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¿Y si alquilamos una isla? (hermana-hermano)
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Será posible, es mucha casualidad, aunque dicen que las casualidades no existen, mi hermano Oscar está casado con una bella mujer y yo, Nora, con un muchacho del promedio, no es hermoso pero es bastante atractivo.

Con Oscar nos llevamos dos años de edad, con veintisiete él, fue quien nació primero, toda nuestra vida fuimos muy compinches, conocemos todos nuestros secretos, los que también incluyen nuestra primera vez en el sexo. Debido a que no nos ocultamos nada ambos sabemos que con nuestras respectivas parejas las cosas no andan muy bien que digamos, inclusive estamos como diría Arjona, con pingüinos en la cama. Cuando tenemos relaciones, que es rarísimo el tener sexo, no es por deseo, si no por aliviar las hormonas, digamos algo mecánico, la pone eyacula y a dormir, dejándome insatisfecha. A mi hermano le pasa algo similar, cuando hace el amor es para soltar su esperma nomas.

Cierta noche cenando los cuatro en casa de mi hermano, surgió una conversación al respecto, sin encontrar respuestas a lo que nos ocurría, Nuria, mi cuñada propone.

– Que les parece si alquilamos una isla en el delta, hay varias disponibles y no son caras, tal vez si pasamos unos días totalmente solos en ella, podamos dar un comienzo a la renovación de las parejas

A todos nos pareció muy buena idea, así que organizamos el viaje y distribuimos roles, Nuria alquilar la isla, Oscar y Osvaldo todo lo referente a las cosas a llevar y a mí me tocó el tema alimentos.

Pasados los días y con todo organizado cargamos nuestra camioneta y partimos con rumbo a tomar el ferry que nos dejaría en la solitaria isla, pequeña pero con gran vegetación y unos márgenes de playa bastante importante. Al arribo la lancha nos dejó en un muelle que desembocaba a cincuenta metros de la cabaña. Una hermosa construcción de medios troncos, tres pisos, la planta baja eran los troncos que sostenían la estructura y servía de galería con una mesa y bancos de troncos también, en el primer piso una cocina comedor y una habitación y en el tercero otra habitación, ambas con baño privado, la casa estaba totalmente equipada.

Ya acomodados paseamos un poco para reconocer la zona, bellísimo lugar, con cualquier cantidad de pájaros y vegetación por doquier, abundando los árboles llamados sauce, había sauce común y los bellísimos sauces eléctricos, que con sus ramas largas, casi tocando el suelo, hacen esos refugios para guarecerse debajo los días soleados y de mucho calor.

Entre paseo y paseo la tarde se fue, había empezado a caer el sol y fuimos hasta una de las márgenes a ver como se ponía. Sentados en la arena, nos abrazamos como hacía rato no estábamos, viendo como el agua iba apagando la luz con un tono naranja fuerte. Incluso pudimos observar cómo se elevaba gallarda esa luna a la que le faltaba un cuarto para brillar en todo su esplendor.

Al acostarnos tratamos de hacer el amor, la verga de Osvaldo a media asta, no se le paraba bien, me mintió asquerosamente, me dijo que era el cansancio del trajín que tuvimos en el día. En el piso de arriba escuche como ellos hacían el amor, solo se escuchaba el mover de la cama, no había ni gemidos ni otro indicio de sexo que no fuera el mover de la cama.

Escuche que mi marido ya roncaba como un morsa, mi excitación y hormonas están a full, ¿Por qué no echarme un dedo?, asegurándome que estaba bien dormido, me baje la tanga y comencé acariciando mis pliegues y labios vaginales. Ya húmeda a full mis dedos iban y venían desde bajo hasta arriba de izquierda a derecha, introduciendo cada tres o cuatro pasadas mis dedos anular y medio a la vez que la palma de mi mano estimulaba el clítoris, que se sentía suave, mis dedos pasaban por mi boca dejando ese rico agridulce de mis jugos en ella, pequeños pellizcos en los pezones hacían elevar mi calentura, no paso mucho tiempo que esa rica electricidad corrió por todo mi cuerpo e hizo palpitar mi vagina, de mi boca escapo un gran gemido, esperando que no lo haya escuchado nadie, reubique la tanga y ya más relajada me dormí.

