En el capítulo anterior:
"Tomas se guardó la polla, ella se recompuso la falda, metió sus tetas bajo el sostén y se fueron del rincón. Regresando andando al coche se partieron de risa porque Carmen al andar notaba en cada paso como salían de su coño restos del semen de Tomás".
La Polla de Tomás. Capítulo 3
Durante el trayecto Tomás se sacó la polla, cogió la mano de Carmen y la puso sobre ella. Carmen empezó a acariciarla y terminó recostada chupando aquel inmenso nabo. Aún tenía sabor a semen y a coño, le gustaba. Carmen volvía a tener su entrepierna empapada de nuevos flujos. Pero por mucha mamada, Tomás no se corría, y ella lo deseaba, deseaba dar placer a este muchacho que podía ser su hijo y a la vez era un ser maduro y especial.
Llegaron a la casa. Tomás guardó su polla a pesar de la insistencia de Carmen en continuar y entró, se despidió de Carmen fríamente y se fue a su habitación, muy al contrario de lo que ella esperaba, deseando estar con este muchacho más tiempo, follar, abrazarlo, comérselo, estaba por primer vez en días un poco feliz y se había hecho la ilusión de terminar de pasar la tarde y noche con él. Carmen se quedó sola y al poco tiempo el mundo volvió a echársele encima.
Ángela Llama a Carmen, se apresura a coger el móvil
– Gracias ¡por dios! Ángela, no sabes cómo te necesito, me quiero morir
– Hola Carmen. Eduardo y yo vamos a estar fuera una semana, al final nos hemos decidido navegar un poco y estaremos la mayor parte del tiempo sin cobertura de móvil. En cuanto a el caso de tu divorcio mañana hablare con tu ex, a ver cómo va, pero no quiero engañarte por lo que he visto, Tomás me mandó fotografiada toda la documentación y creo no tenemos nada que hacer en vía judicial. Quizás sería lo mejor, poder llegar, aunque lo dudo, a algún tipo de acuerdo con Raúl y suerte tendremos si te da algo de dinero. Carmen, ya sabes que te tengo aprecio, pero intenta a empezar a buscar algún trabajo y un sitio para vivir, Raúl me dejó claro lo de la orden de alejamiento y el juez lo más seguro es que cautelarmente la acepte. Probablemente vendrán próximamente del juzgado a comunicártelo.
– No ¡dios mío! Me quiero morir ¿Qué voy a hacer? Hueueueee
– Lo primero relajarte y pensar en tu futuro inmediato Carmen, es lo que hay. Tenías que haber sido más consecuente, pero ahora refugiarse en el pasado no es bueno, futuro Carmen, tu futuro, piensa en el, ya tenemos una edad.
– Hueueueee, no sé qué hacer
– Descansa Carmen, aún te quedan tres mil euros, no los mal gastes en principio. Si necesitas algo se lo pides a Tomás, él sabrá que hacer. Adiós.
– Adiós Ángela, regresa pronto huueee..
Carmen, se estiro en la cama y lloró, lloró mucho, no podía creerse lo que estaba viviendo, era como una pesadilla para ella. De señora de clase alta, pija, cuidada, con todos los caprichos de su estatus social, ahora volvía a unos orígenes que le remontaban a su niñez, cuando en su casa raras veces entraba el pan. Carmen lloraba.
Al rato, decidió ir a ver a Tomás, como no sabía dónde estaba decidió mandarle un mensaje por wasap. Tomás no contestó, al poco salió a dar una vuelta por la casa a ver si lo encontraba. Llamó a la puerta de su habitación, no contestaba nadie, bajó al jardín y Tomás no estaba, en la cocina tampoco, al fin lo encontró en el gimnasio. Tomás estaba haciendo ejercicio, no se percató de la llegada de Carmen, llevaba los auriculares puestos escuchando música. Estaba completamente desnudo y aceitado, su cuerpo brillaba con el aceite que tenía esparcido por la piel. Carmen lo miró, lo que veía era un cuerpo de dios griego donde ni un músculo estaba mal puesto, era la perfección del cuerpo de hombre, y era un chaval. Miraba su polla “increíble” aunque ya se fijó de donde le venía cuando vio por primera vez a su padre en bóxer. ¡Y estos huevos! Carmen observando a Tomás y rememorando los polvos que le ha pegado, empezó a ponerse caliente. Se empezó a tocar, escondida para que Tomás no la viera y se mojó.
– Hola Carmen ¿Buscas algo entre tus piernas o es que te pica el coño?
– ¡Joder Tomás! Vaya susto
– ¿De qué te has asustado?
– No sé, has aparecido así de improviso
– Claro y tú estabas muy concentrada en encontrar algo entre tus piernas ¿no?
– No te burles de mi Tomás, que estoy muy mal, me ha llamado tu madre y las noticias no son muy buenas.
– Mira mañana en la fábrica tengo que dar la bienvenida a nuevos empleados, me lo ha pedido mi padre, puedes llevar un currículo, quizás te contraten en el equipo de limpieza, es de los mejores que hay.
– ¿Por qué te burlas de mi Tomás?
– No me burlo, te planteo una solución, si tienes mejores, no tienes por qué hacer caso de esta.
– Voy a ponerme un wiski ¿Te pongo uno?
– No, gracias.
Tomás se imagina por un momento a Carmen como una sin techo, alcohólica follando más borrachos como ella y tirada bajo algún puente. Después la ve como una gran vieja puta, capaz de seducir aún a perversos jovencitos con ansias de maduras.
