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Empresa de mantenimiento (5)
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Tiempo de lectura: 13 minutos

Perdón por la tardanza, he estado muy liado y me ha sido imposible, aún sigo liado, pero bueno… Aquí os dejo el 5.

Salimos temprano de mi casa y me dirigí a casa de Susana para dejarla allí. Una vez en su casa, me invitó a pasar para tomarnos un café.

– Pero solo un café -le dije- que de verdad tengo prisa, no puedo entretenerme mucho más.

– Sí tonto, un café -me dijo- Entra al garaje, será menos jaleo.

Entramos en la casa y nos dirigimos a la cocina, ella se dirigió donde tenía las cápsulas de café.

– Prefieres de cápsula o de cafetera de goteo, otra cafetera no tengo -me dijo como pidiéndome disculpas.

– De cápsula me vale -le contesté.

Se puso manos a la obra poniendo la cápsula y echando el agua en la cafetera. Mientras esperaba que acabase de hacerse el café, se vino hacia mí y me pasó los brazos por el cuello acercando su boca a la mía.

– ¿Sabes que nos has encantado a mi marido y a mí, ¿verdad? -me preguntó- nos encantaría tenerte como nuestro macho…

– A ver, creo que todo esto va muy rápido -le contesté- me encantáis los dos mucho. Pero pienso que esto va demasiado rápido, recuerda que hay otra pareja más que también quieren tenerme como empotrador…y ya tengo una edad que… joder, esto me pilla con 20 años y hago encaje de bolillos, pero 4 es mucha gente…

– Lo sé, por eso te hablo de Alejandro y de mí -me indicó- Ellos son amigos nada más, y hasta hace bien poco unos amigos plastas…

– Sabes que ayer aquí en la cocina hablamos Elena y yo de quedar los dos solos -le dije-

– Lo sé, me lo contó nada más salir de aquí contigo -me dijo- pero Alejandro y yo podemos hacer que te sientas como un rey… hasta podríamos invitar a Quique a que nos folle a los dos mientras tú miras…

– Jajaja, te ha gustado el portero, ¿eh? -le dije sin parar de reír- lo has pasado bien…

Se dirigió a la cafetera que ya había acabado y sirvió dos tazas de café, me tendió una y me indicó con la mano el azucarero y la jarrita de leche. Cogí una pequeña cantidad de azúcar y la eché en el café. Oímos que alguien se acercaba a la cocina, apareció Alejandro en la puerta totalmente desnudo y con cara de haber dormido bien. Se acercó a Susana y la besó en la boca dándole los buenos días.

– Buenos días David -me dijo- Qué pena que estés vestido… jejeje

– Buenos días Alejandro -le contesté- sabes que tengo prisa y no puedo quedarme…

– Ahora que estamos aquí los tres -prosiguió- tengo que proponerte unas cosillas, que algo he hablado con Susana y está de acuerdo… verás… sabes que nos gustas desde el día que apareciste en esa furgoneta para arreglar el fregadero. El tema es que nos gustaría que… como lo digo… nos gustaría ser tus putitas… bueno, entiéndeme, siempre dentro de casa, haremos lo que quieras por conseguir tener dentro lo que tienes entre las piernas, ya sabes a qué me refiero…

– Eso me está diciendo Susana -le corté- con 2 podría… con 4 creo que no estaría cómodo, me refiero a Óscar y a Elena…

– No, tranquilo. Yo me refiero a Susana y a mí, y aquí en mi casa… o en la tuya, donde tú digas, somos muy sumisos -me dijo- Ellos no entrarían en este juego… salvo que hubiese otro tipo para encularlos…

Miré a Susana que automáticamente se echó a reír nada más mirarme.

– Creo que hemos pensado en la misma persona -me dijo Susana- No sé si será bisexual, pero folla de maravilla… jajaja.

– A ver… es el portero de mi edificio… apenas conozco nada de su vida -le dije- yo no puedo proponerle eso…

– Tú no, pero yo sí, jejeje -me dijo Susana- después de lo de esta madrugada…no creo que me diga que no.

– Tú misma, Susana -le dije un tanto apurado- yo no quiero saber nada de eso. Lo habláis con Elena y Óscar, y con Quique… y ahora me voy a trabajar, que llego tarde. Podríamos quedar para el viernes… si queréis. Ya hablamos.

