Por fin recibí otra visita de mis hermanos Mauro y Carlos, como extrañé a esos dos locos, desde nuestro último encuentro sexual no habíamos tenido mucha comunicación, se perdieron por varias semanas a un viaje a no sé dónde, siempre de misteriosos esos dos.
Recuerdo como fue nuestra primera vez, tantos nervios, una completa locura el trío que hicimos después de conversar entre hermanos tantas cosas (esa es una historia que ya he contado en capítulos anteriores y que no te puedes perder, porque créeme, mis hermanos son hermosos y demasiado calientes).
Llegaron de sorpresa a mi casa, ni un mensaje de texto fueron capaces de enviarme para avisarme de su visita, pero aun así, yo los recibí tan contento, apenas abrí la puerta les salté encima y me los comí a besos.
Entraron a la casa, me comieron a besos también y después de ayudarlos a cargar sus maletas, nos sentamos en el sofá de la sala a hablar durante más de una hora, nos contamos de todo, y pues, les parecerá precipitado y extraño lo que sucedió después de la conversación, pero es totalmente normal en mis hermanos.
Al terminar de contarnos todo, Mauro puso su mano en mi pantalón y Carlos puso la suya en el cierre de mi pantalón; yo me los quedé mirando y ellos sonrieron de manera pícara; en seguida les dije: “no cambian, son unos morbosos desesperados”.
Así que la acción comenzó justo en ese instante, Mauro tomó mi pantalón y lo bajó por completo, y Carlos se encargó de bajar mi calzón; aún seguíamos sentados en la sala, y el lugar se prestaba para tener sexo muy sabroso.
Después de haberme dejado desnudo, ellos se quitaron la ropa, y la verdadera acción comenzó, no hicimos gran cosa a nivel sexual, pero la sensación y el morbo fue muy intensa.
Nos levantamos del sofá, luego mis hermanos se arrodillaron para chuparme los huevos y el pene, se turnaban, y mientras ellos me daban placer yo observaba todos sus movimientos, sus cuerpos totalmente desnudos a mis pies, sus penes erectos y velludos rozando el piso mientras sus lenguas tibias lamian mis huevos y mi pene.
Mauro no aguantó tanta excitación y se levantó rápido para eyacular en la boca de Carlos que en ese preciso instante estaba chupando mi pene como un desesperado, el semen de Mauro calló en su boca y también en mi pene.
Pasaron unos pocos minutos y Carlos reaccionó al morbo del semen, lo que le ocasionó un orgasmo muy fuerte, pero no se levantó, se quedó de rodillas chupando mis huevos y mi pene mientras se venía, así que llenó de semen el piso y parte de mis pies.
Yo ya estaba por venirme, así que les hice señas, se sentaron rápido en el sofá, los dos bien juntos, acerqué mi pene a sus caras y después de una pequeña masturbada acabé en sus bocas, ambos se pegaron a mi pene como animalitos mamando los pechos de su madre, se besaron para compartir mi leche tibia y luego se tragaron todo.
Cómo era de costumbre entre nosotros después de tener sexo, nos abrazamos y nos dimos un beso de tres. Al caer la noche nos encerramos en mi cuarto a ver películas, comer chucherías y a hablar de nuestras travesuras.