Tomás continua en pelotas por el gimnasio y sale a la piscina, la tarde está ya empezando a dejar paso a la noche, muy despacio, tal como son de largas las tardes de verano. Se zambulle en la piscina y empieza a nadar. Tomás sigue pautas diarias en sus ejercicios y en sus cosas, no las varia si no es por causa de interés mayor. Sale al jardín también Carmen con su wiski se queda sentada en la pérgola mirando a Tomás, ahora lo observa nadar. Está pensando que aquel joven le ha propuesto arreglar su futuro, intuye que es como puta, que le dirá su trabajo solo si primero acepta, recuerda que le dijo que podría llevar un buen ritmo de vida tanto como lo lleva ahora. Carmen se ve dispuesta y capaz de aceptar, piensa que al menos ya tendrá el futuro solucionado y el “niño” ya pensará por ella. Le viene también en mente y le da la razón a Tomás cuando le ha abierto los ojos y ha visto la cantidad de dinero que ha pagado a sus amantes, que encima no eran ni eso, ni buenos amantes. Tomás es raro, pero aunque sea joven es adulto de mente, inteligente y además de tener una polla fuera de lo común folla de mil maravillas ¿Qué puedo perder? ¿Follar y que me paguen? Pues adelante. Carmen con estos razonamientos va al encuentro de Tomás que ahora está en su tumbona. Al ir acercándose a él, más le gusta este muchacho, cada vez que lo mira se siente afortunada de follar con él y de tenerlo en este momento a su lado.
– Tomás ¿Puedo hablar contigo?
– Hola Carmen, si el tema es interesante, sí, si no lo es no perdamos el tiempo ni tu ni yo.
– No seas tan duro conmigo Tomás. Es sobre lo que me has propuesto ¿Hay que hacer de puta?
– Vaya ¿Te has decidido a saberlo?
– Sí.
– ¿Lo cojo como una afirmación o es un farol que me haces para entretenerte?
– Va en serio Tomás, te he hecho caso y he reflexionado, quizás la primera vez en mi vida que reflexiono sobre algo tan importante.
– ¿Estas dispuesta?
– Si
– Después pediré al catering algo suave para cenar. Quiero que te pongas lo más sexy y elegante que tengas aquí de ropa para la cena. Prepara una bolsa con la lencería más sexy que tengas. Todo sensual, pero con glamour ¿Entiendes?
– Sí ¿para qué?
– A partir de ahora nunca me preguntes por qué hago o digo alguna cosa, todo siempre lo sabrás a su debido tiempo. Tú limítate a obedecerme. ¿Te gusta el sushi?
– Sí, me encanta
– Está bien cenaremos sushi, empieza a ir a preparar lo que te he dicho.
– Voy
Carmen se marchó feliz, había puesto su futuro a manos del hijo de su amiga. Un joven extraño que tenía una polla que además de enorme era bonita. Pero le vino un relax absoluto saber que no tenía por qué preocuparse ya más de su futuro, que él la guiaría y ha confiado su suerte a Tomás. Tomás se fue a su cuarto.
Al rato llamaron a la puerta los del catering, llevaban la comanda. Tomás llamó a Carmen para decirle que en cinco minutos la cena estaba servida. Carmen bajó tal y como le había dicho Tomás que vistiera. Estaba imponente. Un vestido largo verde casi negro, semitransparente, abierto en un lateral desde las axilas hasta su muslo, el escote era generoso, pero más generoso era el de su espalda que llegaba hasta donde se empieza a insinuar la raja del culo. Llevaba un colgante de brillantes a juego con sus pendientes. Unos zapatos de tacón de color rojo intenso. Sus carnosos labios se abrieron para decir que estaba ahí.
Tomás en pelotas, le sonrió como muestra de aprobación. La mesa estaba puesta bajo la pérgola del jardín. El ambiente lumínico era tenue y romántico Una vela en el centro, un plato con una docena de ostras y una bandeja con sushi. Una cubitera llena de hielo con una botella de cava Brut del Penedés, unas mini tostadas con caviar. Empezaron a comer. Carmen tenía interés en que Tomás empezara a explicarle cuál sería su trabajo, él se limitó a decirle que todo a su medido tiempo, ella que ya iba conociendo a Tomás no volvió a insistir. De fondo un blues rompía el silencio de la mesa. Tomás iba sirviendo cava y los platos se fueron agotando.
Tomás le dijo a Carmen que subiera a su habitación con él y con la bolsa de lencería que le había dicho preparara. Carmen siguió a Tomás hacia su habitación. Antes de entrar Tomás le dijo a Carmen, que aquella habitación es sagrada, nadie entra aquí nunca, por lo que tiene que darse por privilegiada. Carmen empezó a alucinar, aquella habitación era inmensa más grande que cualquier piso que ella conocía. Había diferentes espacios, En todas las paredes había libros, una pantalla inmensa de ordenador y dos ordenadores más, un espacio con todo tipo de cámaras de fotografiar y filmar, un espacio con telescopio y diferentes obras de arte, un taller de dibujo y pintura y una cama inmensa, un lavabo grandioso con una ducha psicodélica.
– Entra, ven, deja ahí la bolsa, vete ahí bajo aquellos focos, voy a echarte fotos. Vas haciendo los movimientos que te diga que hagas.
– Vale, seré una buena modelo
– Eso espero.
Carmen empieza a posar y a moverse como le va diciendo Tomás que se mueva y ponga. La hace desnudar y ponerse la lencería, en cada pieza saca un montón de fotos en diferentes poses. Después desnuda, Tomás la hace posar desnuda en diferentes posiciones y haciendo diferentes acciones también. Cuando acaba la sesión de fotos, Tomás le entrega unos papeles, le dice que es el contrato, que se lo lea y lo firme. Carmen le dice que se lo explique que no hace falta leerlo que se fía de él.
– En general dice esto; A partir de ahora pasas a ser de mi propiedad, esto significa que puedo hacer contigo lo que me plazca. Que me obedecerás en todo lo que te diga y mande. Que yo me obligo a mantenerte económicamente y que no te falte ni asistencia sanitaria ni comida y sitio donde vivir.
Carmen escucha
– Ahora tengo que adiestrarte y enseñarte a ser puta y mala puta, piensa que a partir de ahora eres de mi propiedad. Más que puta te voy a convertir en una mala puta. Nunca me vas a preguntar por qué te hago hacer algo, ni nunca discutirás una orden. Si incumples podré castigarte y mis castigos pueden ser muy crueles y variados.
– ¿Me vas a pegar?
