Me escribió un correo una lectora de mis relatos, concretamente sigue “La polla de Tomás”. La llamaré Lucia. Nos hemos estado escribiendo por e-mail llegando a un punto de confianza que nos dimos los teléfonos.
Hace poco se dio la coincidencia que las dos íbamos a visitar la misma feria de Turismo en la capital. Quedamos para tomar una cerveza. No fue una, fueron más, nos reíamos de cualquier cosa, fue agradable. Quedamos para cenar juntas y me contó una historia suya. Me pidió si podía escribir un relato con ella, que le haría mucha ilusión.
No me negué. Aquí está. Intentaré contarla como si fuera ella misma.
Lucia.
Os voy a contar una historia que me ocurrió hace unos diez años. Yo había cumplido ya los cincuenta, estaba en camino de los cincuenta y dos. Soy una mujer erótica, sin ser una belleza, se cómo sacar provecho a mis encantos, por ejemplo mis pechos, motivo por el cual mis escotes siempre son generosos, los considero una preciosidad. Son grandes sin ser exagerados, y se me aguantan firmes, tengo una areola totalmente circular y un pezón grueso y largo siempre apuntando hacia arriba. Suelo ir sin sujetador, y más de un atontado mirándome lo pezones marcados en la camisa, o mi escote, se ha dado un traspié. Me gusta provocar estas situaciones. Aunque más bien soy delgada y de estrecha cintura, tengo un culo en forma de pera que no son pocos los hombres que se quedan embobados cuando observan el movimiento de mis glúteos. Mis piernas son largas y creo que bastante sexys. Suelo usar en verano zapato abierto o sandalias, siempre con un poco de tacón, me estiliza aún más las piernas y además me gusta pintarme las uñas de los pies y lucirlos, soy una mujer de metro setenta.
Reconozco que soy muy calienta braguetas, me gusta excitar al personal, aunque no llego a más de eso la mayoría de veces, menos cuando salgo de caza, como yo digo, ir a ligar.
En aquel entonces yo llevaba dos años separada de mi marido y como quien dice de toda la familia, ya que mi única hija emprendió el vuelo de joven y tiene su propia vida. Aunque nos llamamos muy a menudo, nos vemos poco, por la distancia, ella vive a tres cientos kilómetros de mi casa. Mis padres por desgracia ya no están, se despidieron juntos de la vida en un lamentable accidente.
Un día me llamó mi hija diciéndome que quería presentarme a su novio, resulta que ya estaba embarazada de él y se iban a casar. Yo no sabía ni que tenía novio, le había conocido una vez uno, pero era de esos amores de adolescencia que siempre son efímeros. Mi hija se gana bien la vida, es profesora, y además emprendió un pequeño negocio de arte y antigüedades que le rentabiliza mucho.
Físicamente ha salido bastante a su padre, ella no tiene unos grandes pechos como los míos ni un gran culo, aunque no está nada mal, es más bien delgada, y mucho más guapa que yo. Es preciosa, sus ojos, sus labios y en general sus rasgos faciales, la hacen tremendamente bella.
Me llamó por teléfono y me dijo el día que vendrían. Se quedarían dos o tres días en casa para arreglar varios temas de papeleo en el hospital que ella precisaba. Yo contenta, siempre hemos hablado de todo entre nosotras, ella tiene un carácter de independencia como yo, se emancipó joven y se ha ganado los estudios y la vida por ella misma. Aunque muchas veces la he ayudado económicamente, siempre me ha querido devolver el dinero, a pesar de que yo lo rechazara. Yo también me gano bien la vida, cree hace años un portal turístico por internet que dirijo con bastante tranquilidad, y buenos rendimientos, los empleados y empleadas que tengo hacemos todas teletrabajo desde nuestras casas, eso permite que pueda dedicar tiempo a mi vida.
Para el día que vinieron a casa, yo decidí preparar para la ocasión, la comida, unos mariscos y un buen pescado al horno para celebrar el encuentro y el acontecimiento, mi hija iba a hacerme abuela.
El hecho de ser abuela me producía satisfacción y me emocionó felizmente, y así se lo hice saber por teléfono. Ella estaba radiante de felicidad, tenía ganas de ser madre y me dijo que había encontrado a la pareja perfecta por compartir su vida y formar una familia.