El día pasó lento, al menos para mí, lento y pesado como todos los lunes. Se me venía a la cabeza todo el fin de semana vivido y una sonrisa me aparecía en la boca acompañado de latidos y engrosamiento de mi polla. Después del lunes vino un martes igual de lento que el lunes, al menos a mí me lo parecía, ese día comencé a pensar en la relación que podría tener con Alejandro y Susana. Una relación de cornudo, corneador y putita… ¿Habrían llamado a Quique? Salía de casa muy temprano y volvía muy tarde, no coincidía con él y por lo tanto no podía preguntarle nada.

El miércoles salí un poco más tarde de casa y coincidí con Quique en el bajo, me saludó con una sonrisa amplia, le devolví el saludo y me hizo señas para que me acercara, eso hice y agarrándome del codo me llevó a una zona acristalada.

– Aquí mejor -me susurró- sé que hay gente que descuelga el telefonillo para poder oír algo que se esté hablando en portería… aquí no nos oyen. Ayer se presentó aquí su… ¿amiga?… con otra… ¿amiga?, me entiende, ¿verdad?

– Mire usted Quique -le corté- lo del otro día fue una metedura de pata, no debí haberlo hecho, pero ya vio como estaba esa mujer de “necesitada”…

– Por Dios, no se preocupe por eso -me cortó- si le estoy agradecido…me he ahorrado irme de putas… jejeje. Quería decirle que su amiga me presentó a la otra amiga, por lo visto también está casada y necesitada…y me han propuesto algo que me lo estoy pensando…no sé si será una broma, por eso quiero hablarlo con usted…

– Le han propuesto que sea usted un corneador, que se folle a ella mientras el marido mira, ¿no? -le interrumpí-

– No del todo -me dijo- quiere que me folle a ella y al marido… por lo visto él anda necesitado de polla… vamos que quiere que un tío lo monte bien montado, y no sé como son, ni si eso es cierto… pero ha despertado algo en mí que creí que nunca haría, es follarme a un hombre, y cada vez que lo pienso, más me excito…

– Pues es cierto Quique -le dije- Esa chica se llama Elena y su marido Óscar y sí, están buscando a un macho que sea quien los monte… y me permito hablarle en confidencia… ella está tremenda y él tiene un culo que se lo traga todo… -dije bajando la voz-

Se echó mano al paquete, lo tenía abultado imagino que, de pensar en la situación, se le veía muy excitado.

– Es lo que imaginaba, pero quería asegurarme -me dijo- He quedado con ellos el sábado por la noche.

– Estupendo, espero que lo disfrute -le dije-

– Muchas gracias, ya le contaré -me dijo-

El jueves pasó más lento si cabe, ya por la tarde sonó el teléfono estando en mi despacho. Era un número que no conocía, respondí a la llamada pensando que sería un cliente… y en parte no fallaba…

– Hola, buenas tardes -respondí- ¡Dígame!

– Hola David, soy Alejandro -me dijo- quería saber como te viene quedar con nosotros este fin de semana, habíamos pensado en irnos a la casa que tenemos en la playa de Zahora… ¿te apuntas?

– Joder, así cualquiera dice que no -le respondí- pero me mandas la ubicación si puedes y ya me presento allí…

– Vaya -me cortó- habíamos pensado en ir a recogerte para no perder mucho tiempo… si te parece bien… mañana viernes sobre las 12:30 o 13 pasamos a recogerte y nos vamos en un solo coche… tú me dices.

– Bueno, salir a media mañana… deja que lo piense -le contesté-

– Vamos coño, no tiene mucho que pensar -me soltó- déjalo todo listo entre hoy y mañana por la mañana, ¿qué me dices?

– Voy a intentarlo -le dije- pero no te prometo nada…

– De acuerdo -me dijo- Susana te manda un beso enorme…ya sabes donde, jejeje. Nos vemos mañana.

– Venga, hasta mañana -respondí y acabé cortando-

El viernes a medio día ya tenía todo controlado y planificado, en el tema laboral me refiero. Sobre las 12:10 me llamó Susana diciéndome que se pasarían por mi casa sobre las 12:30 más o menos. Recogí todo y despidiéndome de la secretaria, dejé todo listo y salí para mi casa.

Tenía la maleta ya preparada, así que solo faltaba que me llamaran y bajar, sobre las 12:38 sonó el telefonillo y contesté.