– Si conviene y es necesario sí. Además no vas a ir a ver a nadie, ni verás a nadie sin antes recibir mi consentimiento.
– Pues vaya, no lo pintas muy bien mi futuro.
– Será siempre mejor del que tendrás si no aceptas. En general me vas a agradecer todo lo que haré por ti.
– Quiero confiar en ti. ¿Tu madre sabe todo esto?
– Aún no, todo a su debido tiempo, ni tú se lo dirás ni contarás a nadie este trato que tienes conmigo, si yo no te autorizo.
– ¿Podré ir a la peluquería mañana?
– Vas a ir a la peluquería y a la estilista. Tú limítate a estar las veinticuatro horas del día a mi disposición.
– ¿Follaremos tú y yo?
– Te follaré cuando yo quiera. ¿Has leído al Marqués de Sade?
– No
– Bien, tendrás que leerlo. Será tu biblia.
– Vale
– Ahora firma. Son estas cuatro hojas, las otras firmadas por mí, son para ti. A partir de ahora soy tu amo.
Carmen se coge el asunto menos en serio de lo que Tomás desea, tendrá que pasar un buen adiestramiento. Sentado en una butaca Tomás observa a Carmen en pelotas frente a él aún de pie.
– Ven, arrodíllate y chúpamela.
Carmen lo hace al momento. Aquel chaval la tiene mojada, entre tanta foto, ahí en pelotas con este pedazo de polla balanceándose ante sus ojos, se lanza con devoción a las piernas de Tomás. Le quiere hacer una buena mamada a su amo y se la hace. Tomás se corre en su boca y con un sutil gesto le ordena se trague la leche. Ella sin causarle esto ningún tipo de sufrimiento se la traga y degusta. Tomás satisfecho de cómo va entendiendo Carmen, la observa, le coge de la barbilla y le dice que vaya a acostarse que mañana tienen un día intenso de trabajo. Que la necesita a las ocho en punto ya desayunada y vestida, con ropa ligera, sin bragas y sin sujetador.
A las siete de la mañana Tomás baja a la cocina y empieza a prepararse el desayuno, aparece Carmen y desayuna con él. Tomás le hace ir a cambiar de ropa, le dice que se ponga una camisa un pantaloncito corto y unas zapatillas, sin nada más, sin bragas ni sujetador. Carmen lo hace. A las ocho en punto salen y se dirigen a la fábrica del padre de Tomás No hay mucha conversación, la justa y de cosas sin importancia. Hoy Tomás coge el relevo de su padre en la dirección de la fábrica.
– Buenos días Tomás, hemos empezado la producción tal y como me comentó su padre que lo hiciéramos. Dice Pedro el encargado general de la fábrica y mano derecha del padre de Tomás.
– Bien ¿A qué hora vienen los nuevos empleados?
– Están citados todos a las diez. Mañana empiezan a trabajar en diferentes turnos si hoy les da su visto bueno.
– Mándeme a Rosa, tengo unos trabajos para ella.
– Sí señor.
– Pedro, lo de señor por favor, Tomás, me llamo Tomás.
– De acuerdo Tomás, no volverá a ocurrir.
Carmen alucina viendo la autoridad que ejerce aquel joven al que tiene que obedecer siempre, esta muda, no dice nada, solo va gozando de como todo hombre con el que se pasa y se cruza se la queda mirando embobado y a ella esto le gusta.
Tomás le da un montón de trabajo que hacer a Rosa, desde buscar una casa un poco aislada alrededor de la ciudad, concertar horarios de peluquería y estilista, para Carmen. Pedir hora a un modisto etc…
Llega un taxi a buscar a Carmen. Tomás le da una carpeta y le dice a Carmen que se la entregue al centro de belleza a su llegada. Que cuando termine, le llame y pasará a recogerla, pero que le llevará casi toda la mañana.
Tomás se da una vuelta por la fábrica, le encanta dar estos paseos, se fija en toda la cadena de producción. En una de las zonas ve a la empleada que le hizo una mamada en su última visita. La percibe inquieta por su presencia, pero con cierto tono feliz, se queda mirándola fijamente, ella esquiva su mirada, pero sabe que Tomás la mira. Tomás vuelve al lavabo donde tuvo el encuentro con ella. Entra en un cuarto, se saca la polla y espera. No tarda nada en aparecer la empleada, se miran, sin cruzar ninguna palabra, Tomás tiene el don de hablar con las miradas, la empleada se agacha y empieza a chuparle la polla. La coge de la barbilla y acaricia su rostro con su pene, la mira fijamente, la empleada le sonríe. Tomás le pregunta cómo se llama. Raquel es su nombre, la hace levantar y le dice que otro momento terminaran lo empezado. Le agradece con su forma de hablar de palabra segura haber entendido sus miradas y se despide de ella. Antes de marcharse ella
– Señor Tomás, mi hija vendrá hoy a la fábrica, es de las seleccionadas para empezar a trabajar, se llama Rocío, creo que la conoce porque iba al mismo instituto que usted.
– Muy bien Raquel, espero le vaya bien el trabajo y sea tan eficiente como usted lo es. Me alegro.
– Gracias señor Tomás
– Otra cosa Raquel, me gustaría decirle que lo de señor no me gusta diciéndome Tomás me sirve. Gracias.
– Gracias a usted Tomás.
Cuando llega a la oficina ve en una sala anterior un montón de gente esperando. Son los nuevos trabajadores. En verano es mucho el personal fijo que hacen vacaciones, entonces la fábrica se refuerza con nuevos empleados y van variando de turnos y secciones según se precisen. La media mamada que le ha hecho Raquel le ha dejado la polla morcillona.
En su despacho “el de su padre” busca la ficha de Raquel. Cuarenta y cinco años. Su domicilio, teléfono, e-mail. Trabajadora en la empresa desde hace diez años. Viuda con dos hijas. La mayor con dieciocho años y la menor dieciseis. Empieza a desfilar el personal, a medida que recogen la ropa de trabajo y él los va entrevistando y dando la bienvenida a la empresa.
