Mientras trabajo veo que en mi celular llega una notificación de WhatsApp de un número que no conocía, abro el mensaje y era él.
Era Juan (58 años), el novio maduro de mi novia de 24 años que, por un juego de los dos que se nos salió de la manos, se había convertido en el dueño de nuestra habitación de pareja.
"A tu vieja ya le calaron mis pelos de la verga, tiráme paro para rasurarme". Decía su mensaje, sin un "hola, cómo estás", siempre tan dominante.
Le había visto varias veces desnudo, cuando le empezaba a enviar fotos a mi novia y cuando lo veía salir de nuestra habitación al refri o al baño, pero nunca había caído en cuenta la gran cantidad de vello púbico que tenía.
Es verdad, a Ceci no le gusta tanto, o bueno, sí pero no que le piquen en los labios y yo había desarrollo práctica para eliminarlos.
Su mensaje me puso muy cachondo. Jamás había estado cerca de él sin ropa. Los fines de semana, él viene al departamento que rentamos Ceci y yo (28 años), y ellos se encierran en nuestra recámara y yo duermo en el sofá del área común.
Compartirla con un maduro, verla y escucharla disfrutar siempre había sido mi fantasía, pero ahora iba a tener la oportunidad de tener tan cerca a ese hombre que hace gozar a mi novia.
–"Ok, cuándo puedes". Respondí.
–"Hoy que va de noche tu vieja, no quiero que piense que soy putito como tú y que se entere me vas a agarrar la verga". Respondió.
Es verdad, se la voy a agarrar, pensé. Era inevitable no manipularla si haría ese trabajo.
Juan es un trailero divorciado de la empresa de logística donde trabaja mi novia, ahí se conocieron, la empezó a cortejar por WhatsApp y un día le pedimos de broma fotos desnudo. Le seguimos el juego porque nos burlábamos de lo rabo verde que podía ser un señor de 58 años, pero cuando mandó recibió mi novia la primera foto de verga, hicimos silencio. Era demasiado gruesa y tenía dos grandes huevotes que le colgaban de manera impresionante. Mi novia se calentó evidentemente y una cosa llevó a la otra. Ya les contaré sus primeros encuentros.
Pasaron las horas, llegué a la casa y una hora más tarde llegó él. Estaba solo, pues mi novia suele tener turnos nocturnos en la empresa donde coordina a diferentes perfiles.
–"Compré espuma y estos rastrillos". Me dijo al abrir la puerta. "Te voy a cumplir tu fantasía cabrón, sí no creas que no me doy cuenta cómo me miras la verga cuando salgo de la recámara".
–Pasa al baño, pero mete esta silla de plástico a la regadera, deja voy por una maquina que uso. Le contesté.
Estaba muy nervioso. Sus más de metro y 86 de altura, su complexión robusta, su barriga rígida y la vestimenta de short de futbol donde se le marcaba el bulto y playera de tirantes, me excitaron demasiado.
Yo vestía aún de pantalón, así que podía disimular un poco.
Me vio entrar al baño, conectar la rasuradora y él por mientras se bajaba el short y su trusa, dejándose solo la playera de tirantes.
Me dirijo hacia donde estaba y me siento en el piso, porque era lo más fácil para la tarea.
Por primera vez lo veo frente a mí, a escasos centímetros de mi cara, su verga sin empalmar y sus huevos. Todo era grande, muy acorde a su complexión. De ancho era dos o tres veces más que la mía y los huevos colgaban por el filo del asiento.
–A Ceci le encanta mi verga, has de tener una cosita bien pequeña. No sabes cómo le gusta mamarla y tenerla adentro. ¿Cuándo te mide? Preguntó.
–16 cm. Respondí.
–Ya mamaste cabrón, a los 28 ya no te crece. A mí me mide 22 de largo, y de ancho no sé, pero parece lata de Coca-Cola.
Ver semejante hombre de 58 años e imaginarme a mi novia de 24 me calentaba demasiado, pensar en sus 34 años de diferencia, el color moreno de piel de Juan y el blanco de mi novia, me tenía lubricando.
–Primero te voy a pasar la máquina por arriba.
Le levanté la playera y pasé la máquina rasuradora por su gordo pubis. Así estuve un rato quitando pelos de arriba y de los lados, era muy abundante y había llegado la hora de tocarlo.
–Te voy a agarrar tantito para quitar acá abajo.
Tomé su verga. Aún sin empalmar se sentía pesada, grande. Manipularla hacia que en momentos saliera su capullo gordo, rosa, brillante, con un ligero olor a orin.
Estaba concentrado en mi tarea cuando de pronto pone su mano en mi nuca muy fraternalmente. Eso me excitó aún más.
–No te emociones, no me la vas a mamar. Me dijo, "solo es la costumbre de cuando tengo boquitas allá abajo".
Tomó su celular y yo seguí con el trabajo. Estaba tan excitado que quería tocar ese manjar con la punta de la lengua, o hacer algo. Como bisexual he tenido encuentros con otros chavos, pero desde que comencé de novio, hace tres años con Ceci, solo había tenido ojos para ella.
