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Fantasías (I): El chofer de Uber
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Tiempo de lectura: 4 minutos

Acababa de salir de la universidad, la junta de academia de maestros se había alargado más de lo esperado y mi carro se había quedado en el taller, así que la única opción viable era pedir un Uber, abro la aplicación y solicito un carro, en cuanto se confirma el viaje, veo la foto del conductor a quien llamaremos Mario, la foto mostraba el rostro de un joven de aproximadamente 30 años, con barba de apariencia de 3 días y cabello largo. Me pareció atractivo y deseé que esa fantasía de tener encuentros con un conductor de plataforma se cumpliera.

En cuanto llegó Mario, bajó la ventanilla del lado del copiloto y me preguntó por mi nombre para confirmar que era yo quien había solicitado el viaje, le dije que sí, sentí su mirada que me escaneaba de arriba abajo, pero decidí ignorarla ya que no sabía si era yo quien estaba alucinando por mi deseo de tener algo en un carro con un chofer o realmente me había visto con esa mirada morbosa que se detuvo un momento en el paquete que se marcaba en el pantalón ajustado de aquel traje azul marino que vestía aquel día.

Me dirigí hacía la puerta de atrás del lado del copiloto y me preguntó:

Mario: Es un viaje largo, te molestaría irte adelante para que vayamos platicando

Yo: Por supuesto que no- mientras sentía una pequeña excitación que traté de ocultar en mi voz

Los primeros 5 minutos del viaje, en lo que salíamos de la calle en la que se encontraba la universidad, trascurrieron con la plática normal: El clima, que si ya había salido del trabajo, etc.

En cuanto tomamos el periférico para poder llegar al destino que nos tomaría aproximadamente, según la aplicación de viajes unos 30-40 minutos, empezamos a hablar de cosas más importantes

Mario: ¿Qué onda profe? Entonces planea salir al rato de antro

Yo: No, ya estoy cansado

Mario: pero a poco no va a ir a ligar a una morrita

Yo: No me laten las morritas, dije con miedo a una posible reacción homofóbica, pero era el momento de lanzar el anzuelo)

Mario: Ahhh pues ya somos dos- mostrándome una pulsera de la bandera de arcoíris que traía en su muñeca izquierda

Yo: No ma que chido, tu si vas a salir al rato a ligar

Mario: Llevo todo el día en el carro y ya estoy cansado, pero si me gustaría para relajarme, llevo toda la semana sin echar palo- mientras se sobaba la verga sobre el short color blanco que llevaba puesto.

Yo: pues a mí también me hace falta echar un palo, por lo menos unos wapos (mamadas) o ya de a perdida una chaquetita, le respondí mientras me sobaba también el paquete sobre mi pantalón.

Ambos seguíamos sobándonos nuestros respectivos paquetes, yo miraba como su verga iba creciendo en aquel short y sentía la mi empezando a ponerse dura, presionando con la tela del pantalón del traje, por alguna razón no me había puesto ropa interior en la mañana, en ese momento nos tocó un alto.

Mario: vaya creo que los dos nos estamos poniendo duros, lástima que yo no puedo sobármela mucho porque voy manejando- dirigiendo su vista hacia mi entrepierna

Yo: Eso se puede solucionar rápido, si quieres te ayudo- mientras veía como a él se le iluminaba la cara con una pícara sonrisa y asentía con esa cara que me había gustado en la foto y aún más en persona.

Llevé mi mano hacia su pierna velluda y descubierta a la altura de la rodilla mientras el semáforo nos daba la luz verde, el empezó a avanzar mientras mi mano iba subiendo poco a poco hasta llegar a ese bulto ya marcado en la tela y se lo empecé a sobar, se sentía una verga dura de unos 17 cm, bajé mi mano hacía sus huevos, movimiento que se facilitó porque Mario separó un poco las piernas, lo que me permitió sentir esos huevos grandes.