– ¿Cómo se llama usted?
– María.
– Veo en su ficha que vive cerca de la fábrica y que realmente está interesada en hacer fijo el trabajo.
– Sí señor, me he separado recientemente y aunque mi marido tiene una orden de alejamiento hacia mi persona, he preferido cambiar de ciudad. Pues sí, me gustaría quedarme porque siempre me ha gustado la moda y la ropa y aunque sea trabajo en la fábrica, así parece que estoy más en lo mío. Yo antes tenía una tienda de moda y era cliente de ustedes, cosas del destino.
– ¿Qué pasó con la tienda?
– Al separarme, mi marido tenía todo a su nombre y me he quedado sin nada. A empezar de cero.
– Es usted joven, seguro consigue sus objetivos
– Gracias por lo de joven, pero tengo ya cuarenta años, no soy tan joven, pero si tengo energía e ilusión, además no tengo hijos ni cadenas que me aten a nada y para salir a flote estoy dispuesta a cualquier cosa.
– Sea usted bienvenida María, espero esté a gusto entre nosotros.
– Gracias señor
– Una cosa María lo de señor no me agrada, Tomás, simplemente, está bien.
– De acuerdo Tomás
Tomás prestó mucha atención a María, podría ser uno de sus próximos objetivos. Su instinto como depredador así se lo intuyó. Pija acostumbrada a vivir cómodamente y ahora en el abismo, un caso parecido al de Carmen.
– ¿Cómo se llama?
– Rocío
– ¿Nos conocemos no Rocío?
– Si, hemos ido a la misma clase este año en el instituto.
– Su madre trabaja con nosotros también y está muy bien considerada en esta empresa.
– Sí.
– ¿No va a continuar estudiando? Si no recuerdo mal usted es una buena alumna, sus notas si no me equivoco eran siempre buenas, solo por curiosidad ¿Por qué no continúa estudiando?
– La verdad Tomás es que no nos lo podemos permitir económicamente. Mi madre es viuda, somos dos hermanas y solo trabaja ella. Lo hemos estado hablando y aunque ella no desea que termine de estudiar así lo he decidido. No quiero ser una carga para la familia.
– ¿Qué hubiera estudiado si hubiera accedido a la universidad?
– Economía y Empresariales, me apasiona.
– Nunca es tarde para reemprender los estudios, espero que este a gusto en la empresa y que en un futuro no muy lejano se reúnan las condiciones y pueda ir a la universidad. Bienvenida.
– Gracias Tomás. Una cosa, quizás no nos hemos relacionado mucho en el instituto, debe de reconocer que no se ha dejado usted acercar mucho con los grupos y los demás estudiantes, pero yo siempre le he tenido en muy buena consideración, era un motivo para mi, estudiar y poder superarle en las notas, aunque nunca lo conseguí je, je, je.
– Bienvenida Rocío
Rocío era linda, una chica de condición humilde con aptitudes para ser algo más en la vida que una simple empleada de una fábrica, abocada a trabajar por no tener recursos económicos. Era como su madre, bajita, bien formada, pechos generosos, a tener en cuenta.
– ¿Cómo se llama?
– Isabel
– ¿Qué le ha motivado venir a trabajar aquí?
– Algo tenía que hacer
– Veo que no ha trabajado usted anteriormente nunca.
– No, a pesar de tener cuarenta i cinco años no he trabajado nunca. No me ha hecho falta hasta ahora.
– Perdone una pregunta personal ¿Es usted casada?
– No, no me he casado nunca
– ¿Vive cerca de la fábrica?
– Vivo en un sitio, la verdad no muy decente, para que le voy a mentir, en el barrio de las luces. Tengo una habitación alquilada en un club nocturno.
– Permíteme una pregunta indiscreta, no tiene por qué contestarme si no quiere ¿Trabaja usted ahí de prostituta?
– No me sorprende la pregunta, si no fuera por su forma de preguntarme, en ninguna entrevista de trabajo se han atrevido a preguntarme esto, aunque sé que lo han pensado, ni yo la verdad, les he dado pie. No, no hago de puta, porque no pagan lo suficiente la verdad. Pero puedo ser prostituta dependiendo de lo que paguen, así de claro. Y si esto tiene que condicionar mi puesto de trabajo, lo siento, pero a veces soy asquerosamente sincera.
– ¿Tiene hijos?
– Una hija de veinte años. Casada, vive con su marido.
– Gracias Isabel, sea usted bienvenida.
– A usted
A Tomás le quedó claro, que esa mujer era bollera o bisexual, sus aires eran masculinos, el pelo corto, el perfil de su tez, sus formas. También vio claro que pagando san Pedro canta y no tenía mala figura, además tenía el atractivo que su condición lésbica le proveía, la hacía interesante, bien arreglada podría ser un bicho de interés para su proyecto.
– ¿Su nombre?
– Amparo
– Buenos días Amparo sabría decirme ¿Por qué desea trabajar en esta empresa?
– Necesito trabajar, mejor dicho, necesito ingresos.
– Dejando de un lado su necesidad económica, ¿porque trabajar en esta empresa y no en otra cosa?
– Me han dicho que aquí se paga bien, y además, no crea usted que en el mundo laboral abundan los trabajos para una mujer de mi edad
– ¿Está usted casada?
– Mal casada, separada, vaya, en vías de divorcio
– ¿Tiene usted hijos?
– No, tuve un hijo que un accidente de motocicleta se me llevó al cielo, ahora tendría aproximadamente su edad
– Es usted joven Amparo, veo en su ficha que tiene cincuenta años.
– Gracias, pero si a usted le parezco joven en la mayoría de sitios me dicen que soy demasiado mayor, ya ve.
– ¿Usted físicamente se encuentra bien imagino? ¿Podría levantarse y andar un poco por la oficina por favor?
– ¿Hasta ahí? ¿Solo ando?
– Si por favor, con total normalidad. Amparo anda por la oficina
– Gracias Amparo, puede usted sentarse. La felicito por la elegancia de sus pasos y debo decirle que su figura para nada se parece a una mujer de cincuenta años, aparenta usted mucha menos edad y si me permite una observación, decirle que está usted muy bien.
