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Acoso al hijo y derribo de la madre
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Tiempo de lectura: 7 minutos

Después de su divorcio Elisa y su hijo Pedro se trasladaron a vivir cerca de la ciudad y cerca de su familia, ella solicitó un traslado de su trabajo en una empresa de logística de comercio electrónico, su hijo Pedro de 21 años, es muy retraído, manipulable y se deja influenciar mucho por los demás. Elisa es una mujer de 39 años y había tenido a su hijo muy joven, se había divorciado de su marido hacía 9 meses ya harta de sus infidelidades y sus problemas con el juego y la bebida.

Elisa y su hijo se trasladaron vivir en un chalet en las afueras y empezaron una vida normal, su hijo estudiaba y pronto hizo amistad con dos chicos que eran un poco más mayores que él, Celio de 22 años y Luzbel de origen latino de 24 años y empezaron a ir por su casa, a Elisa no le hacían nunca mucha gracia los amigos de su hijo, pero desde el primer día aquellos chicos la hicieron sentir un extraña sensación.

Un día que estaban en su habitación, Elisa escucho como hablaban y se quedo en silencio y sorprendida, porqué estaban hablando de ella.

– Tu madre no tiene ningún follamigo – reconoció la voz de Luzbel dirigiéndose a su hijo

– No mi madre no ha salido con nadie desde que se divorcio – contesto su hijo Pedro

– La verdad que un poco de morbo tiene – dijo Celio

– A mí me gustan las mujeres como ella, gorditas con buenas tetas y un buen culo – dijo Luzbel riendo – y seguro que tiene que ir caliente… si nadie le da caña.

– Va no os metáis con mi madre – dijo riendo Pedro.

– Tú crees que aguantaría si le meto todo esto en el chocho – insinuó Luzbel llevándose la mano al paquete.

– La matarías follando – aseguró Celio

– Se volvería loca con todo este rabo para ella – dijo Luzbel

– Estáis pensando que mi madre es una fulana como esas con las vais vosotros y es una mujer muy decente y ésta hecha polvo desde que mi padre le ponía los cuernos y se divorcio – contesto Pedro.

Elisa escucho la conversación en silencio y casi se deja ver para que acabar aquella conversación que la había puesto a partes iguales de furiosa como de excitada, pero pensó que tan solo era una fantasía calenturienta de unos jóvenes hablando entre ellos. Aquella noche se quedaron a cenar y en un momento Elisa se quedo sola en la cocina con Luzbel, empezó a recoger los platos y se puso a fregarlos.

– ya la ayudo yo – se ofreció Luzbel y le paso los platos y le paso la gamuza a la mesa.

Elisa se giró y le hizo un gesto de agradecimiento y noto que Luzbel la miro de una forma muy especial y la observaba de arriba abajo. Luzbel intento pasar entre Elisa y la mesa y le puso las manos en la cintura y paso restregando el culo con su paquete, Elisa sintió como él la estaba aludiendo y se giró para decirle algo, pero en aquel momento entraron en la cocina su hijo y Celio y Elisa tuvo que reprimirse y lanzó una mirada airada a Luzbel que la correspondió con una sonrisa pícara y desafiante, después de aquello se fueron y su hijo Pedro se fue a dormir. Elisa se quedo sentada en la cocina fumando un cigarro y pensando en lo que había pasado, se sentía furiosa, pero también se sentía excitada, no estaba acostumbrada a que la tratasen con aquella insolencia, apago el cigarro y se fue a la cama y empezó a dar vueltas, su cuerpo sintió una calentura incontrolable, se sentía mujer después de mucho tiempo, Elisa todavía era joven y aunque no era muy agraciada su cuerpo era deseable, tenía unas buenas tetas y un buen culo, era morena y tenía media melena y aunque no era muy alta y estaba regordeta y con exceso de peso sintió una excitación imprevista se masturbo y se quedo dormida plácidamente.

Pasados unos días Elisa se dio cuenta que le faltaba dinero de su monedero y la actitud de su hijo era cada día más desanimado, le pregunto si le pasaba algo y él lo negó y no quiso contestarle, aquello preocupo profundamente a Elisa.

