Como ya les conté en un relato anterior, tengo un primo menor que yo que, en una ocasión me vio, sin que yo lo supiera, vestida de mujer cogiendo en la casa de mi abuelo con dos albañiles. Años después, el primo me confesó que desde ese día había querido cogerme, sin importarle nuestro parentesco.
En un principio me negué, pero él dijo algo así como que no veía nada de malo en su deseo por alguien de la familia y añadió que "no es como que puedas quedar embarazada". Pasaron 3 semanas en las que el morbo me tenía a mil, pensando en que sería un nivel nuevo de perversión y me imaginaba el escenario irreal en el que yo, en mi forma de Isis Valeria, quedaba preñada de mi propio primo.
Al fin, un día me saludó por Facebook, la primera vez que me saludaba después de su propuesta "indecente" y aprovechando decidí calentarlo con una foto que mi jefe me tomó mientras me culeaba. Además de mandarle la foto, le pregunté por texto: "y si pudieras dejarme embarazada, ¿aun así me cogerías?", a lo que respondió con una foto de él frente a un espejo de cuerpo entero mostrando su pene erecto.
Sexteamos rico y, ya calientes, acordamos la fecha para vernos. Nos quedamos de ver en un hotel; ahí me vestí con un putivestido de licra verde limón, con cortes en los costados, tirantes y un escote redondo. Debajo, juego de tanga y brasier relleno color verde oscuro, medias de nylon color canela y zapatillas rojas; el atuendo remataba con peluca ondulada castaña.
-Mira -le dije-, quise vestirme muy puta puerca porque lo que vamos a hacer es muy sucio, jejeje. Te vas a coger a tu prima, pinche depravado.
-Y mi prima bien que quiere mi verga, ¿verdad?
Empezamos el faje: besos, caricias, frotarnos con los genitales que de inmediato reflejaron nuestra excitación…
-Dime cosas guarras -me pidió el primo-, dime cosas guarras como las que les decías a los albañiles que te cogieron en casa de mi abuelo…
Yo le seguí el juego: "No, ¿cómo crees que te voy a decir esas cosas? Si tú eres un chavo bien, recién salido de la universidad… En cambio ellos eran ya unos hombres cabrones, bien calientes y vergudos. Ellos no se andaban con mamadas, querían usarme de puta y yo les di gusto. A ti te falta experiencia para hacerme gozar así".
Desde luego que lo tomó como reto y comenzó a besarme más brusco, a agarrarme las nalgas con más firmeza, hasta me lastimó un poquito, pero me gustó su nueva actitud.
-¿Crees que no te puedo coger sucio? Date la vuelta, pendeja, que quiero cogerte ya.
En eso, él me volteó y me subió el vestido, bajó sin ningún cuidado mis medias y, contrario a lo que dijo, en lugar de penetrarme se agachó y empezó a lamerme el culo. Lo hacía maravilloso y gracias a eso me tenía ya en 4 en la cama. Esta buscándose el condón pero entonces, sin dejar de darle la espalda, busqué con mi mano su pene y lo tomé:
-No, primito, si vamos a estar de depravados, vamos a hacerlo completo: cógeme así sin condón, quiero que entre tu verga directo, quiero que me preñes.
Cómo si fuera mi esclavo, dejó el condón de lado y fue directo a ensartarme con su pene duro. Entre mi experiencia y sus lamidas, entró sin dificultad. Se sentía rico: firme, muy firme, de buen tamaño sin ser enorme. Comenzó a moverse muy rápido y con desesperación, me habría gustado que fuera más lento primero, pero su inexperiencia se compensaba con sus ganas.
-Al fin se me hizo… al fin se me hizo probar este culo. Lo he deseado muchos años.
-Ay, primito, quién te viera así de chiquito pero bien cogelón. Sigue, sigue dándome verga…
-¿Te gusta?
-¡Me encanta! ¿Y a ti te gusta? ¿No te importa ser uno más de los que se han metido ahí?
-No me importa, te deseo por puta, te amo por puta, prima.
Cuando mi primo estaba llegando al clímax bajó su ritmo y parecía querer salirse. Por eso, apreté el ano y le dije con la voz más maricona y suplicante que pude hacer: "No te salgas… préñame, primo, embarázame, tíramelos adentro, no le hace que seamos parientes, quiero que me embaraces". Entonces mi primo empezó a darme más fuerte y terminó de golpe. Echó mucho semen, se notaba que lo traía guardado.
Nos recostamos un momento. Él estaba exhausto, pero yo, aunque lo había disfrutado mucho, no había llegado al clímax. Finalmente, imponiéndome por edad y por experiencia le dije:
-¿Ves cómo no le llegas todavía al nivel de los albañiles? Yo todavía estoy ganosa; ahora, por pendejo inexperto, te vas a comer mis mecos también.
Le acerqué mi verga a la cara y empezó a mamar. Lo hizo deliciosamente hasta que me vine en su rostro. Se portó muy bien mi primo; yo creo que tendría futuro como travesti.