– Muchas gracias es un halago para mí que un joven guapo como usted me vea así.
– Bienvenida Amparo.
– Gracias.
Amparo estaba llamada a ser junto a Carmen las protagonistas de su proyecto. Alta, elegante, un tipazo, pechos exuberantes y guapa.
Estas eran las elegidas con las que Tomás empezó a fabricar una estrategia para su fin empresarial. Raquel, la madre de Rocío y quién sabe si esta también, María “la costurera”, Isabel “la bollera” y Amparo. Cada una con su propia idiosincrasia y personalidad. Diferentes entre ellas, pero todas en común, la necesidad de dinero.
Recibe una llamada de Carmen
– Hola Tomás, no me gusta cómo me tratan en esta peluquería, imagínate que no me dejan elegir como quiero el pelo
– Carmen, en esta peluquería hacen lo que yo les he encargado que hicieran y el estilista hará también lo que yo le he dicho que hiciera, tu opinión, no vale para nada, recuerda quien eres y quien manda sobre ti. Además, cuando terminen, te verás más guapa que nunca, te gustará, ya verás y lo más importante, me complacerás.
– Vale, si tú lo dices. ¡Ah! me ha llegado un mensaje que me han cobrado la mensualidad de las clases de zumba, el masajista y la del club de golf, y ya solo me quedan mil quinientos euros en la cartilla ¿Qué hago?
– De momento, no hagas nada, ya iré viendo esto como lo llevo. Ahora disfruta del momento, que seguro te están poniendo más guapa que nunca, vas a ser la envidia hoy del club.
– Gracias Tomás. ¿Hoy del Club? ¿Vamos a ir al club de golf?
– Quizás, ya te iré dando las órdenes durante la mañana.
– Eres un tesoro, no sé qué haría yo sin ti. Te quiero mi niño.
– Adiós Carmen
Tomás tendrá trabajo con Carmen, es más tonta de lo que se imaginaba, pero su adiestramiento va por buen camino. Tomás llamó a Rosa para ver cómo iba lo de la casa que le encargó buscara. Con la eficiencia de siempre, Rosa le tenía una lista preparada ya con todas las fichas de las casas encontradas clasificadas de precio menor a mayor, con los teléfonos de los propietarios o la inmobiliaria que hacia la gestión del alquiler o la venta. Tomás empezó a mirar en el ordenador las fichas de las casas. Una le llamó la atención, estaba justo en la misma entrada a un bosque y disponía en propiedad una parte de él y además tenía mucho terreno alrededor. Estaba vallada, y era discreta. Disponía de diez habitaciones, seis de ellas con baño propio en una primera planta. Tenía una gran buhardilla en la parte superior. Cocina, un amplio salón, una bonita terraza con acceso al jardín con piscina y el precio de compra era razonable. Estaba situada a solo cuatro kilómetros de la ciudad. Conducía a ella un camino discreto. Llamó a Rosa y le encargó que pasara a la propiedad de la casa una oferta con el veinte por ciento menos de la cantidad al precio de venta que tenían puesto y si aceptaban que preparara la compra de aquella casa, para ya mismo. Le dijo que pidiera la documentación en el registro de la propiedad por si todo estaba correcto, que se la remitiera enseguida cuando la tuviera y que intentara poder hacer la compraventa mañana mismo. Rosa lo miró, no sorprendida porque su padre obraba igual que él en estos asuntos, sino por la rareza de la compra.
Tomás llamó al encargado de producción de la fábrica para que Raquel acudiera a su despacho. La mujer confundida, no podía imaginarse para qué Tomás la mandó llamar. Raquel estaba ya fuera de su despacho esperando permiso para entrar en la oficina de Tomás. Este mismo le abrió la puerta y la hizo entrar.
– Hola Raquel
– Hola Tomás
– Le he hecho la entrevista a su hija Rocío. Y hay unas cosas que le desearía comentar, pero son un poco personales y ahora no es el momento para que se las comente. Me gustaría hablar de ello con usted de una forma más distendida y pausada.
– Usted dirá ¿Ha pasado algo con Rocío?
– No, no se preocupe, es otra cuestión. Me gustaría que aceptara mi invitación a comer este mediodía y así podría hablarle del asunto, sin que nos robara tiempo ni a usted ni a mí.
– No sé, me coge un poco desprevenida, tendré que avisar a mis hijas que no voy, no llevo ropa muy adecuada. Estoy además muy desarreglada.
– No se preocupe por esto, no hay problema, avise a sus hijas que no la esperen a comer, pero es mejor que no les diga que va a comer conmigo, así evitamos especulaciones mal infundidas. Cuando termine su turno, diríjase aquí, a mi oficina y déjese llevar, creo merece la pena que sepa lo que voy a decirle.
– Me tiene usted en vilo y de los nervios
– Ja, ja, ja, relájese Raquel ¡Ah! Sea discreta a los chismorreos que habrá ahora para saber el por qué ha venido a la oficina, diga que no ha sido más que para comunícale lo del contrato de su hija.
– Bien, así lo haré
– Hasta luego Raquel, la espero para comer.
– Gracias Tomás, hasta luego.
Raquel estaba en medio de una nube que no sabía si iba a llover o no. Confundida, pero feliz, a la vez incierta por no saber que quería contarle Tomás.
Tomás como buen depredador había empezado la caza. Rosa le había enviado los documentos del registro de la propiedad de la casa, estaba en el ordenador mirándolas. Otro mensaje de ella diciéndole que el fondo financiero propiedad de la casa, aceptaba su oferta y que podría firmarse en la notaria la compraventa a las doce de la mañana. Tomás dio su conformidad y Rosa se puso en marcha. Estuvo haciendo durante el resto de la mañana bastantes llamadas por teléfono, entre ellas una a sus padres.
– Hola papá
– Hola hijo, alegría escucharte, dime ¿Cómo va todo por la fábrica?
