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Esposas desesperadas (parte 3)
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Tiempo de lectura: 11 minutos

(Agradeciendo a la lectora del mismo nombre quien aporto la idea y colaboro con la redacción del relato)

Daniela reclamaba a su marido: ¿Cuándo vas a llamar a un plomero a que repare la gotera del baño que me vuelve loca y no me deja dormir?

El marido con desgano responde: ya, mañana temprano va a estar aquí.

La Señora Daniela se sintió aliviada, tal vez hasta por un momento dejo de escuchar el molesto ruido de la gota constante, se puso de buenas y tal vez un poco caliente.

Sabes maridito, hasta estoy pensando en darte un premio por atender los problemas de la casa, al tiempo que estiraba su mano buscando el miembro de su esposo, sin embargo, un fuerte ronquido la sacó de su tarea, el marido estaba completamente dormido.

La Señora Daniela hizo un berrinche, ¡Maldita sea!, ya se me perdió la cuenta de los meses que tiene sin tocarme y yo con unas ganas que tengo.

No tuvo más remedio que tratar de dormir, a pesar del molesto ruido de la gotera en el baño.

A la mañana siguiente todavía molesta, no le dirigió la palabra a su esposo, este se levantó y se preparó para irse al trabajo como todos los días, la Señora Daniela fingió estar dormida para no hablar con él, así que solo recibió un beso en la frente de despedida.

Cuando el marido se fue, la Señora Daniela se levantó, recordando que tenía un fuerte atraso en satisfacción sexual, por lo que decidió empezar a reparar esa falta de orgasmos.

Se metió a la regadera y bajo el chorro de agua caliente comenzó a tocar su cuerpo aun firme, que los años de matrimonio y el embarazo no habían podido dañar, un par de senos de buen tamaño, cintura breve que hacía lucir aún más el par de redondas nalgas.

La Señora Daniela poso una de sus manos en uno de sus pezones mientras la otra bajaba por el monte de venus, a través de un área recién depilada donde se alojaba la fábrica de orgasmos que tenía meses sin funcionar.

Comenzó a dedearse el clítoris en forma circular, haciendo que el botoncito saltara de gusto, poniéndose duro, listo a recibir un poco de caricias.

La Señora Daniela comenzó a sentir como la temperatura de su cuerpo superaba a la del agua que caía de la regadera, bajando su dedo a través de su rajita, hasta llegar a la vulva, donde metió un par de dedos que se meneaban por dentro de su vagina, tocando las paredes deseosas de contacto.

Mientras tanto su otra mano acariciaba sus senos y de repente pellizcaba suavemente los pezones, haciendo que estos se pusieran duros de placer, totalmente entregada al placer que se estaba dando a sí misma, cuando de repente un fuerte ruido en la puerta de su casa la saco del trance, alguien llamaba insistentemente, lo cual provoco que Daniela saliera de la regadera, viendo con desagrado que por las prisas había olvidado meter su toalla, por lo que solamente tenía a la mano la toalla para secar las manos.

Obviamente esa pequeña toalla no servía para tapar el hermoso cuerpo de mojado de la Señora Daniela, de tal manera que haciendo varias pruebas encontró la mejor manera de cubrirse, solo el frente, la franja que comenzaba en sus pezones y terminaba justo debajo de su rajita depilada.

Salió a la puerta, asomándose solo por una pequeña rendija, para preguntar quién tocaba con tanta insistencia, afuera un hombre mayor, de gran estatura, con brazos llenos de vellos, barba de varios días, vestido con un overol que se veía bastante sucio (lógicamente era usado para trabajar), el cual, al ver a la Señora Daniela casi desnuda, se tomó unos cuantos segundos para admirarla y después hablar:

Buenos días Señora, busco al señor X, que solicito el servicio de plomería.

La Señora Daniela había olvidado por completo que ese día irían a revisar la gotera del baño, ¡Disculpe, lo olvide por completo!, pero pase por favor, decía mientras abría la puerta para que entrara aquel hombre.

Una vez dentro, la Señora Daniela empezó a calcular sus movimientos; si caminaba delante de él iba a mostrar sus nalgas desnudas, si hacia algún ademan con las manos iba a destaparse los senos o la panochita depilada, así que de la mejor manera que pudo lo dirigió hacia el cuarto de baño, indicándole donde se encontraba el desperfecto.

Disculpe Señor, me estaba bañando, lo dejo aquí mientras voy a vestirme, hablaba Daniela con cuidado de no darle la espalda al hombre.

Raúl a sus órdenes Señora, contesto el trabajador.

