Terminé un sábado por la tarde, preso, cerca de mi propia casa, y todo por dejarme llevar por la ansiedad, necesitaba comer unas papas fritas, así que las robé del super mercado, no tenía dinero; robar y deprimirme es algo que no puedo evitar, aunque tome medicamentos.
El policía que me detuvo, era bastante delgado, alto, y con la piel muy blanca, casi parecía albino, al llegar a mi celda, me sostuvo del brazo, me apretó y me dijo en voz baja: “no la pasarás mal aquí, me voy a asegurar de eso”; yo no respondí porque estaba nervioso, así que solo me limité a entrar a mi celda.
Cuando entro, noto que el policía no se aleja, y se encierra conmigo en la celda, comencé a ponerme aún más nervioso, y le pregunté que por qué hacía eso, que yo no quería problemas, pensé que me iba a golpear o a interrogar por haber robado las papas fritas.
Pues me tomó de las manos, acercó su cara a la mía de manera repentina, nos vimos a los ojos por unos segundos, yo estaba con un nudo en la garganta, luego sacó su lengua y la pasó por mis labios; a pesar de mis nervios me estaba gustando lo que sucedía, así que me dejé llevar sin preguntar absolutamente nada.
Me quitó poco a poco la camisa, la arrojó al suelo y comenzó a chuparme las tetillas, y al mismo tiempo sacaba su pene del pantalón para masturbarse mientras me daba placer. Noté que sus testículos colgaban, y estaban velludos, se movían para adelante y para atrás mientras se masturbaba, lo que me ocasionaba una excitación enorme.
Ya tenía rato chupando mis tetillas, así que decidí agacharme para chupar su pene; lo tomé con mi mano, lo acerqué a mi cara y lo olí, era un olor delicioso, el aroma de un hombre sudado, luego me lo metí en la boca y comencé a chuparlo mientras sostenía sus testículos que colgaban y estaban tibios.
Así pasé un buen rato hasta que el policía me sostuvo del cabello y me empujó su pene hasta el fondo de mi garganta para eyacular. Se vino, pero no gemía para evitar hacer ruido, aunque pude mirar mientras tenía su orgasmo y cerraba sus ojos con tremendo placer.
Me tragué todo su semen, y cuando sacó su pene de mi boca, yo me levanté y le dije en voz baja: “pasa más tarde por aquí, ¿si?, para repetir (yo estaba tan encantado con lo que pasó que no pude evitar decirle eso). El solo me dio un beso en la boca, se dio media vuelta y salió de la celda para marcharse, yo quedé con una erección tremenda así que me masturbé hasta venirme.
Al llegar la tarde, el policía apareció nuevamente, para repetir el buen momento que habíamos pasado.