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Un desconocido me folla en la playa
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Tiempo de lectura: 11 minutos

Ya habían pasado unos días desde mi apasionante tarde de playa con mi amiga, después de lo que había pasado entre nosotras las cosas estaban raras no habíamos vuelto a quedar desde entonces solo nos habíamos escrito algún que otro mensaje suelto. La situación era un poco incómoda para decirle de quedar de nuevo para hacer algo juntas, por lo que pensé que darle unos días de margen sería lo mejor para ambas.

Aquel día yo me encontraba aburrida en mi casa sin nada que hacer. Las tareas del hogar ya estaban hechas y mi papá como de costumbre estaba trabajando por lo que no tenía con quien pasar el rato. Como no tenía nada que hacer me puse a recordar lo que había ocurrido aquella tarde y el porqué. Luego de un rato llegué a la conclusión que todo había empezado a irse fuera de control justo después de quedarme en topless y sentirme el centro de atención de mis vecinos de toalla. Me excitaba su admiración y el deseo de poseerme que emanaban. Como no tenía nada que hacer ese día ni con quien pasarla decidí que sería interesante irme a la playa, pero esta vez yo sola.

A eso de las doce pasaba el bus que usaba a diario cuando iba al instituto en Montería, solo que en sentido contrario es decir que en vez de dirigirme a la ciudad como casi siempre me subí para bajarme en la última parada la de Puerto Rey, donde había una pequeña playa en la cual podría pasar la tarde tranquilamente para luego tomar la última línea del día que me dejaría en mi casa.

El sol brillaba en todo su esplendor cuando llegamos a mi destino, traer las gafas de sol había sido un acierto, cuando me bajé del autobús sentí la agradable brisa marítima subiendo por mis piernas, ese día llevaba puesto tan solo un vestidito de verano y unas chanclas, más nada. También había traído una mochila donde llevaba el traje de baño que me pondría allí mismo, la toalla y el protector solar.

Cuando llegué al arenal enseguida me di cuenta que no era tan buena como la playa a la que siempre iba, esa es la playa Arboletes, pero me tendría que conformar con esta.

El día era caluroso, a pesar de eso la playa no estaba ni mucho menos llena. La verdad es que podía haberme instalado en la parte más alejada del agua para no ser molestada, pero me apetecía tener vecinos. Me fui en dirección a la orilla, allí sí que había algo más de gente donde no sentirme tan sola. Estiré la toalla y me senté en ella para acomodarla, mientras lo hacía analicé a los vecinos que tenía, a mi derecha estaba una pareja de ancianos, a la izquierda un grupo de chavales, detrás mía otra pareja pero de treintañeros y delante ya no había más nadie hasta el agua donde en aquel momento había alguno que otro dándose un baño.

Una vez acomodada era momento de ponerme el traje de baño, me incorporé e inclinada sobre la mochila empecé a buscarlo, de allí saqué el tanga que formaba parte del bikini azul que tanto me gustaba. Sin sacarme el vestido, para no quedarme desnuda, me fui subiendo el tanga por las piernas hasta las rodillas primero y luego hasta donde llegaba a cubrir el vestido, de un movimiento rápido me lo acabé de subir hasta la cintura, si alguno de mis vecinos me estuviera mirando podría haber visto fugazmente mis partes bajas desnudas ya que si o si tenía que levantar ligeramente el vestido para acomodar el tanga. Una vez puesto y sin pudor retiré los tirantes del vestido y lo dejé caer al suelo quedándome en topless, después de la libertad que mis pechos habían descubierto el otro día no iba a desaprovechar la ocasión de volver a hacerlo siempre que pudiese.

Por entonces ya me había ganado la atención de todos los hombres de la zona, no pude evitar echar un vistazo a mi alrededor para así confirmarlo. Eso sí por lo menos tenían el decoro de girar la mirada en el momento en que los miraba a ellos. Ahora que ya había despertado su interés era momento de echarme protector, eché un buen chorro en mi mano izquierda y mientras con la derecha me la esparcía por el cuerpo. Comencé por los pies, seguí subiendo por mis piernas hasta llegar a mis muslos, la crema se sentía fría en contacto con mi piel, pero esta rápidamente recuperaba su temperatura habitual que en aquel momento era muy elevada por la situación. Mi mano izquierda siguió el contorno de mi muslo para aplicar también en los glúteos, firmes y voluptuosos, en esa parte me entretuve más de la cuenta buscando alimentar con esa imagen a los admiradores que allí tenía.