Siento que me mueven del hombro, abro los ojos, aun es de noche, mirando el reloj observo que las agujas marcan las cinco y treinta de la mañana, mi hermano de pie a mi lado parecía la foto de la enfermera en los hospitales pidiendo silencio, me hace señas con su mano para que me levante, al instante me levante yendo a la cocina comedor, el al verme en tanga y sin corpiño se sorprendió, si me había visto en malla pero nunca así, pasando su vista por todo mi cuerpo me dijo…

– Dale Norita, vestite, así vemos la salida del sol en la playa.

– Bueno Osqui, dale ya estoy.

Bajamos y a paso rápido para no perdernos el espectáculo hicimos los metros que nos separaban de la playa, en donde nos sentamos uno al lado del otro, l brisa del rio estaba bastante fresca, paso su mano sobre mi hombro abrazándome y así vimos ese magnífico regalo de la naturaleza. El febo comenzó a elevarse gallardo, el oleaje precia ir rompiendo el agua para que ello ocurra, rearmándose para no permitirle que se vuelva a ocultar, que lindo fue poder llegar antes que ese primer rayo asomara sobre el horizonte.

Oscar me dijo que volvía enseguida, fue a la cabaña y regreso como prometió, casi al instante, con una manta que colocó sobre mis hombros y un termo a medio llenar de café con un poco de leche, el que comenzamos a sorber de a poco.

– Que bien que la pasaste anoche hermanita, nunca te había escuchado gemir.

– ¿Y ustedes? Esa camita hacía mucho ruido.

– No hermana, para nada, intente ver qué pasaba y fue lo mismo que en casa, ella estaba helada, fue solo ponerse boca arriba para que yo suba y me descargue, su concha inclusive estaba seca como lengua de gato.

– Bueno, a mí me pasó algo parecido, a él no se le paraba.

– Pero gemiste lindo igual.

– Hay Nora, yo te escuche gemir.

Le metí mis dedos en la boca diciéndole que chupe y sienta el sabor.

Luego de hacerlo me observo y dijo que no sentía bien el gusto, pero le pareció agrio.

– Bueno hermanito querido, ese es el sabor de tu hermana.

– ¿Qué?

– Si boludo, disfruto más de una paja que de la poronga de mi marido. (me largue a llorar)

Creo que no encontró en su cabeza ninguna palabra de consuelo, en silencio me abrazo acariciando mi cabeza muy suavemente, ese gesto me enterneció, el llanto se transformó en sollozos hasta desaparecer por completo, cuanta seguridad me transmite mi hermano.

Voy a obviar de aquí en más todo lo relativo a Nuria y Osvaldo, ellos siguieron en la misma postura que en la ciudad, quisimos hablar sobre lo que nos ocurría y no se pudo, estaban encerrados en su postura de cuasi silencio, respondían con evasivas y no hacían nada para que el dialogo fluyera. Los tres días que pasamos ahí casi no salieron a ver la luz del sol, sinceramente un verdadero suplicio, por suerte nos teníamos nosotros, como nos dicen nuestros padres, “la yunta brava” Timón y Pumba.

Esa misma noche, al término de la cena, salimos a caminar a la luz de la luna que se reflejaba inquieta sobre la superficie del agua. No sé cuánto nos alejamos, pero si fue mucho, se hizo corto por la compañía de mi héroe, pero sé que estábamos lejos cuando regresamos, nos demoramos muchísimo en llegar.

Cuando nos cansamos un poco de caminar nos sentamos en la arena, habíamos llevado el equipo de mate y una lona en la mochila.

La noche estaba cálida por lo que le propongo nadar un rato, aprovechando que el rio estaba calmo, acepto con gusto y corriendo tomados de la mano nos metimos en el agua.

Luego de nadar un rato le pedí que me enseñar a hacer la plancha, me explico o de la respiración y me dijo que flotara boca a arriba quedándome quita, lo intente y no me salía bien, dale de nuevo yo te voy a ayudar, me dijo, cuando me pongo de espaldas, una de sus manos me tomo de los omoplatos y la otra del culo, lo que me produjo cierta excitación que no me dejo concentrarme en la respiración y me volvía a hundir, riendo a carcajadas me dijo mejor lo dejamos para mañana, cuando ya estuve de pie me abrazo con un amor único, me pareció sentir su verga endurecida.

