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La cojo mientras habla con su marido (parte 4)
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Tiempo de lectura: 6 minutos

Luego de su relato sobre la nueva experiencia con su esposo, comenzamos a tener relaciones sexuales, creí notar que ella estaba más excitada, imaginé que la nueva actividad con su marido y el que recién me hubiera contando todo, la encendía aún más en la cama.

En un momento estando ella en cuatro, le di una nalgada y después de la queja mezclada con placer, se sonrió. Le pregunté por qué sonreía y entonces abrió su nueva forma otra vez.

-Es que le dije a Jorge que la próxima vez que cogiera con vos lo iba a llamar. O sea, que alguna vez lo iba a llamar mientras me cogías, pero todo eso en el juego que comenzamos el otro día.

-Entonces, ¿lo vas a llamar?

-No sé, está divino coger así, pero tengo esa idea en la cabeza y por más que disfrute quiero sacarme la duda de lo que sería continuar con ese juego con él.

No esperé a que hiciera nada más, yo agarré el celular de ella y lo llamé.

-¡No! ¿Qué hacés?

-Lo que vos querés. Le dije mientras empezaba a moverme más suave para que no se escuchara mi presencia.

-No, no, seguí cogiéndome como si nada. Si no, estamos haciendo lo mismo que el otro día y yo quiero avanzar un paso más, lo que me imagino que voy a terminar haciendo me excita muchísimo y necesito avanzar.

-¿En serio querés que siga cogiéndote normal?

-¡Si por favor! Si no corto.

Justo en ese momento se escuchó que del otro lado atendían el teléfono.

-Hola amor.

La voz parecía impersonal, como las voces que llevan las parejas luego de un tiempo de monotonía.

Ella no contestó nada, así que supongo algo del ruido que hacían nuestros cuerpos llegaban al micrófono del celular.

-¿Amor?

Ya la voz del otro lado denotaba algo distinto, un cambio en su vibración, como si hubiera cobrado vida.

Ella siguió sin contestar, tomó mi mano y me la llevó hasta sus nalgas con fuerza. Yo la frené, pero entendí bien el mensaje, así que después de tomar distancia de su piel, aceleré toda mi mano para parar en su nalga, cerca de su cadera, desde donde me prendí con las uñas para meterle mi pija bien al fondo.

El gemido de ella fue inolvidable, el silencio del otro lado también. Me quedé con miedo de saber lo que pasaba por la cabeza de su marido, porque para mí, esos sonidos eran la confirmación que alguien estaba cogiéndose a su mujer.

Ella, dueña de la situación por segunda vez desde que empezamos a tener relaciones, siguió gimiendo y hablándome sólo a mí, mientras alejó un poco el teléfono.

-Ay que divina pija, cogéme toda por favor, sacame la leche y antes de acabar avísame que te la chupo entera.

Casi le contesté, pero aún me sentía extraño en la situación, mi voz sí o sí hubiera confirmado los cuernos. Así que sólo seguí, pero en silencio, ella en cambio, tomó la dirección de toda la situación y empezó a usar palabras que yo le había dicho alguna vez, en voz más alta para que el celular transmitiera todo lo que allí pasaba.

-¡Deseando que me hagas el culo que el cornudo no me hace! Pero la leche dejámela en la boca así en el beso de saludo le paso a él todo lo tuyo. Ay si seguí cogiendo así por favor, no pares.

Ahí la di vuelta y cuando quedó de frente a mí, me puse arriba de ella para jugar un poco con su entrada, pasando mi pija lentamente por toda su raja, desde arriba hacia abajo y desde abajo hacia arriba, varias veces.

Ya olvidado casi del celular, empezamos a coger como siempre lo hacíamos, sin que yo dijera nada, ella tampoco me lo pedía.

Creo que los dos nos habíamos olvidado del celular porque el marido había quedado en silencio, no sé donde estaría, pero me lo imaginé yendo hacia un baño urgente. Al rato se escuchó de nuevo su voz.

-Lucía ¿en serio estás con alguien? ¡Lucía! ¡Lucía!

Su voz ya contenía algo de desesperación, así que le hice señas a ella para que le hablara y ella sólo se llevó el dedo a la boca en señal de silencio y agarrándome de mis nalgas me hundió en ella de nuevo.

-¡Dale por favor! Seguí cogiéndome que en un rato llego a casa de mi amor y a él le gusta tu lechita.

Parece que la palabra de ella a él lo tranquilizaba, pero igual preguntó.

-Lucía ¿es un juego no?

-Si, si, si.

-Ah que hija de puta, como me estás excitando.

-Siii, que bien que me cogés toda, no pares por favor, haceme el culo.

Lo que él había entendido como respuesta ella lo usó para seguir cogiendo, pero dejándole la duda necesaria para que todo su plan siguiera funcionando.

Así que la puse de nuevo en cuatro y pasé a dedicarme a entrar en su culo, ese que habíamos ido dándole forma en los meses anteriores y que ahora era totalmente permisivo a la presencia de mi pija, es más, a veces sólo me pedía que le hiciera el culo porque quería acabarse mientras lo hacíamos así.

Mientras me fui abriendo paso luego de ponerle algo de vaselina, casi innecesaria para todo lo mojado que estaba su agujero y yo, sus gemidos siguieron más fuertes apuntando al celular.

-Ay suavecito que este culito es sólo tuyo y a veces se cierra. ¿el qué? Nooo, a mi marido sabés que no se lo voy a dar, nunca lo quiso, se ha puesto a pavear con que es un lugar sucio y que me duele y que bla bla, no quiere, por eso es sólo tuyo. Me encantaría que un día me lo chupara sin decir nada, así, de una, que yo llegara a casa y me tirara en la cama como hizo el otro día que se tragó tu leche. Si supiera que chupándome la concha se come lo tuyo y que el culo es más fácil de darse cuenta que me acabaste toda.

