Soy maestra y comencé a trabajar en un programa donde me presentaron al que sería mi colega. Al conocerlo me pareció hasta feo y horrible físicamente hablando.
Poco a poco fuimos ganando confianza, un hombre espectacular con una forma de ser única.
Siempre terminábamos riéndonos a carcajadas.
A pesar de que éramos maestros en ese programa realizábamos mucho trabajo administrativo.
No sé porque cada vez ganaba mi confianza y lo comencé a ver con ternura.
Cada día nos compenetrábamos más y más.
Un día no sé porque comenzó a llamarme luego de horas laborales. Se ganó mi confianza y su sentido del humor me comenzó a gustar.
Cuando conversaba conmigo y me hablaba me sentía bien mojada solo de escucharlo.
Hasta que un día me confesó que estaba loco por mí al punto que terminamos en un motel. Wao cuando ese hombre apasionado me quitó la ropa y comenzó acariciarme me volví loca.
Cuando vi su miembro me quería morir de lo grande y grueso que lo tenía. Hasta que me penetró. Sinceramente pensé que no me cabía de lo grande y grueso que lo tenía. Me concentré al nivel que cuando ese hombre siguió moviéndose dentro de mi sentí lo más rico de la tierra al nivel que se convirtió en un vicio.
A cada rato nos escapábamos a un motel. Me ponía a gemir y a venirme al tal magnitud que el hombre también se envolvió conmigo. De hablarme me venía con fuerza.
Me lo hacía tan rico, pero tan rico que cada ocasión se hacía más corto.
El tiempo ha pasado y el destino nos separó por diversas cosas. Pero a cada momento me llama.