– Bien Papá, he hecho la entrevista al nuevo personal, quizás más adelante habrá que buscar cuatro empleados más, pero es largo de contar de momento todo bien. Buena selección.
– Y dime Tomás, ahora que no me escucha tu madre ¿Cuantas veces te has cepillado ya a Carmen?
– Ja, ja, ja, eres la hostia papá ja, ja, ja…
– Venga que le harás un favor a esa desdichada.
– La he contratado
– ¿La has contratado? ¿En la fábrica? Va, esta no curra ni a palos
– No papa solo ten confianza en mí, cuando lleguéis ya os lo contaré, es un proyecto empresarial que estoy empezando con mis ahorros. Sabes que los invertí bien, además es hora de empezar a invertir los fondos, si no hacienda me hará trillos. Te gustará mi proyecto
– No lo dudo Tomás, total confianza contigo, tienes mi apoyo y lo sabes, pero ¿Contratar a Carmen? No veo para que si no es para follar
– Precisamente para eso la he contratado, para follar
– ¿Será tu puta?
– Si será una puta a mi servicio y la adiestraré para que sea una mala puta, pero es largo ya os contaré.
– Vale, vale, por si acaso no le digo nada a tu madre y le das tú la sorpresa, ja, ja, ja, cuando se entere que Carmen es tu puta ja, ja, ja, quiero estar ahí cuando se lo digas ja, ja, ja…
– Ja, ja, ja, ja, ya te contaré papá. ¿Cómo os va a vosotros?
– Muy bien hijo, nos lo estamos pasando de puta madre, unas vacaciones no previstas y están saliendo cojonudas. Bien ya me irás contando, y ya sabes, en lo que hagas que sepas que estoy contigo.
– De acuerdo papá, dale un beso a mamá
– Ciao hijo un beso
Eduardo estaba orgulloso siempre de su hijo, sabía que si emprendía algo, haría que funcionara y le gustaba que supiera manejar sus finanzas, era tan y más bueno que el mismo.
Tomás llamó a Carmen
– Hola Carmen
– Hola Tomás, no puedes imaginarte lo mal que me tratan en este centro, no me hacen caso en nada que les digo.
– ¿En qué sección estas ahora?
– Ahora me han traído una carta para que pida comida, en una sala, me tienen envuelta con toallas, están fresquitas, aquí se está bien.
– Bien, cuando termines, te recogerá un taxi y te llevará a casa. No se te ocurra hacerte nada en el pelo ni en el maquillaje. Quiero verte tal y como te dejen, y cuidado en desobedecerme, sabré si te has tocado hasta un pelo. Estoy invirtiendo mucho dinero contigo, no te la juegues.
– ¡Ay Tomás como eres! ¿Qué crees que soy tonta?
– Sí.
– No me digas esto Tomás, que me pongo triste.
– Va, con lo dicho, espérame en casa.
– Si cari
– Si me vuelves a llamar cari te azotaré.
– ¡Auuf cómo eres!
– Adiós Carmen
– Adiós Tomás.
Rosa, le confirmó el programa planeado. Tomás se lo agradeció. Tomás sabe que Rosa es la eficiencia pura en la oficina, es la secretaria perfecta. Su padre le tiene un muy gran aprecio y es del personal mejor renumerado en nómina de la empresa. Tomás había aprendido de su padre que el éxito empresarial se debe a saber escoger a la gente que tiene que rodearte.
Tomás ve aparecer tras los cristales a Raquel, todo el personal de oficina va despareciendo, es la hora de la comida. Tomás espera a que todos se hayan ido. Sale, saluda a Raquel y se dirigen a un taxi que les espera en la puerta. Tomás da una dirección al taxista y en silencio se dirigen al lugar. Raquel se va sorprendiendo al ver que el taxi abandona la ciudad y se dirige a un pueblo cercano que es un conjunto histórico artístico medieval. El taxi les deja en una plaza. Hay un restaurante en un edificio histórico, el maître les acompaña a una mesa en la terraza con vistas a un puente románico. Raquel se siente diminuta al lado de Tomás y en un sitio así, pero está feliz. Una mujer que no ha podido darse caprichos en la vida, viuda y con dos hijas a cargo y que no hace otra cosa que trabajar cuando no es en la fábrica es en su casa, aquel chico guapo, espectacular, inteligente, con esa voz y mirada que cautiva; al que le había hecho una mamada en un servicio de la fábrica, lo tenía ahí de anfitrión en un lugar de ensueño. Raquel llevaba ya mucho tiempo sin haber follado y ahora estar comiendo con Tomás le emocionó y lloró.
– ¿Le gustan los caracoles Raquel?
– Me encantan
– ¿Y el cordero a la brasa?
– También mucho
– Pues Raquel, hoy nos vamos a zampar unos caracoles y una buena brasa de cordero con alioli ¿Le apetece?
– Perfecto
Raquel al ver este tono jovial, amistoso y diferente en Tomás, se contagió de juventud y su carácter revivió en mucho tiempo la felicidad escondida de su vida. Acompañaron la comida con un buen cava, que Tomás servía a Raquel incitándola a beber, no para emborracharla, solo para tenerla feliz.
– Raquel lo que quería yo comentarle. Puede contestarme o no, entenderé su posición y no va variar nada en nuestra relación.
– No se preocupe Tomás, dígame, estoy con las ganas de saber qué es lo que quiere decirme
– ¿Por qué no va a la universidad Rocío?
– Entiendo. La verdad Tomás es que se me rompe el corazón en este asunto. Me gustaría pudiera ir, pero aunque yo trabajo como una mula y usted lo sabe, haciendo incluso horas extras, que agradezco me las den y pueda continuar haciéndolas, no nos alcanza mi salario para que Rocío pueda ir a la universidad. Se me rompe el corazón no poder ayudarla.
– Mire Raquel, estoy en un nuevo proyecto empresarial, es complicado a la vez que sencillo. Yo puedo ayudarla, y podrá enviar a Rocío a la universidad si acepta trabajar para mí.
