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En hotel con maduro de 66
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Tiempo de lectura: 7 minutos

Hola, éste es mi primer relato y os voy a narrar mi primer encuentro con un hombre maduro en un hotel.

Me llamo Miguel, tengo 32 años de edad y sin ser un cañón de tío tengo buena presencia en general.

Soy un hombre masculino que le gustan las mujeres, he estado con varias y he sabido satisfacerlas adecuadamente, en parte porque la naturaleza me ha dotado de una polla, que sin ser enorme, tiene sus buenos 18 cm, gordita y curvada hacia arriba.

Mi vida siempre ha sido la de un hombre heterosexual, por eso jamás hubiera podido imaginar que disfrutara tanto con la experiencia que a continuación os relato.

La relación con mi novia estaba pasando por un mal momento y tras una discusión más fuerte de lo habitual decidí tomarme un tiempo de relax para reflexionar.

Así que me tomé quince días de vacaciones, preparé una maleta y me alojé en un hotel al sur de España. Estaba en el paraíso, tranquilidad, piscina y buena comida.

Por las noches bajaba al bar del hotel a tomarme una copa, me sentaba en una mesa y observaba el ir y venir de los huéspedes. Una de esas noches se me acerca un hombre ya entrado en años y con muy buena presencia.

— Hola, he visto que estás solo, ¿te importa si me siento? —Me quedé unos segundos sin saber que decir, pero reaccioné y lo invité a sentarse.

— Me llamo Diego… — dijo tendiéndome la mano…

— Yo soy Miguel, encantado de conocerte Diego. — Contesté

— Disculpa que te haya abordado de esta manera, pero llevo algunos días aquí solo y me apetecía charlar con alguien…

— No te preocupes, no hay nada que disculpar, a veces apetece estar solo y otras no tanto… — Contesté… — Notaba que este hombre me miraba de una forma un tanto peculiar, es como si quisiera decirme algo y no se atreviese.

— ¿Vienes mucho por aquí? — me preguntó

— No, la verdad es que es la primera vez, necesitaba desconectar y este hotel me pareció un buen sitio. ¿Y tú?

— Yo suelo venir con cierta frecuencia, cuando mi mujer se va a visitar a nuestro hijo aprovecho y también me doy mi escapada… — sonrió con cierta picardía.

— Oye Miguel te puedo hacer una pregunta indiscreta? Pero no quiero que te ofendas…

— Tiene que ser muy indiscreta como para poder ofenderme… — le contesté con una sonrisa para quitar hierro a la situación.

— Si no quieres contestar lo entenderé y olvidamos el asunto, ¿Ok?

— Venga dispara, que me tienes en ascuas.

— ¿Te gustan los hombres?

Joder, aquello si que no me lo esperaba, me quedé mirándolo sin saber si responderle o levantarme e irme, pero decidí abrirme ante aquel desconocido que probablemente no volviera a ver.

— Lo primero que te voy a decir es que no me has ofendido, lo segundo es que a tenor de la pregunta intuyo que a ti si te gustan. Me voy a sincerar contigo y te voy a contar una historia que no le he contado nunca a nadie… — hice una pausa para aclararme las ideas y proseguí con mi historia.

Hace algún tiempo entró un hombre a trabajar en mi empresa, rápidamente nos dimos cuenta que era gay entre otras cosas porque no lo escondía. Resultó ser un tío estupendo y pronto cogimos confianza. El no paraba de darme tiritos cada vez que podía, eso sí, de forma muy discreta, yo me lo tomaba a broma y le seguía el juego.

Cuando llegó de unas vacaciones, me invitó a su casa para ver las fotos que había hecho en el crucero y acepté.

Cuando llegué a su casa, me sirvió una copa y nos pusimos a ver las fotos, terminado el repertorio, me levanté para irme agradeciéndole el buen rato que había pasado. El me seguía mientras yo iba caminando por el pasillo, de repente noto como me agarra de los hombros y pone mi espalda contra la pared diciéndome, “déjate llevar“ se arrodilló, me bajó los bermudas junto con los slips y se metió mi polla en la boca.

La polla se me puso como una piedra casi al instante y se la tragaba como nadie se la ha tragado.

Estaba muy excitado y le dije que yo también quería chuparle la polla, se puso de pie y sin decir nada me llevó a su habitación, nos desnudamos, nos pusimos en la cama y empezamos a chuparnos las pollas como dos posesos. Después de estar un rato, le aviso que me voy a correr y no pareció importarle, me corrí dentro de su boca, al poco él empezó a correrse dentro de la mía y lo disfruté muchísimo.

Sin embargo, disfruté mucho más chupándosela yo a él.