– Hola, dígame Quique -le dije al portero-

– Hola David -me dijo- está aquí la señorita del otro día, dice que la está esperando, ¿le digo que suba?

– No, Quique no hace falta -le contesté- está su marido en el coche esperando, dígale que bajo ya.

– Umm, perfecto David -me contestó-

Bajé y Susana me echó los brazos al cuello y me besó en la boca metiendo su lengua hasta el fondo, sabía que lo hacía para excitar al portero.

– Venga vamos -le dije- no hagamos esperar más a Alejandro. Hasta el lunes Quique.

– Hasta el martes mejor David -me contestó- he pedido un día y regreso el martes… ya sabe… hay que dejar el pabellón bien alto…

– Sí, lo sé -dije suspirando-

Fuimos hasta el coche, habían traído el Audi Q7 S Quattro Tiptronic de 507 Cv, una bestia. Alejandro abrió el maletero y coloqué la maleta dentro, Susana me dijo que me sentara en el puesto del copiloto, pero Alejandro me preguntó si prefería conducir yo, por lo visto no les gusta mucho conducir… y con los vehículos que tienen… asentí y me senté en el puesto de mando del coche, Alejandro se sentó de copiloto y Susana detrás de Alejandro. Arranqué aquella maravilla y comenzamos el viaje.

Llegamos a la casa, más que casa era un casoplón, un chalet bastante grande, sin vecinos en unos 200 metros a ambos lados, de estilo moderno y con una piscina con jacuzzi incorporado. El jardín se acercaba hacia la playa, tendría unos 80 metros de largo, y acababa en el pequeño acantilado que daba a la playa de Zahora, muy cerca del Sajorami. Dejamos el coche en el garaje, un garaje para dos coches de tamaño normalito. Pasamos al interior de la casa decorada de estilo moderno, bastante minimalista, un salón, a dos niveles, bastante grande con un sofá de 4 plazas enfrentado a otro exactamente igual, y entre ellos, una gran mesa de café. A un lado una enorme pantalla de TV colgada de la pared, las ventanas eran desde el techo al suelo, una chimenea moderna se encontraba en una esquina del salón. Pusimos todas las maletas junto a uno de los sofás, Susana me cogió de la mano y se dispuso a enseñarme la casa.

– Deja que te enseñe esta maravilla -me dijo tirando de mi mano- Alejandro colocará las cosas en su sitio, no te preocupes. ¿verdad, mi vida?

– Por supuesto mi amor -le contestó Alejandro tirando de mi maleta y de la que ellos traían- Me encargo de todo. David, si quieres puedes usar la piscina, está lista para bañarse.

– Perfecto, lo tendré en cuenta -le contesté- la verdad es que me apetece, pero primero quiero ver la casa.

Susana me llevó a la cocina, parecía una cría enseñando los juguetes que ha recibido a los amigos, se le veía muy ilusionada, muy feliz. Vimos la cocina, baños, salita, dos despachos, y las 4 habitaciones… 3 para invitados, con cama extra grande y el dormitorio principal, con cama “California King Size”, tremenda. Todas las habitaciones con baño incorporado como no podía ser menos… Al llegar al dormitorio principal Susana me abrazó, se pegó a mí, notaba que no llevaba sujetador y se le notaba que los pezones los tenía erectos, acercó su boca a la mía y me besó.

– Vamos a la piscina -me dijo- nos bañaremos desnudos, ¿te parece?

– Lo estoy deseando. Desnúdame tú, que veo que estás deseando tocar una parte de mi cuerpo -le dije mientras le pellizcaba los pezones-

Comenzó quitándome la camiseta mientras yo le acariciaba los pechos por encima de la suya. Notaba que mi polla empezaba a agrandarse, me cogió del cinturón y lo desabrochó, me miró a la cara y me besó mientras iba abriendo los botones del vaquero, mi pantalón cayó al suelo y me quedé con el slip abultado, ella comenzó a magrearme el paquete sin parar de besarme. Le quité la camiseta y sus tetas salieron tambaleándose, con los pezones totalmente de punta, metió su mano por dentro del slip y me sacó el nabo, se arrodilló y lamió la punta de mi polla con su lengua mientras me masajeaba las pelotas. La cogí de los brazos y la subí, se extrañó de mi reacción.

