Ágata y Dareck son una pareja de treintañeros. Llevan juntos más de diez años y siempre tuvieron claro que la monogamia y la heterosexualidad no son lo suyo. Les quedan estrechas esas etiquetas. Ellos se definen como pansexuales y son partidarios del poliamor y las relaciones abiertas.
Todos los sábados suelen acudir a un salón de baile muy sofisticado que hay en las afueras de la ciudad. Allí suenan tangos, cumbias, merengues, Rock de los 50 y un sin fin de ritmos variados que hacen las delicias de las miles de personas que acuden a La Sabrosona (el nombre del salón).
Ágata y Dareck disfrutan bailando durante horas todos esos ritmos. Se hacen buenas amistades, también, al intercambiarse las parejas de baile.
Ágata es rubia con una larga melena ondulada. Tiene ojos verdes y algunas pecas en las mejillas. Mide 1,70 m y pesará unos 55 kg. Le gusta lucir largos vestidos de noche rajados hasta las caderas, acompañados de zapatos de charol con mucho tacón.
Dareck andará en el 1,85 m y es muy musculoso. Lleva el pelo largo hasta los hombros, color castaño. Sus ojos negros y su sonrisa a lo John Travolta derriten a cualquier hembra en edad de merecer. Es muy clásico vistiendo. Siempre va de traje gris o negro.
En uno de esos bailes tan animados donde constantemente se están intercambiando las parejas hicieron migas con un matrimonio de Santo Domingo. Una pareja de negrazos con un cuerpo escultural y descomunal. Ella se llama Adela. Es de mediana estatura y su pelo, color azabache, lo lleva recogido en varias coletitas trenzadas y fijadas al cráneo. De cuerpo curvilíneo, con nalgas respingonas y muslos anchotes es un bellezón que hace girar la cabeza a todo hombre o mujer que se cruza con ella.
Lautaro es el nombre del marido de Adela. Es un hombretón que ronda los dos metros de altura. Trabaja de escolta y se nota. Está muy en forma. Viste de traje pero más informal que Dareck.
Sonaba el “Ready Teddy” de Little Richard y la pista de baile explosionó llenándose de parejas enfervorecidas. Los chicos cogían y levantaban al vuela a sus chicas pasándolas de un lado al otro de las caderas. Dareck soltó a su pareja para abrazar a Adela y Lautaro hizo otro tanto, para seguir con el baile con Ágata. Los dos minutos que duró la canción fueron suficientes para que aquellas dos parejas intimaran y crearan un vínculo que los unió por un largo e intenso semestre.
Lautaro aprovechaba cuando cogía por la cintura a Ágata, para palparle bien los cachetes y el bajo vientre. Tampoco Ágata se quedaba atrás, no era manca, y sobaba a su ocasional pareja de baile por todo su dorso en forma de V.
A Dareck le costaba algo más manejar a Adela, estaba más maciza y musculada, pero sacó orgullo de macho alfa y consiguió estar a la altura de las circunstancias mostrando una fuerza descomunal. Mientras Dareck la sujetaba por la cintura, Adela abría sus piernas y lo abrazaba, apretando sus muslazos y cachas contra el cuerpo de él. Sus caras en varias ocasiones llegaron a rozarse.
Estuvieron casi una hora bailando e intercambiándose las parejas entre ellos. Lautaro y Adela son muy buenos con el Tango. Ponían en práctica unos pasos muy sensuales. La gente hizo un círculo alrededor de ellos para verlos bailar. Ágata y Dareck se estaban excitando con las poses morbosas de baile que sus amigos estaban exhibiendo, aprovechando que el Tango es un estilo que pide sensualidad a raudales.
Las dos parejas decidieron sentarse en un reservado para refrescarse algo y pidieron unos cubalibres. Charlaron de música, baile y deporte, sobre todo. Tres temas que los unen mucho.
Estuvieron hasta cerca de las cinco de la madrugada intercalando momentos de baile con momentos de charla en la barra o en unos sofás. Cada vez iban intimando más y hablando de temas más picantes. Ágata y Dareck invitaron a Adela y a Lautaro a ir a su apartamento, para tomar la última y conversar con más calma. Aceptaron.
Por el camino, mientras iban en el coche, Ágata sacó el tema de la orientación sexual preguntándoles por la suya.
–Nosotros nos definimos como heterosexuales. O mejor habría que decir heterocuriosos –comentó Adela–, ya que en alguna ocasión yo me comí algún mejillón y mi marido también probó alguna verga.