Ese día me di cuenta que era un hombre bisexual y también supe que me iba más el rol de pasivo…

— Jooderr… — exclamó Diego y se quedó en silencio…

— Bueno, yo me he sincerado contigo, ahora te toca a ti. ¿Te gustan los tíos? — le pregunté…

— Si, me gustan los tíos, pero yo soy activo, me gusta ser el macho… — dijo esbozando una sonrisa.

— Ahora me toca a mi hacerte la pregunta indiscreta… — le digo devolviéndole la sonrisa.

— ¿Qué edad tienes?

— 66 años…

— ¿Y con esa edad todavía se te empalma la polla? — me mira con cara de pícaro y se ríe con una pequeña carcajada…

— Tengo la suerte de tener lo que se llama un buen pollón, pero la edad no perdona, así que suelo utilizar Viagra.

— ¿A que llamas un buen pollón? — le pregunto

— Bueno, pues a una polla de 19 cm, cabezona, gorda y con muchas venas… — mientras describía su polla me pasé la lengua por los labios y él se dio cuenta…

— Veo que se te hace la boca agua… — y me da una cariñosa palmada en el hombro.

Siento como me ruborizo y aparto la mirada.

— ¿Quieres tomarte una copa en mi habitación? — me pregunta con un cierto tono de nerviosismo en su voz… No haremos nada que tú no quieras.

— Si, me apetece tomarme esa copa contigo… — le contesté.

— Estupendo!! Mi habitación es la 112, dame 20 minutos para asearme un poco.

— De acuerdo, en 20 minutos estaré en tu habitación. — se levantó y desapareció por la puerta que da a las habitaciones.

Mientras iba camino a mi habitación no paraba de preguntarme a mi mismo, pero qué coño estaba haciendo, había quedado con un tío que no conocía de nada, para probablemente tener sexo con él. Joder, estaba muy nervioso, pero a su vez muy caliente, me sorprendió que mi polla se me empalmase con solo imaginar lo que estaba a punto de hacer.

Me aseé y cuando llegó el momento me dirigí hacia la habitación de Diego.

Llamé a la puerta, me abrió y me hizo pasar.

— Pensaba que ya no vendrías… — me dijo.

— La verdad es que he estado a punto de no venir… — contesté visiblemente nervioso…

— Oye Miguel, no haremos nada que tú no quieras, venga vamos a tomarnos una copa y te relajas un poco que te veo muy nervioso…

— Me parece perfecto — contesté.

Diego iba ataviado con el albornoz blanco del hotel y cuando caminaba la polla se le bamboleaba de un lado hacia el otro, joder, si al final va a ser verdad que tiene un pollón… — pensé.

Preparó dos whiskys con Seven Up y me tendió una de las copas, brindamos y dimos un sorbo a nuestras bebidas.

Con tranquilidad se pegó a mi espalda y empezó a rozar su polla en mi culo mientras me susurraba:

— Relájate, solo queremos pasarlo bien. Quiero que esta noche seas mi putita, ¿ Quieres ser mi putita?…

— Si, quiero ser tu putita… — contesté tremendamente excitado y con la polla dura como una piedra. ¿ Y tú?, ¿vas a ser mi macho esta noche? — le pregunté mientras movía mi culo sobre su polla como una verdadera perra en celo.

— Claro que voy a ser tu macho. Mira lo que tiene tu macho para ti… — y me dio la vuelta…

Su ojos expresaban una tremenda lujuria, miré hacia abajo y empecé a tocarle la polla por encima del albornoz, me puse de rodillas y le quité el cinturón y lo abrí. Ante mi saltó como un resorte una polla tremenda, con un cabezón gordo e inflamado que ya empezaba a expulsar precum. La tenía curvada hacia arriba y las venas hinchadas.

La agarré con una mano y empecé a masturbarlo, joder estaba tremendamente dura y caliente, notaba su peso, saqué la lengua y empecé a golpeármela con ese pollón, me la pasaba por la cara llenándome de su líquido preseminal, en ese momento supe que podría hacer conmigo lo que él quisiera.

— Chúpamela… — susurró impaciente…

— Siii!!… — y me metí su polla en la boca. Tenía que abrir bastante la boca para que ese cabezón entrara, agarró mi cabeza con sus manos y empezó a follarme la boca intentando meterme la polla lo máximo posible, provocándome arcadas, algo que jamás pensé que me gustara tanto.

— Estoy loco por follarte como a una perra…

— Con este pollón me vas a reventar… pero estoy deseando que me revientes el culo… — contesté mientras por mi barbilla descendía un reguero de baba.

— Vamos a la cama — dijo quitándose el albornoz y tumbándose boca arriba…

Aquello fue todo un espectáculo, un verdadero macho con la polla tremendamente dura apuntado al techo. En ese momento mi excitación estaba al máximo, también tenía la polla que me iba a reventar y deseé de una manera que no podría explicar, tener aquella polla dentro de mi culo y que me follara a su antojo.