– Lo harás cuando yo quiera, zorrita -le dije remarcando la última palabra- Ahora desnúdate que vamos a la piscina.

– Perfecto, lo que tú digas -me respondió-

– No te equivoques conmigo putita -le dije- Queréis un corneador y es lo que habéis conseguido, a partir de ahora me hablarás de usted y te dirigirás a mí, tanto tú como el maricón de tu marido, como “Amo” o Señor”, ¿de acuerdo?

– De acuerdo Señor -me dijo sumisa y con un tono que se notaba que le excitaba- Lo que usted quiera, eso haré.

– Bien, ahora avisa al maricón de tu marido y le dices que quiero un Beefeater con tónica, en la piscina -le dije- que no tarde, estoy sediento.

– Por supuesto, Señor -me respondió- Ahora se lo digo, mientras acomódese en la piscina, si necesita algo solo tiene que llamarme.

– Bien, aprendes rápido, zorrita -le dije- avísalo y le dices que se desnude completamente, que recoja toda la ropa que hemos dejado la doble y la meta en el armario. Cuando acabes te vienes a la piscina conmigo, tenemos cosas de qué hablar.

– Sí Señor, estoy en nada allí con usted -me contestó feliz.

Me dejó en la habitación, me desnudé completamente y me dirigí a la piscina. Me metí en la parte del jacuzzi, el agua estaba estupenda, observé como Susana hablaba con Alejandro y ambos sonreían, se besaron y él se desnudó y subió arriba después de preparar el gin-tonic que me traía Susana. La observé, esa mujer estaba buenísima, las tetas las tenía del tamaño ideal, y muy bien puestas para ser una madurita… su culo estaba durito y perfecto, y su coño… qué decir de él, depilado, con unos grandes labios superiores pero sin llegar a ser de tipo cortina. Dejó la bandeja con el gin-tonic junto a mí.

– Siéntate en el bordillo y abre las piernas -le dije- quiero ver tu coño abierto… y te tocas un poco para mí.

Se colocó frente a mí, sentándose en el poyete del jacuzzi y con las piernas abiertas, comenzó a acariciarse el clítoris, mientras veía como se le ponían los pezones más duros. Se notaba que estaba excitadísima, por sus gemidos y por la humedad que empezó a salir por su coño, mi polla comenzó a despertar. Me acerqué hasta donde estaba ella, y metí dos dedos en su coño, sus gemidos empezaron a ser más fuertes, uno de mis dedos se coló en su ano, lo tenía caliente y se colaba sin dificultad alguna. Lo saqué, y me salí del jacuzzi.

– Tráeme una toalla, zorrita -le dije- quiero que me seques. Tengo algo de hambre.

Susana se me acercó con una toalla que me echó por los hombros, me frotó con ella la espalda y las nalgas, agarrando la toalla, se puso a secarme la entrepierna, frotando mi polla con la toalla y mis huevos. Le quité las manos de ahí, veía como miraba mi polla, con qué ganas la veía mirándomela.

– Avisa al maricón que vaya preparando la comida, tengo hambre, mientras lleva mi gin-tonic al salón, me lo acabaré allí -le dije con la polla bien dura-

– Sí Señor, ahora mismo -me dijo-

Avisó a Alejandro que se asomó por la puerta de la cocina para decirme que ya había empezado a preparar la comida: estaba preparando dorada al horno con ensalada, me pareció perfecto.

– Si está buenísima, tendré que premiarte, maricón -le dije- Imagino que ya sé con lo que te gustaría que te premiara, ¿es lo que pienso? – le pregunté a Alejandro-

– Creo que todos pensamos en lo mismo, Señor -me dijo- me gustaría ver como se folla a mi mujer y después me da por el culo o me da de comer. Como usted vea mejor.

– Perfecto, ya veremos como se presenta la tarde… -le dije- todo es posible hoy, además, la zorrita de tu mujer me ha puesto caliente, y si a eso le sumamos que llevo toda la semana sin correrme… vais a tener leche caliente para varios días… jejeje.