El día que llegaron empezó el suceso que les voy a relatar. Intentaré describirlo incluso con los diálogos que hubo, algunos, no todos, no de todos me acuerdo, pero sí que intentaré narrar fidedignamente lo que ocurrió.
Llegaron a media mañana y me encontraron preparando la comida. Yo no los esperaba tan temprano, y me cogieron de improviso vestida solo con una camiseta holgada de tiras, dejaba casi mis pechos fuera y un tanga de los más finos que tengo. Me gusta andar cómoda por casa, y mis pechos se mostraban debajo de la fina prenda y el tanga poco culo y coño me tapaba. Mi hija al verme así, se rio y encima se cachondeo un poco de mi indumentaria, ella sabe cómo soy y le encanta.
– Francisco esta es mi madre, Lucia.
– Mucho gusto en conocerla señora Lucia, Margarita me ha hablado mucho de usted.
– El gusto es mutuo Francisco, aunque no puedo decir lo mismo, a mí no me han hablado de ti, ja, ja, ja…
Cuando mi hija me presentó a Francisco, al pobre lo vi tragando saliva y rojo como un tomate intentando disimular su mirada que no podía apartarla de mis pechos y de mi culo. Era un chico guapo, metro ochenta, poco musculoso, más bien delgado, pero se le veía fibroso y fuerte con una cara de niño que no se aguantaba, me tuve que reír para adentro, no aparentaba ni los veinte años que tenía, hubiera podido pasar por un chaval más joven tranquilamente.
Mi hija me explicó su plan familiar y a mí personalmente me pareció perfecto a pesar de la diferencia de edad que se llevaban. En aquel entonces mi hija había cumplido los treinta y dos, su novio y futuro padre de mi nieto, tenía los veinte justos, se llevaban doce años. Me chocó su juventud, pero no le reproché nada, ya que a mí los hombres más jóvenes que yo, son los que me atraen. En eso hemos salido igual, me dije a mi misma.
Normalmente cuando tengo ganas de sexo, me busco chavales en el gimnasio o el club donde voy, en algún concierto, depende, soy bastante depredadora sexual y corro con la ventaja de no enamorarme nunca y ser eficaz en la caza. Mis voluptuosidades ayudan, pero me he dado cuenta que poseo un arte de seducción letal, y analizo muy bien al muchacho antes de flecharlo y acostarme con él, debe de reunir muchas condiciones, una de ellas, es que debe de ser dócil, sumiso y tener un pene un poco considerable, más que nada porque me gusta jugar con un pene en la mano, puede parecer extraño, pero todas tenemos nuestras manías libidinosas.
Los instalé en la habitación que les preparé, es una suite que hice construir en la casa precisamente para invitados, gozan del dormitorio, un amplio cuarto de baño, incluso con un pequeño jacuzzi y un salón con una amplia terraza y con vistas y acceso a la piscina. Era verano, la podrían disfrutar.
Cuando tuve ya la comida casi lista solo a falta de los toques finales para la hora de comer, serví para los tres un vermut con hielo, sifón y con unas aceitunas, para tomar mientras hablábamos sentados alrededor de la mesa. Mi hija iba contándome cosas de ella y de él. Siempre hemos hablado ella y yo muy claro, mas como dos amigas que como madre e hija, me dijo que conoció a Francisco cuando era un alumno suyo en el instituto, que entablaron cierta confianza llegando a ser novios y ahora ya vivían juntos. Los padres de él no aceptan la relación que tiene con su ex profesora por lo que decidieron irse y cambiar de domicilio, viven en un pueblo cerca de la ciudad y así pueden pasar de los comentarios mal intencionados, y también de los chismorreos de su círculo de familiares y amistades.
Francisco continuaba asistiendo a la universidad, ella le obligaba y con lo que ella ganaba de profesora y con su negocio del arte y las antigüedades vivían muy cómodamente.
Teníamos buen ambiente en la mesa, empezamos a contarnos anécdotas de recuerdos felices y nos reíamos rememorándolos. Ya nos habíamos tomado dos rondas de vermut, cuando les propuse irnos al jardín y a la pérgola de la piscina. Propuse comer allí y mi hija aceptó encantada.
– Sí mamá, mejor comemos en la pérgola del jardín, y un baño ahora ¡Qué bien!
– La verdad que sí hija, después de estar al lado del horno y los fogones ahora un baño me irá de perlas ¿A ti te apetece Francisco?