Salimos del agua, su cuerpo brillaba por el reflejo de la luna, el corpiño de mi malla se había bajado un poco de un lado, mi hermano se dio cuenta y con dos dedos lo elevo tapando el pezón que había quedado al aire, no me dio vergüenza para nada, es más mis pezones se pusieron duros. Nos sentamos en la lona y me recosté sobre su entrepierna, notando la dureza de su miembro en la cara, sinceramente lo hice a propósito, sabiendo lo que quería y como lo quería, con movimientos muy suaves pasaba mi cara por su hombría, notando como cada vez se ponía más duro, me puse boca arriba para intentar ver sus ojos.

– Oscar, te pido perdón.

– ¿Por qué?

– Por lo de recién.

– ¿Por lo del pezón? No hay drama amor, si no te dio vergüenza a vos…

– ¿Te gusto verlo?

– La verdad que sí, es hermoso, agradezco a la luz de la luna que me permitió verlo.

– Bueno Osqui, acá los tenés, disfrútalos.

Me saque la parte superior de la malla dejando mis tetas libre, para que las pueda observar, sin inmutarse en lo más mínimo, tomo uno con dos dedos y le aplico un pequeño pellizco, mi piel se erizo y estos mismos pezones se pusieron duros al instante.

Se levantó diciendo que lo espere, hizo un pozo en la arena, junto un montón de ramas y troncos para hacer una fogata dentro, prendió un cigarrillo, luego hizo lo mismo con las ramas, el calorcito llegaba hasta mí, preguntándome si estaba bien ahí, asentí y volvió sentarse a mi lado, tomamos unos mates hablando de cualquier cosa que no tuviera nada que ver con nuestras parejas.

Ya que terminamos los mates, atizo un poco el fuego puso más troncos, se acercó diciéndome.

– Me parece injusto que estés así vos sola, así que…

Se sacó el short de baño dejando expuesta su hermosa verga, si bien no es ni gruesa ni larga, es perfecta para mí. Hice lo mismo con la tanga de mi bañador.

– Tampoco es justo que vos solo estés totalmente desnudo.

Volvió a sentarse en la posición anterior y me recosté nuevamente sobre su verga apoyando mi mejilla en ella, así pase un rato, moviendo de a poco mi cara sobre ella, acariciándola con mi piel hasta que sentí una tenue humedad, me di vuelta y le pase la lengua por la punta, comprobando que era su liquido pre seminal, que rico sabor que tiene mi hermano, se la limpie bien y volví a recostarme sobre ella.

Llevo su mano a mi vagina y pasando sus dedos entre los labios, tomo en la yema de ellos mi humedad, se llevó estos a su boca y dijo, que estaba sabroso.

Ya no pude aguantar más, me gire hacia esa verga y la metí en mi boca, iba desde la punta hasta la raíz, entraba y salía de mi boca excitándome como no recuerdo nunca haberlo hecho, cuando llegaba al fondo sacaba la lengua para tocar con ella sus grandes huevos, de un empujón me puso de espaldas subiendo sobre mí, puso nuevamente la verga en mi boca y su lengua se perdió entre mis labios vaginales, me hizo abrir bien las piernas para poder recorrer toda mi caliente concha, llegando a mi culo, toquecito de lengua y otra vez a tomar mis juguitos, hábilmente con la lengua estaba dentro de la vagina a la vez que el clítoris era estimulado con una mano, lo que me produjo un estridente orgasmo, pude gritar a gusto, total quien nos iba a escuchar.

Me puso en cuatro, se arrodillo frente mi cara y comenzó a cogerme la boca, un par de veces toco mi campanilla provocándome arcadas, lejos de parar Oscar continuaba y cada vez con más vehemencia, hasta que ese semen acumulado en sus testículos impacto en el fondo de mi garganta, trague y trague para no desperdiciar nada, la dejo dentro de la boca hasta perder firmeza, sacándola quedo colgando al frente de mis ojos, termine de tragar lo que tenía en la boca y le pase la lengua como si fuera un gato limpiándola, e hice un miauuu arrancándole una risa hermosa.

Nos volvimos a recostar disfrutándonos con unas caricias mutuas, la desnudez nos hacía más libres, estábamos como Robinson Crusoe disfrutando de la naturaleza. Aporto más troncos al fuego.

Vimos como la luna seguimos su camino a lo más alto del cielo, no puedo precisar cuánto tiempo paso, pero creo que fue mucho, pues tuvo que poner dos veces más leños al fuego e ir a buscar otros, me encanto observarlo caminando con su verga pendiendo entre sus piernas y su culo redondeado.

