Acababa de presenciar todo lo sucedido entre mi amiga y mi padre, aunque no os lo creáis yo no estaba molesta con ninguno de los dos, de hecho, me había calentado sobremanera el haberlo visto todo. Carol me había pillado viéndola en pleno acto y para nada eso impidió que ella acabase lo empezado.
Por una parte me tranquilizaba saber que al menos mi padre no se había dado cuenta de que yo lo había presenciado todo, solo ella lo sabía y supongo que quedaría entre nosotras. La situación y el morbo de ver a mis dos personas más queridas follando juntas me habían alterado la sangre. Tras dar por finalizada su encuentro yo me fui a mi cuarto donde me quedé esperando la llegada de Carol para ver cómo encaraba la situación, mientras aguardaba su llegada inconscientemente llevé mi mano a mi coño, no me sorprendió encontrarlo completamente encharcado, ya que hasta aquel momento me había resistido a tocarme.
Sí ya sería embarazoso que me pillasen viéndolos, más lo hubiese sido si lo hacían viendo como me tocaba mientras los observaba. Pero ahora estaba a solas y no perdí ni un segundo, automáticamente agarré mi pantalón y de un tirón lo bajé al suelo dejándolo allí tirado, posteriormente me lancé a la cama tumbándome boca arriba y deslizando una de mis manos la metí entre la tela del tanga y mi pubis peludo. Mis dedos expertos en la materia ya sabían donde y como tocar para hacerme disfrutar, poco tardó la humedad de mi sexo en empapar por completo la tela del tanga que hacía lo imposible para evitar un mayor estropicio.
En esas estaba gozando con mi cuerpo cuando de pronto se abrió la puerta, era Carol que al fin se dignaba a aparecer. Yo estaba en la cama con las piernas abiertas, ligeramente flexionadas y con una de mis manos en mi entrepierna. Se me quedó mirando y como si tal cosa pasó cerrando la puerta tras de sí.
– Espero no interrumpir, sigue sigue yo como si no estuviese. -me dijo ella
– Pues claro que voy a seguir, faltaría más. Si estoy así es por culpa tuya.
– La mirona aquí eres tú, yo no te obligué a quedarte allí a ver lo que hacíamos.
– Aún encima tendrás la cara de reprocharme a mí algo.
– Son cosas que surgen, tú lo dijiste esta misma tarde.
– Ya… pero con mi padre??
– Surgió sin más, qué quieres que te diga, iba muy caliente.
– Me di cuenta, aunque mi padre tampoco se lo pensó mucho la verdad.
– Creo que me tenía ganas la verdad.
– No lo culpo, la verdad es que oportunidades como la tuya no creo que se le presenten todos los días.
– Entonces…
– Nada, que no me importa. Y puedes seguir cogiéndolo siempre que quieras.
– Pues puede que lo haga jeje.
– Ya me lo imaginaba. Pero quiero que me lo cuentes.
– Hecho.
– Bueno ahora si no te importa voy a acabar con lo que estaba que me falta poco.
– Si quieres me largo…
– No hace falta, te puedes quedar.
Ahora que habíamos aclarado las cosas yo me sentía liberada, pero también quería liberar otras cosas de mi cuerpo. Agarré mi tanga y levantando ligeramente el culo lo deslicé por mis piernas hasta dejarlo caer a la altura de mis tobillos, allí liberé uno de mis pies quedando anudado el tanga en el otro, pero con la libertad absoluta de abrir mis piernas todo lo que quisiera. Eso fue lo que hice y aprovechando esa abertura coloqué la mano entre mis piernas para seguir jugando con mis labios.
– ¿Te llegaste a correr?- le pregunté mientras continuaba tocándome.
– Pues sí, cuando estaba encima suya y me comenzó a azotar las tetas.
– Mmmm sii, eso lo vi.
– Esto es raro, de verdad quieres hablar de esto mientras…
– Siii, me calienta oírte hablar de ello. Así termino antes.
– Bueno será…
– ¿Te gustó su polla?
– Si bueno no es lo que más destacaría.
– ¿Y qué es?
– Sus manos
– ¿Ah si?
– Si, lo grandes que son y cómo se sentían acariciando mi piel. Ufff.
– Mmmm
– Y cuándo me levantó en el aire y me apretó contra su cuerpo buff.
– Siii que rico fue eso.- mis dedos dejaron de frotar mi sexo para comenzar a abrirse paso dentro de él. – Y cuando lo empezaste a cabalgar pensé que me moría
– Ya sabes que hacía tiempo que no… y bueno digamos que tenía ganas.