– Claro, señora, como a usted le vaya bien.
– Mira Francisco y me da igual que mi hija este delante, pero si me vuelves a llamar señora, te voy a dar de guantadas de aquí a la capital.
Mi hija se rio y Francisco también.
– ¿Tan vieja me ves Francisco?
– No, no, para nada Julia, al contrario se la ve a usted muy joven.
– Margarita, le dices tú a tu novio que me tute, o si se lo digo yo, le hago tragar agua en la piscina.
– Ja, ja, ja. Ya te imagino haciéndole tragar agua, no ves que no podrías.
– ¿A qué te juegas que lo hundo?
Me empecé a dar cuenta que él hacia todo lo que mi hija le ordenaba. Más cuando ya en la pérgola del jardín le mandó desvestirse.
– Francisco, desnúdate, y antes de bañarte pasas por debajo de aquella ducha.
– Sí Margarita
El hecho es que nos desnudamos todos, mi hija sabe perfectamente que yo siempre en casa me baño desnuda y yo sé que ella también. Me sorprendió el futuro marido de mi hija, me felicité por ella, tenía un pene de muy considerable tamaño y el pobre no sabía cómo esconder su erección. Mi hija se dio cuenta y se echó a reír.
– Francisco, no hagas esfuerzos en taparte, mi madre no se asustará al ver tu pene erecto, ya ha visto y ve muchos cada día, ja, ja, ja…
– Vale Margarita.
– ¿Te gusta mi madre cariño?
– La verdad es que está muy bien.
– ¿Quién te ha puesto caliente, mi madre o yo?
– Tú Margarita
– Mentiroso, ja, ja, ja…
– Perdona Margarita, es por la novedad, la situación…
– Ya te daré yo a ti novedad ni puñetas, venga échate a la piscina a ver si con el agua se baja esto, no vayas a lastimarnos con esta polla tuya.
– Sí, Margarita.
Francisco se echó al agua. Mientras mi hija me contó que el ginecólogo la había mandado a un especialista para ver su embarazo, ya que el niño que llevaba en la barriga estaba mal posicionado dentro de la matriz. Eso requería mucho reposo, pero que había venido aquí, para ver a este especialista en el hospital. Me contó también que debido a esto llevaba ya un mes sin follar, el ginecólogo le ordenó no hacer el acto sexual hasta saber a ciencia cierta si el feto se posicionaría, que si no, tendría que estar los últimos dos meses estirada en la cama, y que tendría que parir por cesárea. Esto me entristeció un poco, al ver que a ella le resbalaba una lágrima también.
Para cambiar de tema y alegrar un poco nuestra conversación fui a por las cazuelas, platos y cubiertos y una botella de cava dentro de la cubitera. Mientras yo ponía la mesa, Margarita con su barriga se fue dentro de la piscina con su marido. Los veía jugar, abrazarse besarse, se les veía felices.
Imaginé que el sexo lo debían de solucionar a base de mamadas y chupadas mutuas, si mi hija no podía follar, algún remedio le tenía que buscar para que aquel mocetón tuviera sexo, y ella también. Sexo oral. Estaba yo en esta divagación cuando salieron los dos de la piscina. A Francisco no le había bajado el rabo ni con el agua, y seguramente jugando con mi hija en el agua, aún más caliente se habría puesto ya que su empalme era bestial.
Tengo que reconocer que mi chichi reaccionó ante la vista de aquella enorme polla que se gastaba el muchacho. Si no hubiera sido el marido de mi hija, seguramente ya lo tendría sometido a mi lívido y dando placer a mi coño.
Mi hija se debía percatar de mi estado, y se reía de la situación.
Comimos, bebimos y después fui a por los postres, el café y mi cajita de marihuana. Mi hija dijo que ella no fumaria, desde el embarazo y además con la situación que atravesaba no quería arriesgarse. Lo entendí. Yo me lie mi canutillo y Francisco también se lio uno.
Los efectos, del cava, el wiski y la marihuana llevaron la sonrisa en mis labios y los de Francisco, nos reíamos por cualquier cosa. Mi hija estaba feliz de ver como de bien se lo estaba pasando su marido conmigo.