Ella estaba hablando por mí, inventándome diálogos, todo para mandarle mensajes a él, sólo me quedó sonreír y hacerle el gesto que era una genia. Ella sonrió y me dijo “te amo”, me encanta coger con vos y se tapó la boca sonriendo, sabiendo que eso se le había “escapado”.

Del otro lado todo era silencio, ella en vez de corroborar que siguiera su marido en la llamada, me miró por arriba del hombro y me dijo.

-Dale, amor, me tengo que ir a ver al cornudo, ya me acabé como cuatro veces, sacamela de ahí y tírame toda la leche en la boca que quiero ir merendada a que el amorcito de mi esposo te siga probando y acabándose por eso. ¿ya te conté que el puto se excita sabiendo que se toma tu leche? Ah, después que me trague lo que me des igual métela un poco en el culo, porque algo me dice que me va a chupar el agujero por el que él no entra. ¿el qué? (ella seguía haciendo como si hablara conmigo), nooo, nunca amor, nunca me va a hacer el culo, no me lo quiso hacer en todos estos años, menos ahora que tuve que salir a coger como una puta en la calle para que me lo hicieran. Mi culo es sólo tuyo.

A mí, sólo me quedó seguir sus órdenes, así que aceleré dentro de su culo, me dediqué a abrírselo todo, mientras metía y sacaba de la manera que sé que le encanta a ella, o sea, metiendo toda mi pija adentro y sacarla casi hasta que quede toda afuera, para volverla a meter, “es una sensación increíble” me ha dicho varias veces. Esta vez, no fue la excepción, al rato estaba por acabarme y la saqué del todo, ella se dio vuelta y abrió su boca para mamarla bien, así como aprendió a hacerlo por atrás conmigo, también cambió su forma de chuparla y de tomarla de la manera que me gusta a mí, hay ciertas verdades sexuales que abundan, que no son tan ciertas.

Así que ella empezó a tomar enseguida pero no sólo mi leche, sino también el riquísimo sabor de su ojete. Tragó los primeros chorros y después me hizo un guiño para que se la volviera a meter por atrás.

Pensé que no iba a sentir más nada, pero se ve que algo más le quedaba, porque su mmmh suavecito, salió de su boca mientras se tiró rendida de frente a la almohada con esa sonrisa de satisfacción que me encanta ver.

Pero la actuación debía de seguir y unos diez segundos después, eternos, por cierto, me miró sonriendo para seguir su trama personal. Tomó aire de golpe, dijo “¡ay no! me muero” como si se acordara de golpe de algo y agarrando el celular cortó la llamada sin mediar palabra alguna.

-¿Qué hacés? Le dije para ver si entendía algo de lo que estaba haciendo.

-Esperá que ahora le mando un mensaje.

“Amor, hola, cómo estás, recién veo que el celular se había marcado solo. Bueno besos, nos vemos en un ratito en casa. ¿los niños están? Porque me gustaría agregarle algo a lo que hicimos el otro día ¿puede ser? Besos.”

-Sos una hija de puta, ¿qué es lo que tenés pensado? Le dije.

-Amor, me dijo sonriendo, hace mucho que sé que me encanta coger contigo y que te amo, pero la relación con Jorge tiene los hijos y otras cosas que ya hemos hablado contigo más de una vez. Pero ahora descubrí que tengo la posibilidad de blanquear el estar contigo, o no, no lo tengo tan seguro, pero es una posibilidad te repito. Y no quiero dejarla pasar, así que estoy probando hasta donde lo excita esta situación y si de verdad puedo hablar de vos mientras cojo con él, esa idea me excita muchísimo.

-Yo tengo otra que te va a excitar más.

-Contame por favor, lo que vos digas sabés que lo hago.

-Si, lo sé amor, capaz que podemos en algún momento…

El celular cortó mis palabras, porque la ansiedad por leer el mensaje nos superó a los dos.

“Hola amor, ya les dije a los chiquilines que salieran, Agustín va a hacer los deberes a la casa de Gonzalo y Sebastián a lo del amigo a jugar con la play, besos.”

Mientras sonreímos, llegó otro mensaje… “amor, sólo decime que estabas vos sola ahí.” Ella tomó el celular con una sonrisa y contestó con un audio diciendo “dale amor, qué lindo, quiero hacer muchas cosas. Besos. ¡Ah! que vos de pajeadito te sale amor”. Nos reímos de los nervios, yo no podía creer que su marido no se enojara, por el contrario, había hecho lo que ella le había pedido. Sin embargo, llegó el último mensaje.

-Amor, contestame, ¿estabas sola?

Ella volvió a sonreír, no de mala, sino de emocionada con la situación, apretó el celular y contestó.

-Dale amor buenísimo, nos vemos entonces, te amo, me visto y voy.

Nosotros nos quedamos dando unos besos más, le besé un poco esas tetas divinas que tiene mientras al celular de ella llegaron algunos mensajes más, pero que ella ni siquiera abrió.

-¿No lo vas a leer?

-Nooo, si le contesto se pierde la magia.

Me volvió a mirar sonriendo, cerró los ojos, me dio un beso, me dijo “te amo y gracias de nuevo por todo”. Le dije que la amaba también y que el agradecido era yo.

Nos abrazamos, metió el celular en su cartera y se fue dejándome más que nunca, con ganas de mucho más de ella. Porque gracias a ese juego, estaba mucho más liberada, más decidida, más feliz y eso se notaba mucho en la cama y en sus gestos fuera de ella.

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