– ¿Que pensaste cuándo me viste mirándoos?
– No me sorprendió la verdad, pero si te soy sincera eso me puso aún más cachonda.
– A mí también ufff.
– Además no iba a parar ni de coña, tú padre me estaba azotando los pechos con sus manos y ufff eso fue demasiado para mí.
– Siii mmmmm.
Acelerando la penetración qué mis dedos estaban haciendo en mi coño hizo que alcanzase el clímax que tanto deseaba, al mismo tiempo que hundía mi cabeza en el cojín para amortiguar mis gritos de placer.
– ¿Ya?- me preguntó ella.
– Si, ya estoy un poco más relajada.
– Menos mal porque como continuásemos un poco más con esto me acabaría tocando yo también jaja.
– Sabes que te echaría una mano si quisieses.
– Vamos a dormir mejor jaja.
– Venga va, a ver si esta vez cuándo me despierte estas en la cama y no encima de mi padre jaja.
– No prometo nada.
– Si, mejor será.
Al día siguiente al despertarme lo primero que hice fue mirar si Carol seguía en su cama durmiendo, pero no era el caso. Al mirar el reloj me di cuenta que mi padre debería haberse ido hace un rato de camino al trabajo. Por lo que decidí levantarme e ir a buscar a ver donde estaba ella. Al ver que no estaba ni en el baño, ni en el salón, ni en la cocina, solo podía estar en un lugar… efectivamente cuando me asomé a la habitación de mi padre allí estaba ella durmiendo tumbada boca abajo y completamente desnuda. La verdad no me sorprendí lo más mínimo, me acerqué a donde ella y zarandeándola la desperté de su profundo sueño.
– Buenos días dormilona.
– Ummm que.- farfullaba aún medio adormilada.
– Despierta que ya son horas, mi padre se habrá ido a trabajar ya hace media hora por lo menos y tú todavía estás en su cama.
– Es que estaba demasiado cómoda.
– Si ya veo, muy cómoda te veo. ¿Me vas a contar o que?
Con el café, me hace falta que tengo sueño. En esta casa no dejan a una dormir.
Yo me fui a la cocina a comenzar a preparar el desayuno en lo que ella se desperezaba, a los pocos minutos apareció ya vestida con la ropa con la que vino ayer.
– ¿Entonces? – le pregunté cuando entró por la puerta dándole su taza de café.
– Ay Dios que intensa eres, tanto te interesa saber como me follé a tu padre otra vez.
– Pues sí la verdad.
– No tiene mucho que contar.
– Te escucho.
– Pues en cuanto te quedaste dormida, me fui a su habitación y me lo encontré dormido.
– Ahá, sigue.
– Al llegar a los pies de su cama me desnudé y me acosté a su lado.
– Joder…
– Pero aún así no se despertaba por lo que decidí destaparlo y no te lo vas a creer.
– Que cosa.
– Se ve que tendría calor que ni calzones llevaba.
– Bueno calor si que hizo, yo dormí destapada y tú parece que también.
– Bueno la cosa es que me aproveché de ello y me llevé su polla en reposo a mi boca. Y luego comencé a chupársela.
– Pfff ¿de verdad tía?
– Sii, al poco rato se despertó y supongo que por la forma como lo desperté hizo que se le pusiera dura como una piedra en apenas unos segundos.
– No es mala forma de despertarse la verdad.
– ¿Tu crees? jaja
– Ojalá me despierten un día comiéndome todo el coño jajaja.
– Bueno seguro que alguna vez te pasará…
– Si bueno no nos desviemos del tema, continúa…
– Ahora tenía su polla empalmada y mojada por mis babas entre mis manos… ya te imaginas lo que pasó a continuación.
– Me hago una idea pero quiero que me lo cuentes tú.
– Pues me subí encima y me dejé caer.
– ¿Así sin más? ¿No os dijisteis nada?
– No hizo falta.
– Ya veo ya.
– Estuve un buen rato encima suya cabalgando hasta que me agarró con sus manos, que ya sabes que me vuelven loca y me giró dejándome tumbada boca arriba.
– Mmmm si.
– Luego él se puso encima mío y me la metió nuevamente al estilo misionero. A partir de ese momento fue él quien llevó el ritmo de la follada.
– Mmmm ¿Y qué tal?
– En serio me vas a preguntar que tal me folló tu padre.
– Si.
– Pues muy bien no te voy a mentir. Me hizo acabar y al poco rato él también se corrió sobre mi vientre luego de sacársela justo a tiempo para no hacerlo dentro de mí.