Margarita decidió irse a acostar, debía de descansar, le dijo a Francisco que se podía quedar conmigo y en la piscina, si a mí no me molestaba, y que si iba a acostarse intentara no despertarla si dormía. A él, pareció agradarle la idea por la cara de felicidad que puso.
Yo me fui dando cuenta como cada vez el muchacho estaba más pendiente de mí. De la forma que miraba mis pechos, mi trasero cuando me movía por el jardín. No le bajaba la polla ni con el wiski, ni con la marihuana ni con nada, la continuaba teniendo tiesa.
– Oye Francisco, una cosa personal que quiero comentarte.
– Dime Lucía.
– ¿A ti no te baja el pito? ¿Siempre lo tienes tieso?
– Es que… No sé… a veces
– ¡Caray! Aclárate que no entiendo nada ja, ja, ja…
– Ja, ja, ja… pues te seré sincero, cuando estoy frente a una mujer se me pone así y no hay remedio ja, ja, ja… me da vergüenza decirte eso.
– Así ¿Soy yo la culpable de esta erección?
– Pues sí Lucía.
– Vaya, no sabía que a mi edad yo pudiera excitar así a un muchacho tan joven.
– Estas muy buena Lucía
– ¿Tú crees? ¿Qué te excita de mí?
– Todo, y esos pechos que tienes son sensacionales, pocas mujeres que conozco tiene unas tetas así de grandes y firmes ¿Son operadas?
– Todo natural Francisco, ya verás tócalas, tócalas, compruébalo por ti mismo.
Francisco extendió su mano y me manoseó un pecho. Vi que su polla se puso aún más dura, le vi las venas que parecía querían salir del pito y el capullo más rojo y gordo. Mi coño empezó ya a humedecerse mucho. Mi calentura iba en aumento, soy mujer caliente y entre el manoseo que hacía a mi pecho y la visión de su polla, estaba ya completamente húmeda.
Estaba Francisco ya manoseándome las dos tetas y mi mano instintivamente agarró su polla. Palpitó entre mi mano, gorda, caliente, dura. Al darme cuenta que la cosa ya se complicaba me levanté y di por terminada la manoseada.
– Hasta aquí podemos llegar Francisco. Eres mi yerno.
– ¡Me gustas tanto Lucía!
– Tendrás que desfogarte con mi hija ¿No te gusta ella?
– Mucho, estoy loco por ella, pero llevo tantos días sin follar.
– Algún remedio tendréis, ¿No te la mama? ¿No le comes el chichi tú?
– Hasta hace poco me la mamaba al menos cuatro veces al día, pero de hace una semana que no lo hace porque dice que le da no sé qué.
– Vaya, pues ya sabes a darle con la manita.
– Sí, es lo que hago
Me lie otro canutillo de marihuana, él también se lio uno y nos servimos dos wiskis más con hielo.
Estirada en la tumbona con el frescor de la sombra, mi coño empezó a arder aún más. Después de fumarme el canutillo me tiré a la piscina. Él se vino detrás de mí. En el agua me di cuenta del pedo que llevaba yo ya encima, entre vermut, cava, wiskis y canutos la sonrisa y el desmadre me llevaron a empezar a jugar con mi yerno a tirarle agua.
Él con ganas de juego también, de tirarme agua, empezó a querer hundirme. El roce de su polla conmigo era inevitable y cada roce me provocaba un chispazo en el chichi. En un momento del juego un agarrón por la espalda, aplastó toda la dimensión de su erecto rabo a mi culo. La noté caliente, quemaba y mi chocho ya era un lagrimal. Me giré de golpe, y me encontré rodeada con sus brazos y su polla pegada a mi barriga, me llegaba al canalillo de las tetas. Se la agarré y cuando él intentó darme un beso en la boca, me di cuenta de lo que pasaría si no paraba aquello. Me deshice de él, ante su disgusto, del abrazo, le solté la polla muy a mi pesar, y salí de la piscina. Él se quedó quieto dentro del agua sin reacción. Continuaba con la polla tiesa.
Entré en la casa y lo deje ahí. Me puse una camiseta y un pantaloncito holgado y corto. Fui a ver a mi hija si continuaba durmiendo. No dormía.
– Entra mamá siéntate aquí conmigo.
– Dime hija.