– ¿Ya trabajo para usted no? Bueno para su padre, que viene a ser lo mismo.
– ¿Quiere un café? ¿Un licor?
Sin dar opción a la respuesta Tomás pide dos cafés y dos licores de hierbas.
– Digamos que es un proyecto empresarial propio mío. Mire lo que le propongo; Un salario de dos mil euros al mes, e incentivos, dedicación a horas convenidas y totales cuando se requiera. Solo deberá obedecerme en todo, absolutamente en todo lo que yo le ordene y nunca contradecirme o no obedecer, esto es sagrado. No tiene que darme ahora la respuesta, quiero que la reflexione hasta mañana, eso sí, tiene que tomar la decisión mañana, pasado mañana me contesta, sí o no, después ya no vale la oferta y no se preocupe que el trabajo que tiene ahora lo va a continuar teniendo tanto ahora o como si en un futuro quiere abandonar mi proyecto y volver a la fábrica.
– Pero ¿Qué tendré que hacer?
– Obedecerme en todo lo que le mande. Por cierto, imagino que conoce este pueblo donde estamos ahora
– Pues sí, pero la verdad que solo he estado una vez hace ya muchos años, es muy bonito, incluso sale muchas veces por la tele.
– Vamos, venga daremos un paseo para digerir esta comilona ¿Ha comido bien?
– No sabe el tiempo que hacía que no comía en un restaurante, le agradezco mucho la invitación y la compañía, la verdad.
Tomás le ofreció el brazo de paseo a Raquel y la llevó puente abajo hacia el río admirando el espectacular paisaje medieval de las murallas y el puente. En una zona donde la maleza y la vegetación hacían escondites naturales en los recodos del río, Tomás miró de frente y a los ojos a Raquel, acercó lentamente sus labios a los de la mujer y le depositó un beso lento y húmedo que permaneció casi una eternidad en los labios de ella.
– Tenemos algo que terminar usted y yo ¿Recuerda?
Raquel entendió, se agachó y sacó del pantalón la polla de Tomás, al tenerla en sus manos, verla y contemplarla, suspiró de emoción y se le mojó el coño, no podía creerse que ella, una mujer tan simple, pudiera gozar de aquella hermosura de polla que colgaba de un ser tan joven, guapo y especial. Empezó a mamársela. Se dedicaba bien a ello, disfrutaba de tener aquel pedazo de rabo juvenil en la boca, la besaba, recorrió su lengua a lo largo de su tallo, y chupaba de manera suave y húmeda sus huevos. Tomás de vez en cuando mientras Raquel le comía la polla le golpeaba la cara y cabeza con ella, no lo suficientemente fuerte para causarle dolor, pero si para marcarla en posesión. Tomás levantó a Raquel, le quitó la camiseta que llevaba y el sujetador, aparecieron sus pechos ¡Que bonitos! Eran unos pechos no muy grandes, pero redondos completamente, de su centro una areola redonda y perfecta emergían unos pezones erectos, gruesos y puntiagudos que miraban al norte. Su vientre era plano. Tomás aún no había visto a la mujer en pelotas, hizo caso a su intuición para añadirla a su proyecto.
El mismo le fue bajando los pantalones horteras de currante que llevaba, le quitó las bragas y se sintió satisfecho de la elección. Raquel no era muy guapa, eso con maquillaje y un buen estilista lo podía solucionar, pero su cuerpecito de nena madura era perfecto para su plan. Raquel tenía curvas marcadas, un tipito apetecible que no tardo en saborearlo. La recostó a un árbol medio caído y le empezó a dar chupetones suaves y besos, a recorrer su cuerpo, de las tetas al coño y viceversa. Cuando pillo sus labios vaginales entre sus labios y los hizo silbar, Raquel se corrió, Tomás se sorprendió de la gran cantidad de fluidos que salían del coño, y eran sabrosos, imaginó que el coñito de su hija Rocío sería igual. Tomás le comió el coño con tanta pasión que hasta Raquel se sorprendió.
Se sentó en el tronco del árbol caído y montó a Raquel sobre su polla. Empezó a metérsela despacio, muy despacio, a su polla le costaba abrirse camino en aquel estrecho coño a pesar de la cantidad de fluidos que Raquel soltaba. Al tiempo que la besaba la iba penetrando, pero despacio, buscaba en su boca los restos del cordero y del alioli, sus pezones eran succionados con la fuerza necesaria para emitir calambres y sus tetas se ponían duras, las absorbía y ensalivaba con pasión. Cuando una succión agresiva a su pecho hizo gemir fuerte a Raquel, con un golpe de cadera le metió toda la polla dentro hasta que sus huevos chocaron con su ojete abierto por sus manos. Aquel estrecho y maduro coño recibió con un aullido de placer toda la polla de Tomás. Raquel se aferró a él y gozaba lo que hacía años o quizás nunca había gozado follando y empezó a cabalgar sobre aquel cipote. Tomás se levantó con Raquel en brazos y con la polla ensartada en su coño, esta le rodeaba con sus brazos el cuello y sus piernas la cintura.
Ahí, a la orilla de un recodo del río Tomás empezó a follarse a Raquel en plan serio. Raquel botaba sobre la polla de Tomás, este casi agresivamente se la follaba a un ritmo frenético y de vez en cuando la nalgueaba marcándole los dedos en sus glúteos, Raquel volvió a correrse aullando y gimiendo a viva voz. GRITA le ordenaba Tomás, aquí nadie te oye, y la pequeña madura gritaba, gemía, lloraba y su coño parecía una fuente. Después Tomás la descabalgó y la recostó encima del árbol caído y continuo follándose a Raquel en plan bestia, ahora la empotraba con sacudidas fuertes y profundas, sus huevos al chocar con su ojete chapoteaban por el líquido que emanaba de su coño. Raquel ya entró en un orgasmo continuo cuando de golpe la levanta, la gira y la empieza a follar a lo perrito desde atrás. Raquel veía como los huevos de Tomás se bamboleaban entre sus piernas y con cada embestida chocaban con su clítoris. Esto le proporcionaba un placer hasta la fecha desconocido para ella. Tomás estuvo follando a Raquel durante más de una hora a la vera de aquel río, Raquel llegó a un estado de casi desfallecimiento, Tomás se sintió satisfecho cuando le sacó la polla del coño y se la puso en la boca pronto a correrse. Fue tan grande y agresivo el chorro de leche que salió de su polla que parte de ella se fue directamente al estómago y la otra le salió por la nariz y tuvo que recomponerla para que pudiera respirar. Raquel jamás en la vida se hubiera podido imaginar que a su edad un joven pollón se la follaría así. Había perdido la cuenta de sus orgasmos y estaba agotada, rendida ahí de rodillas observando toda la magnitud de aquel adonis que terminaba de hacerla correr como nunca se había corrido. Tomás la levantó y le dio un beso largo, todo un buen morreo que terminó por encandilar a Raquel.
