Sigo masturbando aquel falo, una gota más de semen sale de la punta; mi amante de ocasión bufa y resopla de placer; su cuerpo sigue temblando en éxtasis; mi vagina chorrea leche y jugos y palpita buscando un tubo de carne que la siga satisfaciendo.
Toda la gente tiene preferencias, gustos; el mío es ver el semen salir del pene; me excita presenciar los chorros calientes escapar de su prisión de carne; el olor, el clímax en el rostro del macho al eyacular exacerba mi deseo. Sigo masturbando y le erección no se pierde, el se retuerce frenéticamente, sus testículos están retraídos; me toma de la cabeza y busca desesperadamente penetrarme la boca; no quiere una mano, quiere un agujero caliente y húmedo.
Aceptó la invasión, su verga ocupa mi boca mientras mis labios se cierran alrededor de la base del falo; él suspira de satisfacción; empieza a bombear despacio acaba de terminar; pero su deseo es más grande que su necesidad de reposar. Mi lengua acaricia en círculos la cabeza del falo cuando sale y el tronco cuando lo mete; sabe cogerme la boca y yo se como chuparlo. No se conforma con penetrarme la boca, acaricia mis pechos y pezones acelerándome aún más. Él bajo el ritmo para recuperar fuerzas sin dejar que la erección se bajara mientras me seguía acariciando para mantener mi excitación.
Mis inicios fueron tardíos, una familia católica siembra miedos y tabúes difíciles de olvidar. Al descubrir los placeres de la masturbación, llegué a hacerlo varias veces al día. Tuve un novio que me enseñó el placer compartido. La primera vez, estábamos en mi casa; trabajábamos en un proyecto para la universidad; mis padres trabajaban, teníamos la casa para nosotros. Al terminar el proyecto, nos quedaban cerca de 45 minutos antes de que pudiera llegar cualquiera de mis padres. Nos comenzamos a besar y acariciar; metió su mano bajo mi ropa y me acariciaba las tetas, pellizcando delicadamente mi pezón. Me sentía muy excitada; mis brazos estaban alrededor de su cuello, dejándole actuar.
Aceleró el bombeo en mi boca, buscando terminar; lo saque delicadamente y acaricie la cabeza para tranquilizarlo sin perder la dureza; un poco de líquido salió de la punta; volteó a verme, yo lo veía directamente a los ojos; la punta de mi lengua recogió el delicioso elixir y lo chupe; al verme, jadeo de placer apretando el esfínter y tratando de darme más; un poco más de líquido salió y lo saboreé con fruición.
Desabrochó mi pantalón y bajó el cierre; metió una de sus manos mientras la otra seguía acariciando mis pechos; encontró mi monte de Venus y siguió más abajo, su dedo medio llegó a mi clítoris que inmediatamente se puso duro; exhale un suspiro de placer cuando la yema de su dedo comenzó a acariciar mi clítoris; ya no soportaba la excitación, mi cuerpo temblaba sin control. Me levantó y me quitó el pantalón y mi panty; estaba yo desnuda de la cintura para abajo. Se acostó boca arriba en el suelo y me pidió que me sentara en su boca; yo obedecía como autómata quería seguir sintiendo. Al acomodar mis labios vaginales sobre su boca, empezó a mover los labios como si comiera un melón; un suspiro largo salió de mi boca, un chorro grande de líquido espeso salió de mi vagina, él lo comía con desesperación como si fuera un exquisito manjar; yo pujaba buscando sacar más de eso que él quería; por instinto, mis caderas se empezaron a mover, tallando mi clítoris con su labio inferior, masturbándome con su boca. Me recosté hacia adelante para moverme con más comodidad, al hacerlo, él metió su dedo medio en mi vagina y acarició mi clítoris desde dentro; nunca había sentido algo así, a pesar de estar tan excitada, él no me permitía llegar, acumulando y conteniendo esa energía sexual que gritaba por liberarse. Vi el cierre de su pantalón abultado; su falo pugnaba por salir, como queriendo romper el pantalón que lo aprisionaba. Lo saque y lo contemple extasiada; largo, duro y suave a la vez; con una cabeza que me pareció enorme; casi de color morado, como a punto de explotar. Lo tomé con delicadeza y sin pensarlo, me lo llevé a la boca; él emitió un quejido largo, respirando aceleradamente; su cadera se hizo hacia adelante como si quisiera meterla más; me gustaba tenerlo así, a mi merced, controlando lo que él sentía.
La inminente eyaculación me trajo de regreso; me estaba cogiendo la boca; metiéndose cada vez más; llegando a mi garganta, sentí su cabeza entrar hasta el fondo y quedarse quieto; su verga se hinchó más.
Él seguía dándome sexo oral y yo a él. Pude ver cómo la cabeza de la verga se hinchó y todo el tronco comenzó a palpitar; el primer chorro salió, fuerte, blanco, con un aroma que me hizo perder la cabeza; al segundo chorro, todo mi cuerpo empezó a temblar, perdí la noción, me desmayé, mi corazón se detuvo, mi cabeza se desconectó; tuve mi primer orgasmo provocado por otra persona; sentía que mi vagina se vaciaba, que ya estaba seca; y él seguía chupando y eyaculando; me seguía viniendo cuando me llevé a la boca las últimas gotitas que salían de su falo; era un líquido delicioso.
Mis labios sentían las palpitaciones del tronco mientras inyectaba su semilla en lo más profundo de mi garganta; al terminar, saqué su verga de mi boca y exprimí las últimas gotitas; al ver ese líquido blanco, comencé a tener un orgasmo, casi sin tocarme.
Me excita ver la eyaculación, ver el semen salir y chupar esas últimas gotitas…