Proseguí con el recorrido hacía la parte superior de mi cuerpo llegados a esta zona me decidí por lanzar un gran chorro de crema en el centro de mi pecho, allí usando las dos manos lo extendí por todo mi torso desnudo prestando especial atención a mis pechos en los cuales permanecí otro rato exagerado masajeándolos para que absorbieran correctamente la crema protectora, finalmente como pude hice lo propio por el resto de mi cuerpo que hasta aquel momento permanecía desprotegido.

Todo aquello me había excitado en exceso, me tumbé un rato para relajarme un poco y luego me iría a dar un chapuzón, estaba boca abajo con las piernas mirando hacia el mar y el culo hacia el cielo. A pesar del ruido que hacía el mar no pude evitar escuchar a la pareja que estaba detrás mía discutiendo, ella parecía muy enfadada.

– Siempre que venimos tienes que dar la nota de verdad.

– De qué hablas ahora.

– No te hagas el bobo, si solo te falta limpiarte la baba.

– Ya estás tú con la tuyas.

– Si es que no le quitas el ojo de encima a esa cría, eres un cerdo.

– Son todo imaginaciones tuyas como siempre. Eres una loca.

– ¿!Me acabas de llamar loca!?, pero tú de qué coño vas

– Tranquilízate un poco anda.

– Mira estoy cansada de ti y de tú forma de tratarme, será mejor que me vaya.

– Si esperas que te ruegue que no te vayas estás muy equivocada conmigo…

– Vete a la mierda capullo y ni se te ocurra volver a llamarme

– Vale vale, cuando se te pase me avisas yo me quedo aquí que estoy bien a gusto.

Después de la escenita yo estaba alucinando eran imaginaciones mías o todo aquello había sido por mi culpa. El caso es que ya había pasado un rato desde aquello y me apetecía refrescarme un poco. Me levanté con esa intención sin embargo no pude evitar dar un vistazo antes a aquel hombre que acababan de dejar allí tirado por mi culpa, era un hombre acabado de entrar en sus treinta años, al que todo el pelo que le faltaba en su cabeza lo tenía en el pecho y extremidades. A pesar de todo se veía que se cuidaba por lo menos en lo relativo al ejercicio físico porque no aparentaba sobrarle ni un solo kilo. En esas estaba acabando de mirarlo cuando entonces él se giró y levantando las gafas de sol me guiñó un ojo. Sin saber el porqué antes de voltearme y poner rumbo a la orilla le lancé un beso y me fui riendo.

Me lancé al agua donde permanecí nadando durante unos minutos hasta que me dí cuenta que aquel hombre había abandonado su posición y se dirigía a la orilla. Yo como si tal cosa continué a lo mío, sabiendo que se acercaría a mí en cualquier momento. Y así sucedió. El agua nos llegaba por las rodillas y yo me quedé orientada mirando a la playa mientras que él se colocó frente a mí mirando al horizonte.

– Hola chica

– Hola

– ¿Cómo tú estás?

– Bien

– Ya veo que no eres muy habladora, se te comieron la lengua o qué.

– Mmm no, la tengo aquí ves.- dije sacándola entre mis labios.

– Si, ya veo. ¿Y cómo es que estás solita en la playa?

– Pues me apetecía venir y ya.

– Me parece perfecto, así me gustan decididas. Que no esperen a que su chico las invite a ir, que vayan y punto.

– Es que él no está se fue con sus padres.

– ¿Se fue y te dejó sola?

– Así es

– Pues vaya idiota, si fuese yo no me separaba de ti ni un solo momento jaja

– No sé yo, muy preocupado no pareces cuando tu chica se ha ido sin ti. ¿Por qué no fuiste tras ella entonces?

– Nos escuchaste eh, esa tipeja si que grita cuando quiere.

– Lo siento, no pude evitarlo.

– No pasa nada… entonces también escuchaste por qué empezó todo supongo.

– No eso no.- me hice la despistada para ver si sería sincero o le daría palo contármelo.

– Pues me pilló mirándote más de una vez.