Muy bien Señor Raúl, voy a vestirme, mientras caminaba hacia atrás, mostrando solo la parte de su cuerpo que tenía medianamente tapada.

La Señora Daniela entro a su recamara mientras trataba de retener en su memoria los enormes brazos peludos de Don Raúl, empezó a imaginarse que era cargada por ellos y depositada en su cama para ser poseída por el extraño.

De inmediato saco del cajón su inseparable juguete color fucsia, comenzando a masajearse los labios vaginales y su clítoris, mientras que con la mano libre se dedeaba la vagina a placer.

La Señora Daniela estaba como enloquecida masajeando su rajita con su juguete hasta obtener un sonoro y escandaloso orgasmo, que tuvo que apagar para no verse descubierta por el trabajador que se encontraba a unos pocos pasos de ella.

Cayo rendida sobre su cama, con el corazón latiéndole fuertemente de la excitación que había alcanzado al masturbarse a pocos metros de un desconocido dentro de su propia casa.

La Señora Daniela trataba de recobrar el aliento poco a poco, mientras saboreaba de sus dedos las gotas de fluido vaginal que se habían quedado adheridas.

A los pocos minutos fue interrumpida de nuevo por un golpeteo en la puerta de su recamara: Señora, ya vi el problema, voy a necesitar comprar varias cosas para regresar mañana a hacer la reparación.

Un momento Don Raúl, ahora salgo, mientras se colocaba un top sin sostén y una minifalda sin bragas, pero un par de tacones altos para resaltar aún más la ya de por si figura deseable de Daniela.

Salió de su recamara, donde la esperaba Don Raúl, quien nuevamente recorrió el cuerpo de Daniela con la mirada, esta vez con el aliento un poco entrecortado.

Ya vi el desperfecto Señora, voy a conseguir las refacciones necesarias y mañana a la misma hora vengo a reparar esa gotera.

Muy bien Don Raúl, espero mañana poder recibirla más presentable jajaja, mientras caminaban hacia la salida.

Antes de salir Don Raúl metió su mano dentro del overol y saco la tanga que la Señora Daniela había dejado dentro del baño, entregándoselo en la mano, dejo esto dentro del baño Señora, y ojalá y mañana me reciba igual que hoy.

Don Raúl se fue, mientras la Señora Daniela revisaba su tanga que el plomero había tomado para descubrir que estaba embarrada de semen, el plomero se había masturbado con su tanga y se la había regresado bañada en mecos.

La Señora Daniela quedo impactada, pero de inmediato se sintió halagada, le había despertado el deseo a aquel rudo trabajador y tenía que sacarle provecho al día siguiente, así que empezó a preparar de qué manera lo recibiría al día siguiente.

Al día siguiente la Señora Daniela se levantó temprano a tomar un baño, termino, se perfumo, se maquillo y se colocó un sexy baby doll de encaje negro, con una tanga negra de hilo y unos zapatos altos de tacón, tomo una tanga de encaje y se la metió dentro de la vagina para impregnarla con su aroma.

Coloco la tanga en el lugar donde el plomero iría a trabajar y espero solo un par de minutos para escuchar los toquidos en la puerta, esta vez con toda calma se dirigió a la puerta, verifico que fuera Don Raúl y abrió la puerta, haciendo pose para lucir sus espectaculares curvas que se transparentaban ante la vista atónita del plomero.

Buenos días Don Raúl, pásele con confianza, dando la espalda inmediatamente la Señora Daniela para caminar delante de él, mientras meneaba voluptuosamente el redondo par de nalgas que lucían a través de la tela transparente.

Lo acompaño hasta el baño, diciéndole, ahí lo dejo Don Raúl, le dejo ahí algo por si quiere limpiarse, y cuando termine lo espero en mi recamara.

La Señora Daniela se alejó poco a poco del cuarto de baño, meneándose lentamente como una gatita en celo, volteando de reojo a checar si Don Raúl la estaba mirando, dándose cuenta que no le despegaba la mirada de su trasero, lo que hizo que se pusiera más caliente que nunca.

Llego hasta su cama, se sentó en ella viendo hacia la puerta, abriendo las piernas, mientras accionaba su fiel acompañante colocándolo en la parte superior de la tanga e introduciéndolo dentro de ella, para empezar a recibir el placentero masaje en su rajita depilada.

La Señora Daniela cerró los ojos para disfrutar del placer que le proporcionaba su fiel dildo, acompañado con la excitación de saber que solo a un par de pasos había un hombre que seguramente sabía lo que estaba haciendo.