Una noche Elisa llego a su casa y su hijo estaba con sus amigos y se quedaron a cenar, Pedro le pidió el auto a su madre y fue con su amigo Celio a buscar unas pizzas, Luzbel se quedo con Elisa y le ayudo a descargar las compras que llevaba en el auto y a colocarlas en la cocina.

– Sabes si le pasa algo a mi hijo – le pregunto Elisa a Luzbel – hace días que lo notó raro.

– No trato con él todos los días – le contestó él – pero yo creo que su divorcio lo tiene deprimido.

– Si. Lo he notado – dijo Elisa – no lo ha llevado bien y él es muy retraído… te pido que lo ayudéis y yo te estaría muy agradecida.

– ¿como de agradecida estarías? – le pregunto Luzbel abalanzándose sobre Elisa y arrinconándola contra la encimera y posándole las manos en la cintura.

Elisa estaba atrapada entre la encimera y el cuerpo de Luzbel que era más alto y corpulento que ella y quedo paralizada y no supo reaccionar mientras las manos de él se pusieron en sus nalgas y empezó a magrearla.

– ¿qué haces? – grito ella – déjame

– Yo creo que la que también necesitas algo eres tú – le susurro al oído – y yo puedo dártelo.

– Que te has creído – le dijo Elisa mientras le apretó el pecho con las manos e intentó apartarse de él – no necesito nada de ti.

– Tú y tu hijo necesitáis un hombre que os defienda y cubra vuestras necesidades – le susurro al oído mientras la sujetaba fuertemente.

– ¿qué necesidades puedes darnos tú? – le grito Elisa enfurecida – suéltame ahora mismo

– Una mujer como tú – le insinuó él – tanto tiempo sin follar, mira que crispada que estas

Elisa le dio una bofetada en la cara, Luzbel le agarró la mano y se cruzaron unas miradas desafiantes y el la hizo agachar en el suelo mientras que con su mano se desabrochaba los pantalones y se sacaba la polla, Elisa hizo un gesto de exclamación y sorpresa al ver la polla tan grande que tenía él.

– Toda esta polla va a ser para ti – le dijo él al notar el gesto de ella y le dio varios golpes con la polla en la cara

Elisa le puso las manos en la cintura y hizo ademán de apartarlo, pero la fuerza de él lo hizo imposible y le metió dos dedos en la boca.

– Que boca más calentita que tienes – le dijo él mientras ella hizo un gesto de morderle los dedos – si me muerdes te giro la cara a ostias… ¿has entendido?

Elisa le hizo un gesto afirmativo y quedo sentada en el suelo de la cocina. Luzbel le metió la polla en la boca y la penetro profundamente, le saco la polla y Elisa empezó a toser fuertemente mientras le hacia un gesto para que parara con la mano, Luzbel le daba golpes con la polla en los labios y la volvió a penetrar otra vez y sacarle la polla y otra vez Elisa volvió a toser.

– Vas a hacerme una buena mamada – le dijo él – o te voy a meter la polla hasta la garganta

Elisa lloraba y le hizo un gesto con la cabeza y Luzbel le metió el glande en la boca suavemente y empezó a meterlo y sacarlo, Elisa le agarró el tronco con una mano e impidió que él le metiese toda la polla.

– Así chúpamela así – le susurraba él mientras le agarraba la cabeza con las manos – dame con la lengua en la punta.

Elisa obedeció y la agarró con las dos manos y empezó a darle lametones en la punta del glande.

– ¿Te gusta la polla que te voy a dar? – le preguntaba él y Elisa lo miraba pero no hacía ningún gesto – ¿tu marido no la tiene tan grande verdad?… Elisa hizo un gesto de negación

– Métetela en la boca… me gusta cómo me la chupas – le murmullaba placenteramente él – cuando te vi supe que eres una buena marrana.

Elisa cerró los ojos y siguió chupándole la polla mientras le caían unas lágrimas por las mejillas, Luzbel empezó a temblar y la punta de su polla vibraba.