–Eso está bien. Hay que experimentar. Mi marido y yo nos definimos como pansexuales. Nos atraen los buenos cuerpos, al margen del sexo con el cual se acompañen –explicó Ágata.
–En las cárceles, me tienen comentado algunos funcionarios amigos míos, los presos se reparten el rol de macho o hembra en función de quién gane o pierda una pelea o un pulso. Los chicos que tienen buenos bíceps y tríceps tienen más posibilidades de salvaguardar su culo de perforaciones salvajes. Por eso los gimnasios están llenos –dijo Dareck de forma jocosa.
–Yo soy más activo que pasivo –comentó Lautaro–, y tú tienes pinta de tener un buen paquete. Así que, si quieres perforarme el culo tendrás que ganarme un pulso. Si no, te quedarás con las ganas –y soltó una risotada.
–Pues yo soy versátil, aunque tu entrepierna también me impone. Así que, lo mismo te digo. Si quieres romperme el ojete tendrás que ganarme un pulso –dijo Dareck y se echaron a reír los cuatro.
–Esos debates no los tenemos las mujeres. Nosotras nos comemos lo que nos echen en el plato, al margen del tamaño. ¡Con vaselina todo entra, hasta un puño! –aseveró Adela.
–Eso es verdad. Y en mi caso estoy deseando probar la almeja de Adela. Tiene pinta de ser muy jugosa y salada –comentó Ágata soltando unas carcajadas.
Ya en el apartamento, Ágata pone un poco de música Soul, de Etta James en concreto, con la cual Adela guarda un cierto parecido físico.
Dareck se encarga de servir unas copas de anís. Brindan los cuatro por el afortunado encuentro en la sala La Sabrosona y por su incipiente amistad.
Lautaro le recuerda a Dareck, socarronamente, que tienen pendiente un pulso para saber quién de los dos hará de hembra esa noche, acompañando a las chicas a la hora de manducar butifarra por los diversos orificios naturales. Dareck le da la razón y se ponen en faena.
Se sientan en la mesa, uno enfrente del otro, se remangan, colocan sus brazos en posición, y comienzan el duelo.
Aunque Lautaro le saca casi 15 cm de altura a Dareck, este tiene unos brazos bien desarrollados que no desmerecen en nada frente a los brazos de Lautaro.
Curiosamente, Ágata anima a Lautaro y Adela a Dareck. Ambas prefieren que sus respectivas parejas pierdan, para disfrutar del morbo de verlos sometidos a una cura de humildad.
El pulso duró casi cinco minutos. Se iban tanteando las fuerzas. Utilizaban la táctica de la guerra de posiciones. Acabar en tablas sería una buena opción para Dareck, pero Lautaro no opinaba lo mismo. Después de un sin fin de forcejeos, por fin, uno de los dos muerde el polvo (posteriormente morderá la almohada), este fue Dareck.
Ágata felicita a Lautaro pegándole un morreo de película romántica. Adela intenta animar a Dareck, aunque al ver que no está muy disgustado comienza a sospechar si no se dejó ganar.
Ya repartidos los papeles se van despelotando todos al son de la música, practicando un striptease múltiple de forma simultánea. Finalizado este, Lautaro se sienta en un sofá y magreándose la verga solicita que las tres bocas de sus acompañantes se la pongan a tono.
Ágata y Adela se colocan a ambos lados del sofá y se van turnando a la hora de meterse el capullo en la garganta. Dareck se coloca debajo, sentado en el suelo, y lame ojete, perineo y escroto de su amante.
El miembro de Lautaro andará por los 23 cm de largo. Mucho rabo para hacer un Garganta Profunda, aunque las chicas le ponen empeño. La polla y testículos de Lautaro brillan como la cera de babeados que le están quedando. Ágata se acerca al oído de Dareck y le dice:
–Morréale bien los huevos a mi macho.
–¿Pero tu macho no soy yo?
–Tú eres mi marido, que no es lo mismo.
Ágata sabe que a su marido le va la humillación suave y continúa diciéndole:
–Soy poliándrica. Tengo muchos machos pero solo un marido. El privilegio de lucir una hermosa cornamenta es solo tuyo, cariño –y le guiña un ojo en señal de complicidad.
Cuando Lautaro comprobó que su verga estaba bien lubricada, le dijo a Dareck que se fuera colocando a cuatro patas, que lo quería empalar.
Dareck con su melena suelta, su vientre plano y marcando tableta, y en la postura de perra, daba el pego de ser una fémina trans.