– Todo un detalle por su parte no preñar a mi mejor amiga.
– Jaja a que si, ya después no me acuerdo de más nada hasta que me despertó para decirme que se iba a trabajar y que por favor me fuera a mi cama para que tú no me pillaras allí de aquella forma. Yo le dije que claro que ahora me iba pero una vez se fue me quedé dormida de nuevo.
– Bueno pues te felicito, lo has conseguido de nuevo… me has vuelto a poner cachonda.
– Lo dices como si fuera difícil conseguirlo. Aunque si te soy sincera yo también lo estoy un poco.
– Joder chica a ti por lo menos te han follado hoy ¿Qué podemos hacer al respecto?
– Cuándo me lo preguntas de esa manera es seguro que ya tienes algo pensado. ¿O me equivoco?
– Bueno, digamos que tengo contactos que nos pueden venir a hacer un arreglo.
– ¿De quien hablas?
– Del chico de la playa, ¿te acuerdas?
– Pues claro, pero no crees que invitar a un semi desconocido a tú casa sería un poco peligroso.
– Bueno podemos quedar en la suya, seguro que no tiene ningún problema en invitarnos…
– ¿No era el que tenía novia?
– Bueno sí pero no somos celosas ¿o si?
– Jajaja visto así, llámalo entonces, quiero ver como le propones lo que creo que le vas a proponer.
Tras el polvo que echamos en la playa no volvimos a hablar de hecho ni sabíamos cómo nos llamábamos cada uno, pero eso no quita que tras despedirnos me dejase una nota con su número que tenía guardado para circunstancias como esta. Mis manos temblorosas por el nerviosismo comenzaron a teclear los números de su contacto. Tras suspirar profundamente le di a llamar y lo puse en altavoz para que Carol también lo pudiese escuchar:
– Aló quién va.- su voz ronca denotaba que hacía no mucho que se acababa de despertar.
– Hola soy la chica de la playa, ¿te acuerdas de mi?
– Como para no acordarme de ti. Pensé que me llamarías antes después de lo bien que lo pasamos.
– Estuve ocupada.
– Mmm ya ¿y que quieres?
– Digamos que un arreglo.
– Vamos que quieres volver a probar mi polla ¿a que sí?
– Sí.
– ¿Quién crees que soy? por muy buena que estés no voy a rebajarme a follarte cuando a ti te plazca niñata.
– Es que…
– Es que que
– Mi amiga y yo estamos muy aburridas y pensé que quizás tú nos podrías entretener un poco…
-Con que tu amiga y tú eh, vaya vaya. Ya veo que las zorras se juntan por naturaleza.
– ¿Entonces nos adoptas en tu casa?
– Bueno pero solo porque me he levantado de buen humor. ¿Dónde os recojo?
– Te esperamos en la parada de bus de arboletes, ¿sabes donde queda?
– Si, claro. Nos vemos allí en veinte minutos.
Cuando colgué mi amiga y yo nos miramos.
– Un poco subidito ese tipo, ¿no?- me soltó ella
– La verdad es que ya el otro día lo fue. Pero me dio una follada que aún hoy la recuerdo y me entran escalofríos.
– Bueno habrá que ver si es para tanto y si puede con las dos.
Mientras Carol se terminaba el café yo me fui a vestir, decidí ponerme una minifalda, un top de tirantes y no llevar ropa interior debajo, total no la iba a necesitar… Cuando ambas estuvimos listas nos fuimos a la parada de bus donde habíamos acordado esperar, al poco de llegar nosotras también llegó él justo a la hora que nos había dicho. Las dos nos subimos a su coche en la parte de atrás para ir juntas.
– Buenas chicas, que puntuales.
– Justo acabamos de llegar.- respondió mi amiga
– Oye por cierto yo no muerdo si quiere venir una adelante.
– No nos fiamos jaja. Venga vámonos- dije yo en nombre de las dos.
Al instante arrancó el coche y se puso en marcha, al poco rato sentí su mirada recorriendo mis piernas, yo me había sentado justo en el lado del copiloto premeditadamente para que pudiese verme por el espejo. Al darme cuenta le guiñé un ojo para que fuese consciente que lo había pillado y no me importaba, de hecho abrí un poco más las piernas y subí un poco más la falda.
– Me está mirando por el espejo. – le susurré a mi amiga.
– Pues vamos a calentarlo un poco.