Solo un par de minutos después, escucho la voz del plomero, por lo que tuvo que abrir sus ojos, para descubrir que el trabajador se encontraba en su puerta, con el sucio overol hecho bolas en sus piernas, y con la tanga que dejo en el baño colgando de la enorme herramienta que poseía el plomero, fíjese que ya se me ensucio lo que me dejo para limpiarme Señora.

La Señora Daniela al ver el tamaño del enorme tronco negro de Don Raúl, se quitó el dildo, y dirigiendo sus piernas abiertas hacia el, le respondió: pues aquí tiene con que limpiarse.

Don Raúl se acercó a la orilla de la cama de Daniela, arrodillándose ante ella, para meter su cabeza entre las piernas de ella, comenzando a lamer sus labios vaginales, que para entonces se encontraban más que dilatados por la excitación.

Acerco su cara rasposa hacia la delicada piel vaginal de Daniela, para dar unos desesperados lengüetazos que ella recibió como descargas eléctricas que le recorrían todo su cuerpo, arrancándole un gemido de placer.

La cara rasposa de Don Raúl, se incrustaba en los muslos de Daniela, lo que le generaba un poco de dolor y un mucho de placer al sentir que estaba siendo tratada de manera poco delicada, mientras la lengua voraz de él recorría de arriba abajo los delicados labios vaginales de ella, sus manos se aferraban a la cabeza de él mientras le mesaba los cabellos.

Por los pliegues vaginales empezó a escurrir una mezcla de jugos vaginales y saliva de Don Raúl, lo que indicaba que la Señora Daniela estaba disfrutando de sobremanera aquella incursión, pero recordó que tenía varias necesidades que cubrir, por lo que hizo que Don Raúl se incorporara, y ella tomo el enorme tronco negro de carne con sus manos, para llevarlo de inmediato a su boca.

La Señora Daniela abrió su boca lo más que pudo, para darle cabida a aquel enorme pedazo de carne caliente, cerro sus labios alrededor de la enorme cabeza del miembro mientras su lengua le sacaba brillo dando vueltas y vueltas alrededor de él.

Luego se decidió a tratar de tragarse todo el tronco, introduciéndolo en su boca poco a poco, hasta que ya casi por tener el enorme par de huevotes rebotándole en la barbilla, sintió que la cabeza del palo le hacía espacio en su garganta, por lo que dejo de tragarlo, separándose de a poco de él, mientras el enorme camote salía bañado en saliva de Daniela.

La Señora Daniela hizo varias veces el intento de tragar por completo el enorme palo, siempre con el mismo resultado, su garganta le decía que ya no podía meter más centímetros de verga dentro de su boca, por lo que opto por lamerle el tronco, mientras con una de sus manos acariciaba sus huevotes y con la otra lo masturbaba lentamente.

La Señora Daniela disfrutaba comer de ese candente fierro de carne y de esas enormes bolsas de leche hirviendo, cuando de repente sonó el teléfono de la casa, Don Raúl se espantó, pero ella con un gesto le hizo saber que no había problema, se levantó y tomo el teléfono y antes de contestarlo, se colocó de nuevo en la cama, pero esta vez empinada en 4, apuntando el trasero hacia Don Raúl, con un gesto de invitación a continuar con lo que estaban haciendo.

Hola, dijo Daniela al teléfono, mientras Don Raúl con un dedo hacia la tanga hacia un lado y apuntaba su cabeza al centro de la vagina de Daniela.

La Señora Daniela saludaba al teléfono: Hola maridito, claro que sí, ya anda por aquí el señor que mandaste, fíjate que ya me anda arreglando la tubería, me parece que me la va a dejar funcionando muy bien, mientras recibía el estoque de aquel enorme palo dentro de su rajita lo que hizo que se le escapara un pequeño grito de placer.

El marido preguntaba que tenía y Daniela contestaba, es que me sentí un poco mareada y me voy a sentar mejor, mientras el garrote de Don Raúl entraba hasta el fondo dentro de la vagina caliente y húmeda de ella.

La Señora Daniela hizo el sonido de quien pierde aire al recibir el embate completo de Don Raúl, exactamente al momento de recibir el choque de sus enormes bolas en las delicadas nalguitas de ella, emitió un sonido “Ufffff”, nuevamente el marido pregunto qué le pasaba, contestando: es que me senté y no calcule bien la distancia y caí de golpe y se me salió el aire amorcito.