– Me voy a correr – le aviso él -quiero correrme en tu boca

Elisa se saco la polla de la boca y le hizo un gesto de negación, pero Luzbel se la volvió a meter y la agarró por el cuello y empezó a descargar su leche dentro de la boca de Elisa.

– Toma leche calentita marrana – le dijo él sarcásticamente y saco la polla y dejo un hilillo de leche saliéndole de la comisura de los labios

Elisa se quedo sentada en el suelo mientras se pasaba la mano por la cara mientras miraba furiosamente a Luzbel, este la levanto del suelo y la giro y ella se apoyo con las manos en la encimera y las manos de él se colaron por debajo del jersey y le desabrocho el sujetador.

– Que tetas que tienes guarra – le susurro él al oído mientras sus manos le masajearon las tetas y sus dedos le pellizcaban sensualmente los pezones.

– Porque me haces esto – le dijo Elisa mientras intentaba girarse y sus pezones se ponían erguidos y reaccionaban a las caricias de él – no me toques ahí soy muy sensible.

-Sensible!!!… lo que eres un poco putita – le dijo él

– Ya ésta bien déjame – le imploró ella – mi hijo puede llegar en cualquier momento

– A ver cómo éstas por abajo – dijo él mientras bajo las manos y las metió por debajo de la falda y le abrió las piernas y busco sus bragas y las aparto con la mano.

– Déjame, no me toques… no quiero – rogó Elisa

– Voy a ver como tienes el chochito – Luzbel le paso el dedo por la raja – tienes el chocho mojadito… eres una mama muy mala.

Elisa soltó un sollozo y intento cerrar las piernas pero Luzbel le puso su pierna en medio y siguió acariciando su coño, esta vez con dos dedos, Elisa soltó un grito y echo la cabeza hacia atrás.

– Por favor, no me toques más – pidió ella con la voz entrecortada – te lo suplicó

– Cada momento que pasa tienes el chocho más mojado – le bisbiseo Luzbel – no quieres que vea lo salida que estas… vas de mama recatada y eres una buena putita.

Los faros del automóvil en que venían su hijo y Celio les avisaron con tiempo y Luzbel soltó a Elisa.

– Vete a arreglarte – le sugirió él – que tu hijo no te vea así

Elisa se apartó de Luzbel y fue a arreglarse al lavabo, se limpio la cara y se abrocho el sujetador y se adecento la ropa y volvió a la cocina.

– Como te huele el chocho marrana – le dijo Luzbel mientras se olía los dedos y luego se los limpiaba en la pica, Elisa lo miró avergonzada.

– Ya están aquí las pizzas – dijo alegremente su hijo al entrar – ¿pero bueno, todavía no has puesto la mesa?… que habéis hecho – pregunto su hijo inocentemente

Elisa se sonrojo y Luzbel intercambio una mirada con ella y sonrió satisfactoriamente, sabía que ella no iba a decir nada de lo que había pasado.

Cenaron juntos, Luzbel se sentó al lado de Elisa y por debajo de la mesa él le acariciaba la pierna mientras todos charlaban amistosamente.

– Mama que pasa no tienes hambre – le dijo su hijo -ya me como yo tu pizza

– A lo mejor tu madre ha comido antes y se ha llenado la boca – dijo Luzbel refiriéndose con intención oculta que solo él y ella sabían.

Elisa se levanto de la mesa sonrojada, acabaron de cenar, todos la ayudaron a recoger los platos y la mesa.

– Esta noche voy a soñar con el chochito calentito y mojadito de putita que te he dejado – le susurro Luzbel al oído antes de marcarse.

Elisa se quedo en la cocina pensativa con lo que había pasado, se fumo un cigarro y antes de irse a la cama pasó por la habitación de su hijo que ya estaba durmiendo, se quedo un rato observándolo y pensando en si denunciaba a su amigo, pero llego a la conclusión que aquello podría afectar mucho a su hijo y se fue a la cama y incomprensiblemente se masturbo profundamente.

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