Acto seguido puso su mano derecha en mi muslo y comenzó a moverla acariciando mi piel, subía y bajaba recorriendo el contorno de mi pierna hasta llegar al límite de la falda, al llegar allí la giró y siguió tocando pero ahora la zona interior de mi muslo. Poco a poco fue subiendo hasta toparse con mis labios vaginales, allí se detuvo. Nuestro conductor tenía un ojo en la carretera y otro en el espejo admirando como mi amiga acariciaba mi cuerpo.
– Oye pon atención a la carretera que no me quiero accidentar.- le dije yo llamándole la atención.
– No me lo ponéis fácil, si pasa será culpa vuestra.
– Que descarado jajaja.
– Es que vaya par de zorritas. En cuanto lleguemos os voy a dar vuestro merecido.
– Y que fue de tu chica, ¿volvió?
– Si claro, de hecho pasamos la noche juntos. Se había ido a trabajar poco antes de que me llamases.
– Mmm nos vas a follar en su cama jeje.
– No seréis las primeras, la ingenua ni sospecha lo que hago a sus espaldas siempre que me surge la oportunidad.
Carol empezó a jugar con su mano, el morbo de escuchar lo que acababa de decir nuestro amante la había motivado para jugar con mi sexo frotando sus dedos contra mis labios. Al poco rato empecé a soltar pequeños gemidos que no pasaron desapercibidos por nuestro conductor.
– Que buenos recuerdos me traen esos gemidos, lo pasamos muy bien aquella tarde los dos ¿verdad?
– Mmmm siii, fue muy rico.
Jugar con mi sexo pareció no ser suficiente para mi amiga que también decidió bajarme los tirantes del top para empezar a estimularme los pezones, casualidades de la vida hicieron que en aquel momento nos detuviésemos en un semáforo, sus tocamientos ahora eran visibles para cualquiera que se parase a nuestro lado y como era de esperar sucedió, un camionero disfrutó lo que duró esa parada de como una adolescente semi desnuda estaba siendo manoseada por otra en el asiento trasero de un coche conducido por un hombre que por edad podría ser su padre perfectamente.
– Que ganas de comerme esos pezones morenitos otra vez. – me soltó de la nada nuestro conductor, como queriendo recibir la atención que por un momento aquel mirón le había arrebatado.
– Me vuelve loca que me los chupen.
Como una autómata Carol se llevó mi pecho izquierdo a la boca y comenzó a succionarlo con delicadeza. Me estaba derritiendo, quería llegar ya y dar rienda suelta a mis instintos cuanto antes.
– Mmmm ¿cuánto falta para llegar?
– Ya vamos llegando en dos minutos estamos.
– Ufff que ganas, que ganas…
El poco viaje que quedaba se me pasó volando disfrutando como mi amiga me comía los pechos mientras el conductor no nos quitaba el ojo de encima a través del espejo. Por fin el coche se detuvo y lo hizo delante de un edificio de apartamentos, estaba tan desnortada que ni cuenta me había dado que estábamos en la ciudad a la que iba al instituto.
– Hemos llegado chicas, ya podéis dejar vuestros jueguitos o hacedme sitio ahí detrás.
– Jaja vale ya paramos, ahora que estamos aquí vamos a tu casa que allí estaremos más cómodos los tres.
– Que cachondo me habéis puesto, no perdamos ni un segundo más.
Al bajarnos del coche nos dirigimos rápidamente al interior del edificio, a pesar del corto tramo nos dio tiempo de llamar la atención de varios viandantes que se preguntarían porqué ese hombre iba custodiado por dos adolescentes vestidas de forma tan provocativa. Nada más entrar en el ascensor se bajó la cremallera y dejó salir a su miembro de la jaula.
– Ufff que alivio, ni os imagináis el daño que me estaba haciendo el pantalón de lo dura que me la habéis puesto.
Su polla era tal cuál la recordaba, de tamaño no era la más grande pero su grosor la hacía destacar de entre las demás que había probado hasta el momento. Carol parecía un poco incómoda, pero al mismo tiempo no dejaba de mirarla, yo agarré una de sus manos para colocarla en aquella barra de carne.
– No te cortes, tócasela un poco. ¿A que es gorda?- le ordené a mi amiga para romper el hielo y se animase un poco.
– Tranquila que no muerde, puedes acariciarla lo que quieras.- dijo él
Carol movía su mano a lo largo y ancho del tronco de esa polla, estaba como hipnotizada por aquella cosa, solo la puerta del ascensor abrirse consiguió devolverla a la realidad. Él tal y como estaba con la polla al aire salió primero para abrirnos la puerta de su morada e invitarnos a pasar. Allí en el hall de la entrada nos quedamos los tres mirándonos los unos a los otros sin saber muy bien cuál sería el siguiente paso. Pero el peso de la iniciativa debía recaer sobre sus hombros, era el hombre y el más experimentado de los tres.