– ¿Ah sí?

– Pues sí y no se lo tomó muy bien. Es celosita la pobre.

– Ya veo.

– No es la primera vez que le pasa, pero siempre acaba volviendo tarde o temprano.

– ¿Tan seguro estás?

– Si claro, sus motivos tiene.

– ¿Cuales?

– Es mi zorrita nadie la hace gozar como yo. Por eso cuando otra llama mi atención se pone así de esa forma.

– Ahá ya veo. Y qué te llamó la atención concretamente.

– ¿De verdad lo preguntas?, después del espectáculo que estabas dando echándote protector solar. O yendo por ahí sin ropa interior.

– ¿Y no puedo?, este sol quema mucho sabes.

– Si ya, pero no de esa manera que levantas hasta a los muertos.

– No era mi intención.

– Porqué será que no te creo… Tienes pinta de que te gusta ir por ahí calentando al personal. ¿O me equivoco perrita?

– Oye ¿¡que me acabas de llamar!?

– Lo que eres. No te avergüences de ello.

– ¿Te parece normal hablarme así?

– Es como se le habla a las que son como tú. Porque en el fondo os gusta y os pone cachondas.

En el fondo sabía que él tenía razón, había ido a aquella playa con solo la intención de volver a exhibirme.

– Tú silencio me da la razón, perrita. Seguro que estás empapada y no por estar dándote un baño precisamente.

-Volvía a tener razón… todo aquello me estaba poniendo muy cachonda.

– No pasa nada, yo también lo estoy por tú culpa. Tendrías que haber visto lo dura que me la pusiste cuando esparcías esa crema por tu cuerpo.

– Pues no me habría importado verlo la verdad.- dije al fin rompiendo mi silencio y dando mi aprobación a su forma de actuar.

– Pues mira aquí la tienes.

Llevaba puesto un bañador estilo short bastante holgado que facilitó su rápida maniobra. Con tan solo echar a un lado la tela consiguió sacársela dando un respingo hacia arriba. A pesar de no ser muy larga nunca había visto una polla tan gruesa.

– ¿Qué te parece ah?

– ¿Así te puse?

– Ahá y así me has vuelto a poner ahora.

Estar en la orilla no era el lugar más discreto del mundo por lo que me pareció mejor volver a la toalla para ver a dónde nos llevaba este juego.

– Aish siento que este sol me está quemando la espalda, ahí no pude echarme crema como debía.

– Vamos yo te ayudo, sería una lástima que te quemaras sin yo hacer nada al respecto.

De camino a mi toalla me di cuenta que el grupo de chicos se había ido a jugar a la pelota en la pista que había en la entrada. Cuando llegamos yo busqué en la mochila mi protector y se lo pasé antes de tumbarme boca abajo, sentí como se sentaba dejando mis piernas en medio de las suyas. Al instante y tras echar una buena cantidad de crema en sus manos comenzó a masajearme la espalda, como no llevaba la parte de arriba no tenía obstáculos para poder esparcirla sin problema alguno.

– Esta parte ya está pero creo que te has quemado los hombros deja que te eche un poco ahí también.

Se recolocó encima mía quedando ahora muy cerca de mis nalgas casi encima. Mientras me echaba crema hacía un movimiento de vaiven que aprovechó para restregarme su miembro por todo mi trasero. Si alguien nos estuviese viendo podría pensar que estamos follando en ese momento.

– Cortate un poco nos van a ver los de aquí al lado.

– No te preocupes por eso, el viejo está durmiendo y su mujer concentrada en la revista.

– Bueno dale pero no tardes mucho.

– Ya casi estoy, pero creo que me hace falta un poco más de crema.

– Voy yo te la alcanzo.

– Tranquila ya tengo aquí el bote.

– Eso no puede ser si lo estoy viendo aquí junto a mi moch…

Al girar mi cabeza para decírselo vi como se había sacado la polla por un lateral del bañador nuevamente y se la estaba cascando encima mio con una de sus manos mientras que con la otra manoseaba mi culo. Al verme mirándole me sonrió y comenzó a correrse por toda mi espalda, a diferencia del protector solar esa crema no se sentía fría.

– Listo ya verás como la crema que yo tengo te ayuda.

