(Versión censurada)
En la quietud dorada del ocaso, en mi mano reposa un manjar divino,
Tu miembro, fruto suculento y peregrino, joya que al paladar se torna vino.
Con labios carmesíes y deseo inocente, mi piel lo acaricia con dulzura,
y en mi boca, el éxtasis perdura, con cada bocado, un deleite ferviente.
Tu falo encendido, su exquisito néctar, que despierta ansias en mi ser,
tu aroma embriaga el aire y hace florecer, mi deseo, mi hambre sin tregua ni pactar.
Cierro mis ojos, saboreo el instante, en el éxtasis suculento me sumerjo,
tu pulpa, un festín que mi ser se adueña, y en cada bocado, la gloria me ofrezco.
Tu piel tersa y morena en mis dedos, me regalas caricias de miel y arrebato,
el jugo que mana, me embriaga en el acto, y mi alma se embarga en tu sabor sin miedos.
Eres fruto prohibido, dulce y salvaje, mi lengua te explora, saboreando tu esencia,
tu miembro, espléndida indulgencia, que en mi paladar se vuelve sublime encaje.
Como en cada lamida me embriagas, en cada beso me entregas tu esencia,
un placer que se vuelve experiencia, en tu erección que en deleite me halagas.
Así, entre suspiros y sensaciones, tu tronco carnoso danza en mi boca en su esplendor,
y en un torbellino de sabores y pasión, se unen mis emociones.
En cada gota que se derrama, en cada instante que se desvanece,
Mis labios y tu miembro se envuelven, en una danza de placer que se enciende.
Sexo bendito que me inspiras, a plasmar en versos este rito sagrado,
que con gusto y dulzura es disfrutado, como una cortesana, que en ti se admira.
En este instante, yo me pierdo, deleitándome en tu sabor ardiente,
Como una ramera, junto a tu lanza de fuego, en un lazo unido, en un verso que nunca se desentiende.
(Versión sin censura)
En la quietud dorada del ocaso, en mi mano reposa un manjar divino,
Tu verga, fruto suculento y peregrino, joya que al paladar se torna vino.
Con labios carmesíes y deseo inocente, mi piel lo acaricia con dulzura,
y en mi boca, el éxtasis perdura, con cada bocado, un deleite ferviente.
Tu verga encendida, su exquisito néctar, que despierta ansias en mi ser,
tu aroma embriaga el aire y hace florecer, mi deseo, mi hambre sin tregua ni pactar.
Cierro mis ojos, saboreo el instante, en el éxtasis suculento me sumerjo,
tu semen, un festín que mi ser se adueña, y en cada bocado, la gloria me ofrezco.
Tu dura piel tersa y morena en mis dedos, me regalas caricias de miel y arrebato,
el jugo que emana me embriaga en el acto, y mi alma se embarga en tu sabor sin miedos.
Eres fruto prohibido, salado y salvaje, mi lengua te explora, saboreando tu esencia,
Tu verga, espléndida indulgencia, que en mi paladar se vuelve sublime encaje.
Como en cada mamada me embriagas, en cada chupada me entregas tu esencia,
un placer que se vuelve experiencia, en tu erección que en deleite me halagas.
Entre suspiros y sensaciones, tu verga carnosa danza en mi boca en su esplendor,
y en un torbellino de sabores y pasión, se unen mis emociones.
En cada eyaculación que se derrama, en cada instante que se desvanece,
Mis labios y tu verga se envuelven, en una danza de placer que se enciende.
Sexo bendito que me inspiras, a plasmar en versos este rito sagrado,
que con gusto y dulzura es disfrutado, como una ramera, que en ti se admira.
En este instante, yo me pierdo, deleitándome en tu sabor ardiente,
Como una puta, junto a tu ardiente verga, en un lazo unido, en un verso que nunca se desentiende.