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Maestra en mini (3)
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Tiempo de lectura: 3 minutos

Es día de examen y nos reunimos con los diferentes planteles de educación para adultos de la zona, como el turno es vespertino ya es de noche cuando realizamos la ceremonia, para esta ocasión llevo un trajecito tipo sastre de minifalda a medio muslo y saco gris, combinado con una blusita color durazno de tirantes ajustada a mi cuerpo la cual cubre lo necesario y deja ver también lo necesario, mis zapatillas altas grises y por dentro un coordinado de brasier y tanga color durazno, esta vez me maquillé cuidadosa y finamente haciendo resaltar la finura y perfección de mi joven rostro, arreglé mi cabello perfectamente con paciencia y seguridad, en fin es una ocasión especial, me digo para mis adentros.

En medio del bullicio de los preparativos llega Ana una de las alumnas de mi esposo, maestra le presento a Lalo, mi esposo, me dice, volteo para saludar y casi el corazón se me sale del pecho al ver que es ¡el mismo tipo del camión! Y lo confirmo por la gorra que lleva puesta, mucho gusto me dice, igualmente, atino a decirle casi balbuceando ante la alegría de Ana.

Todo está listo para iniciar la ceremonia y después el examen cada quien ordenados por grupos, doy un último vistazo y de repente descubro a Lalo que está en uno de los extremos del patio fumando, esperando a su esposa junto a otros familiares, nuestras miradas se cruzan repentinamente, es evidente que sabe quién soy, de reojo me doy cuenta que mi marido me observa primero a mí y luego a él, no hace nada, solo observa como su esposa le sostiene la mirada a un desconocido sin tomarlo en cuenta como si no existiera.

Sostengo la mirada de Lalo de tal forma que el es el primero en desviarla, comenzando así un juego en el cual el desvía la mirada a diferentes lugares pero siempre termina cruzándose con la mía, en ocasiones al estar vigilando a los alumnos volteo a verlo y le sonrío coquetamente mordiendo la goma de mi lápiz, como retándolo a ir a más que solo miradas, termina el examen es el momento del receso antes de los honores finales, mientras los alumnos descansan un poco nosotros estamos calificando reunidos en la sala de maestros, trato de concentrarme pero por dentro estoy ansiosa y muy deseosa de que el macho haya captado mis señales, la noche es cálida y muy rica, el cielo despejado y muy tranquilo.

Terminamos de calificar y salgo con mi esposo a tomar un café, nos colocamos en la esquina de uno de los últimos salones donde hay poca luz, un amigo lo llama y yo quedo sola deleitándome con el sabor de mi café y es precisamente cuando siento que alguien se coloca detrás de mi juntándose cada vez más a mi cuerpo, esta vez colocando sus manos con más confianza en mi delgada cintura aferrándome fuertemente atrayéndome hacia el, puedo sentir su pecho fuerte y cálido en mi espalda, intuyendo que es Lalo, recojo mi cabello hacia el lado derecho para sentir por completo su calor húmedo en mi nuca, sus roces comienzan a subir de tono sobre mis nalgas, sobre mis muslos la oscuridad es el cómplice perfecto para lo prohibido.

Me jala hacia el hueco que se forma entre el salón y la barda del plantel restregándome su pelvis cada vez con mas fuerza, cierro los ojos por los espasmos que me empiezan a recorrer el cuerpo, descargas deliciosas que me hacen estremecer y humedecer repentinamente, una de sus manos comienza a ascender por mi costado hacia mi pecho, acariciándome por encima de la fina tela de mi blusita, a la altura de mi aureola, mis pezones amenazan con rasgar el brasier ¡y la blusa!

Comienza a apretarme cada vez más fuerte hasta llegar a pellizcarme, un leve gemido se escapa de mis labios a tal grado que mi marido se asoma hacia el hueco haciendo que Lalo me suelte rápidamente, lo observo con la respiración agitada me observa y se voltea de nuevo como si nada sucediera, pasado el peligro coloca ahora sus dos manos sobre mi pecho apretujándome y acercando su cara a mi oído.

Pensé que tu marido nos diría algo, amasando mis senos, sus palabras y las yemas de sus dedos suben mi temperatura de tal forma que me muerdo los labios para no sacar los gritos contenidos en mi alma.

Es mi marido quien de nuevo se asoma para decirme que ya es la hora de la ceremonia final, arreglo mis ropas y mi peinado lo mas rápido posible y salgo dejando a mi amante salir detrás de mi bajo la complicidad de mi marido.

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