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Madura y divorciada (3): Comienzo a liberarme
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Tres días después de conocer a Rainer y de que este hubiera reiniciado "el camino de Santiago" entré en contacto a través de una web con un hombre canadiense que vivía en Bruselas y no dudaba en mostrarse a cara descubierta y masturbarse para mi. ¡Dios mío! desde el principio lamenté que estuviera tan lejos: siete años más joven que yo, no era un hombre guapo aunque sí con un cierto atractivo, voz grave y seductora además de poseedor de un rabo que a través de la cámara se me antojaba más grueso que ninguno que hubiera tenido nunca.

La primera vez que se mostró ante la cámara se hizo una paja corriéndose sobre mi cara en una fotografía que le había enviado en nuestro primer contacto, hasta ahí todo perfecto y excitante. Pero una vez que se hubo corrido, continuó masturbándose sin que su polla diera señales de necesitar un descanso. Con sus casi cuarenta y nueve años me dijo que si su pareja de juegos le motivaba lo suficiente podía correrse dos veces seguidas sin necesidad de esperar a recuperarse y podía tener sexo hasta cinco veces diarias, no menos de cuatro. Algunas veces se masturbó metiendo su polla en un tubo de látex con forma de vagina y siempre con un vocabulario que me excitaba a cada frase. Se llama Daniel Barbeau y desde el primer día me dio sus datos verdaderos e incluso para que comprobara que no mentía y podía confiar en él me envió su documentación escaneada. Si, raro, un tipo peculiar Daniel Barbeau además de buena persona.

A medida que fuimos cogiendo confianza se fue abriendo más, o mejor dicho, perdió el miedo a que me asustara de sus fantasías y dejara de chatear con él. Tras una conversación muy subida en cuanto al relato de nuestras fantasías le hablé de que en más de una ocasión me había masturbado mirando vídeos de sexo entre travestís o de éstos con mujeres… Al día siguiente se mostró a través de la cámara masturbándose con unas medias puestas y en esta ocasión terminó sodomizándose con una polla de látex… cada día que pasaba lamentaba más tenerle tan lejos.

Al tiempo que mantenía estos encuentros virtuales con Daniel mantenía el contacto con Ana y Luis, les hable de Daniel, su polla… Todo se precipitó en mi cabeza, sin encomendarme a nadie pregunté a Daniel si quería que nos conociésemos personalmente, se mostró más entusiasmado que yo misma, volvió a enviarme fotocopias de su documentación para que confiara en él y se ofreció a tenerme en su casa el tiempo que fuera necesario. Además, con toda la sinceridad e inocencia del mundo se ofreció a presentarme jóvenes si definitivamente no le gustaba en persona o no era capaz de satisfacerme suficientemente…

Me presenté en Bruselas el lunes tres de abril de aquel 2017 con intención de quedarme hasta pasada la Semana Santa, unos doce días; casi dos semanas. Pasaron catorce días y medio, todos los días con Daniel y la mayoría de ellos acompañados por algún o algunos amigos suyos; veinte años más jóvenes que él y oficialmente gays… pero solo oficialmente. Aquella vez más por morbo que por otras razones llevé un control exhaustivo de mis actividades: en catorce días tuve sexo completo con penetración 109 veces, una media de casi ocho veces diarias, y estuve además de con Daniel con otros trece hombre diferentes. De haber tenido más oportunidades, seguro que hubiera tenido más sexo pensaba.

Daniel me dejaba durmiendo cuando él iba a trabajar, normalmente me llamaba eso de las doce para ver si necesitaba algo o si quería que me enviara algún joven de su grupo de amigos gays a casa, aunque normalmente salía a hacer turismo y regresaba después de las cinco, Daniel llegaba a casa a las seis… era el momento más esperado del día para mi. Es bisex pero pienso que tiene más tendencia homo que hetero.

Una vez que se cercioró de que usar prendas femeninas en nuestras sesiones de sexo lejos de molestarme me excitaba solía utilizar un conjunto de lencería negro con medias y ligueros, tenía un vecino mayor que a veces no espiaba desde su ventana y cuando sabíamos eso prescindía de la lencería femenina.

Me ponía enormemente perra nada más verle, venía hacia mi con su polla enorme de venas muy marcadas y me sentaba sobre él metiéndome su "barra" hasta el fondo… estábamos follando como perros entre 30 y 50 minutos sin parar, nunca he conocido a otro como él, tardaba una eternidad en correrse y entonces notaba como su polla aflojaba unos minutos pero rápidamente volvía a sentir como se ponía dura dentro de mi y otra vez comenzaba a follarme a lo largo de otra media hora o más… ni sabía las veces que lograba correrme en esos polvos.

Tomábamos algo ligero a modo de cena y después de las ocho u ocho y media íbamos a una sauna. Los dos primeros días fuimos un local de parejas pero cuando Daniel logró que no pusieran excesivas restricciones a mi entrada en una sauna gay íbamos exclusivamente a ella. Siempre había bastante gente, más de la mitad después de la sorpresa de ver una mujer desnuda por los pasillos y recovecos del local pasaban totalmente de mi sin rozarme, pero otros muchos se movían nuestro alrededor hasta lograr colarse con nosotros en algunos de los reservados… aquellos días fuero un descubrimiento y mi mejor experiencia, jamás los olvidaré.

Normalmente tenía sexo con penetración con tres o cuatro, generalmente no menos de treinta años más jóvenes que yo, pero siempre me ha encantado mamar… si, follaba cuatro o cinco veces con otros tantos jóvenes pero podía mamar casi una docena de pollas más dejando que casi todos ellos se corrieran en mi cara, mi boca o mi pecho…

Daniel pocas veces me folló en la sauna, se limitaba a mirar y excitarse conmigo, luego, de regreso a casa volvía a follarme una o dos veces. Esa fue mi vida aquellas dos primeras semanas en Bruselas. Con la promesa de que regresaría a visitarle en breve regresé a mi casa.

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