Aquella noche dormí a pierna suelta, tal fue así que inconscientemente ignoré el aviso de mi despertador quedándome dormida de nuevo. Cuando al fin me desperté faltaban apenas veinte minutos para las nueve, sobresaltada al conocer la hora en la que vivía salté de la cama tan rápido como pude. Al hacerlo me di cuenta de la situación en la que me encontraba y es que estaba completamente desnuda como resultado del calentón que la noche pasada llevaba encima.
Afortunadamente, mi compañera de habitación ya se había ido de lo contrario me habría visto de esa forma. Recuperando la calma abrí el armario en la búsqueda del atuendo que hoy llevaría a la facultad, decidiéndome por unos vaqueros clásicos y un top amarillo. Tardé apenas cinco minutos en arreglarme antes de salir por la puerta, y es que si no me espabilaba llegaría tarde a la primera clase de la mañana y no podía permitir que eso pasase.
Las horas pasaron y la jornada estudiantil había llegado por fin a su final, durante su transcurso no pude evitar pensar en varias ocasiones en todo lo ocurrido el día anterior y en la cita que tenía con mi tío esa misma tarde. Por todo ello me estaba planteando seriamente no acudir a ella, me conocía de sobra y sabía que mi razón me podría traicionar y todo se descontrolaría. Sin embargo, no pude evitarlo y me decidí a ir, me convencí que llegado el momento sería mi tío el que pondría algo de cordura y no pasaría nada entre nosotros. Yo era su sobrina, me conocía desde pequeña y me había visto crecer jugando junto a sus propias hijas, nunca sería capaz de hacerme nada inapropiado.
A eso de las ocho menos cinco ya estaba en la puerta del taller, dudé si entrar o no pero preferí mejor esperarlo afuera para no parecer demasiado apresurada, apoyada en la fachada del edificio no pude evitar fijarme como apenas circulaban coches por esa calzada, la ausencia de tráfico hizo que llegasen a mis oídos las voces procedentes del interior de aquel bajo, por puro chisme me acerqué más a la puerta para poder escuchar mejor de lo que hablaban mi tío y el que supuse que sería su ayudante.
Ayudante: Jefe ya voy acabando de limpiar, si quieres me puedes esperar en el bar de la esquina para tomarnos la copa.
Mi tío: Hoy no cuentes conmigo.
Ayudante: ¿Y eso?
Mi tío: Prometí que le enseñaría a conducir a una amiga de mi hija.
Ayudante: Ajá ya veo, me cambias por una mujer. Solo te lo perdonaré si está buena y me la presentas.
Mi tío: ni lo sueñes chaval que te conozco, no quiero que vayas de baboso y me asustes a la niña.
Ayudante: Joder por quién me tomas, ¿pero tan buena está?
Mi tío: Lo está, además ya sabes como son las niñas de ahora que se visten con ropa bien apretada marcando sus atributos y no se cortan un pelo si las pillas mirándolas.
Sin duda estaba hablando de mí, lo de “amiga de su hija” solamente fue una tapadera para no descubrir ante su ayudante que realmente se trataba de su propia sobrina.
Ayudante: Uff si, cada vez me gusta más la época de calor porque salen casi sin ropa a la calle.
Mi tío: Y sin salir a la calle, ayer se presentó en mi casa y sin yo pretenderlo la pillé medio desnuda en mi baño.
Ayudante: Bueno ya de verdad pienso que me estás tomando el pelo, no puedes tener tanta suerte.
Mi tío: ¿Me creerías si me vieses cascarmela en ese mismo baño cuando ella salió?
¿De verdad acababa de oír eso? No podía creérmelo, si eso fuese cierto el cerdo de mi tío se habría pajeado motivado por el cuerpo desnudo de su sobrinita, en tanto ella y su esposa lo esperaban para poder cenar.
Ayudante: ¿Y porque no te la tiraste?
Mi tío: Porque estaba mi esposa en casa, que si no…
Ayudante: Jeje ni que fuese la primera vez que la engañas con otra.
La revelación de que mi tío le era infiel a mi tía no me sorprendió lo más mínimo. Eso explicaría lo mucho que se cuidaba físicamente y el poco tiempo que estaba en casa, siempre, supuestamente, por culpa del trabajo.
Mi tío: Bueno ya… pero ese no era el momento.
Ayudante: Y hoy?