Yo también terminé de quitarme la ropa y fui arduo a seguir comiéndome ese cimbrel que me tenía fuera de mis casillas. Cuando llegué a su altura se apoderó de mi polla y empezó a masturbarme y sin más ,se le metió en la boca y empezó a chupármela, con una de sus manos me abría el culo y con el índice de la otra me rozaba el esfínter hasta que lo metió empezando a follarme con su dedo.

A duras penas podía mantenerme en pie, me estaba dando un placer que jamás había sentido.

— Fóllame… — casi le supliqué…

— Estoy loco por follarte. — toma, lubrícame la polla primero, quiero que disfrutemos los dos, me dijo dándome un tubo de lubricante.

— Yo te lubrico la polla y tú me lubricas el culo… — le dije en un tono que más parecía una auténtica zorra que un tío que hasta el día anterior, llevaba una vida heterosexual.

Empecé a hacerle una paja lentamente mientras le untaba el aceite, ¡¡¡Dios!!! Qué polla tiene este tío, pensé, no me cansaría de chuparla nunca. El a su vez, empezó a lubricarme el culo metiéndome un dedo, lo metía y lo sacaba lentamente, luego metió dos, el gusto que sentía era tremendo, mi polla dura como una piedra no paraba de gotear líquido. Estaba deseando sentarme en la polla de mi macho y que me follara bien follado.

— Ven aquí… — me dijo mostrado su polla totalmente empinada

— Déjame que empiece yo, no quiero que me rompas el culo nada más empezar.

— De acuerdo… — aceptó impaciente.

Me puse encima de él y empecé a rozar su polla por mi esfínter, la cogí por la base y puse su enorme cabezón en mi entrada.

Me fui sentando poco a poco, notando como su verga iba abriéndose camino. Estaba tan caliente y excitado que casi no sentía dolor, hice fuerza hacia abajo y él a su vez movió sus caderas hacia arriba y sin previo aviso ese pollón me entró hasta la mitad, me quedé paralizado notando como mi esfínter se había dilatado abrazando el tronco de aquella tremenda verga. Él suspiró de gusto y yo me eché hacia delante apoyando mis manos en su pecho.

— Ya entró… ya entró… te voy a dar la follada de tu vida… — dijo con una mirada de auténtica lujuria.

— Despacio por favor… — le susurré yo casi sin poder moverme.

Poco a poco empezó un vaivén lento pero poderoso y en cada envestida, su polla se iba incrustado más y más. Sus movimientos dieron su resultado y ahora éramos los dos los que nos follábamos.

Su polla entraba hasta el fondo, yo me levantaba y me la volvía a meter. Era tanto el placer que estaba sintiendo, que si me dejaba llevar, me podría correr sin tocarme la polla.

— Ponte en cuatro… — dijo sacándome la polla del culo, notando un extraño vacío.

Me incorporé y me puse como me dijo, él se puso detrás de mí y llamándome putita me dio una nalgada en uno de mis cachetes, joder como me gustó.

— ¿Te gusta putita?, ¿ Te gusta que tu macho te azote el culo? — y mientras me preguntaba me volvía a dar otra vez y con su polla, a modo de porra, me daba golpes en mi dilatado esfínter.

— Me encanta joder, me encanta que mi macho me azote el culo… y quiero que mi macho me folle bien por el culo…

Acto seguido, apuntó su polla y esta vez me la metió de una estocada…

El gusto fue tan intenso e instantáneo, que empecé a eyacular salvajemente mientras él, cogiéndome de las caderas, me la metía una y otra vez, por cada embestida mi polla se enervaba y escupía el poco semen que me quedaba.

Al rato de estar follándome como un verdadero animal, noto como todo su cuerpo se tensa, aumenta el ritmo por unos instantes y empezó a correrse dentro de mi cuerpo, notando las pulsaciones de su verga por cada eyaculación. Cuando terminó, sacó su polla y se recostó en la cama boca arriba, jadeando y con cara de felicidad. A su vez yo hice lo mismo, totalmente satisfecho. En ese momento supe dos cosas:

Lo que era realmente el placer sexual y que este hombre me follara siempre.

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Comentarios

3 COMENTARIOS

  1. Que historia tan excitante y tan bien narrada, Da gusto leer así.
    A nivel personal, además, el hecho de que seas de España le añade un plus de morbo

  2. Es buena reseña descriptiva, el autor nos conduce a una trama bien establecida intensamente nos hace sentir la gran diferencia de los personajes y nos comparte una reunión enteramente placentera.
    Felicitaciones, continue con su estilo personal, es exitoso y sencillo en su realización.
    Espero nos deleite a la mayor brevedad con más relatos.

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