Me hacía falta comprar algo de ropa, me gusta vestir muy bien y de estilo juvenil, sin descuidar las últimas tendencias de moda, así que me armé de valor, por la pereza que da salir de casa y me dirigí a los grandes almacenes de la ciudad, que no están muy lejos de mi pueblo.
Una vez aparcado, cogí la escalera mecánica y me dispuse a subir a la planta correspondiente de la ropa juvenil, había novedades y ya empezaba a encapricharme de las últimas prendas, camisetas ajustadas, vaqueros tipo pitillo, que siempre me han gustado por resaltar la figura, y que marquen un buen culo y un buen paquete, que gracias a mis últimas semanas yendo a diario al gimnasio se me estaba quedando un buen cuerpo.
Allí los vi, los vaqueros de los que yo hablaba a los demás, unos que había visto de un color azul ceniza que me gustaron nada más verlos anunciados, y como soy muy caprichoso, ya me dije, estos serán para mi.
Escogí la talla que me servía a mi y un par de camisetas para poder hacer una composición que conjuntase todo y me fui al probador, me gusta mirarme y tocarme delante del espejo y ver si el pantalón se ajusta bien y marca el paquete como es debido.
Me estaba probando las camisetas y no estaba del todo convencido, así que dejé mis cosas un momento en el probador y me fui a buscar otras diferentes, más de estilo veraniego, con un cuello más abierto, y las encontré, estaba convencido que esas me irían bien.
Ya contento con mis camisetas me fui de nuevo al probador, estaba seguro que con los vaqueros aquellos me quedaría todo de primera, y al abrir la puerta del probador vi que estaba ocupado, me asusté, me habría equivocado? No, estaba allí dentro un chico de espaldas, y me dijo:
-Entra entra, es tu probador, solo te estaba esperando
Cuando se dio la vuelta dio la casualidad que era el chico de la obra, me había visto entrar, él trabajaba allí, me siguió y se fijó en que probador me adentraba, y cosas de la vida cuando salí a cambiar las camisetas él estaba allí escondido y aprovechó para colarse dentro y darme la sorpresa al momento de volver yo.
-¿Que haces aquí? -Le pregunté yo
-Esperarte, quiero que follemos en el probador, me da morbo.
Estaba seguro que él ya lo había hecho alguna que otra vez, pero no se lo pregunté, directamente se lanzó a darme un morreo mientras me tocaba mi paquete que iba cambiando de tamaño por momentos, y me excitaba exageradamente, y mi mano también se dirigió a su paquete que mientras los dos nos besábamos y nos íbamos tocando el cuerpo con mucho deseo.
Me quitó la camiseta, al igual que yo también se la quité y nos empezamos a comer los pezones. Me gustaba que se pusiesen duros, a pesar que los míos son pequeñitos, pero se erigen con facilidad.
El chico empezó a bajar su lengua por mi abdomen y poco a poco me empezó a desabrochar el pantalón, estaba completamente empalmado y se marcaba un buen paquete, que bajándome el slip aprovechó para llevarse mi polla a su boca, y hacerme una mamada de campeonato, mientras se iban escuchando las voces de otros compradores, el morbo estaba asegurado.
No podía parar de gemir por el placer que me daba aquella forma de comerme mi polla dura, saboreándome el capullo con la lengua hasta dejarlo completamente rojo y duro, daba la sensación de que estábamos haciendo algo malo, por el lugar y el momento, él se había escapado de su puesto de trabajo para atenderme a mi, pero no dejaba de succionar mi polla mientras el se iba tocando su paquete que marcaba tras aquel pantalón fino del uniforme que les obligaban a llevar, el grado de excitación de ambos era máximo.
-Fóllame, me dijo
Se dio la vuelta se apoyó en la pared de pladur de aquel probador en el que se oía todo, abrió sus piernas, me puse un condón, le humedecí su ojete con mi lengua y le metí mi polla dura y gorda por aquel agujero que no hacía más que pedir que lo follasen, y bajo unos simples gemidos de placer no dejé de empujar y follarme aquel culo que ya había probado en la obra.
La pared se movía y los gemidos cada vez eran más escandalosos, pero en ese momento nos daba igual lo que se oyese, me gustaba ver como mi polla entraba y salía de su ojete, era nuestro momento y estábamos disfrutando dando rienda suelta a nuestra fantasía de follar en un sitio público.
No aguantaría mucho más, mi excitación era mucha y estaba a punto de correrme, así que en el momento exacto saqué mi polla de aquel abierto culo, me quité el condón le di la vuelta y acabando con mi mano derecha le eché toda mi lefa sobre su pecho. Salían chorros de leche, caliente y espesa, mientras él también se masturbaba y enfocaba su polla hacia mi cara.
Abrí mi boca y esperé a que descargase dentro de ella, su leche tenía un sabor dulce, me llenó la boca y me la tragué, no tenía otra opción.
Respiración profunda, se fue a su puesto de trabajo y seguí probándome la ropa que quería comprar, objetivo cumplido, otra fantasía hecha realidad.