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Las experiencias de P. (II)
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Tiempo de lectura: 3 minutos

Esta vez se trata de un nuevo joven, del que fui su regalo de cumpleaños.

Yo había tenido un pequeño accidente por lo que andaba con muletas, muy incomodas, por cierto. Eso no me detuvo para divertirme. Una noche salí con unos amigos a una discoteca, en mi estado todo debía tener más cuidado y esperaba que el resto de personas fueran igual, sin embargo, de ida al baño del local, un muchacho tropezó conmigo, me molesté porque me dolió, él intento disculparse, pero preferí seguir de largo.

Después volví a la mesa con mis amigos y de pronto vino alguien a invitarme a bailar, era el mismo muchacho. Se volvió a disculpar, esta vez acepté sus disculpas y accedí a bailar con él, aunque era algo raro por mi situación, no paso nada más y después de un par de canciones me pidió mi número y se fue. Esa noche no paso nada más, no suelo descontrolarme en las fiestas, prefiero que me cojan cuando estoy sana para poder sentir mejor.

Días después recibí un mensaje y era él, no imaginé que me escribiría, además que se veía mucho más joven, pero aún no sabía concretamente su edad. Me preguntó cómo estaba, algunas cosas sin importancia y me invitó salir, no sé por qué, pero le dije que sí. Salimos unos días después, me invitó a comer, parecía tranquilo y educado, buen conversador. Ese día le pregunté su edad, cuando me dijo cuántos años tenía quedé asustada, apenas era mayor de edad, pero como no había pasado y tampoco él había propuesto nada, pues no tuve problemas en seguir conversando.

Seguimos saliendo unas cuantas veces más, me gustaba platicar con él. En una de esas salidas me comentó que se acercaba su cumpleaños, no le di mucha importancia. Pero ahí fue cuando cambió, a la siguiente salida, que por lo general se trataban de ir a comer algo juntos, me dijo sin filtros, que me quería coger. La verdad no me sorprendió, pero tenía mucho miedo, era muy joven. De inmediato le dije que no, el insistió, no puedo negar que me daba morbo, que quería probar su joven verga, pero mi ética estaba por encima de mis deseos.

Sin embargo, no se rindió, además se acercaba el día de su cumpleaños, y me volvió a decir que quería que fuera suya, que quería mi culo como regalo. Esta vez cedí, le dije que sí, y acordamos una cita para unos días después. Mientras tanto el me preguntaba por mensajes y con emoción que me gustaba. No me limité y le dije que me encantaba el sexo duro, ser sometida, que den duro, que cojan fuerte de a 4, que dejen mis nalgas muy rojas de tanto azote, que me muerdan. Eso solo lo excitó más y ya estaba desesperado por nuestro encuentro, yo igual, hasta me mojé un poco de solo decirle lo que me gustaba, pero aún había algo de ética en mí y me daba miedo su edad.

Entramos y me empezó a besar, venía a por todo, yo dejé que me besara, que sus manos recorrieran todo mi cuerpo, estrujaba mis nalgas, mis tetas por encima de la ropa, yo estaba aún nerviosa, pero excitada, quería darle su regalo. Me botó a la cama, ahí si dejé en claro algo, no podía quitarme toda la ropa, algo sin sentido, pero que para mí en ese momento era una forma de marcar límites, solo podía quitarme la ropa de la cintura para abajo. Eso no impidió que su boca llegará rápidamente a mis tetas, ya tenía los pezones duros, la vergüenza, el miedo ya no estaba, quería que me haga suya. No tardo nada en quitarme todo de golpe, ni se fijó en mis bragas, ni nada, saltó a comerme la vagina, ya húmeda pero conforme su lengua me recorría me mojaba más. Lubricaba más y más, me lamió todo, besaba mi vagina a arriba abajo, sentía su lengua por todo lado, solo me excité más y más, estaba demasiado mojada, ya quería sentir su verga, ya quería ser cogida.

Se quitó la ropa, no es lo principal para mí, pero me fijé en su verga, estaba bien, no era ni muy grande ni muy pequeña, se puso el condón sin perder tiempo me la metió entera. Al principio fue lento, como si quisiera disfrutar de mi cuerpo, de sentir mi vagina, poco a poco fue aumentado el ritmo, como a mí me gusta y me pone como una putita. Él estaba encima de mí, me decía que le encantaba cogerme, yo gemía y le decía que estaba muy rico, ya estaba desatada, era suya completamente.

Lo estaba disfrutando, me gustaba como me cogía, me gustaba ver esa cara de niño, pero llena de lujuria, me excitaba demasiado. Luego me puso en cuatro, me fascina que me cojan así, él la metió y empezó a decirme que le encantaba mi culo, lo tocaba, me daba nalgadas, yo solo gemía, sentía su verga entrar y salir, me sentía muy caliente, quería más y más. Terminó fuera y estaba agotada, acaricié su verga cuando ya empezaba a bajar su erección, luego me vestí y ya estaba lista para irme.

Pero volvió a la carga, me empujó contra la pared, yo estaba de espaldas a él, me besaba apasionadamente, sentía de nuevo sus manos por todo mi cuerpo, no tardé en estar mojada otra vez. Recordó lo que me gustaba, empezó a morder mi espalda, a ser más rudo, bajo mi jean rápido y de inmediato volví a sentir su verga dura dentro mío, no hubo espera, fue directo, me encantó, gemí, gemí muy fuerte. Estaba ahí, con un joven siendo cogida con rudeza, gritando de placer, era suya, era su regalo y fue el único, nunca más nos volvimos a ver, él quería que fuera su novia, me dio un poco de ternura.

Llegado el día, yo fui con una blusa y una chamarra, hacía un poco de frío, además de un brassier negro. Llevaba unos jeans y unas bragas rojas, con un poco de encaje. Me llevó directamente a un motel, no había tiempo que perder, un día antes había sido su cumpleaños y su regalo no podía esperar más.

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