– Mamá llevo un rato reflexionando, no podía dormir y he salido al jardín. Ha sido una sorpresa verte jugar con Francisco dentro de la piscina, me ha alegrado que os hagáis amigos. Conozco su cara y la que le he visto era de deseo y de calentura, y tú mamá no me lo niegues, que tú también. Es lógico, es un chico encantador y tremenda polla se gasta, ja, ja, ja… Ahora no puedo darle el sexo que necesita su juventud, es un toro follando mamá. Es dócil, sumiso y caliente, tal como a mí y a ti también nos gustan los hombres.
– Bien para que negarlo, sí, además, como a ti, también me gustan jóvenes, ja, ja, ja, en eso has salido a mí. No ha pasado nada más que juego en la piscina, estate tranquila que no te quitaré el marido ja, ja, ja.
– No te lo digo por eso mamá, ja, ja, ja, ya he visto que no habéis hecho nada, te digo esto porque quiero pedirte una cosa.
– No, sé, tú dirás, pídeme lo que quieras.
– Quiero que tengas sexo regularmente con Francisco hasta que yo haya parido y pueda volver a follar conmigo.
– ¡Dios! ¿Sabes lo que me estás diciendo?
– Sí mamá, y si quieres ayudarme debes hacerlo.
– ¡Hija! No sé, ahora mismo no sé qué decirte.
– Mira mamá, tú estoy convencida que no te enamoraras de él, además así evito que cualquier pelantrusca de la universidad lo conquiste, y es difícil encontrar a alguien como él. Piensa que es muy sumiso y si alguna pícara quiere, lo somete. Prefiero que me ponga los cuernos contigo, que con cualquiera, y además así lo controlas. Debes ayudarme mamá.
– Hija, te entiendo. Y ¿Cómo has pensado que debo actuar? ¿Se lo dirás a él, no se lo dirás? Explícame cómo quieres que sean tus cuernos ja, ja, ja, perdona que me ría, pero es mejor que me lo coja así. Ja, ja, ja…
– Gracias mamá, sabía que podía contar contigo ja, ja, ja… Tranquila se lo diré ante ti, y solo deberás ordenarle y él obedecerá.
– Joder, parece que todo esto sea surrealista, pero bueno venga, no te vayas a poner celosa ahora de mí, ja, ja, ja…
– Eres tonta, ja, ja, ja. Verás llámalo
– ¿Lo haremos contigo presente?
– No lo he pensado, a ver dejemos que pase lo que pase.
– Estás loca, ja, ja, ja…
Salí de la habitación de mi hija y llamé a Francisco. El muchacho aún tenía la polla tiesa. Cuando entró en la habitación mi hija le dijo que se sentara, él así lo hizo. Margarita le explicó que debido a la situación sexual que había en aquel momento en casa, la que se ocuparía de satisfacerle sexualmente seria yo.
Al muchacho le apareció una sonrisa, y me fije que su polla ya daba pequeñas palpitaciones sola. Me hizo gracia, mi hija me miró y me dijo adelante. Me quedé un poco sin que decir ni hacer, no sabía que decirle a Francisco y al notar mi indecisión mi hija le ordenó que me hiciera el amor. Él se vino hacia mí, pero se quedó frente mío, mirando a mi hija, sin saber qué hacer y por primera vez le vi el pito en estado de reposo, le bajó de golpe, ja, ja, ja, me hizo gracia la situación.
Mi hija se descojonó al igual que yo de risa y decidimos que ya surgiría la situación, que supiéramos que por su parte teníamos vía libre de satisfacernos sexualmente. Francisco el pobre estaba en una nube con lluvia, negro y llorando, pero no creí oportuno, así de golpe ya meter un polvo con él, por lo que me fui de la habitación y los deje ahí con sus razonamientos.
El resto del día no ocurrió nada transcendente, y yo me fui a mi ordenador hacer un poco de trabajo y ellos al rato salieron a la ciudad a dar una vuelta.
Me llamó mi hija diciéndome que estaba con una antigua amiga de universidad y que se quedarían a cenar en su casa, que no los esperara despierta que llegarían tarde. Y así fue. Llegada la hora me acosté y la verdad que ni los oí llegar por la noche.
Al día siguiente me levanté tarde, serian sobre las nueve de la mañana, hice lo habitual en verano, levantarme, café y salir a tomarlo al jardín. Con el café de la mañana me gusta fumarme un cigarrillo y mirar por el móvil las redes sociales para ver cómo va todo. Normalmente ando desnuda por casa, o con ropa muy ligera, recién levantada siempre voy en pelotas.
