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Madrid nos regaló nuestra primera experiencia
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Tiempo de lectura: 12 minutos

Tras llevar años leyendo relatos en esta web, alimentando mis fantasías hasta el punto de llevarlas a la realidad, me animo por primera vez a compartir las experiencias vividas con mi mujer desde hace 2 años, cuando nos volvimos algo más liberales.

Como si se tratara de una reunión para compartir nuestros vicios, me presento, mi nombre es Daniel y me gusta que se follen a mi mujer. Ella se llama Clara, ambos tenemos 38 años, nos conservamos bastante bien, mi mujer más llamativa que yo, llevamos felizmente casados 5 años y tenemos un hijo de 4, residentes en Sevilla capital y de clase media sin apuros económicos.

Tras una larga temporada de casi abstinencia sexual, con alguna complicación tras la llegada de nuestro hijo que nos hizo decidir no tener mas, hace un tiempo retomamos nuestra vida amorosa con más fuerza que nunca, parecía que debiéramos recuperar el tiempo perdido. Algunas veces, cuando echábamos un polvo más caliente de la cuenta, me gustaba hacer un trio simulado con Clara y la ayuda de algún juguetito que guardábamos en el cajón. No sólo yo me lo pasaba bien en estos actos, si Clara se soltaba la melena, podía verla disfrutar una barbaridad. A veces, al terminar, bromeaba preguntándole cuando iba a cambiar el dildo por una polla de verdad y me iba a dar el espectáculo de follarse a otro delante de mí… al principio se lo tomaba mal, me decía que si pensaba eso es que no la quería, con el tiempo y viendo la evidencia del amor que sentía por ella, pasó a reírse y decirme que estaba loco.

Os sitúo en la noche anterior al desenlace de este relato, estábamos dejando todo listo para salir temprano al día siguiente hacia Madrid, a una escapada de pareja los dos solos.

– Cariño, meto esto en la maleta?.- le dije mientras sacaba del cajón un gran dildo, réplica de un actor porno del cual no recuerdo el nombre.

– Por supuesto, hay que aprovechar que vamos solos, tenemos que disfrutar en todos los sentidos.- contestó Clara mientras me guiñaba un ojo, parecía animada, por lo que aproveché para tantearla.

– Te veo con ganas eh? En Madrid hay mucha gente, te imaginas que te gusta alguien y por fin me das el espectáculo de verte con otro?

– Quién sabe…

– Quién sabe?? Creo que es la primera vez que dejas la puerta abierta para eso.- dije sorprendido.

– Igual es que me estoy volviendo una moderna… de todos modos no te flipes Dani, no pienses que vamos a buscar a alguien ni nada de eso. Me tendré que conformar contigo.

Ambos reímos y cerramos la conversación, eso sí, simplemente tratar el tema prometía un viaje animado.

Llegamos al tren, coche 5, sacamos los billetes días antes por lo que muchos asientos estaban ya ocupados y tuvimos que comprar los nuestros juntos pero separados por el pasillo, las ventanillas ya estaban vendidas. Al llegar a mi asiento vi que mi acompañante en ventanilla era un señor de unos 50 años trajeado, supongo que viajaba por trabajo, en el lado de Clara aún no había nadie.

El tren iba a salir y parecía que Clara viajaría sola a pesar de que el asiento de su lado aparecía como vendido. Las puertas se cerraron y al final del pasillo apareció un chico que se acercaba hacia nuestra ubicación, colocó su maleta y con una amplia sonrisa y educadamente pidió permiso a Clara para sentarse a su lado. Mi mujer y yo cruzamos nuestras miradas y se nos escapó una ligera sonrisa.

Pensaréis esto se va animar, ya que la descripción del chico que voy a hacer parece traída de una película porno, tendréis que leer más para averiguar que pasó finalmente, lo que si puedo aseguraros es que el chico era exactamente como os voy a contar, aunque esto reste verosimilitud a mi relato.

