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Es muy tarde para intervenir (capítulo ll)
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Tiempo de lectura: 6 minutos

Mi nombre es Samuel, soy el hijo menor, considero que soy la oveja negra de la familia, mi madre y mi hermana constantemente están en contra mía, pero no es específicamente por mi, mi padre dejo embarazada a mamá dos veces, mismas que la abandonó, acabando con su inocencia y su confianza, mi abuelo la corrió de casa, mamá aun así siempre amó a mi abuelo, sin embargo su carácter impulsivo hizo que terminara muriendo a manos de un cobarde con un puñal, lo cual terminó afianzando más el odió/miedo hacía los hombres de mi madre, por otra parte mi hermana creció escuchando a mamá y recientemente tuvo una ruptura que la marcó por completo.

(Trataré de no ahondar mucho en esa larga historia, por lo mismo hice otro relato dando un poco de contexto a la situación).

Cómo decía mi "nombre" es Samuel, y siempre he buscado sobresalir, siempre he tenido el deseo de proteger a mi madre, y mi hermana mayor, debido a su rechazo he desarrollado una intensa búsqueda de aprobación por parte de ellas, así que soy un hombre atlético, estudio hasta el cansancio y por algunos problemas legales tengo un trabajo de mierda.

¿Por qué tengo problemas legales? Pues tengo un problema con mi carácter, suelo ser demasiado explosivo y por desgracia tiendo a la agresión, supongo que es algo que heredé de mi abuelo.

Pero retomemos lo que ocurrió ese 2 de febrero, después del conflicto con mi hermana Samantha, mamá subió a su habitación, se veía destrozada y bastante triste, era su cumpleaños y los dos lo arruinamos, sin embargo no paramos de pelear.

—¿Lo ves maldito imbécil? Todo es tu culpa, maldito enano—dijo Samantha mientras trataba de imponerse frente a mi, colocando sus senos por delante y frente a mi rostro, mientras desde arriba me veía con ojos de superioridad.

—¿Mí culpa?— replique —también está molesta contigo, ve como estás vestida, sí es que acaso estás vestida, un tanga diminuto, con calcetas altas, tacones enormes, ¿para que quieres tacones? Ya eres gigante, tus senos apenas y están cubiertos— me coloque frente a ella sin bajar la mirada y desafiándola.

Yo sabía que al llamarla gigante había tocado una fibra sensible, lo noté en su expresión facial, ver cómo sus cejas se curvaban, entrecerraba sus grandes ojos grisáceos y fruncía su pequeña boca con labios carnosos me indicaba que estaba furiosa, sin embargo ella no quería verse derrotada, así que inmediatamente cambió su rostro a uno de provocación y de falso cinismo.

—¿no será que mi hermanito pervertido nota mucho los detalles en la vestimenta de su hermana mayor?, dime ¡pequeñín! ¿Te agrada ver la pequeña tanga de tu hermanita o es el tatuaje lo que te distrae?— Samantha tomó los dos listones laterales de su tanga color blanco con contornos en guinda, con algo de fuerza tiró de ellos hacia arriba, tapando parcialmente el tatuaje de un medio sol, en color negro que se posaba sobre su depilado pubis, pero teniendo como efecto secundario el ceñirse sobre los labios de su vulva, desplazándolos hacia los lados— o dime ¿te gusta estar cerca de los senos de tu hermana? Siempre que me acerco a ti, tu te mantienes fijo como sí esperarás que te los restregase en la cara— con las manos a los lados doblando sus muñecas de forma femenina se acercó a contonear su busto frente a mi rostro haciendo una risa burlona a la espera de alguna reacción mía que me hiciera ver como un degenerado— Sabes, ya se que es lo que más te gusta, son los listones como moños que tengo tatuados en mis grandes muslos y no te hagas el iluso, amas el como estos tacones hacen que mis glúteos se vean, apuesto a que quisieras que esos moños simbolizaran que soy un regalo para ti, pero solo eres un hombre insignificante que piensa únicamente en sexo y se pone a admirar el cuerpo de su hermana a escondidas.

—¿Admirar? No, solo siento pena de ver a mi hermana que tanto quise, buscando su valor en aparentar ser una zorra que sé que en realidad no es.

Sus ojos se tornaron carmesí, una capa cristalina cubrió sus ojos, precipitándose hacia sus mejillas en forma de lagrima, creo que toque una última fibra sensible, se va molesta, tratando de contener sus lágrimas, no quería mostrarme que se estaba derrumbando, yo realmente nunca vi a mi hermana con morbo, era un templo que debía proteger, aun cuando siento miedo por lo que mi hermana se ha convertido, pero no es justo que la hiera de esa manera.

Fui tras ella a su habitación, sé que está pasando por mucho y lastimarla no es algo que la ayude con su duelo personal.

— oye sam, samita, lo siento mucho, no quise lastimarte, sé que estás pasando por mucho, te quiero mucho hermana y haría lo que fuera por ayudarte a qué te sientas bien, enserio haría lo que fuera.

Me retiré al escuchar su llanto, sabía que las palabras gigante y zorra habían Sido palabras que la lastimaron mucho en el pasado, al pasar por el cuarto de mamá escuché algo que me pareció un sollozo, quizá todo era mi culpa, mi madre y mi hermana sufrían por mi culpa, estaba furioso conmigo mismo, salí a la calle para despejar mi mente, caminé bajo la lluvia hasta llegar a un pequeño parque, pero mi enojo seguía latente, quizá fui un error.