Tenía dos mensajes interesantes en el móvil, uno era de un chaval que conocí en un mercadillo de antigüedades y objetos vintage y viejos. Se llamaba Jorge y tenía un puesto en el mercado. Le compré una vez dos tinajas grandísimas de cerámica para el jardín y con el precio cerré el transporte hasta mi casa y llevarlos al sitio donde los quería. Vino con otro muchacho, Pedro a llevármelos ya que una persona sola no podía mover aquellas enormes tinajas.
Después de colocarlos en el lugar donde los quería, no sin esfuerzo y mil y una filigranas, los invité a que tomaran algo y si querían refrescarse en la piscina. Ambos eran dos chavales que no llegaban a los treinta años. Jorge además era guapísimo y tenía un cuerpo atlético y fuerte. Pedro era simple, con un poco de barriga incluso, pero con una polla increíble.
Me lie con ellos, con los dos, dentro del agua de la piscina, fuera en el jardín, en mi habitación, en el comedor, estuvimos toda una mañana follando por toda la casa, la verdad que fue agradable y nos lo pasamos genial. Les vi el morbo que les daba follar con una mujer ya madura, que podría ser su madre.
Otro día en que yo estaba en celo, lo llamé para que viniera a casa a apagar el fuego de mi coño. Jorge se portó como un campeón y me gustó, porque además hacia lo que yo le pedía, le ordenaba y el obedecía y cumplía. Me gustó especialmente con él montarme encima de su cara y hacerle comer el coño y el culo. Lo hacía de maravilla.
El mensaje decía que tenía ganas de verme otra vez, que lo tenía muy olvidado. Y que cada domingo cuando montaba el puesto de venta, tenía la esperanza de que pasara por su parada y verme. En aquel momento y con el ajetreo en casa con mi hija y mi yerno, no consideré oportuno decirle que viniera, aunque no era por ganas ya que el muchacho me ponía a mil y yo andaba unos días ya sin follar, pero este mensaje me hizo entrar en una calentura atroz. Me fui a la ducha y ahí con mis juguetes sexuales me desahogué.
Después de masturbarme y ducharme, me puse una camiseta larga que me llegaba a medio muslo y salí de nuevo al jardín a desayunar. Estaba comiéndome mi tostada con zurrapa de lomo en manteca cuando aparecieron mi hija y mi yerno. Ambos desnudos. La barriga de mi hija era graciosa, era redonda totalmente, sus cinco meses de embarazo se notaban en su silueta, pero tenía la hermosura crecida. Guapa, guapa. La polla de mi yerno erecta.
– Oye Francisco ¿Siempre con la polla tiesa?
– Disculpa Lucía, pero es que es irremediable, es ella la que se empina, no puedo hacer nada.
– Échate a la piscina a ver si te baja, hombre ja, ja, ja…
– Mamá no seas cruel con Francisco el pobre lo mal que lo pasa y encima tu no quieres nada con él, además frustrado. Ja, ja, ja, ja…
– Hay hija, ya llegará su momento, es que ponerme así de golpe, venga a echar un polvo, tampoco se yo misma como ponerme ja, ja, ja…
– Creo que lo que te corta es que este yo presente, pero mañana tendrás que estar todo el día y toda la noche con él, ja, ja, ja… Yo entro en el hospital a las ocho de la mañana y paso día y noche ahí, o sea que tendrás tiempo para lanzarte, ja, ja, ja…
– Bueno a ver, ya te contaré, ja, ja, ja…
– Te va a gustar, verás, y sobre todo mamá cuando te la esté metiendo tu dirígele la velocidad, coge un ritmo que te asombrará y gustará, además le puedes decir cuando quieres que se corra, ordénale desde el principio que no se corra hasta que tú se lo órdenes. Fliparás.
– Caray niña, en vez de marido parece que tengas a un robot ja, ja, ja…
Ellos estuvieron todo el día fuera, yo me decidí a salir un poco por la tarde a dar una vuelta por el club y a ver qué ambiente se respiraba en la ciudad. Quedé con una amiga y me encontré algún que otro conocido, pero nada interesante. Cené en un bar unas tapas con mi amiga Carolina y me fui a casa. Al llegar no había nadie y me fui a dormir. Al rato oí como llegaban, hicieron mucho ruido, pero no me alerté y me quedé durmiendo.