Ni Clara ni yo somos especialmente altos, yo algo más de 1,70 y ella rondando el 1,65. Entre su altura y su color de pelo rubio, Clara y Samuel, porque así supimos poco después que se llamaba, hacían un contraste tremendo. Lo primero que destacaba en Samuel era su raza negra, aún siendo de color tiraba a algo mulato, no tenía unos rasgos africanos muy marcados, su estilo era totalmente europeo, vaqueros de color oscuro y camisa Tommy celeste que distaba mucho de ser una burda imitación, con 1,80 aproximado de altura, sacaba a Clara prácticamente una cabeza, físicamente tenía muy buen cuerpo, diría que se lo curraba en el gimnasio.

Tengo que decir que mi mujer habla por los codos, puede entablar conversación con cualquier persona y Samuel parecía que era del estilo. A los 15 minutos ya estaban de charla, yo, sentado junto a ellos pero con el pasillo entre nosotros, participaba en la conversación a ratos. En las dos horas largas que duraba el trayecto hablamos de varios temas, la verdad que Samuel tenía una conversación agradable. Nos contó que tenía 29 años, casi 10 menos que nosotros, su padre era originario de Guinea Ecuatorial y su madre madrileña, de ahí que aún predominando su piel oscura, tuviera unos rasgos tan singulares y diría que incluso atractivos. Eso si, lo más llamativo eran sus ojos claros, que siendo de raza negra, le daban un toque muy especial. Samuel vivía en Madrid y se dedicaba al comercio internacional, el día anterior había tenido una reunión en Sevilla para cerrar un negocio importante que decía llevar meses currándoselo.

Resulta que vivía cerca de la zona donde nos hospedábamos, así que decidimos compartir Uber cuando llegamos a Madrid. Nos bajamos y nos despedimos en la puerta de nuestro hotel, un Ibis básico pero muy bien situado en la calle Manuela Malasaña, junto a la estación de metro Bilbao, Samuel debía vivir por el barrio.

Era imposible no pensar en nuestra conversación del día anterior y no imaginarme a Clara y Samuel compartiendo cama, el problema era que mi mujer siempre me había dicho que no le atraían nada los hombres de raza negra, aun así, le saque el tema al llegar a la habitación.

– Vaya tío guapo Samuel eh?

– Guapísimo.- contestó Clara.

– Una pena que no te gusten los chicos negros, de lo contrario era el candidato perfecto para invitarle un ratito a esta cama.- dije señalando nuestra cama king size.

– No te equivoques, que no me gusten los chicos de raza negra es algo genérico, como no me va a gustar Samuel, no puede ser más atractivo el tío.- me sorprendió esa respuesta.

– Me confirmas entonces que hubiera sido el chico perfecto para pasar un buen rato?

– Eso son tonterías que solo pasan en las películas o en tu cabeza, pero mira, te voy a ser sincera y algo soez, si pudiera me lo follaba y me quedaba bien a gusto.- esa frase me puso tan cachondo que hasta me entró un escalofrío.

– Pues ya sabes que yo no podría ningún problema.

– Y creo que él tampoco.

– Como tienes esa seguridad? – pregunté sorprendido.

– Porque se ha tirado todo el viaje mirándome las tetas de forma descarada.- los pechos de Sara eran impresionantes, siempre fueron muy grandes, y aunque después del embarazo perdieron algo de firmeza, yo no los cambiaría por ningunos otros.

– Joder, pues entonces creo que acabamos de perder al hombre perfecto.- me lamenté.

– Pues si, y te digo la verdad me jode, que sepas que nunca has estado tan cerca de ver tu fantasía hecha realidad.- ostia, a mi sí que me jodió.

Tras pasar el resto de mañana y parte de la tarde paseando por Madrid nos fuimos al hotel para ducharnos y cambiarnos, habíamos sacado entradas para el concierto de Pol Granch, un cantante salido de un got talent que nos gustaba mucho a los dos. Clara se colocó unos vaqueros ajustados que le hacían un culo impresionante, tacones negros aprovechando que la sala no quedaba lejos y una camisa de botones roja con escote generoso de los que si se inclinaba dejaban ver unas buenas tetas cubiertas por un sexy sujetador azulón. Siempre he pensado que tengo mucha suerte con Clara, tanto que en mi cabeza siempre ha estado la idea de que una mujer así no puede ser para mí solo.

