Octavio, apoyando su gran verga sobre mi culo, sediento para ser saciado esa noche, me ayudó a levantarme, mientras me levantaba vi a contraluz esa gran verga grande, curvada y larga, esa verga que ya había tenido dentro de mí, pero no me había dado cuenta de cuan grande era.
De pie, el me orilló a la pared dejándome desprotegida, ante un gran hombre muy caliente que tenía frente a mi. Mi estómago sentía como tocaba la punta de su verga, sintiéndola mojada como si hubiera sido sumergida en un líquido viscoso que no se secaba con nada. Octavio comenzó a besarme, mientras me tomaba de la cintura, me acercó con gran fuerza a él, en ese momento sentí como ese gran animal acechaba, y cabe mencionar que lo sentí completo a lo largo de mí estómago. Entre besos, él sujetó mis brazos y me volteó de una manera rápida y fuerte, para después apoyarme contra esa pared fría, que era testigo de esa cogida entre Octavio y yo. Apoyó su gran mano en mi espalda y me empujó, de una manera ruda pero a la vez delicada. Lejos de sentirme ultrajada, me sentí la más puta de todas, me sentí muy caliente por ese momento.
Se acercó pasando su verga entre mis piernas, me besó el cuello, recorriendo mi cabello a un lado siguió besándolo, yo volvía a gemir de placer por ese hombre, por su gran verga que tenía entre mis piernas, que llegaba hasta enfrente de mi vagina, y disfrutaba de ese momento como no tenía una idea. Empecé a mover mis caderas, rosando su verga entre mis piernas.
Escuchaba como su respiración constantemente agitada gemía, con una mezcla de gemidos casi imperceptibles, que al unísono de la noche se encontraban a la entrada de mi oído. Rodeando mi cuello esa noche, yo sentí como sus manos recorrían mis pechos, pasando por mi estómago, deslizándose sobre mis nalgas, que terminaban de recorrer todo mi cuerpo.
Sinceramente yo adoraba como él jugueteaba conmigo, sentía que yo debía complacerle en todo lo que el quisiera esa noche. Jugando con esas nalgas, que cabe mencionar no son grandes, pero para él eran un manjar que desde un rato ya estaba comiendo. Yo solo las movía al compás de su respiración, mientras su gran verga rosaba mi ano.
Extasiada totalmente por la calentura que sentía, salí de él, y caminé a la ventana, por donde unas rendijas entraban tenues rayos lunares. Abrí la ventana, con un deseo incomprendido hasta ese momento, caminé hacía la cama, me recosté boca abajo, mostrándole todo lo que esa noche se estaba devorando, se acercó y toco mis nalgas, parecía que esto le agradaba.
Metiendo su dedo en mi vagina poco a poco el disfrutaba ese momento. Tomó su verga con sus manos, la masturbó un poco y de una la metió. Yo sentí como esa verga abría todas mis entrañas. Metiéndola con un ritmo lento, me hacía gemir de dolor envuelta en un placer que me gustaba, fue acelerando su bombeo mientras con su dedo lo metía en mi ano, realmente me sentía tan puta por dejarme manosear tanto, debo de confesar que nadie me había cogido así antes.
Continuaba metiéndola constantemente mientras yo estaba tan excitada que solo deseaba ver como entraba esa verga. Tomó mis caderas, y orillándome a levantarme, levantó mi culo y comenzó a coger de perrito, en ese momento sentí realmente el placer, sentí como entraba toda su verga en mi, sentía como en cada metida movía todo dentro de mí. Me cogía tan delicioso que solo me quedaba disfrutar esas embestidas. Abriendo mis nalgas, solo disfruté esa gran verga que me daba un placer inigualable. Dejó de cogerme, yo muy excitada, me empecé a masturbar, el detuvo mi mano, tiernamente se acercó a mí y al oído me dijo:
– Que rica puta, eres tan puta que estoy disfrutando tanto cogerte, no quiero que te vengas aún amor-
Al escuchar esas palabras, me sentí muchísimo más caliente. Me tomó de mi cintura y me volteó, quedando frente a él, con mis piernas abiertas y toda mi vagina a su merced, se acercó a mí, lamiendo un poco, humedeciendo aún más, me escupió y froto con dedo mi clítoris, dándome así más placer. Realmente fue algo desagradable en ese momento, pero debo confesar que me gustó. Poniendo su verga en mi entrada, la metió esta vez de una manera rápida y fuerte. Era lo que yo quería…ver como entraba su verga.
Mientras pasaba el tiempo, yo sentía una gran satisfacción, él me cogia muy rico, sentí como el empezó a darme más rápido y duro, asumiendo que él se vendría, me adelanté y quise venirme antes que él para terminar juntos, sin embargo no fue así, en ese momento él sacó su gran miembro y apunto de sacarlo arrojó un gran chorro de leche, que me salpicó desde mi vagina, mi estómago y finalmente llegué a tener ese rico semen en mis labios, ¡vaya que delicia!
Créeme que fue una delicia poder probar esa lechita caliente, recién sacada de esa verga palpitante y roja. Él seguía masturbándose para dejarse seco, mientras que con mis dedos juntaba la leche derramada en mis tetas, y para placer de él, la degustaba en mi boca. Untándome esa leche en mis labios, sentía ese sabor salado en mi lengua que me daba ese rico semen. Al verle aún masturbándose, le ayudé, lo toqué y me metí esa verga a mi boca. Mamándosela hasta sacarle todo, esperé unos minutos para dejarlo vacío.
Después de esto él se recostó sobre la cama, cansado de haberme cogido, él descansaba, mientras yo aún con mi vagina palpitante y húmeda me quedé esperando a terminar, aunque sé que puedo complacerme, esperare a que vuelva a estar listo, para que me meta esa gran verga y esta vez, me haga terminar y termine dentro de mí, pero ahora deseo tanto hacerlo venir dentro de mi culo, que por hoy, se quedó muy ansioso de ser abierto.