A la mañana siguiente, acompañé a mi hija al hospital, los llevé con mi coche hasta la zona hospitalaria. Después de dejar a mí hija ahí y quedar que a la mañana siguiente cuando pudiera irse me llamaría para recogerla, me fui con mi yerno.
Debido a la hora que era le dije que le invitaba a visitar y a comer en un pueblo medieval cercano. A él le pareció fantástica la idea.
Como si fuéramos una pareja de turistas andamos por el pueblo y reservamos una mesa en un restaurante debajo de un puente medieval. Visitamos varias iglesias, unas ruinas, y recorrimos algunas tiendas comprando productos típicos de la zona, entre ellos un licor de hierbas.
La comida fue sensacional y con mi yerno me lo estaba pasando en grande, tenía más humor del que aparentaba cuando llegó a casa y cuando estaba con mi hija, parecía más suelto, creo que este grado de libertad sin las ordenes constantes de ella, le hacía sentirse más gusto. A lo tonto nos bebimos dos botellas de cava y el remate ya fue el licor de hierbas después de la comida.
Para hacer un poco la digestión fuimos a andar alrededor del río que cruza el pueblo. Nos estábamos riendo mucho, seguramente el licor de hierbas y el cava tenían la culpa, en un momento dado para bajar unos escalones me apoye en él, con el traspié quedamos uno frente al otro mirándonos a los ojos fijamente. Nos besamos, yo cerré los ojos y me deje llevar por mis emociones sexuales. Del beso pasamos al magreo, y este muchacho tenia los dedos hábiles, busco mi coño y encontró rápido el puno del placer y mi humedad. Él tenía la polla tiesa como una garrota.
– ¿Vamos a casa Francisco?
– Sí Lucía, te tengo unas ganas tremendas, desde que te vi que me tienes con la polla tiesa.
– No te corras por nada hasta que yo te lo diga ¿Vale?
– Vale, Lucía.
Al darle la orden de no correrse, me permitió pajearle durante todo el camino. Es algo que me gusta hacer con alguno de mis amantes cuando ligo, conducir con una mano y pajear una polla con la otra. La suya es tremenda, fantástica, como me alegraba por mi hija que tenga semejante pija en casa.
Cuando llegamos a casa, fue fantástico, empezamos a besarnos nada más entrar, nos desnudamos y enseguida nos fuimos a mi habitación. Empecé a mamarle la polla y me entretuve un tiempo largo con ella ¡Que delicia! Francisco además tiene unos huevos enormes, tenerlos en la boca y jugar con ellos me ponía a mil. El preliminar fue largo, él me estuvo haciendo maravillas con la boca en mi coño, su lengua es larga y la movía bien al igual que sus labios succionaban con delicadeza intensa mi clítoris. Me corrí copiosamente en su boca, él lo disfrutaba mucho. Le entró una especie de pasión loca con el ojete y los picotazos que me daba con su lengua me hacían vibrar. Me folló literalmente el culo con su lengua.
Dos veces ya me había corrido antes de que me la metiera. Recordé las palabras de mi hija y se me ocurrió decirle, antes de que me llegara el tercer orgasmo, en la posición del misionero que estábamos, que acelerara el ritmo del mete saca lo más rápido que pudiera ¡Dios mío lo que le dije! cuando recuperé conciencia le tuve que suplicar que parara y menos mal que paró, o de mi coño hubiera salido candela.
Fui recuperando poco a poco la respiración y me puse su polla en la boca, tenía unas ganas tremendas de hacerle una mamada, me gusta tener una polla así grande en la mano y acariciarme con ella, cuando llevaba un tiempo ya mamándosela, le miré a los ojos y vi que el pobre estaba sufriendo, seguramente aguantando la eyaculación, en aquel momento me dio hasta pena y me tuve que reír.
Le dije, ordenándole que podía eyacular. Lo suelo hacer con pocos hombres, deben de ser de mucha confianza para que yo reciba su semen en la boca, incluso, casi siempre cuando follo les hago poner un condón. El caso es que se vació en mi boca, lógicamente no me lo tragué todo, pero lo poco que degusté me supo a gloria. He de reconocer que soy una cerdita. Me recree durante mucho tiempo con la polla en mis manos y en mi boca, también le bese y sus besos eran tiernos, con aquella carita de niño travieso, estaba bellísimo. La polla no le bajaba. Rompimos en carcajadas los dos.