Una vez que me tomé medio gin-tonic, me dirigí a la cocina para ver como iba la comida, olía estupendamente bien. Alejandro era un crack en la cocina, eso no se podía negar. Tenía dos doradas grandes en el horno y ya tenía toda la verdura de la ensalada cortada y lavada… me coloqué detrás de él, bien pegado mi polla a su culo. Lo abracé por delante y le toqué el nabo para ver como lo tenía… empezó a subirse muy rápido, en nada de tiempo ya estaba empalmado. Le sobé los huevos y la polla y empezó a suspirar y gemir mientras movía sus caderas hacia delante y hacia atrás…

– Por ahora no voy a seguir, putita -le dije con voz sensual- ya veremos como te sale la comida y a ver qué podemos hacer después… ahora sigue cocinando.

Le di una palmadita en una nalga y me giré hacia la puerta de la cocina, allí estaba Susana mirándonos y tocándose. Salí al salón y se vino Susana detrás, me senté, tenía la polla que me iba a reventar… ella se arrodilló entre mis piernas y me miró con cara de súplica, asentí y se puso a chuparme la polla como si hiciese mucho tiempo que no probaba una, empezó lamiendo el capullo mientras sobaba mis huevos, se metió el capullo en la boca y se puso a lamer el frenillo mientras me masajeaba los cojones con una mano. Con la otra se tocaba el coño, oía el sonido que hacían los dedos entrando y saliendo de su coño, por lo mojado que lo tenía.

– Vamos puta, come polla -le dije mientras le agarraba del pelo tirándole hacia un lado- es lo que te gusta, ¿verdad?

Asintió con la cabeza, no podía hablar, tenía la boca ocupada. Le levanté la cabeza para que me oyera bien.

– Venga, deja la polla tranquila -le ordené- no es justo que la puta de tu marido esté cocinando y tú estés aquí comiendo polla. Ve a la cocina y dile que venga.

Susana se levantó a disgusto, tenía los dedos de la mano izquierda empapados de su coño. Yo tenía la polla muy dura, estaba muy caliente. Alejandro salió con Susana.

– ¿Has terminado ya de hacer el pescado, zorrita? -le pregunté-

Sí señor -me contestó- solo queda darle el último toque de horno y estará listo.

– Pues vamos a la habitación -les ordené- quiero pasar un buen rato antes de comer. Alejandro, te pondrás un tanguita de Susana con una medias y liguero, que te ayude la puta de tu mujer, ¿estamos?

– Sí Señor -me dijo con alegría- ¿de algún color en especial?

– Negro, quiero que medias y tanga sean negros, como se lo merecen los grandes cornudos como tú -le contesté-

Subimos al dormitorio, me tumbé en el centro de la gran cama mientras los dos se metían en el baño, uno para prepararse y la otra para ayudarlo.

Al cabo de unos 10 o 12 minutos salió Susana del baño acompañando a Alejandro, el tanga le sentaba muy bien, salvo que un huevo lo tenía medio fuera.

– Susana vente aquí a mi lado, y me vas comiendo el nabo como sabes -le dije mirando a Alejandro a los ojos- quiero que el maricón de tu marido vea lo que es un hombre de verdad.

Susana se tumbó junto a mí con su cabeza en mi entrepierna y comenzó a chuparme los huevos y el tronco de la polla. Le agarré la cabeza y comencé a follarle la boca hasta que le dieron arcadas. Estaba notando como cada vez tenía más ganas de reventarla a pollazos, quería follarla por todos los agujeros… mientras su “querido marido” observaba como un desconocido se follaba a su mujer.

– Acércate Alejandro -le dije- quiero que pruebes el sabor de mi polla en la boca de la puta de tu mujer.

– Ufff, sí señor -me dijo excitado- quiero probar el sabor de ese nabo duro.

– Venga putita -le dije a Susana- cómele la boca a la puta de tu marido, que sepa bien a qué sabe mi nabo.

Susana se dirigió a Alejandro, que tenía el tanga abultado por su polla empalmada, le besó en la boca y Alejandro le pasó la lengua por toda la boca, metía su lengua en la boca de su mujer, parecía que rebañaba el sabor de mi polla. Susana estaba a 4 patas besando a su marido, así que le acaricié las nalgas y le metí un dedo por el culo, ella giró la cabeza, con un gesto de agradecimiento, y siguió comiéndole la boca al marido, pero esta vez más excitada.

– Ummm, eres buena puta Susana -le dije incorporándome de rodillas detrás de ella- ahora voy a encularte, a empalarte por el culo…

Coloqué mi polla en su ano, que se abrió sin necesidad prácticamente de empujar, comenzó a gemir de placer.