Tras decir esto comenzó a esparcir su corrida por toda mi espalda hasta llegar a mis hombros, me sentía sucia pero tremendamente cachonda en aquel momento. Mi silencio cómplice alimentaba su autoridad.

– Me fascina tu culo perrita.

Mientras decía eso me lo seguía manoseando con descaro ahora con las dos manos, con una de ellas separó el hilo del tanga de mi cuerpo y se coló con sus dedos acariciando toda mi raja hasta llegar al final de mi vagina. Un escalofrío recorrió todo mi cuerpo.

– Sabía que esto te estaba mojando. Estás empapada perrita.

Tras decir eso se llevó los dedos a su boca para probar a que sabía mi sexo.

– Estás muy rica, te comería ahora mismo.

– Mmmm siii pues hazlo.- mi aprobación ya la tenía desde hacía rato

– Ven conmigo.

Levantándome lo comencé a seguir hasta la salida de la playa allí había una choza que hacía las veces de lavabo público, tras ver que nadie nos observaba me arrastró junto a él a su interior y pasó el seguro. Me agarró de la nuca inclinándome sobre el inodoro, yo me coloqué poniendo mis manos sobre la cisterna y mi culo en pompa para él. Agarró mi tanga y me lo bajó hasta los tobillos, allí totalmente expuesta se arrodilló tras de mí y acercando su cara a mi trasero comenzó a devorarme con hambre y lujuria, su lengua no dejaba rincón alguno de mi sin explorar sentía que mis piernas me temblaban debido a su ímpetu.

– Pfff que rico sabes perrita. – dijo mientras recuperaba el aliento justo como para seguir con su tarea.

– Ay siii, siii sigue por favor, no pareees.

Sentía que me desfallecía, mis gritos de placer se mezclaban con el sonido de su cara mojándose con cada movimiento que hacía sobre mi. Fue cuestión de segundos en los que ya no pude contenerlo más. Un gran chorro salió de mi interior empapándolo a él por completo.

– Bufff joder pero que perra eres mira como me has puesto.

Incorporándose me lanzó un fuerte azote en cada una de mis dos nalgas poniéndolas completamente rojas, ante el impacto intenté incorporarme hacia arriba pero su mano volvió a agarrarme por la nuca para volver a dejarme en mi sitio.

– Tu quieta ahí que aún no he acabado contigo.

Tras decir eso escuché como su bañador tocaba el suelo tras deshacerse de él, yo por mi parte seguía con mi tanga por los tobillos pero sabiendo lo que se venía me lo acabé de quitar pudiendo así abrirme totalmente de piernas.

– Así me gusta perra, ahora vas a ver lo que es bueno.

Pude sentir como su cuerpo se pegaba con el mio y como su miembro me rozaba mi trasero. Con su mano lo movía de arriba a abajo restregándolo por toda la entrada de mi cavidad, sentía como su glande se quería abrir paso pero su dueño no dejaba que eso sucediese, me moría de ganas por tenerlo dentro de mí y no pude soportar más ese juego.

– Jodeeer métemela de una maldita vez.

– Eso quieres eh. Suplícame como la perrita que eres.

– Por favooor metemelaaa hazme tu perrita mmmm.

Sus movimientos se detuvieron en seco sintiendo como ahora si empujaba su glande que comenzaba a abrirse paso en mi interior. Nunca había tenido una polla tan gorda dentro de mi, le costaba avanzar.

– Mmmm que estrecha eres. ¿Te duele?

– Ufff un poco pero no importa, no pares.

– No tenía intención perrita.

Su avance siguió lento pero seguro hasta tenerla completamente en mi interior, ahí permaneció unos segundos en mi interior.

– Mmmm ya la tienes toda adentro. Que rico como me aprietas con tus paredes.

– Aaaah sii que rico papi, ahora follame.

Comenzó lentamente a sacarla de mi interior para luego volver a metérmela nuevamente, sus movimientos pronto se hicieron más y más rápidos. Su polla me abría como ninguna otra antes lo había hecho, por primera vez me sentía llena de esa manera. Con sus manos en mi cadera me mantenía sujeta y al mismo tiempo usaba ese agarre para marcar el ritmo de sus embestidas.

– Yo no soy tu papi perrita, pero qué suerte tiene él de poder ver este culito tuyo todos los días moviéndose por casa.