Así duramos más tiempo, de verdad no quería que se acabara, su abundante vello púbico ayudaba a prologar el momento. Él mientras tanto, y como si se tratara de una visita al peluquero, ya había sacado su móvil y estaba viendo videos en TikTok.
Yo ya estaba en sus huevos cortando con rastrillo, eran enormes, por fin había resuelto mi duda de saber cómo alguien podía acumular tanta leche, pues los condones que me había tocado recoger de nuestra recámara, siempre estaban muy cargados.
–"Que me agarren los huevos siempre me excita mucho, soy muy sensible de ahí". Comenzó a justificar la erección que comenzaba a tener. Me voy a quitar la playera.
En su movimiento para medio levantarse y quitársela, su verga ya erecta rozó mi cara. Yo estaba rojo.
–"Te encanta, ¿Verdad?". Me preguntó. "Al final voy a tener en un mismo techo a dos culitos para mí".
Yo no respondí y al incorporarse, terminé con los últimos detalles, su verga dura, grande, venosa y con un poco de líquido preseminal y sus huevos enormes, colgando como dos esferas de navidad.
–"Qué chingaderas son estas, pero bueno, todo sea por seguirme cogiendo a Ceci, un culito de 24 años es una bendición que no se desaprovecha". Continuó con: "Se ha vuelto bien putita, le gusta que se la deje adentro mientras aprieta, quiere sentirla toda mientras me masajea los huevos, ¿te lo hace a ti?
–"No, yo me vengo muy rápido, solo mete y saca y listo", confesé humillado.
–Pinches jóvenes de ahora, por eso las muchachitas buscan machos como yo, maduros, para coger, y ustedes como fachada, para presentar a la mamá y llevar a las bodas.
Debo confesar que su teoría era lo que estábamos viviendo. Yo cogía con Ceci una vez a la semana, ellos comenzaban desde el viernes, sábado y domingo que descansaban. Ya no tenía novia para pasear, Ceci era de su propiedad, y a mí me encantaba.
–"Mira nomás que vergota se me ve". Había puesto el celular en modo selfie con la cámara frontal y se enfocaba en cada lugar. "Mira estos huevotes, de aquí sale un chingo de leche".
–"Sí he visto, yo recojo los condones que dejan en el cuarto".
–"Ceci no me deja venirme a dentro, ni siquiera sacarla antes de que me voy a venir, solo en el condón. Me dijo que si quería hacerlo, me debo hacer la vasectomía para que no se preocupe".
Sentí un golpe en el estómago, celos con mezcla de excitación. Ni yo he cogido sin condón con ella, ahora él con ese procedimiento lo iba a lograr, el segundo hombre de Ceci en su vida sexual.
–"Te voy a premiar con algo". Dijo, mientras yo seguía en el piso aún y cuando ya había terminado el trabajo.
–"Me vas poder succionar los huevotes, y pasar tu lengua por mi verga, pero sin metértela en la boca, ¿quieres?".
– "No sé", respondí. En realidad sí sabía y sí quería.
–"Dale, no voy a decir nada y tú no vas decir nada, yo sé que quieres".
Toma mi nuca, acerca mi cara a sus genitales, saco la lengua y la paso por los huevos recién rasurados y lisos de Juan. Están limpios por el agua que había empleado y yo muy excitado. Me metí uno a la boca, después el otro. Continuo con mi premio y recorro con mi lengua su tronco. La movía de lado a lado, era gruesa, en mis nulas experiencias nunca había probado alguna así y estaba entiendo muy bien el efecto que ha causado en mi novia.
Subo hasta su cipote, la rodeo tres veces con la lengua en círculos, y siento su sabor salado, estuve a punto de metérmela a la boca por impulso, pero me detuvo.
–"Ya, ya, ya. No quiero tirar la leche que le toca a tu novia. Ya me voy".
Se paró, miró mi bulto ahora más visible y se rio ligeramente. Se puso la ropa, se colocó la verga estratégicamente en su trusa para disimular la erección. Salió del baño y después del departamento. No agradeció.
Bajé rápidamente mis jeans, mi bóxer y me enfrenté a la realidad y a la diferencia visual que provocaba la comparación de su verga y la mía. Me masturbé y como de costumbre, acabé rápido. Mi semen cayó sobre su bellos que estaban en el piso, ahora tocaba dejar limpio todo.
Mientras usaba la escoba y la pala que había traído del patio, me llega un mensaje de WhatsApp. Era Ceci.
–"Hola amorcito qué haces, yo estoy muy aburrida, no hay tanto trabajo como otros días. Ni te conté lo que pasó, le pedí a Juan que se recortara los bellos porque ya me comenzaban a picar, como los tuyos al inicio, jejeje, a ver cómo llega mañana". Escribió ella.
–"Veo una película, amor, parece que ya me voy a dormir. Y de lo otro qué bien, para que no te irrite".
Yo mientras tanto, seguía recogiendo bellos púbicos de nuestro baño y disfrutando el sabor del líquido preseminal de su novio maduro.