– Vamos al cuarto, seguidme.
La casa estaba desordenada y su cuarto no era menos, la cama estaba sin hacer y había ropa suya y de su chica tirada por todas partes. Una vez los tres allí él se deshizo de los pantalones y se quedó con las piernas abiertas sentado en la punta de la cama.
– ¿A que estáis esperando? Venga quitaos la ropa, ¡ya!
Carol y yo nos miramos, normalmente somos nosotras las que marcamos el ritmo en nuestras relaciones, por lo que sus órdenes nos pillaron por sorpresa. Sin embargo y a pesar de eso me sentía con la necesidad de seguir sus órdenes a rajatabla es por ello que fui la primera en desnudarme. Primero me deshice con premura del top y luego desabroché la falda dejándola caer al suelo, quedando así como Dios me trajo al mundo en apenas unos segundos.
– Así me gusta, buena niña. Ahora tú.- dijo señalando con su mano a mi amiga
Su aprobación hizo sentirme llena en aquel momento, mi amiga no fue tan decidida como yo, tardó varios segundos en reaccionar pero a pesar de ello comenzó dubitativamente a deshacerse de su ropa, primero se deshizo del top dejando caer los tirantes por sus brazos luego se llevó la mano al short y comenzó a bajarlo tímidamente hasta dejarlo caer al suelo. Debajo llevaba un sostén y un tanga rosado en el cual podía intuirse una pequeña mancha de humedad.
– Venga que es para hoy, no me obligues a hacerlo yo mismo. Déjame ver esas tetas que me tienen intrigado.
Yo no me perdí detalle de como mi amiga acto seguido cruzó sus manos por detrás de su espalda y tras abrir el broche dejó caer el sostén al suelo. Sus pechos rebotaban imponentes tras ser liberados de su prisión.
– ¿Pero a ti que te dieron de comer? Que pechos más perfectos.
Siempre he estado celosa de mi amiga por lo grande que tenía sus tetas y como los chicos la miraban a ella primero antes que a mí. Y en aquel momento no era diferente. Es por lo que queriendo recuperar protagonismo me arrodillé en el suelo delante de ese hombre dando entender que estaba a sus órdenes dispuesta a cualquier cosa.
– Ya veo que tienes iniciativa, ven acércate, chúpamela en lo que tú amiga se decide a quitarse lo que le queda.
Sin dudarlo me la llevé a la boca y comencé a mamársela. Aún con la boca abierta al máximo me costaba metérmela de lo gruesa y dura que la tenía en aquel momento.
– Buena zorrita, cómetela toda. Así así mmm.
– Que rica la tienes. – dije yo, sacándola un breve instante de mi boca.
– Tú la otra, ¿no quieres probarla también?
– Ehm… si… sí quiero.
– Pues venga ¿a qué estás esperando? Aquí hay rabo para las dos. Quítate eso y ponte de rodillas como la zorra de tu amiga.
Me sorprendió lo rápido que me la encontré arrodillada a mi lado, ya ahora sí, totalmente desnuda. Entonces nuestro macho se sacó la polla de mi boca embadurnada completamente por mi saliva, acercándola a la cara de mi amiga le comenzó a golpear repetidamente sus mejillas con su rabo llenándolas de mis babas y poniéndolas coloradas debido a la violencia de las sacudidas. Solo se detuvo cuando de los ojos de Carol comenzaban a brotar lágrimas para decir…
– Así aprenderás a cumplir mis órdenes con premura y no hacerme esperar, ahora trágatela como lo hacía tú amiguita si no quieres que te vuelva a castigar.
– Vo… voy. -dijo ella titubeante.
Entonces se la agarró con la mano y con una facilidad pasmosa se la engulló por completo sin dificultad alguna. Me encontraba embobada viendo como la gruesa polla de ese hombre entraba y salía de la boca de mi amiga y como la saliva de ella resbalaba por sus huevos y su cara. Es por eso que instintivamente llevé mi mano a mi sexo y comencé a masturbarme. Él al percatarse de lo que yo hacía sin su aprobación se la sacó de la boca de ella e hizo lo que previamente había hecho con ella, castigarme golpeando mis mejillas con su dura e iniesta polla.