Mi coño ya se había adaptado a lo ancho de su verga, pero con cada embestida que me daba era una nueva sensación. Ahora sé porqué estaba tan seguro de que esa mujer volvería con él, yo por mi parte estaba al límite nuevamente de correrme. Prueba de ello eran mis gemidos descontrolados.

– Controlate perra que te van a escuchar.

Tratando de callarme, me agarró del pelo atrayéndome hacía él haciendo que mi espalda se arquease. mientras tanto con la otra la puso en mi boca tratando así de amortiguar mis aullidos. Esa postura había hecho que mis piernas se cerrasen un poco provocando que su polla le costase más perforarme y también que se sintiese más rico como lo hacía.

– Ummm umm ummmm.

Mis gritos sordos por su mano se volvieron cada vez más intensos debido a lo que se aproximaba nuevamente, la mano que me agarraba por el pelo la cruzó por debajo de mis axilas para abrazarme al mismo tiempo que abarcaba con su palma todo lo ancho de mi pecho izquierdo. Sentirme tan pegada a él provocó por fin mi segundo orgasmo. Mis piernas temblaban tratando de recuperarse, él por fin ponía pausa a sus embestidas sacándola de mi interior y dándome un momento de respiro para recomponerme. Hasta entonces nadie me había dado polla durante tanto tiempo seguido sin haberse corrido, haberlo hecho en mi espalda hacía apenas unos minutos sería la más probable causa de su resistencia.

– Ahora te toca a ti follarme.

Tras decir eso me apartó a un lado de ese pequeño habitáculo y se sentó en el inodoro con las piernas abiertas y su polla palpitante mirando al techo. Yo deseosa me subí encima suya y con una de mis manos dirigí su grueso falo de vuelta en mi interior. Con pequeños saltos encima suyo su polla entraba y salía al ritmo que ahora yo marcaba.

Plas plas plas sonaba mi cuerpo chocando contra el suyo una y otra vez, entonces acercó su cabeza a mis pechos y les prestó la atención que hasta ese momento apenas habían recibido. Su lengua jugaba con mis pezones que de vez en cuando metía por completo en su boca succionándolos al principio y mordiéndolos suavemente al final. Mi coño no dejaba de segregar fluidos que caían posándose en su regazo haciendo que ahora resonase un chop chop chop cada vez que me dejaba caer encima suya.

– Bufff me tienes a punto perrita. Dónde quieres que me corra.

– Mmmm siiii. Correteee en mis pechos papi.

Apuré mis movimientos para alcanzar un último orgasmo antes de incorporarme de encima suya y dejarme caer de rodillas. Entonces él se puso de pie frente a mí, comenzando a menearse la polla, la tenía más hinchada que nunca, la tenía completamente mojada por mis jugos y las venas se le marcaban de forma notoria. Se me hacía la boca agua imaginándola en mi boca pero sin tiempo a reaccionar comenzó a correrse por todo mi torso, a pesar de haberse corrido hace relativamente poco me sorprendió la cantidad que de allí salió. Esta vez fui yo la que se esparció su corrida como si de una crema solar se tratase al mismo tiempo que lo miraba a su cara mordiéndome el labio inferior.

– Bufff niña nunca había visto a una perrita como tú.

Yo agarrándolo por sus piernas lo atraje hacia mí, metiéndome su polla en la boca aún medio morcillona para darle un par de chupadas y dejarla limpia al sacarla de mi. El sabor de su leche y mis jugos se mezclaron en mi boca.

– Pues si que estoy rica jeje

– Lo estás y mucho…

Al salir de aquella choza, nos dimos un morreo e intercambiamos nuestros teléfonos. Tras eso me fui a dar un chapuzón antes de recoger mis cosas e irme corriendo a la parada para no perder mi último bus de vuelta a mi casa. Como imaginaréis no fue la última vez que vi a ese hombre…

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laurita94
laurita94
Lo que me trae aquí es el puro morbo, no me considero ninfómana ni mucho menos, sin embargo disfruto mucho del sexo y a lo largo de los años he tenido muchos encuentros con diferentes hombres y mujeres (y los seguiré teniendo). Espero que disfrutéis leyendo mis relatos tanto como yo recordando. Leo vuestro feedback en el correo: [email protected]

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