Mi tío: Ya te contaré mañana, ahora vete que debe estar al caer y no quiero que me la espantes.
Ayudante: Pfff… ya me voy, ya me voy
Al escuchar los pesados pasos acercándose a la puerta me escabullí rápidamente al interior del portal que daba acceso a los apartamentos del edificio, haciendo como que buscaba las llaves esperé a que ese hombre pasase de largo. Todo lo que había escuchado me hizo replantearme si de verdad debía seguir adelante con eso o en cambio sería mejor darme la vuelta y escapar huyendo de allí. El nerviosismo me impedía pensar con claridad, por una parte me asustaba pensar en lo que podría hacerme y por otra las ganas que tenía de aprender a conducir, ¿o eso era una mera excusa para ver hasta dónde era capaz de llegar?
El tiempo apremiaba ya pasaban cinco minutos de la cita acordada, debía tomar una decisión ya. Lo siguiente que recuerdo a aquello es a mi entrando en aquel taller en su búsqueda..
Yo: Tiiio ya estoy aquí ¿dónde estás? – grité yo al no verlo por ninguna parte.
Mi tío: Estoy en la oficina, espérame afuera que ya salgo.
Obedeciendo sus órdenes salí por donde había entrado, al ver su coche allí afuera aparcado me decidí a esperarlo apoyada en la puerta del conductor que casualmente era la más próxima a la acera. Desde allí observé como usando un hierro para alcanzar el tope de la persiana tiraba de ella hacía abajo para cerrarla, finalmente le pasó la llave y se dirigió a mi encuentro. Al llegar a mi altura no pude evitar fijarme en el repaso que hizo de mi cuerpo de arriba a abajo antes de darme órdenes.
Mi tío: Venga entra por el otro lado que aquí no te puedo dejar conducir. Déjame que te lleve a un sitio más tranquilo que yo me sé anda.
Yo: Va… vale voy.
Estaba nerviosa por todo lo que había escuchado, pero hoy no podía quedarme muda como ayer. Buenamente como pude busqué la manera de sacar algún tema sobre el que conversar, traté hablarle del tiempo o preguntarle acerca de sus hijas pero sus escuetas respuestas no daban pié a continuar la conversación por lo que exhausta de intentarlo decidí permanecer callada. Veía por la ventana como nos aproximábamos a la salida de la ciudad tras cruzar un puente nos adentramos de lleno en lo que parecía una zona industrial.
Mi tío: Por aquí puede valer.- Dijo mientras paraba el coche en una orilla de la carretera.
Lo cierto es que parecía el sitio idóneo, las calles eran amplias y al ser tan tarde ya todas las empresas habían parado su producción hasta al día siguiente por lo que apenas había tráfico. Tras el cambio pertinente de asientos, ponerme el cinturón y acomodar los espejos estaba lista para empezar la clase.
Mi tío: Muy bien, empecemos por lo básico. Pon primera y trata de mover el coche.
Yo: Vooy.
Llena de confianza lo hice sin pensar, llevaba toda la vida viendo conducir a los demás me había convencido de que no podría ser tan difícil… Pisé el embrague metí primera y… el coche dio un brinco y se apagó.
Mi tío: Venga vuelve a encenderlo y ahora prueba a levantar menos el embrague y sobre todo a quitar el freno primero…
Yo: S… si vale, lo siento.
Avergonzada seguí sus acertados consejos, pronto noté como el coche poco a poco se movía de su sitio. Al poco rato empecé a oír como el motor comenzaba a hacer un ruido exagerado.
Mi tío: Deberías subir de marcha… en algún momento.
Yo: Vo… voy
Penosamente no lo conseguía, me resultaba demasiado difícil concentrarme en mantener el coche dentro de la carretera y al mismo tiempo acertar con el movimiento de palanca adecuado. Viendo mis dificultades mi tío colocó su mano encima de la mía.
Mi tío: Pisa el embrague a fondo.
Obedeciendo su orden y siendo guiada en mis movimientos por su mano lo conseguí. Tras lograrlo no pude evitar reparar como su mano áspera y caliente tenía un tamaño suficiente como para cubrir la mía por completo de forma holgada.
Mi tío: Puedes acelerar un poco más no tengas miedo.
Sin quitar su mano de encima de la mía me guiaba en todo momento a la hora de cambiar de marcha.