El marido de Daniela preocupado, ¿quieres que vaya a ver qué te pasa?, a lo que ella se apresuró a contestar: no te preocupes, no es nada, ya se me va a pasar, además no estoy sola, mientras empezaba a recibir los embates rítmicos del enorme camote de Don Raúl, impactando sobre la carne de ella en cada embate: plaf, plaf, plaf

El marido de Daniela, ¿Qué es eso que se escucha?, es el trabajador que está golpeando algo maridito, ¿quieres que vaya a ver?, a lo que el marido respondió: no déjalo así, mejor reposa un poco hasta que te sientas bien, bueno amorcito te dejo y colgó.

En cuanto termino de hablar por teléfono, Don Raúl le pregunta a Daniela: ¿así que te estoy destapando tu tubería eh perrita?, a lo que Daniela le contesta; Si Don Raúl, destápemela bien por favor.

Don Raúl arrecio los embates sobre Daniela, quien ya tenía enrojecida la piel de sus nalguitas de tantas veces que chocaron con las enormes bolas del plomero.

Don Raúl continuaba los embates al tiempo que comenzó a azotar las nalguitas de Daniela con sus enormes manotas, mientras le decía: eres una puta mentirosa Ehhh

Daniela se retorcía del placer, mientras contestaba: si papi, me he portado mal, pero tu me vas a castigar, ¿verdad?

Claro que si puta, yo te voy a enseñar a comportarte, al tiempo que arremetía furiosamente con su poste de carne, la indefensa rajita inundada de Daniela.

La vagina de la Señora Daniela comenzó a gotear poco a poco, hasta que ese goteo se convirtió en un gran chorro de orgasmo, que hizo que ella desfalleciera sobre su cama, mientras gemía de placer: ¡¡¡que rico papi!!!!!

Don Raúl, tomo entre sus enormes brazo el cuerpo desfallecido de Daniela, levantándola cual si fuera una muñeca de trapo, la abrió de piernas y la coloco para bajarla poco a poco a través de su mástil de carne negra que seguía tieso como si nada hubiera pasado, mientras le decía: es hora que me des un tour por tu casa, para conocerla; al tiempo que la colocaba sobre el enorme cabezón de su palo, pero esta vez en lugar de apuntar hacia la vagina, la apunto hacia el botoncito rosado del ano de ella.

Daniela quiso reclamar, diciendo ¡por ahí no, Don Raúl!, que me va a doler; a lo que el plomero contesto: ni modo señora, usted dijo que toda la tubería iba a quedar reparada y así va a ser, mientras asestaba un golpe seco hundiendo el enorme tronco dentro del diminuto agujero de ella.

A pesar que una enorme cantidad de fluidos vaginales había escurrido hacia su pequeña entrada y que el enorme camote de Don Raúl estaba empapado en fluidos de Daniela, la entrada del tronco dentro del culito de ella fue muy doloroso, haciendo que ella sintiera como si las paredes interiores de sus entrañas se fueran desgarrando.

Don Raúl la ensarto hasta la empuñadura, dejándola así inmóvil, mientras le decía: deja que tu culo se acostumbre a mi tamaño, mientras comenzó a caminar con ella ensartada por el resto de la casa, pasando primero por el comedor, pregunto: ¿a ver puta, que es aquí?

A lo que Daniela respondió: es el comedor; muy bien dijo Don Raúl ¿y ya te cogieron aquí?; a lo que ella inmediatamente contesto: todavía no.

Pues entonces ya es hora de que te cojan aquí, y como si no pesara nada la levanto con sus enormes brazos y la subió para dejarla caer sobre el miembro erecto, provocando un grito en Daniela, quien pensó que volvería a ser doloroso, pero empezaba ya a ser placentero.

Don Raúl al darse cuenta le dijo: ya no te duele verdad, ¿cuántos años que no te cogen aquí?, Daniela respondió, pues lo que tengo de casada 20 años, a lo que el plomero le advirtió: van a ser 20 vergazos que te tocan aquí y comenzó a subirla y bajarla como si no representara esfuerzo alguno.

La Señora Daniela comenzaba a disfrutar esas escaladas sobre la tranca dura de Don Raúl, sintiendo como ese enorme fierro candente le perforaba las entrañas una y otra vez hasta llegar a 20. Mientras gemía en cada uno de esos embates.

Cuando termino la cuenta, camino hacia la sala, haciendo de nuevo la pregunta: ¿hace cuanto tiempo que no te cogen aquí? A lo que Daniela contesto en automático: 20 años

Entonces serán otros 20 vergazos aquí, comenzando de nuevo el paseo del delicado cuerpo de Daniela sobre el enorme miembro, ella ahora gozaba de cada una de las embestidas realizadas por el plomero, su ano se había dilatado lo suficiente y comenzaba a disfrutar de esa experiencia nueva para ella.