– ¿¡A tí quién te dió permiso para tocarte!?.- dijo sin dejar de azotarme
Sentir como me azotaba la cara con su miembro me puso si cabe aún más caliente, por lo que no decía nada y seguía tocándome. Me gustaba.
– Pero mira que eres zorra, te está gustando verdad? Pues a ver si te gusta esto, abre la boca, ¡YA!.
Yo obedecí, él seguidamente se levantó de su asiento, me agarró la cabeza con las dos manos y sin miramientos me la clavó hasta la campanilla, a continuación comenzó a follarme la boca con ansías, sentía que me fallaba la respiración ya que su miembro tapaba la entrada de aire, las lágrimas comenzaban a brotar de mis ojos y mi rostro moreno por el sol pasó a tornarse rojizo debido a su brutal intensidad. Cuando no pude más le di palmadas en los muslos para que tuviese piedad de mí y me dejase respirar.
– Ya es suficiente por el momento.- dijo mientras caía rendido en la cama. – Tú la otra trae ese par de tetas y hazme una rusa que ya estoy por acabar y quiero llenártelas de leche.
– Está bien, ya voy señor.- dijo ella acercándose desde la posición en la que permanecía observante mientras me follaban la boca
– Así me gusta, veo que has aprendido a ser bien mandada.
Mientras mi amiga colocaba sus enormes pechos rodeando aquel trozo de carne, yo permanecí arrodillada en mi posición con las manos cruzadas sobre mis piernas, desde ahí pude ver como mi amiga apretó sus pechos contra su miembro y comenzó a hacer movimientos de sube y baja con ellos, haciendo que su polla se deslizase suavemente entre ellos, las babas de mi mamada hacían de lubricante para esa espectacular paja que pronto dio su anunciado desenlace. Chorros de semen llenaron su canalillo llegando a chocar incluso contra su barbilla.
– Buff espectacular niña, se nota que no es la primera vez que los usas de esta forma.
– Jeje bueno, mis novios siempre me pedían esto.
Las chicas de ahora sois todas una guarras. Pero tranquilas que en unos momentos os doy polla de nuevo. Para animarme antes, quiero ver hasta donde sois capaces de llegar entre las dos. Quiero que os comáis la boca, ¡ya!.
Yo la miré esperando a que me diese su aprobación para ponernos a ello, mientras esperaba por eso no pude evitar fijarme como el semen que le habían lanzado hacía un minuto se escurría por sus pechos deslizándose hacia su vientre, luego nos miramos y tras asentir con su cabeza yo me lancé a besarla. A diferencia de la vez anterior que nos habíamos enrollado, nuestras lenguas comenzaron a jugar entre sí desde un primer momento, la calentura que ambas irradiábamos era insostenible a pesar de ello yo me apreté contra su cuerpo y sentí como mis pechos se hundían entre los suyos. Sin dejar de besarnos las manos pronto comenzaron a explorar nuestros cuerpos más concretamente las nalgas de cada una, eso no hizo más que apretar más todavía nuestros cuerpos desnudos el uno con el otro.
– Algo me dice que no es la primera vez que os enrolláis entre vosotras.
– Ni la última probablemente. – le contestó Carol dejando de besarme un instante y mirándome a los ojos.
Al escuchar eso yo me separé de ella y la empujé a la cama quedando tendida ella boca arriba con las piernas dobladas y los pies tocando el suelo. A continuación yo me subí encima de ella sentándome sobre su vientre y apoyando mi culo en su pubis, para luego inclinarme sobre su boca para continuar besándonos. Mientras nos comíamos vi como él, sentado al lado de Carol, se estaba masturbando su polla morcillona que poco a poco comenzaba a recuperar su dureza.
Yo deslicé mi mano hasta colocarla en el coño lampiño de mi mejor amiga, para a continuación empezar a jugar con su sexo que se encontraba completamente mojado, por un momento dejé de besar su boca para besarle el cuello y bajar hasta sus pechos, donde aproveché para limpiar de ellos el resto de la corrida que permanecía esparcida por esa zona. El roce de mis dedos con su coño no paraba, de hecho, había aumentado la intensidad lo que llevó a ella a gemir tímidamente.
Mi lengua no había dejado el más mínimo resto de semen en su cuerpo y se dirigía ahora hacia sus pezones, ya los tenía al alcance cuando sentí como se me arrimaban por detrás. Sin saber cómo, él se había incorporado sin yo darme cuenta, y ahora estaba rozando toda su dura polla contra mis labios vaginales aprovechando que yo estaba con el culo en pompa.
