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Me volví infiel (IV): El joven de Acapulco
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Tiempo de lectura: 3 minutos

Hola amigos como están, soy Mony y hoy vengo a contarles otra anécdota de mis infidelidades.

El año 2019 está terminando y mi esposo nos llevó de vacaciones a Acapulco, no me queje ya que por la prisa y tiempo fue lo que pudimos conseguir.

Ese año había sido para mí un cambio total, ya ven que le había sido infiel con Luis y también con mi ex compañero Fernando y creo que ese viaje me ayudaría a relajar mi mente ya que no podía dejar de pensar en ellos.

Todo iba bien, todos nos divertíamos mucho, la verdad mi esposo y yo arreglamos asperezas, todo iba viento en popa.

La penúltima noche, mi esposo me propuso quedarnos viendo el atardecer así que lleve a los niños a la habitación y regrese con mi marido que ya me esperaba con varias cervezas les cuento que mi bebida favorita es la cerveza por si un día me invitan a salir jejeje.

Volviendo al relato, mi esposo y yo estábamos alegres, tomando, y hablando cosas de la vida, por un momento sentí remordimiento por haberle sido infiel, pero lo hecho está hecho y no hay vuelta atras y ahí estábamos tomando y hasta a bailando fue entonces que note su presencia, un chico moreno medio alto, buen cuerpo que no dejaba de mirarme, ese día traía un bikini rojo y no me veía nada mal y me di cuenta que todos los vendedores nos miraban o me miraban, dos de ellos incluyendo este chico se acercaron a nosotros.

Nos ofrecieron sus productos pero claro que su intención era verme de cerca, no voy a negar que yo sonreí para los tres y aunque mi marido les dijo que no queríamos nada, ellos nos regalaron una botana, la cual aceptamos y prácticamente se quedaron, buscaron cualquier pretexto para quedarse ahí, a mí me daba igual de todos modos pensé que mi marido en cualquier momento diría que nos fuéramos pero justo uno de ellos nos invitó una cerveza la cual aceptamos y pues no hablar a convivir con ellos.

El joven moreno de nombre desconocido ya que todos le decían pancho, me veía y sonreía, honestamente era el vendedor más guapo de ahí y yo ya con alcohol seguí sonriendole y poniéndolo nervioso.

Así pasaron dos horas y ya cómo a las 10 de la noche estábamos muy ebrios todos, ahí pancho ya había perdido la pena, bailaba conmigo, me hablaba de tu y comenzó a decirme lo bien que me veía con mi bikini, mi marido ya ebrio ni cuenta se daba de como me tiraba la onda ese muchacho.

Se acabaron las cervezas y pensé que nos íbamos pero pancho dijo que el tenía más que si lo acompañaba por ellas, mi marido me dijo que fuera, pues ya estaba tan ebrio que no quería levantarse y los otros dos estaban igual así que acompañe a pancho.

M: Dónde vamos?

P: Acá adelante pues, ahí está mi bodega.

Y así fue, entramos y estaban varias cervezas, pero justo cuando las iba yo a agarrar sentí sus brazos en mi cintura.

P: Mamasota!!

Pancho comenzó a besarme el cuello, yo quedé en shock más cuando entre mis nalgas sentí un animal tan duro como el acero.

M: Que pasa? Que es eso?

P: Así me pone mamita

Me di la vuelta y el ya tenía la bermuda abajo y vaya sorpresa una anaconda morena le colgaba en medio de sus piernas, literal jamás había visto un pene enorme no exagero pero si eran unos 30 cm, lo juro.

Yo estaba anonadada, tan anonadada que mi reacción fue comenzar a tocar ese animal, el sonreía y me acariciaba el trasero, me besaba el cuello mientras yo seguía agarrando ese trozo que me parecía insólito.

P: Que esperas, come!!

Yo no lo pensé más, me arrodille encima de un cartón y comencé a lamer semejante bestia, recorría todo desde sus testículos hasta la punta, comencé poco a poco a engullirlo, apenas me cabía en la boca, su líquido preseminal sabía a mar, saladito y eso me encantaba.

P: Así putita!! Que rico lo chupas!

No me molestaba que me hablara así ya que realmente eso era y solo quería seguir comiendo serpiente acapulqueña.

Pancho me levanto, me tumbó encima de una mesa, me hizo a un lado mi bikini y comenzó a penetrarme fuerte, no sé cuánto entraba pero sentía me revolvía todo por dentro.

M: Ah, no mames, que es eso, uff, uff!

P: Toma putita, que rica estas, uhm, que rica!!

Yo sentía que vomitaba, pero no quería de sentir esa sensación, el me levanto las piernas y mientras lamía mis pies, seguía metiendo su animal sin compasión.

M: Mi, marido va a venir!

P: No importa, que vea como eres mia, como realmente es su mujer.

Y eso era cierto, que sentiría el su me viera con otro y más gimiendo y actuando como toda una ramera cualquiera.

Me puso a cuatro patas, abrió mis nalgas y me la metía fuerte, acelerado, dandome de nalgadas, jalando mi cabello, empujándome todas las tripas.

M: Me matas, ah, ah, que rico, ah!

P: Tienes unas nalgotas, que rica, uff, toma, toma mi verga!!

Ahí estaba yo gimiendo no me acordaba de mi marido, solo quería seguir teniéndolo dentro de mi.

P: Me voy a venir, ah, ah!!

M: Ah, si, dame, tu semen!

Apenas si podía hablar pero ahí estaba pidiendo mi leche, el me embistió con fuerza hasta que comenzó a llenarme de su semen, su leche salía a cántaros, me escurría por las piernas, ahí me dejó tumbada y temblando.

P: Deja le llevo las cervezas a tu pendejo, no n lo que te alivianas.

Y ahí me dejó, yo babeando y aún sintiendo estragos en mi interior, hasta lo borracha se me bajo.

Ya más relajada salí, el ya no estaba, solo mi marido y uno de esos tipos, no le dije más y me fui a descansar la verdad pancho me había dejado muy adolorida y eso que fue solo un rapidín.

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