Se sentó a horcajadas sobre mí y por primera vez su lengua invadió mi boca con el beso más dulce que jamás recibí, sentía en mi vientre como su herramienta de trabajo sexual crecía de a poco, cuando ya estaba a su máxima expresión me escabullí entre sus piernas y me puse en cuatro, el muy guacho se perdió entre mis glúteos para darme una buena mamada en el esfínter anal, era lengua y dedo, dedo y lengua, él no lo sabe, pero me encanta.

Si aviso previo clavo su verga de golpe en mi vagina empapada, cuanto placer, me encanto, es la primera vez que me lo hacen así, se movía dentro de mi víscera en una forma totalmente violenta, su huevos pegaban en mi entrepierna haciendo un ruido exquisito, entre puteada varias acabe como tres o cuatro veces (había perdido la cuenta) ante que él me quemara el cuello del útero con su semen caliente, me había saltado la perra que hay en mí.

– Dale hijo de puta, dale más fuerte, que pasa ¿no te da la nafta? Cogete a tu hermana ¿te gusta? Me estás dando todo el placer que nunca me dio el estúpido de mi marido.

Extenuados caímos de rendidos sobre la manta que reposaba sobre la arena, juntos, abrazados, a los besos, viendo como el fuego se iba consumiendo, consumiendo de a poco como el amor y la pasión en nuestras respectivas parejas.

Regresamos a la cabaña muy entrada la madrugada, me acuesto al lado de mi esposo, quien ni si quiera registro mi vuelta, esa noche dormí más que plácidamente, satisfecha como hacía tiempo no lo estaba.

El otro día transcurrió como suele ocurrir a diario en nuestra vida cotidiana, cero dialogo, pocas, casi nulas actividades en conjunto, salvo algún beso furtivo con mi hermano a la sombra de nuestros conyugues y a la espera que pase la hora para el arribo del transporte que nos llevaría a tierra firme y así llegar a casa.

Una vez instalados en nuestros respectivos hogares, exactamente veintidós días después, lo llamo por teléfono a mi hermano.

– Hola hermano, buenas tardes.

– Buenas tardes mi chiquitita, como esta todo por ahí, yo estaba a punto de llamarte, porque la semana pasada, se fue Nuria de casa, estuve un poco ocupado ayudando con su mudanza.

– Jajajaja te llamaba por lo mismo, recién acabo de avisarle a Osvaldo que me voy, no quiero saber más nada de él.

– ¿Y cómo vas a hacer?

– Tenía pensado alquilar un pequeño departamento, pero visto que se fue Nuria ¿vos podrías refugiarme hasta que alquile?

– Más vale, cuando querés que te vaya a buscar.

– Si es posible ayer…

– Dale acomoda la ropa y en dos horas paso con una camioneta y ya te venís.

– Gracias amor.

Extendí un par de sabanas en el piso y tire toda mi ropa arriba de ellas, las cerré con un nudo y las prepare para llevar, como así otras pequeñas cosas, el resto lo negociaríamos con el divorcio, por ahora me voy con lo justo y estrictamente necesario.

Llegamos a la casa de Oscar descargando todas mis pertenencias, dispuesta a acomodar todo le pregunto dónde voy dormir.

– Amor, en donde vas a dormir… en el sitio que te mereces, en la suite real, donde reposan las reinas de la casa.

Me llevo a su cuarto, abrió el placar y me cedió el lugar otrora ocupado por Nuria. Creí entender algo que sí, se hizo realidad, yo, Nora, a partir de hoy pasaría a ser la esposa de Oscar.

Esa misma noche tuvimos una sesión de sexo sin medidas ni tabúes, hasta me regalo lo que no me debe faltar en unos rounds de sexo, tuve mi ración de verga por detrás, (me encanta el sexo anal).

Me hizo poner boca abajo, la misma humedad de mi vagina sirvió como lubricante para que el acceso sea más fácil y placentero.

La verdad con mi hermano descubrí la delicadeza que puede llegar a tener un hombre en todos los aspectos sexuales, siempre fue muy delicado y cuando no lo fue, lo hizo porque la situación lo requería o bien se dio cuenta que yo, lo quería así.

En la actualidad, ya no sabemos cómo dibujar más ante nuestros padres el hecho de vivir juntos, ellos quieren que me vaya a vivir con ellos, pero nosotros a pesar que podríamos seguir teniendo nuestros encuentros, no queremos separarnos, estamos enamorados por partida doble, el amor de hermanos y el amor de pareja.

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