– Me ha encantado que limpiases lo que yo dejé por todo su pecho. Mira lo dura que me la has puesto por hacer eso. -dijo mientras me azotaba ahora el coño con su polla.- Te voy a reventar, hasta que pidas clemencia.
Tras decir eso, sentí como empujaba su capullo abriéndose paso en mi empapado y estrecho coñito. Sentir nuevamente esa polla dentro de mí hizo que comenzase a gemir al instante, adoraba como se sentía dentro de mí y no iba a reprimirme lo más mínimo a pesar de que mi amiga todavía se encontraba debajo mía.
– Mmmm que ganas tenía de sentirla otra vez dentro de mí.
– No hace falta que lo digas, lo bien que te entra es prueba de ello zorrita.
Mi vagina ya se había adaptado a lo ancho de su polla, que ahora entraba y salía de ella al ritmo que mi amante marcaba. A pesar de todo yo continuaba con la mano en el sexo de mi amiga, el cual cada vez se sentía más y más húmedo, prueba de ello eran los gemidos de ella que se mezclaban con los míos en esa habitación. El ritmo de las embestidas aumentó tanto que por un momento perdí el equilibrio y me caí rendida encima de mi amiga, nuestros pechos chocaron aplastándose los unos contra los otros y mi cabeza quedó al lado de la suya. Ese hombre no sabía lo que era tener piedad, a pesar de todo el seguía con su polla dentro de mí y no paraba de follarme, cada embestida que me daba hacía que chocase contra el cuerpo de ella y mis gemidos los soltase junto a su oreja derecha. Me estaba derritiendo, prueba de ellos eran mis jugos que corrían por mis muslos cayendo también sobre los de ella. El ruido de su polla chocando contra mi coño empapado se mezclaba con el de mis gemidos y los de mi amiga.
– Voy hacer que te corras encima de tú amiga zorrita. La vas a empapar toda.
– Siiii hazlo, haz que se corra sobre miii. – le dijo mi amiga casi sin aire al estar soportando mi peso encima suya.
Envalentonado por sus palabras comenzó a follarme más duro si cabe, mi amiga por su parte fue capaz de mover su mano por el medio de nuestros cuerpos hasta conseguir colocarla en mi sexo donde al instante comenzó a estimular mi clítoris, eso ya fue demasiado para mí en apenas unos segundos derramé mi chorro mojándolo todo, las piernas de ella y la cama también.
– Ay Dios que rico ha sido. – dije yo con la respiración entrecortada.
– Esto todavía no ha acabado, ahora te toca a la otra. Quítate de encima de ella zorrita que quiero probar como se siente el coñito de tu amiga.
Yo obedecí echándome a un lado quedando ella desprotegida boca arriba, ante el ataque que se le venía encima, él la agarró por las piernas levantándolas en el aire y atrayendo su culo hasta al borde de la cama. Flexionando las rodillas un poco se puso a la altura necesaria para poder meterle la polla sin problema ninguno. Y eso fue lo que hizo, después de jugar con su capullo deslizándolo por sus labios, lo colocó en su apertura y empujando poco a poco fue metiendo la totalidad de su miembro en su interior.
– Ufff que rica, que bien te entra. Se te nota que aquí ya han estado varias veces, que no está tan estrecho como el de tu amiga.
– Siiii mmmm mi anterior novio la tenía igual de gruesa que la tuya.
– Pero seguro que no la disfrutaste tanto como voy hacer yo qué hagas.
La postura en la que estaba ella con las piernas elevadas por las manos de él hacía que su polla entrase hasta al fondo sin límite ninguno, solo sus huevos chocando contra su culo hacían de barrera. Lo que hacía resonar un chop chop chop constante con cada embestida que él le propinaba. Los gemidos de Carol eran constantes y más altos que los míos.
Yo observaba como la follaban pero eso no era suficiente, mi sexo quería más estímulos, así que incorporándome en la cama me dirigí hasta donde mi amiga y colocando mis pierna una a cada lado de su cabeza acerqué mi coño a la boca de donde no paraban resonar gemidos para acallarla y que al mismo tiempo probase de mis jugos. Ella aceptó sin rechistar mi propuesta y yo al sentir su lengua jugando con mis labios me dejé caer encima de su boca, mi sexo estaba en contacto directo con su cara y más concretamente con su boca que desde un principio no dejó de comerme. Había conseguido acallar sus gemidos pero los míos pronto comenzaron a resonar nuevamente en la sala al mismo tiempo que el sonido de la follada que le estaban propinando a mi mejor amiga.