Cenamos al lado del hotel y después fuimos al concierto. Nos lo pasamos genial, esa noche podía observar cómo muchos hombres la miraban. Clara, además de llamativa, estaba especialmente cariñosa, era un hombre afortunado. Por supuesto, no se dió la situación de encontrar otro hombre que cumpliera mínimamente los requisitos exigidos para realizar mi fantasía, y al parecer ese día, también de ella. Decidimos terminar la noche en un bar en el donde estuve una vez y me encantaron sus cervezas artesanales, Cara b en Calle pez. Nos sentamos y bebiendo una IPA bien fresquita se fue calentando la conversación, sorprendentemente por iniciativa de ella.

– Esta última y nos vamos eh? Que ya voy calentita.- No era tarde pero el día había sido largo.

– Calentita de alcohol o calentita de cachonda? – la conocía y ese comentario tenía doble sentido

– Calentita de alcohol desde hace ya un buen rato, y calentita de cachonda desde que me subí al tren esta mañana.- debía estar bastante borracha porque ese comentario no era propio de ella, mi deber entonces era seguir tirándole de la lengua.

– Te ha venido al recuerdo nuestro amigo Samuel eh?

– Te acuerdas que antes te dije que me lo hubiera follado? Pues no te imaginas ahora…- Clara estaba cachondísima y me estaba poniendo a mi.

– Míralo por el lado bueno, fijo que la tenía enorme y lo pasarías mal, creo que te vas a tener que conformar conmigo y mi polla estándar.- bromeé subiendo aún más el tono de la conversación.

– Te voy a contar algo íntimo que si no estuviera medio borracha no te contaría… Hoy en el tren, estando a su lado, e imaginando más de la cuenta y me he puesto super mojada, con lo cual, su tamaño no iba a suponer un problema.- flipé, ya solo quería follar.

Mi polla ya no me cabía en el pantalón, nos bebimos la cerveza lo más rápido que pudimos y emprendimos el paseo de vuelta a casa.

Durante el camino seguimos hablando de sexo, incluso me contó algún detalle sexual de relaciones pasadas, cosa que nunca hacía y me encantaba. De vez en cuando, no podíamos aguantar y nos besábamos como dos adolescentes rozando todo lo que podíamos.

– Cuanto amor!.- una voz familiar se dirigió a nosotros cuando pasábamos junto a la estación de metro de Tribunal.

Era Samuel, estaba solo y vestía algo más informal. Apostaría que a Clara se le aceleró el corazón de la misma manera que se me aceleró a mí. Pasaron unos segundos hasta que le devolví el saludo.

– Ostia Samuel. Hola! que casualidad. Donde vas?

– A casa, vivo cerca de la plaza del 2 de Mayo. Perdonad si se me traba la lengua, me he tomado unas copas con unos amigos y voy algo achispado.

– Entonces, ya somos tres.- Clara parecía haber salido de su trance.- Nosotros vamos al hotel ya.

– Me pilla de camino. Os puedo acompañar?

– Claro.- contesté mientras mil cosas pasaban por mi cabeza.

Subíamos por calle Fuencarral, nos fuimos contando alegremente el día desde que nos despedimos por la mañana en el Uber. Internamente buscaba la manera de darle un giro a la situación y de esta manera poder acercar nuestra fantasía, no iba a hacer falta, me lo iban a poner muy muy fácil.

– Aquí me desvío yo, mi estudio está en esta calle. Si queréis os invito a tomar la última a mi casa.- esa invitación era lo que estaba buscando.

– Por mi si.- contesté deseando que Clara también quisiera.