Nos dimos una tregua, quedaba aún mucha tarde y noche, y presentí que sería intensa. Nos fuimos al jardín y yo me di un baño en la piscina. Dentro del agua, vendría la segunda ronda sexual con él. ¡Cómo me folló! ¡Dios mío! Tan fuerte a sus veinte años, con aquella cara de niño pícaro que se le ponía cuando follaba, yo me puse como una burra encelada dentro del agua, me dejé follar y follé como hacía años y años que no lo hacía dentro del agua.
Leí en un relato publicado aquí “La polla de Tomás” que la postura preferida del muchacho, era follar de pie con una mujer sentada y ensartada a su polla, y andando y follando hacia llegar a sus amantes a una catarata de orgasmos. Pues esto es precisamente lo que me ocurrió. Francisco me sacó de la piscina sentada y ensartada a su polla y andando y follando hizo que mis orgasmos se enlazaran y casi desfallezco cuando me poso sobre el camastro de la pérgola.
Que deciros que aún no había llegado la hora de la cena y yo ya había perdido la cuenta de las veces que me había corrido.
Me llamó mi hija desde el hospital. Me contó todas las pruebas que le habían hecho durante el día y que ya pronto le servirían la cena. Mañana le darían los resultados a las once. Quedamos que estaríamos ahí a esta hora, para escuchar de mano del médico el diagnóstico, y estar a su lado para después irnos juntos. Me preguntó cómo me iba con Francisco. No me extendí, me dio no sé qué y le pase el muerto a su marido, diciéndole que se lo preguntara ella misma, que lo tenía ahí al lado y le pase el móvil.
Francisco le estaba diciendo a mi hija lo buena que yo estaba, y lo bien que se lo estaba pasando follando conmigo. Me tuve que reír por la situación, parecía todo tan surrealista, que me estuviera ocurriendo todo esto a mí, a mis cincuenta y dos años vividos, una situación semejante no se me hubiera pasado nunca por la cabeza.
Con el teléfono en la mano, él continuaba hablando con mi hija, y me entró un morbo atroz comerle la polla mientras hablaba con ella. Me agaché y empecé a comerle los testículos y lamerle el tronco ¡Vaya tranca! Ensalive bien su capullo y se le puso dura, dura. Me pasó el teléfono otra vez a mí, me encontré hablando con mi hija con el móvil en una mano y la otra agarrada a la polla de mi yerno. Mi hija algo debía percibir en mi habla, o algo, a lo mejor lo que estaba haciendo se lo había dicho él, sin que yo me enterara, concentrada como estaba en la mamada, porque me dijo buen apetito y buenas noches y me colgó.
Ahí en el camastro Francisco me dio otro buen repaso, el muchacho no paraba, y el pito siempre tieso. Me daba risa del pobre las caras que ponía cada vez que empezábamos a follar. La noche fue larga y corta a la vez.
Debían ser sobre las cinco de la mañana que paramos de follar, me quedé rellena de su semen por todos los agujeros. Cuando me la metió por el culo por orden mía y despacito y con cuidado, fue de lo más sublime. Con delicadeza total me penetró el ano, y hasta que no estuvo el recto bien adaptado al tamaño de su polla no empezó a embestirme. Cuando le ordené que se corriera dentro del culo, la explosión de semen que soltó me quemó las entrañas y me corrí como una loca, si es que las locas se corren así.
Nos quedamos como os he dicho sobre las cinco de la mañana dormidos, menos mal que puse el despertador del móvil y pudimos llegar a la hora al hospital con mi hija.
Las noticias no pudieron ser peores, mi hija debía guardar tanto reposo que los dos últimos meses antes del parto los debía pasar completamente en cama. Ya en casa y después de las lágrimas por la noticia, decidimos que se quedarían a vivir conmigo en mi casa, hasta que hubiera parido. Era la opción más acertada, yo sabría cuidarla a ella y a su novio, como así fue. Durante cuatro meses hice de madre y de amante del marido de mi hija. Fue divertido y la verdad que muy caliente. Muchas anécdotas e historias ocurrieron.
Lucía, este es el relato de lo que me contaste, espero que te haya gustado. He intentado explicarlo tal cual tú me lo narraste. Un beso.
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