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Mi vida siendo sumisa. La primera vez que dormí atada
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Tiempo de lectura: 2 minutos

Mi vida como sumisa consiste en servir y obedecer a mi dueño, siendo su objeto para maltratar, humillar y usar como la puta que soy; me encanta complacerle y sufrir bajo sus órdenes. Soy su sumisa desde hace aproximadamente 2 meses y aunque me ha costado acostumbrarme, fue una suerte haberle encontrado y que me adoptase como su perra. Las historias que contaré son sucesos reales, sufridos por mí, pero adaptados como historia para mis lectores, un regalo de mi amo.

Esta historia comienza el primer día como la sumisa de mi dueño, quien sin tiempo que perder, me dio mi prueba de iniciación de lo que sería mi vida desde ahora.

Todo comenzó durante mi sesión nocturna, estando atada y abierta de piernas, cada una de ellas firmemente sujeta a las esquinas de mi cama, impidiendo frotar mis muslos para intentar calmar la excitación que mi amo me estaba produciendo y que comenzó momentos antes con la negación de varios orgasmos, haciéndome llegar al borde del clímax y, con ello, a una intensa locura y un incontrolable deseo por correrme, algo que nunca llegó.

Aquella situación, aunque frustrante, me recordó lo masoquista que soy y lo mucho que me gusta sufrir, pues la excitación y la lubricación de mi coño no hacían más que aumentar.

La sesión terminó, el tiempo avanzó y llegó la hora de dormir; pero para mi sorpresa, mis piernas seguían atadas. La instrucción de mi amo fue que debía avisarle cada vez que me despertara durante la noche, incómoda y desesperada por aquella posición, era claro que tendría que pasar las siguientes ocho horas atada, abierta de piernas y prácticamente inmóvil, algo que nunca había experimentado en toda mi vida, al menos, no por un tiempo tan prolongado.

Vencida por el cansancio, me dormí sobre las 3:30 am, pero la tortura apenas comenzaba; cada hora me despertaba exhausta, incómoda y, sí, sumamente excitada reportando a mi amo mi situación y haciéndole saber que su puta no la estaba pasando nada bien.

Finalmente, después de una eterna noche, me sentí libre nuevamente y, aunque totalmente agotada sin haber descansado, me levanté excitada con inmensas ganas de correrme, reprimidas desde el día anterior. Con entusiasmo, aviso a mi amo y le pido permiso para correrme ya que estaba bastante caliente; como ya podrán imaginar, no me lo permitió.

Así finaliza mi primera noche como sumisa, la primera de muchas.

Espero haya sido de su agrado y, dado que estaré subiendo relatos con regularidad, me gustaría conocer sus opiniones e ideas para próximas ocasiones. ¿Qué otras posturas creen que merece esta puta para dormir?

Saludos, sumisa Lucy.

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