No le costó mucho esfuerzo a Lautaro el meterle media butifarra de una sola estocada. Con dos estocadas más tenía todo el rabo dentro de las entrañas de su amante. Comenzó a bombearle el trasero muy despacio, para poco a poco ir subiendo el ritmo del fuelle hasta conseguir un mete-saca de tres emboladas por segundo.
Lautaro cogía del cabello a Dareck obligando a este a erguir la cabeza. Adela aprovechó y, colocándose frente a Dareck, bajó un poco la cintura y le hundió el chocho en toda la cara, para que le hiciera un buen lavado de bajos.
Ágata se colocó detrás de Adela y comenzó a lamerle el ojete con su raja correspondiente. Adela jadeaba, casi no podía mantenerse en pie de la excitación que estaba experimentando al tener a Dareck comiéndole la almeja y a Ágata chupándole el ojete.
Lautaro no quería correrse tan pronto y después de estar unos viente minutos zurrándole el trasero a Dareck, aprovechando que su mujer se había corrido en la boca de su amante, quiso cambiar y probar el coño de Ágata.
Lautaro se puso de pie y le dijo a Ágata que se colgara de su pescuezo y lo abrazara con sus piernas. Una vez que él la tuvo bien sujeta, Adela y Dareck hicieron de mamporreros y se dedicaron a introducir la polla, unas veces en la almeja y otras veces por el ano. También aprovecharon para morrearse bajo palio, pero sobre todo lamían, besaban y chupeteaban las entrepiernas de la pareja apareada.
Después de estar un buen trecho calcándole la morcilla con fuerza a Ágata, y esta disfrutar de un orgasmo estremecedor, Lautaro no pudo evitar el llegar al clímax.
Las sacudidas y los espasmos hicieron que la polla de Lautaro se saliera del coño regando las caras de su mujer y de Dareck de esperma. A los pocos segundos, unos dos o tres chorros de semen salen del chumino de Ágata. Adela y Dareck se morrean pasándose el esperma de boca en boca. Lamen y succionan chocho y rabo buscando las últimas gotas de nata merengada. Por fin, Ágata decide descolgarse del cuerpo de su amante y se agacha para morrear a su marido y a Adela. Quiere que le pasen su ración de simiente del macho que le proporcionó un orgasmo tan placentero.
Mientras Lautaro descansa recostado en una hamaca, observa cómo Dareck se trajina a su mujer en la postura del jinete. Adela cabalga sobre el no despreciable falo de 20 cm que calza Dareck. Este le chupetea los pezones y le lame el cuello mientras le dice que es una jinete muy hermosa y que le encanta ver cómo los pechos le bambolean al ritmo del folleteo. Ágata se tumba en el suelo boca arriba y espera impaciente a que, una vez que su marido se corra en el chumino de Adela, esta se desacople y le aplaste el chocho en la cara a ella para comérselo bien y tragarse la lechada que vaya fluyendo.
Efectivamente, a los pocos minutos Dareck obsequia a Adela con unos fuertes empellones e inunda el interior de su vagina con ocho o nueve chorros de lefa.
Ágata está en contra de la bollería industrial, pero el bollo de chocolate de Adela regado con nata montada de su marido lo saboreó con ganas. Este bollo es más sano y con Denominación de Origen. Lame y relame los labios vaginales y succiona el berberecho a conciencia.
Lautaro se puso tan cachondo que no pudo evitar acercarse a Ágata y pegarle unos buenos morreos, tragándose parte de la lefa de Dareck.
Aunque Lautaro ganó el pulso, no quería irse sin probar la polla de Dareck en boca y culo. Después de mamársela fuerte y conseguir ponérsela dura a Dareck, este, en la postura del misionero, le da fuerte por el culo a Lautaro. Las chicas se van turnando para aplastar sus chochos en la boca de Lautaro y correrse en su cara.
Cuando Dareck comienza a eyacular, le saca la polla del trasero a Lautaro y riega de esperma la caña de chocolate y los huevos de Pascua de su amante. Ágata y Adela no dudaron ni un segundo en acercarse a la entrepierna de Lautaro. Lamen y chupan su paquete. Se tragan el semen que se escurre por sus bajos. También Dareck bajó al pilón y quiso saborear su ración de bollería casera natural.
Los cuatros amantes eran insaciables e incansables. La noche fue intensa y larga. Pero por desgracia, el idilio de amor y lujuria de estos cuatro Romeos y Julietas solo duró seis meses. Adela y Lautaro tuvieron que trasladarse a Alemania y poco a poco fueron perdiendo el contacto con Ágata y Dareck.