– Mira putita -le dije a Alejandro- fíjate bien como un macho folla el culo de tu mujer y como lo goza ella. No sabes follarla… ¿y sabes porqué no sabes follarla?

– No Señor -me dijo excitado mientras comenzaba a pajearse- Dígamelo

– Porque te gustan las pollas más que los coños -le dije mientras comenzaba a mover mis caderas hacia delante y hacia atrás- ¿verdad que sí?

– Sí Señor -me dijo- así es, me gustan más las pollas que los coños, y mucho más su polla que ninguna otra, Señor. Soy su putita con rabo, si me permite que se lo diga, Señor.

– Jajaja -me hizo bastante gracia aquello- tienes toda la razón, eres mi putita con rabo, con rabito diría yo…

Aceleré el movimiento y Susana comenzó a jadear y gemir, echando su pecho sobre la cama y dejando el culo en pompa, mientras que con una de sus manos se acariciaba el clítoris.

– Ohhh diosss, más, deme más señor -me decía con la respiración entrecortada- Siii, asiii

Alejandro aceleraba el movimiento de su mano mientras yo aceleraba el de mis caderas, veía como el tronco de mi nabo entraba y salía del culo abierto de Susana, la agarré bien de las caderas y paré el movimiento con mi polla bien enterrada en su culo, como queriendo atravesarla con mi nabo. Se la saqué y miré a Alejandro.

– Vamos zorrita -le dije- prueba el sabor del culo de esta puta en mi polla.

– Ummm, sí Señor -me dijo con una sonrisa que le cruzaba la cara- con muchísimo gusto lo hago…

Se metió mi polla en la boca y comenzó a chupar, pasaba la lengua por el frenillo mientras me acariciaba las pelotas. Susana me acariciaba las nalgas y jugaba con mi ojal. Alejandro me miraba y me sonreía, lo estaba gozando de verdad. Le saqué la polla de la boca y me tumbé en la cama.

– Venga zorrita -le dije a Susana- móntate aquí y que tu marido aprenda lo que es clavártela.

Se subió en mi polla, se la fue acoplando hasta llegar al fondo. Una vez con mi polla totalmente dentro, empezó a galopar sobre ella, con una mano se acariciaba el clítoris y con la otra mano se aguantaba las tetas para que no botasen demasiado y pudiera hacerle daño. Yo la tenía cogida por la cintura con ambas manos, marcando el ritmo de penetración. Notaba como Alejandro me comía las pelotas, las lamía, las besaba…

– ¿Lo ves putita? -le dije a Alejandro- ¿ves como se folla a tu mujer? Sigue comiéndome las pelotas y métele un dedito a tu mujer por el culo. ¡Y aprende a follar a una hembra!

Susana comenzó a acelerar el movimiento arriba y abajo, yo notaba como mis huevos estaban preparándose para expulsar todo lo que tenía dentro. Quité a Susana de encima y la tumbé en la cama, hice que Alejandro se tumbara junto a ella y me senté sobre ellos, con la polla muy dura y a punto de correrme. Le cogí la mano a Alejandro, le obligué a que me pajeara mientras Susana me acariciaba los huevos.

– Vamos cabrón, menéamela como tú sabes -le dije a punto de correrme- Te encanta tener mi polla en tu mano, vamos putita, ¡haz que me corra, cabrón!

Noté como se extendía esa sensación desde mis huevos a mi vientre, Alejandro aceleró el movimiento de su mano.

– Sigue así, putaa, sigueee -le grité totalmente excitado- Me corrooo.

El primer trallazo le cayó en la frente a Alejandro, los siguientes se repartieron entre los dos, él movía mi polla como si de una manguera se tratase, para que los dos aprovecharan mi leche, ambos con la boca abierta.

Caí sobre ellos totalmente extasiado, intentando recuperar la respiración…

– Bueno, vamos a comer -les dije- Tengo hambre y quiero comer la dorada que has preparado, putita. Sé que no os habéis corrido, esa es mi intención, quiero teneros bien calientes y necesitados para después de comer… porque esto no ha hecho más que empezar.

Y hasta aquí este quinto relato.

¡¡¡Ahh, y no olviden supervitaminarse y mineralizarse!!!

Para cualquier comentario, crítica o sugerencia, mi email: [email protected].

Saludos, Vantheway

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