– Eres insaciable zorrita. ¿No tuviste suficiente conmigo?
– Mmmm noooo necesitaba que mmmm me comiesen el coño también ufff.- dije entre gemidos y restregando mi sexo por la cara de mi amiga.
Las embestidas contra mi amiga por parte de él, se incrementaron nuevamente como había sucedido conmigo momentos antes, podía ver perfectamente como ahora sostenía las piernas de ella y a diferencia de antes, que las tenía abiertas, ahora las rodeaba con un solo brazo apretando la una contra la otra y haciendo que su vagina se estrechase un poco más. Vista la situación en la que se encontraba mi amiga decidí incorporarme para dejarla respirar, ya que sin duda lo necesitaría. Fue cuestión de segundos de aquella gruesa polla entrar y salir varias veces para ver como mi amiga entre espasmos se rendía al placer de alcanzar un rico orgasmo.
Él al conseguir su logro se dejó caer en la cama rendido por el cansancio, boca arriba y con la polla todavía palpitante mirando al techo. Yo aprovechando que mi presa se encontraba expuesta y sin fuerzas para defenderse me lancé a por ella, como había hecho con la cabeza de mi amiga hacía un instante puse una pierna a cada lado y me dejé caer encima suya. Haciendo que esa dura polla se abriese camino de nuevo dentro de mí. Era yo ahora la que marcaba el ritmo y al igual que él hizo, no tuve contemplación alguna. Mi cuerpo subía y bajaba rápido sobre él haciendo chocar mis generosas nalgas contra su entrepierna.
– Jodeeer zorrita que rico me cabalgas vas hacer que me corra si sigues así.
– Eso es lo que más quierooo ufff.
– Uff pues no pares y lo vas a conseguir.
Mi amiga entonces recuperó el protagonismo poniéndose de pie en la cama con un pié a cada lado del torso de ese hombre y acercando su sexo a mi cara. Yo al igual que ella no desaproveché la oportunidad y dejando de cabalgar por un instante me alcé ligeramente sin sacar su polla al completo de mi interior, entonces fue cuando comencé a devorar aquel dulce y sabroso caramelo que mi amiga tenía entre sus piernas. Mi lengua se abría paso entre sus labios buscando descubrir dónde se escondía su rico botoncito, una vez ubicado comencé a hacer círculos a su alrededor con la punta de mi lengua haciéndola estremecerse de gusto.
Estaba tan concentrada en mi tarea que obvie por un momento encima de quien estaba, parece que leyéndome el pensamiento se dió cuenta y fue él quien desde su posición comenzó a bombear nuevamente mi coño, flexionando su tronco hacía arriba hacía entrar y salir su miembro sin descanso para mí. Mis suspiros de placer acababan en el coño de ella y los suyos en el aire, apuré mis movimientos hasta conseguir estimular al máximo su clítoris tanto fue así que en ese momento ya era capaz de chupárselo hasta el punto de poder succionarlo con mis labios, al mismo tiempo que mi amante hacía lo imposible para no correrse dentro mía, yo con mis labios apretando y chupando el clítoris de ella logré, por fin, hacer que se desparramaran todo sus jugos por mi boca hasta caer sobre el cuerpo de él.
Ahora ya solo quedábamos él y yo. Para acabar con él decidí recuperar yo la iniciativa que por momentos le había cedido. Nuevamente marcaba el ritmo de las embestidas, dejando caer mi culo contra su gruesa y palpitante polla. Él por su parte me agarró de las nalgas al mismo tiempo que empujaba hacía arriba haciendo que su hinchado miembro se adentrará aún más a dentro de mí y haciendo que me estremeciera del gusto. Al mirarlo vi que su cara hacía prever lo que finalmente iba a ocurrir, tras sacarla completamente y dejarme caer nuevamente por una última vez sentí como su polla hinchándose al máximo no fue capaz de resistirlo más y comenzó a lanzar fuertes chorros de leche en mi interior.
– Buff lo siento por venirme adentro, pero no pude aguantarme más.- dijo él abatido por el cansancio.
– Yo también quería sentir como me llenabas de leche. No importa, luego nos pasamos a por la pastilla.
Con su miembro aún dentro de mí y la leche corriendo por mis muslos me sentía llena y muy cachonda, es entonces que aproveché la ocasión y sin sacarla de mi interior llevé mis dedos a mi sexo el cual comencé a frotar frenéticamente hasta alcanzar, entre gritos de placer un nuevo y definitivo orgasmo.