Yo: Uff, se siente que tienes una muy buena verga- mientras sobaba aquel paquete,

Mario: Si quieres puedes verla- aprovechó el alto para llevar su mano al botón del short y desabotonarlo, le ayudé a bajarse un poco el short descubriendo que traía unos trunks de color verde aqua, si han seguido mis relatos recordarán que la ropa interior y los aromas siempre me han parecido excitantes, así que lleve mi mano a esos calzones y empecé a sobar la verga que se mostraba dura y en la cual se marcaban unas venas que me hicieron ponerme aún más caliente y que mi mano libre comenzara a sobar sobre mis pantalones mi propia verga.

En ese momento la ruta que nos marcaba la aplicación nos desviaba del camino principal por un accidente sobre el periférico

Mario: ¿Te importa si nos desviamos? – con la voz un poco entrecortada por la calentura de aquella sobada.

Yo: no, por supuesto que no.

Así que tomamos la primera salida posible, entramos a una parte donde era más fácil podernos estacionar.

Mario: Me voy a orillar para quitarme los shorts y podamos seguir.

A mí me encantó escuchar aquellas palabras, se orilló y poniendo el carro en neutral y activando el freno de mano; se desabrochó el cinturón de seguridad, se levantó un poco para deshacerse de los tenis, seguidos de los shorts, los cuales colocó dentro de la consola que dividía los asientos, solo quedándose con los calzones, mi vista estaba clavada en su entrepierna así que en cuanto los calzones abandonaron su cuerpo pude ver aquella deliciosa verga que salió disparada al sentirse liberada de la tela que los oprimía, los iba a colocar en la consola pero se los arrebaté y me los lleve a la nariz, no podía perderme el aroma de aquella fantasía que se estaba volviendo realidad

Mario: eres un morboso, pero huélelos bien, que están sudados de verga de todo el día- sonriendo lujuriosamente

Pude comprobar que efectivamente olían a verga, a sudor de macho, de estar todo el día sentado, incluso se sentían húmedos por el sudor y olían también un poco a orines, bajé sus calzones de mi nariz y los dejé cerca de mí para poder olerlos en cualquier momento.

Después de bajarlos Mario aprovechó y llevó su mano a mi cuello jalándomelo para darme un ardiente beso de lengua, mientas su mano sobaba mi verga sobre mi ropa y mi mano masturbaba aquel delicioso mástil que ya estaba completamente erecto apuntando hacia arriba y que empezaba a lubricar unas cuantas gotas.

Mario: Voy a seguir manejando, ya que la aplicación puede detectar algún problema.

Yo: Si, yo me encargo de tu verga.

Mario: ¿Quieres lubricarla un poco, antes de seguir avanzando?

Yo solo asentí con la cabeza, me solté del cinturón e inclinándome un poco sobre la consola del auto, llegué a aquel delicioso y brilloso manjar, llevándolo inmediatamente a mi boca, empecé por lamer aquella cabeza circuncidada, llevarlo a mi boca, provocó que mi nariz fuera recompensada con el aroma que había olido en sus calzones y que obviamente estaba más concentrada en aquella verga, eso me puso al 100, así que empecé a mamar procurando dejarlo bien húmedo de saliva, me separé un poco y le escupí sobre la verga, volví a sentarme correctamente y a abrocharme el cinturón sin separar mi mano de aquella herramienta que estaba cumpliendo y sobrepasando mis fantasías. Continuamos nuestro camino

Mario soltaba quejidos de placer de vez en cuando, tratando de concentrase en el camino.

Mario: Estoy por correrme, no pares.

Saber que pronto vendría su leche, me hizo subir la intensidad de aquella chaqueta, hasta que sentí que en mi mano palpitaba su pene el cuál empezó a soltar cinco calientes chorros que salpicaron un poco el volante, su camisa y el resto cayeron en mi mano, llevándola a mi boca, la limpié, eso hizo que Mario quien ya se había detenido pues justo estábamos llegando al destino, me diera un beso de lengua en el que cambiamos el sabor de su semen.

Nos pasamos el teléfono, pues Mario prometió recompensarme por aquella descarga que le había hecho.

Escribo este relato con el deseo de que se vuelva realidad.

No olvides dejar tus comentarios y si tienes sugerencias para hacer mejor mis relatos también te las agradecería. Si gustas que platiquemos, entonces escríbeme ([email protected]).

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