Con mi ropa empapada, un pants gris que solía usar después de mis entrenamientos y una sudadera que hacía conjunto con el mismo, hacían que me sintiera cada vez más pesado.

Mis pensamientos se vieron interrumpidos por un sujeto en un evidente estado de ebriedad.

—sabes que me tienes que pagar por estar en mi parque —dijo el tipo mientas se tambaleaba.

— ¿Tu parque?, no estás en condiciones amigo, mejor vete.

El tipo se rio y con torpeza se lanzó contra mi, fácilmente lo tomé de un brazo y no fue necesario romper su equilibrio, ya que carecía totalmente de este, lo arrojé al suelo y traté de calmarme, mi temperamento me ha traído problemas, pero quería cambiar eso.

El tipo se levantó y yo lo arrojé al piso unas cuantas veces más, parecía que no se rendiría así que me di la vuelta y traté de alejarme del lugar, supongo que me confíe demasiado, el tipo sacó una navaja y atacó directo a mi muslo, el dolor fue enorme y con ello vino un ataque de ira y adrenalina.

—no te quería hacer daño, no sé por que lo hice perdón, perdón—dijo el tipo, al parecer el miedo hizo que su briaguez desapareciera por un momento y se echó a correr.

Mientras mi enojo era enorme traté de ir tras de él, hasta que no pude más con el dolor y caí desplomado al piso.

Creí que era mi fin, pensé que me desangraría, que terminaría igual que mi abuelo, pero de todas las veces que pudo pasar, está no era mi culpa, quizá estaba bien, quizá era lo que merecía.

—¿Samuel? ¿Samuel eres tú?, ¿qué te pasó idiota? ¿Otra vez metiéndote en problemas?

Por suerte Samantha estaba pasando en la camioneta vieja de mamá, y llegó a rescatarme, me subió a ella, bajo los asientos traseros y encendió las luces.

— ¿Que te pasó? Hay que parar el sangrado —se quitó una blusa de mangas largas para hacer un torniquete improvisado, tomó mis pants y me los sacó de un tirón— su mirada se clavó en mi por unos segundos, que para mí eran una eternidad— eres un hipócrita, hablas de mi vestimenta y tu te andas pavoneando por la casa con ¡esto! Sin ropa interior ni nada.

—¿no crees que hay algo más importante? Ayuda, me siento mareado, por favor para el sangrado.

Se dio prisa y apretó con fuerza su blusa alrededor de mí pierna, se bajó del auto para entrar al asiento del conductor, a toda velocidad se dirigió a un hospital, pero se detuvo una cuadra antes, y volvió a dónde yo estaba.

— ayúdame a ponerte el pants, no puedes entrar al hospital mostrando tu cosa color rosado a todo el mundo ahí dentro.

—me colocó el pants y me quitó mi sudadera para taparse y continúo su camino al hospital.

Estuvimos ahí hasta las 4 am, por suerte no me dañaron ninguna arteria, solo fue muscular, perdí algo de sangre pero me recuperaría pronto de mis heridas con las suturas que me hicieron, me dieron un sedante para el dolor y podía regresar a casa.

Al caminar hacia la camioneta con la ayuda de mi hermana se me subió el sedante un poco a la cabeza y me sentía bastante mareado. Durante el camino.

—¿Todo está bien? ¿Qué te hicieron? — mi hermana se subió a la parte trasera y volvió a retirar mi pants con bastante facilidad debido a su tamaño y mi condición.

— oye que haces— dije mientras otra ráfaga de mareos me impactaba.

— Tranquilo, no me interesa ver, ehh, bueno, pues ver esto, o sea nada impresionante tu cosa rosada, todos tienen una, haha aunque quizá no así de rosa— trató de aclarar un poco su garganta carraspeando y tragando un poco de saliva —bueno, como sea, quiero ver por qué me cobraron tan caro, solo veo vendas y unos puntos, además ¿Era necesario que te sedaran?

He investigado un poco y existe una minúscula posibilidad de tener una erección debido a la relajación muscular que otorga un sedante, es muy baja, pero es posible, sin embargo convencer de esto a mi hermana sí es imposible.

— No pude ser, es en serio? Sabes, de por si es desagradable verle el pene rosado a tu hermano, y ahora estás experimentando una maldita erección frente a mi rostro, eres un hijo de perra, un pervertido y alguien totalmente desagradable.

—lo siento, no es mi culpa enserio, seguro es algún efecto secundario, te pagaré lo que gastaste y haré lo que sea para que te sientas bien.

— claro que me vas a pagar, y vas a hacer lo que yo quiera, incluso serás mi mascota — me observo con sus ojos llenos de ira, sujeto mis testículos con delicadeza y me arrojó una pequeña sonrisa llena de maldad con un ligero toque de lujuria

El rencor era tan grande que al parecer no olvidó lo acontecido, el odió en ella hacia mí no había desaparecido y me esperaba algo mucho peor.

Siendo sincero no recuerdo que paso después, simplemente desperté en cama, con un dolor terrible y con la sensación de que esto no pararía aquí.

Y tenía razón, me adentraría en una relación que gozaría y sufriría a partes iguales con la bella pero retorcida amazona que tengo por hermana.

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