Mi tío: Ahora frena y gira a la derecha en ese cruce de ahí adelante.
La vacía y recta calle industrial en la que nos habíamos metido ahora parecía no tener un final a la vista, aprovechando esa circunstancia sentí como de pronto movía su mano poniéndola en mi pierna.
Mi tío: No lo haces del todo mal. Sigue así.
Sus palabras de ánimo me agradaron, sin embargo, pensaba que tras decirlas retiraría su mano de su nuevo aposento en cambio allí seguía con ella posada en mi muslo, esa nueva situación me estaba poniendo más nerviosa si cabe y perturbó mi concentración hasta tal punto que al intentar subir una marcha más pisé el pedal equivocado haciendo frenar el coche abruptamente.
Mi tío: ¿Pero qué haces? Nos quieres matar o qué.
Su grito me pilló con la guardia baja, me sentía saturada mentalmente por todo lo que estaba sucediendo. Tal fue así que en ese momento comencé a llorar sin consuelo.
Yo: yo… yo lo siento mu… mu… mucho tío. Será mejor que pare.
Mi tío: no digas tonterías anda, fue culpa mía no debí hablarte de esa forma. A veces olvido con quien estoy tratando.
Tratando de reprimir mi llanto continué conduciendo sin darme cuenta que me había metido de lleno en una calle sin salida.
Mi tío: Da media vuelta y regrésate, no pasa nada.
Yo: Va… vale, ¿Po… por aquí voy bien?
Mi tío: Si, venga tranquilízate lo estás haciendo bien de verdad.- dijo sonriéndome.
A todo esto, su mano todavía continuaba en mi pierna
Mi tío: Muy bien ya le vas pillando el truco. Ahora en ese cruce ve a la izquierda.
Yo: Vale, bien.
Mi tío: Ahora reduce marcha y gira en ese cruce a la derecha.
Seguí manejando a merced de sus órdenes un buen rato, en el que su mano dejó de estar inerte lanzando ahora pequeñas y cariñosas caricias por todo mi muslo.
Mi tío: En este cruce hay poca visibilidad por lo que fíjate bien a los lados antes de pasar.
Yo: Eso está hecho.
Miré a la izquierda, luego volteé la vista a mi derecha de donde tampoco venía nadie por lo que podía pasar sin problema, pero en el recorrido de mi vista al frente no pude evitar lanzar una fugaz mirada al bulto que se asomaba en aquellos pantalones de trabajo y que definitivamente antes no estaba allí.
Mi tío: Muy bien sigue así.- dijo él tras yo completar la operación con éxito
Su mano continuaba deslizándose por mi muslo, ahora su recorrido era todavía mayor. La ausencia de una respuesta por mi parte hacía que cada vez fuera más y más atrevido.
Mi tío: Eres muy bonita, ¿lo sabías? Seguro que tienes novio.
Aquella pregunta estaba fuera de contexto, definitivamente mi tío estaba fuera de sí, debía parar eso…
Yo: Pues lo cierto es que no. – me vi sorprendida por la rapidez con la que le respondí.
Mi tío: ¿Ah sí? ¿Y cómo es eso?
Yo: No lo necesito, así como estoy tengo más libertad.
Mi tío: Vaya con las niñas de hoy en día.
Yo: ¿Qué nos pasa?
Mi tío: Que sois todas unas putas
Yo: ¡Oye! ¿Me acabas de llamar puta?
Mi tío: Es que estoy seguro de que lo eres.
Sus caricias ahora bajaban hasta el interior de mi muslo, mientras tanto no pude evitar ver como con su otra mano se rozaba su bulto por encima del pantalón.
Yo: ¿Tan seguro estás?
Mi tío: Estoy convencido. De hecho, seguro que hasta te has acostado con hombres de mi edad o incluso más.
Yo: Pues lo cierto es que sí, de hecho el que me desvirgó sería más o menos como tú.
Definitivamente había caído en su sucio juego e iba a perder.
Mi tío: Así que te gustan los maduros.
Yo: Si, me ponen mucho.
Su mano que hasta ahora bajaba por el interior de mi muslo ya subía hasta el límite de donde se encontraba mi vulva.
Mi tío: ¿Cómo te ponen?
Yo: Muy muy cachonda
Mi tío: ¿Y eso por qué?
Orillando el coche en el arcén, me volteé para mirarle y así darle una convincente respuesta a su pregunta.