– Por mi también, eso sí, ya he bebido bastante y no respondo por las cosas que pueda decir y hacer…- Clara me miraba a los ojos mientras decía esa frase, estaba claro lo que me estaba transmitiendo, lo dicho, me lo iban a poner muy fácil.

No recuerdo bien el estudio de Samuel, pero si que me senté en un sofá grande mientras que Clara pasaba al baño y Samuel servía unas copas de Ron. Nuestro anfitrión me acercó la bebida y se sentó a mi lado, Clara salió del baño y le hice un gesto para que se sentara en mi regazo, así lo hizo. La situación era perfecta, no iba a jugármela y que el paso de los minutos pudiera llevar todo al traste, así que, a riesgo de ser precipitado, decidí romper el hielo.

– Samuel, teniendo en cuenta que esta pregunta que voy a hacerte va con toda la buena intención y sin ningún mal rollo… Es verdad que no has parado en el tren de mirar las tetas de mi mujer como me ha contado ella antes?.- la pregunta no quedó fuera de lugar como pudiera parecer, creo que ya todos sabíamos para que estábamos allí y sonrieron de forma pícara.

– Si no hay mal rollo en la pregunta te contestaré con toda sinceridad. Me vas a perdonar, pero tienes una mujer impresionante y si, le he estado mirando las tetas durante todo el viaje.

– Pues así las verás mejor… – dije mientras llevaba mi mano derecha al botón superior de la camisa de Clara.- Puedo…?.- le pregunté a mi mujer con clara intención de desabrocharle la camisa delante de Samuel, ella, asintió con su cabeza aprobando mi gesto.

Podía ver cómo Samuel no quitaba ojo del escote de Clara mientras iba quitándole los botones, poco a poco fueron apareciendo unas tetas naturales que para mí son perfectas. Con una tela azul y casi transparente, el sujetador de Clara dejaba ver perfectamente sus grandes areolas rosadas y marcado pezón. Mi mujer se terminó de quitar la camisa completamente, se puso de pie y comenzó lentamente a bajarse también los vaqueros dejándonos ver sus bragas compañeras al sujetador, seguidamente se me abalanzó y comenzó a besarme de forma muy muy guarra, parecía que me estuviera dando las gracias por lo que estaba a punto de pasar.

Nuestro amigo nos miraba sentado a nuestro lado, Clara volvió a sentarse en mi regazo pero esta vez tomo la mano de Samuel y se la llevó a una de sus tetas, estaba invitándolo a entrar en acción. Pensaba que Samuel iría poco a poco, con suavidad, pero nada más lejos de la realidad. Con visible calentura, no tardo ni un segundo en bajar los tirantes del sujetador de Clara para poder ver y tocar de forma directa sus tetas. La respiración de mi mujer se aceleraba visiblemente, mientras Samuel la sobaba fue mi mano la que tomo esta vez y se llevó a su entrepierna. Lo primero que me llamo la atención al tocar las bragas de Clara era que el exterior ya estaba super húmedo, eso me hizo meter los dedos directamente por el lateral para comprobar cómo su coño estaba completamente empapado de fluidos. La situación era tan caliente que abrí las piernas de Clara y aparté un poco sus bragas para que Samuel pudiera ver directamente el coño abierto de mi mujer. Ese gesto fue lo que provocó que dejara de tocarle las tetas para llevar su mano hasta su clítoris y para, posteriormente, introducirle un par de dedos con muchísima facilidad. A mucha gente le parecerá de pervertido, pero ver cómo esos grandes dedos negros entraban y salían del cuerpo de Clara, mientras ella gemía, fue de las cosas que más me han puesto en mi vida.

