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Era un hermoso día jueves de primavera, pero mucho más bonito era mi agradable despertar, me encontraba abrazada desnuda con mi novio Edgardo que también me gusta llamarlo el doctor porque trabaja de radiólogo en una clínica.

Lo conocí en la facultad cuando fue mi primer año de estudiar la licenciatura en literatura.

Me quedé un rato admirando a mi bello hombre, él era lo más hermoso del mundo, me encantaba su barba, su cabello largo color chocolate que le llegaba hasta los hombros y tenía una expresión muy serena cuando estaba durmiendo.

Le di un suave beso en los labios, acaricié su pecho y bajé mi mano hasta posarla en su miembro que ya tenía una erección.

Le acaricié lentamente su pene y parece que reaccionó ante mi contacto porque se le puso más duro.

Él se despertó y antes de que pudiese decir nada me subí encima de él colocando mi vagina desnuda sobre su verga y le di un beso apasionado en los labios.

Posó las manos en mis nalgas, me las apretó fuertemente y me metió uno de sus dedos mientras me besaba con lengua.

-Buenos días, amor- me dijo dándome un beso en la mejilla.

-Buenos días, doctor- le respondí dándole un beso en el cuello.

-Qué lindo despertar- me respondió, movió su dedo en el interior de mi trasero y me metió otro dedo más.

A mí también me encantaba despertar así con su miembro endurecido sobre mi vulva, con sus dedos moviéndose en mi trasero, todo esto era maravilloso con él, me incliné un poco hacia adelante y le puse mis senos desnudos en su boca que los recibió con un gran placer.

Sentir su lengua sobre mis pezones y luego por toda la zona de mis pechos era hermoso, ya sentía una abundante humedad en mi zona íntima, lo quería adentro.

Me puso ambas manos en la espalda, me acarició por unos segundos y luego apretó mis senos a la vez que los chupaba.

Su pene se levantó aún más e hizo contacto directo con mi vagina, aunque todavía sin entrar del todo. Di un salto para adelante y su miembro entró en mí por completo.

Suelte un profundo gemido y él abrió los ojos por la sorpresa de que ya estaba adentro de mí.

Empecé a saltar rápidamente sin detenerme en ningún momento, haciendo que mis senos escapen de su boca y se muevan también.

Él liberó mis pechos, pero se concentró en darme nalgadas mientras yo saltaba a mi gusto haciendo esos movimientos que tanto me gustaban a mí.

Se vació adentro de mí con total facilidad en pocos segundos, mis movimientos tenían ese efecto en mi amado doctor, siempre lo llevaban al límite de la excitación y hacían que una cascada de semen me inundará.

Me di vuelta quedando de espaldas a él, agarré su miembro y me lo metí en mi trasero, luego empecé a hacer movimientos con mis nalgas haciendo que saltaran bastante mientras él no me despegaba la vista de encima por cómo me estaba moviendo.

Después cambiamos de posición, él se incorporó y me la volvió a meter por el trasero, pero esta vez aprovechó para manosear mis senos y mi abdomen alternando las zonas de sus caricias con sus cálidas manos que tanto me gustaban y que tantas cosas me hacían sentir. Después, así como estábamos, le resultó fácil ponerme en cuatro, mi culo quedó bien elevado y Edgardo me tomó del cabello para hacer más profundas las embestidas.

Cuando mi atractivo doctor y novio se cansó de tenerme en cuatro y de estar embistiéndome duramente el trasero, ahí recién salió y se acostó sobre mí, en realidad se lo agradecí porque ya me dolía el culo de tanto sexo.

Puse mis piernas en su cintura y lo enredé con ellas, él me miró fijamente a los ojos mientras me volvía a penetrar mi vagina y eyaculo adentro mío otra vez más haciendo muy pocas embestidas.

Edgardo finalmente se acostó, totalmente agotado por nuestra increíble sesión de sexo.

Apoye mi cabeza en su pecho para acariciarlo y luego levante mis labios hacia los suyos y le fui dando muchos besos. Con mi mano fui bajando hasta su pene otra vez, pero en esta ocasión, en vez de tocarlo con mis manos, lo puse en el hueco de mis senos y con los movimientos que empecé a hacer con mis manos, hice que mis pechos saltaran alrededor de su miembro y que lo tocaran.

-Amor, en unos minutos debo irme a la clínica- decidí no contestarle y me metí su pene a la boca, pero aún lo estimulaba con mis tetas, eso lo terminó de convencer y me dijo:

-Pero antes voy a satisfacer a mi novia, ven aquí- me tomo de la cintura y me volvió a sentar sobre su miembro.

Este hombre me hacía muy feliz.

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