Mientras ella se vestía, Tomás se apartó de la zona y estuvo hablando por teléfono un largo rato, fueron varias las llamadas que hizo mientras Raquel lo observaba embobada y pellizcándose para comprobar que aquello había ocurrido de verdad y era real. Se dirigieron de nuevo a la plaza del pueblo y había ahí un taxi esperándolos.
– Tomás ¿Puedo decirle algo?
– Si, por supuesto Raquel.
– Acerca del trabajo que me ofreció. Sí, quiero trabajar para usted. No sé si sabré hacerlo o no, ni de que se trata, pero sí, cuente conmigo para lo que quiera.
– Buena elección Raquel. Ahora pues lo primero que tiene que hacer es inscribir a Rocío a la universidad, aún hay tiempo para la inscripción. Y no le diga aún nada a ella, guárdelo como una futura sorpresa y que este verano trabaje en la fábrica, le irá bien saber lo dura que es la vida si la limita a ser una simple currante teniendo las aptitudes que tiene para estudiar. Mañana le prepararé el nuevo contrato y le daré un adelanto para que vaya desahogada económicamente y pueda pagar la matricula.
– Tomás, creo que ha sido la virgen del Rocío la que me ha enviado a usted, no sabe lo inmensamente agradecida y feliz que me siento. Aún no me termino de creer que todo esto me esté ocurriendo a mí, le obedeceré siempre.
Tomás se limitó a coger de la mano a Raquel y llevarla a su polla. La madura se sorprendió que después del polvo que echaron, aún tuviera la polla tiesa y más se sorprendió que hasta ahora su seca vagina volviera a mojarse. Sorprendentemente el taxi dejó a Raquel en su casa y no en la fábrica, donde aún tenía que terminar el turno. Tomás le dijo que estuviera lista mañana a las nueve que un taxi la recogería. Así quedaron y se despidieron con un hasta mañana sin beso.
Tomás llamó a Carmen. Esta estaba ya en su casa, le dijo que la esperara desnuda en la pérgola y que se bajara de su cuarto la misma ropa y lencería que se puso ayer para la sesión de fotos, pero que no se pusiera prenda ni vestido alguno.
Cuando Tomás entro a la casa, percibió un olor nuevo, pero conocido, era el aroma que recordó del perfume de su madre, sonrió satisfecho, Carmen llevaba el mismo perfume, tal y como él lo predispuso en las ordenes que iban en la carpeta que entregó al centro de belleza. Se dirigió a la pérgola y vio a Carmen sentada con un wiski en la mano. Carmen al verlo, corrió a lanzarse a su cuello, pero Tomás la paró en seco.
– Vaya ¡que desagradable estás conmigo!
– A ver qué te vea bien ¿Te gusta cómo te han dejado?
– Tomás ¡me encanta! No parezco ni yo misma, es increíble todo lo que me han hecho, he rejuvenecido veinte años
Tomás satisfecho con su obra observó a Carmen detenidamente, la hizo que anduviera de un lado a otro por el jardín maravillándose de aquel cuerpo casi perfecto de la cincuentona. Nuevo corte de pelo, que la estilizaban aún más, con unas mechas de colores y un maquillaje suave y sutil. ¡Qué buena estaba! Tomás no pudo evitar que la polla se le pusiera tiesa dentro del pantalón. La llamó se sacó la polla y le ordenó chupársela, Carmen obedeció al instante, no le causó ningún esfuerzo chupársela, Carmen ya se estaba convirtiendo en adicta aquella polla, era la mejor que había conocido en su vida y que un joven de la edad de Tomás tuviera sexo con ella esto la tenía sumisa a él.
Ahí de rodillas saboreaba aquel cipote y desde la altura Tomás la observaba y admiraba. Después de correrse y hacerle tragar toda su leche, le ordenó que empezara a ponerse la diferente lencería que había preparado. Tomás se fue a buscar una cámara de fotos y unos aparatos de video y la hizo desfilar alrededor de la piscina, en el jardín, en la pérgola, en el gimnasio, con todos los modelos de lencería y todos los vestidos preparados. Terminó de pasar la tarde entre fotos, algún canutillo de marihuana y wiski. Ya anocheciendo le ordenó a Carmen que se pusiera el mismo vestido abierto y escotado verde negro de las fotos y sin ropa interior ni tanga ni sujetador, que se irían a cenar al club de golf. Carmen se emocionó poder ir al club de golf de nuevo, con un aire fresco y renovado en su vida, le emocionaba dar envidia a las cotillas que la repudiaron viéndola ahora de esta manera, más hermosa y sexy que nunca y además acompañada de un joven guapo como Tomás.
Le dio varias instrucciones a Carmen de cómo debía obrar y que decir en cada ocasión cuando entraran gente conocida y se dirigiera a ella. Se lo hizo repetir hasta que comprobó que sabría que decir y que hacer en cada situación. Le sorprendió a Tomás lo rápido que iba aprendiendo Carmen a ser su sumisa y a obedecer, y agradeció que aprendiera y entendiera con rapidez su rol a partir de este momento.
CONTINUARÁ.
Espero les haya gustado y agradezco los comentarios y puntuaciones de este relato. Gracias.