Samuel se levantó alegando tener mucho calor, se quitó la camiseta mostrando su cuerpo fibroso repleto de músculos, y Clara aprovechó para acercarse a él y comenzar a bajarle su bragueta. Los pantalones y slips de Samuel estaban siendo quitados por mi mujer, ver su polla empalmada salir como un resorte muy cerca de la cara de Clara, es de las cosas más porno que he visto nunca. Por supuesto, tenía un señor pollón. Impresionaba ver algo así en directo, sin ser una aberración de tamaño, era algo muy grande, tanto de largo como de ancho, bastante más que la mía, de la que tengo buena consideración ya que nunca he tenido queja. Tengo serias dudas de que Clara se hubiera encontrado algo así antes de estar conmigo, me parecía increíble que nuestra primera experiencia con una tercera persona fuera con algo semejante, como antes apunté, sé que la figura de Samuel resta veracidad a mi relato, pero repito, así fue tal y como sucedió.

En ese momento, fue la primera vez que vi a Clara titubear desde que empezó el sexo con Samuel, ya sea por mi presencia, o por el tamaño su polla, me dio la sensación de que no sabía cómo empezar. Al fin se colocó de pie a su lado, y con su pequeña mano empezó a masturbarlo, era una imagen jodidamente erótica. Lo que pasó a continuación demuestra que no todo era como en una peli porno y si era la vida real. Clara se sentó a mi lado, yo ya me estaba tocando por encima del pantalón y estaba a punto de sacármela para hacerme una paja en condiciones. Clara pidió a Samuel que se acercara, estaba claro que tenía la intención de empezar a chupársela, pero la realidad a veces es complicada. La polla de nuestro amigo era tan grande, que apenas una parte ínfima es lo que cabía en la boca de mi mujer. Un poco de juego con la lengua y algo más de trabajo con la mano fue lo que pudo hacer, tengo un mujer de 10 pero con la garganta poco profunda. Se la veía tan incómoda que terminó desistiendo y se reclinó en la espalda del sofá junto a mi, nos miramos y sonreímos con complicidad y confianza en todo lo que estaba pasando.

Clara terminó de quitarse el sujetador que aún lo tenía a medio poner, también se quitó las bragas para, seguidamente, abrir sus piernas invitando a nuestro amigo a darle placer. Samuel se puso de rodillas y llevó su cabeza entre las piernas de mi mujer, quien giro la cara y me lanzo una mirada muy caliente mientras se mordía el labio. Clara se percató entonces de que yo estaba ya con la polla fuera y durísima, así que alargó su brazo y comenzo a masturbarme con energía mientras seguía disfrutando de como le comían el coño.

Tras varios minutos de puro placer y entre gemidos, Clara pidió a Samuel que se la follara de una vez, creo que nunca la había visto tan jodidamente guarra, vaya forma de desmelarse. Samuel quiso levantarse a por condones pero Clara, ansiosa por ser penetrada, le dijo que no era necesario, es cierto que Clara no podía quedarse embarazada ya que está operada de ligadura de trompas, y respecto al resto de riesgos, decimos obviarlos. Aun así, Samuel se levantó y abrió un cajón para coger un tarrito de lubricante, se ve que el tío sabía de que iba el asunto y no se andaba con rodeos. Mientras se sacaba brillo al miembro con el lubricante, Clara le interrumpió para pedirle un poco.

La escena era acojonante, mi mujer, abierta de piernas, poniéndose lubricante en el coño mientras que otro tío se disponía a clavarle una polla de tamaño, probablemente, nunca visto por ella. Me sorprendía la falta de tapujos y la naturalidad con la que todos estábamos actuando. Samuel coloco la punta de su polla entre los labios de la entrepierna de Clara, aluciné como poco a poco, ese miembro iba entrando con mucha facilidad dentro del cuerpo de mi mujer, que no solo no se la veía molesta, sino que casi se le vuelven los ojos del placer.

Ahora sí se estaba cumpliendo mi fantasía, estaba viendo a mi mujer follando con otro. Dentro de mi tenía dudas de si sentiría celos llegado el momento, no paso, era solo sexo, sin sentimientos. Samuel no sólo dominaba la situación gracias al tamaño de su polla, el tío además debía ser un fucker de mucho cuidado porque era increíble la que le estaba dando a Clara. Cogiéndola por las piernas, no paraba de penetrarla, a cada embestida se la veía más y más caliente, podía hasta ver fluidos blanquecinos de Clara haciendo contraste en la polla negra de Samuel.

