joven que yo.
Tenía en ese entonces unos 42 años. La invite a saliry en el primer día le di una comida de antología.
Le mame su panocha y se vino a borbotones.
Es una chica de esas que le llaman squirt.
Me la seguí cogiendo al menos cada semana por más de 3 años.
Lamentablemente se caso y se fue a USA.
Desde ese entonces me la he cogido dos o 3 veces más, pero para mi ha sido inolvidable.
Wowow mi reina bella eres toda una bombón sexi y tentadora ehh sabes me gustaría conocerte y entablar una amistad sin molestarte claro te dejo mi Gmail **no se permiten direcciones de correo en los comentarios** bendiciones