Otra vez se realizó la cuenta del 1 al 20, mismas veces que el cuerpo de Daniela subió y bajo sobre el camote duro del plomero, que se lo estaba ensartando por el ahora gran orificio.

Daniela solamente disfrutaba de las arremetidas del plomero sobre su culito, gemía y gritaba meneando la cabeza de un lado al otro mientras se completaba la cuenta.

Nuevamente camino el plomero esta vez al cuarto de huéspedes realizando de nuevo la misma pregunta y obteniendo la misma respuesta de una visiblemente agitada Daniela, Don Raúl empezó a dar síntomas de cansancio, ya que esta vez la recargo en la pared del cuarto y ahí le repitió la dosis de 20 arremetidas, solo que esta vez, aprovecho que la tenía recargada en la pared para por primera vez, dirigirse a los senos de Daniela, que gustosos recibieron las chupadas de los labios rasposos del plomero, quien esta vez realizo los embates sin hacer la cuenta por lo que no supieron si se cumplieron los 20 o fueron más o fueron menos.

Esto ya no importaba para la Señora Daniela, completamente entregada a las incursiones del enorme miembro dentro de su ano, ya ahora comenzando a tomarle gusto a las chupadas de los labios toscos sobre sus senos.

Pasaron ahora al cuarto de baño, repitiendo la pregunta, lo que a Daniela no le interesaba decir la verdad, solo quería recibir la dosis de embates sobre su antes diminuto ano.

Una vez que dio la respuesta, Don Raúl se sentó en la taza del baño y le dijo, ahora te toca cumplir la penitencia putita, a lo que la Señora Daniela de inmediato coloco sus pies en el suelo y comenzó a subir y bajar por el poste negro, cada embate era disfrutado por ella, quien ahora lo hacía más despacio para poder sentir como el instrumento del plomero entraba poco a poco en ella hasta quedar hundido por completo y sentir sus bolas calientes chocando en sus más que enrojecidas nalguitas.

Don Raúl aprovechaba sus manos para masajear los senos de Daniela, amasándolos, mordiéndolos y chupándolos, lo que hacía que ella se retorciera de placer.

Por último, pasaron de nuevo a la recamara, donde Don Raúl, se recostó, todavía perforando el ano de la Señora Daniela y le dijo: llama a tu marido y avísale que toda tu tubería ha quedado reparada.

Daniela tomo el teléfono y marco a la oficina del marido, tratando de tomar aire para no delatarse, aunque se escuchaba francamente exhausta, además que por inercia seguía meneando su cuerpo sobre el garrote del plomero.

Hola corazón, me dice el señor que ya termino, si ya fui a revisar todo y me parece que lo dejo muy bien, no sé cuánto va a cobrar deja le pregunto.

Aprovecho para desenchufarse del miembro del plomero y tomándolo con la mano libre empezó a masturbarlo, mientras con el auricular en la otra decía: espérame querido, está calculando el señor cuanto nos va a cobrar.

Mientras tanto arreciaba el movimiento de su mano sobre el camote de Don Raúl, quien empezó a hacer gestos que indicaban que estaba a punto de expulsar el contenido de sus bolsas de mecos sobre la cara de Daniela.

Daniela continuaba al teléfono diciendo: si amor sigue calculando, yo creo que pronto va a terminar de calcular, cuando sobrevino una erupción de un volcán de leche, expulsando gotas en todas direcciones que Daniela trataba de cachar con su boca, mientras decía, si aquí está la cuenta ya, deja la estoy revisando, mientras lamia la cabeza del tronco negro del plomero.

Listo corazón, ya está la cuenta, decía Daniela mientras se relamía leche de la comisura de sus labios, si aquí esta…. Son 500 dólares, no creo que sea caro, es un muy buen trabajo, si dejo algo de tiradero, pero ahora mismo me voy a poner a limpiar, muy bien yo le digo que pase contigo amor, adiós y gracias por consentirme.

Al colgar Daniela volteo hacia Don Raúl, aun agarrándolo del camote casi flácido, que pase con mi marido para que le pague.

Don Raúl se levantó, se puso su sucio overol y le entrego una tarjeta de presentación a Daniela: aquí tiene mis datos Señora, para que me hable cuando tenga problemas otra vez con su tubería.

Camino a la puerta tomo su caja de herramientas y salió, dejando a la Señora Daniela en su cama con la vulva y el ano palpitando todavía, saboreando de las sábanas de su cama las ultimas gotas de leche del plomero.

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Autor
JORGEFAG
JORGEFAGhttp://jorgefag
Ferviente aficionado de los relatos propios u ajenos (imágenes facilitadas por lectoras y colaboradoras)

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