Mi mujer, a veces, me miraba sentado a su lado, con la polla durísima y masturbándome mientras los miraba sin ningún pudor. Samuel se separó momentáneamente, parecía querer cambiar de postura, en ese momento Clara aprovechó, y colocándose a cuatro patas, me quitó la mano de la polla y empezó a chupármela frenéticamente, con mucha más facilidad de lo que era hacérselo a nuestro amigo. Tener a Clara a cuatro patas debía ser demasiada tentación para Samuel, que se colocó justo detrás y comenzó a follarsela en esta nueva postura.

Por un momento tuve que decirle a Clara que parara, me iba a correr y aún no quería. Pude disfrutar de la cara de placer de mi mujer siendo poseída por dos hombres, mientras Samuel le penetraba el coño con su polla, yo le manoseaba las tetas con una mano y con la otra penetraba con el dedo su tentador culo, esto se trataba de una práctica de la que siempre decía no gustarle pero que, en momentos de calentura extrema, ella misma me pedía, ese día no puso ninguna oposición.

Fue Samuel quien ahora se sentó en el sofá junto a mi, que volvía a autosatisfacerme. Cálculo que entre una cosa y otra, nos acercábamos a los 30 minutos de jugueteo, pero a Clara aún le quedaba más gasolina. Mi Mujer se colocó encima de Samuel que seguía sentado a no más de un metro de mi, y este, inmediatamente, empezó a comerle las tetas. Podía ver también como Clara cogía con su mano la gran polla de Samuel y empezaba a pasarse el capullo por el clítoris y los labios de su coño. Poco a poco se la empezaba a meter, con un movimiento lento al principio y más rápido después, Clara comenzó a cabalgar sobre su semental de esa noche. No quería perderme ese espectáculo, me levanté, y aprovechando la postura, me coloqué detrás para ver en primera fila como entraba y salía esa polla del interior de mi mujer. Me llamaba la atención la tirantez de la piel de los labios al ser obligados a mantenerse bien abiertos.

Por un momento me planteé una doble penetración aprovechando la postura, sería la primera vez, pero iba a tener que ser en otra ocasión. Unos ruidos diferentes empezaron a salir de la boca de Samuel, logré entender como avisaba que se iba a correr, y como Clara le invitaba a correrse dentro de ella. La siguiente imagen también la guardaré en mi retina para siempre, tras unas embestidas más irregulares, la polla de Samuel empezaba a salir con más fluidos aún, supongo que una mezcla de ambos, ya que al sacarla de forma definitiva, un gran hilo de semen salió del interior del coño de mi mujer.

Clara, aún jadeante, se acercó a mi y me quitó la mano para ser ella quien terminara de masturbarme. Poniéndome poético, creo que no tardé ni 30 segundos en liberar todo el amor que en ese momento sentía por mi mujer, y de esta manera, ponerle pringando a ella la pierna y a parte el suelo del estudio de Samuel.

Clara le pidió a Samuel el favor de utilizar su ducha, yo me quedé recogiendo un poco y hablando con él. Una vez que mi mujer terminó, nos despedimos y ambos coincidimos en darle las gracias por la experiencia, llevó la situación con mucha naturalidad y nos hizo sentir muy agusto. Clara y yo seguimos con nuestra vida con total normalidad, pero algo nuevo había cambiado en nuestras mentes, ambos decidimos que esa había sido solo la primera experiencia y que, llegada la oportunidad, repetiríamos sin dudarlo.

Insisto que así fue como pasó, sé que puede resultar poco creíble, incluso historias posteriores resultan más normales y reales, pero esa fue nuestra primera experiencia y así la he compartido con vosotros. Las conversaciones, si bien no puedo decir que fueron así palabra a palabra, más o menos se dieron de esa manera.

Dejen sus comentarios si les ha gustado y nos animaremos a escribir historias posteriores que nos han sucedido.

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