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En Halloween
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Tiempo de lectura: 4 minutos

Teniendo ya algunos meses haciendo de las mías acompañado de mi amante, aquella señorita que ante el público general era una simpática y risueña personita, pero que en privado me había demostrado, en reiteradas ocasiones, cuan pasional y sexual podía llegar a ser llego otoño, específicamente la temporada de Halloween, ella me invitó a una fiesta organizada por una amiga suya.

—es de disfraz obligatorio eh —nos instó entre risas.

Para ese momento mi matrimonio era historia por lo que ya podía salir y pasear sin problema alguno; ese día salí tarde del trabajo por lo que fui rápido a mi casa, metí en una mochila mi disfraz para la fiesta y me encamine en el auto a recoger a mi acompañante quien apareció vestida con una falda escocesa entablillada, una blusa blanca, medias largas negras y zapatos formales, traía gafas y una mochilita de dora la exploradora.

—¿En serio? ¿Colegiala? —bromeé, claramente era un disfraz que estaba disfrutando ver.

—Ay no molestes, no se me ocurrió nada más ¿tú de que vas? ¿Vagabundo?

—Ahora veras, me cambio antes de llegar a la fiesta

Lo dicho, un par de calles antes me estacioné y rápidamente me cambié por mi grandioso disfraz de diablito, un moño rojo con colita engrapada y una diadema de cuernitos, un disfraz que en otra fiesta de Halloween había tenido un éxito apabullante, que de igual forma lo tenía en este momento, ella lanzó una risotada y me tomó una foto.

Llegamos a la fiesta, su amiga nos recibió ya un poco enfiestada y no tardamos en entrar en sintonía con ella, la música en su mayoría era reggaetón por lo que mi acompañante bailaba al son del mismo, movía las caderas y presionaba los glúteos contra mi, aún ya sabiendo como sentían incluso sin ropa, admito que aquel disfraz le daba un plus erótico muy grande, imposible no tener una erección en aquella situación y ella solía jugar mucho con eso.

Tras bailar, beber, bromear e incluso juguetear y tocar un poco con ella, ya estábamos ciertamente alcoholizados, lo suficiente como para evitar desplazarnos en auto, pero también lo suficiente para sentirnos desinhibidos, ella ya me acariciaba un poco, por mi parte podía evitar saborear con las manos todo lo que pudiese saborear, llegados a ese punto fue mi iniciativa el tomarla por la muñeca y discretamente dirigirla a un punto de la casa al cual ya le había echado un vistazo en una ida al baño, unos cuartos pasando el patio que parecían algo apartados, abrí el primero y enseguida cerré al descubrir a una brujita practicándole sexo oral al que parecía ser un Alíen, solo me disculpe y les guiñe el ojo para que continuarán; la segunda habitación estaba libre.

Asegure la puerta para evitar interrupciones y empuje boca abajo a mi joven amante ella se giró con una expresión que conocía bien, queriéndome decir «adelante, quiero lo mismo, tómame» abrí el mono y lo deje caer mostrándole una erección explosiva, preparada para disfrutarla.

Ella sonrió y lo tomó entre sus manos, comenzó a masturbarlo con ambas sin perder contacto visual conmigo, continuo un poco más antes de abrir su blusa y sostén, sus senos me encantaban, como sus pezones se erectaban cuando ella estaba excitada, más aún, que estos eran lo suficientemente grandes para poner mi miembro entre ellos y sentir un buen masaje con ellos mientras chupaba la cabeza del mismo, con sus manos sujetaba sus senos y los movía placenteramente, con sus labios succionaba y con su lengua repasaba el glande, ella ya sabía cuando estaba por correrme por lo que siempre andaba atenta y jugaba con ese límite.

Siguió haciendo aquella forma de masturbación un rato, cuando se detuvo se volvió a acostar boca abajo sacándose una tanga negra con encaje, la bajo hasta sus muslos y procedió a introducirse un dedo para mostrarme cuán húmeda estaba por dentro, me iba a apresurar a ponerme el condón cuando simplemente dijo:

—no te lo pongas, así

No pude evitar sonreír impresionado, pero más pronto que tarde caí en la cuenta, ya me había comentado que iba a comenzar a usar dispositivo, debió descubrir lo que pensé porque sonrió y abrió un poco sus labios vaginales para mí.

Me recline sobre ella, coloque la punta de mi miembro y lo introduje, pude sentir muchas cosas al mismo tiempo, su vagina abrazándome con firmeza pero ya muy húmeda, el calor, y mi miembro palpitando, no tarde en penetrarla disfrutando la sensación de estar dentro de ella sin intermediarios, ella gemía diferente, un poco más fuerte, presionaba sus manos en puños.

—ay que rico se siente —gimoteo entrecortadamente— sigue… Sigue… No lo vayas a sacar

No planeaba hacerlo estaba disfrutando demasiado, la pose, su interior, sus gemidos, todo era demasiado excitante para mi, sentí el rictus del orgasmo, haciendo caso a su indicación seguí arremetiendo con fuerza hasta correrme, eyacule dentro de ella, por su parte ella lanzó un gemido apenas audible, ya la conocía lo suficiente como para saber que le faltaba un poco para llegar al orgasmo así que continúe penetrando un poco más hasta que llegó al clímax.

Ella se levantó para limpiar los fluidos de ambos; puede que haya sido algo relacionado al alcohol, puede que ha sido algo psicológico relacionado al recién contacto directo, no lo sé, sólo sé que al verla con la falda levantada y sus glúteos redondos y firmes voló a tener una erección muy potente, tome su mano y la jale hacia mi con la intención que ahora ella quedará encima, sentado en la orilla de la cama, ella entendió y enseguida se sentó sobre mi miembro, penetrándose, una vez llegó a lo más profundo, ella comenzó a cabalgar, la sujetaba de sus nalgas.

Ella me gemía en el oído, cada penetración soñaba acuosa y seguida de un ligero aplauso, sentía sus senos contra mi pecho, sus pezones bien firmes rozaban contra mi piel, entre la excitación general le di una palmada no muy fuerte pero si fue sonora, ella lo disfruto, le di una más fuerte, sonrió y asintió entre gemidos, le con ambas manos, ella gimió mas fuerte, pude sentir como aceleró sus movimientos, como se humedecía aún más y sus gemidos se hacían más fuertes, era momento, su segundo clímax había llegado, se presionó contra mi y hundió sus uñas en mis costados, pero yo no había terminado; la abracé por la cintura con un brazo, sujetaba sus glúteos con el otro y comencé a impulsar mis caderas, a penetrarla, ella gemía placenteramente.

—ay que rico… Ay que rico… Córrete dentro… Ay que rico —repetía una y otra vez

Poco me faltaba para llegar al orgasmo así que acelere el paso, el ritmo y la fuerza; por fin llegue al orgasmo, volví a eyacular dentro de ella y nos dejamos caer con la respiración completamente agitada, ella se bajó hasta que disminuyó mi erección.

Limpiamos, nos alistamos para salir sonrientes y contentos, en la fiesta, la amiga nos vio y debió intuir de donde veníamos y de que, pues nos analizó con la mirada de forma desaprobatoria, no nos importó, nos fuimos al auto ya completamente sobrios, y nos dirigimos a mi casa a pasar el resto de la noche.

Aquella no fue la última vez que tuve relaciones con ella, pero si fueron algunas de las memorables, aquí termina la trilogía con mi linda, alegre y muy sexual amante.

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