Yo: Por como me miran, como me hablan, como me tocan…
Los dos nos quedamos mirándonos un escaso momento justo antes de comenzar a comernos la boca con devoción, sentía como su barba de tres días rozaba lastimando mi delicada piel, cosa que en aquel momento no me importaba, la calentura no me dejaba ver más allá de un objetivo y era ver lo que se escondía debajo de aquel pantalón. Su mano que había encontrado el lugar donde esconderse entre mis piernas se frotaba con fiereza contra mis labios, siendo tal la brusquedad de su movimiento que lejos de satisfacerme me provocaba cierta irritación debido a la tela del pantalón vaquero, las mías en cambio ya se habían posado en mi objetivo y buscaban la manera de liberarlo de su jaula.
Mi tío: Deja que yo te ayude.
Levantando su culo del asiento y con un rápido movimiento se deshizo de su pantalón junto con sus calzoncillos bajándolos de una hasta los tobillos. Rebotando hacía arriba salió disparada su polla que ya lucía completamente erecta y con restos de fluido preseminal. Se veía demasiado apetecible y yo estaba demasiado cachonda.
Yo: Déjame que yo te ayude con eso.
Al poco de decirlo me lancé hambrienta a por ella, a pesar de no ser excesivamente grande me costó metérmela entera en la boca, pero a pesar de ello lo conseguí. Tras mantenerla apenas unos segundos en mi interior la saqué por completo, al hacerlo vi como mis babas resbalaban por toda ella y la dejaban bien mojada.
Yo: Está muy rica tío, ¿me la puedo comer? -le pregunté yo mirándole a los ojos, casi suplicándole.
Mi tío: Es toda tuya niña.
Retomando donde lo dejé volví a introducir entre mis labios su ardiente verga para darle pequeñas succiones a su glande, mientras lo hacía notaba como palpitaba en mi boca con cada vez mayor intensidad. A pesar de que había poco tráfico algún coche que otro si que pasaba de vez en cuando, lejos de echarme para atrás aquello no hacía más que excitarme aún más. De pronto sentí como colocaba sus manos en mi nuca, usándolas para ahora guiar el ritmo y la profundidad de mi mamada, sin problema soporté aquella dominancia suya, cuando por momentos notaba que me faltaba el aire golpeaba sus piernas para que me liberarse momentáneamente de su presión. Justo cuando más rato llevaba con ella incrustada en lo más fondo de mi paladar, el claxon de un camión que pasaba por nuestro lado me sobresaltó haciendo que la sacase por completo de mi interior. Sin duda desde su altura pudo vislumbrar lo que aquí estaba ocurriendo.
Yo: ¿Tú crees que nos ha visto?
Mi tío: Sin duda, pero no te preocupes, están acostumbrados a estas cosas. Tú sigue con lo que estabas que ya casi me corro putita.
Que se dirigiese a mí de esa forma no hacía más que calentarme todavía más. Nuevamente agachando la cabeza seguí dónde lo había dejado, sus manos ahora habían recogido mi pelo haciendo un moño para que este no interfiriese en mi labor que se había vuelto todavía más intensa si cabe, empujando mi cabeza hasta el fondo hacía chocar la punta de su verga contra mi garganta sin censar, las babas discurrían por su tronco llegando a mojar todos sus huevos y deslizándose por ellos hasta manchar la tela del asiento.
Mi tío: Uff DIos me voy a correr.
Mi respuesta a aquello fue mover mi lengua por la base de su tronco sin duda aquello fue el detonante final de todo. Alojado en el fondo de mi boca sentí como aquel duro trozo de carne se tensaba, más si cabe, comenzando la lanzar fuertes chorros de leche contra mi paladar, sin dejar de hacer presión con sus manos sentía que me iba a ahogar por lo que abrí todo lo humanamente posible mi boca para que ese espeso y abundante líquido blanquecino fluyese por entre la comisura de mis labios hacia el exterior.
Mi tío: Joder que bien lo haces, ¿dónde has estado metida todos estos años?
Tras acabar al fin me dejó respirar, mis ojos volvían a tener lágrimas, pero muy diferentes a las de tan solo hace un momento. Los dos sabíamos que esto solamente era el principio de lo que todavía estaba por venir.
Eres súper excitante Laurita, q calientes esos súper relatos, espero la continuacion