Era una calurosa noche de verano, mi novio Evan y yo habíamos planeado salir a cenar fuera y posteriormente a tomar algo por ahí y pasar un buen rato.
Como hacía tanto calor, decidí ponerme un vestido ajustado, con la espalda al aire, bastante corto y de color negro a juego con unas sandalias del mismo color. Era el vestido perfecto para esa noche, elegante, con tela suficiente para tapar lo justo y dejar el resto a la imaginación, debajo, llevaba unas braguitas de encaje negro, que tapaban más bien poco.
Nos fuimos a cenar a un restaurante muy bonito, moderno y elegante, que estaba lleno de gente. Mientras cenábamos, comenzamos a hablar de la cantidad de gente que había y no sé cómo, nuestra conversación de se fue desviando al morbo que tendría follar delante de tanta gente.
– Reconócelo nena, ¿no te gustaría follar delante de tanta gente? – Me preguntó con curiosidad.
– Sí y no. Por un lado, estoy de acuerdo en que me da mucho morbo follar delante de tantas personas, pero por otro me daría mucha vergüenza, además nunca se sabe que loco te puede mirar. – Contesté con un poco de vergüenza.
– Pues a mi si me gustaría. Solo de pensar que alguien puede ver como follamos, me entran unas ganas terribles de tirarme sobre ti y arrancarte ese vestido que tan loco me vuelve.
– Jajaja, no será para tanto. La verdad es que no entiendo cómo te puede gustar tanto esa idea. Estás loco.
Después de cenar, Evan me propuso ir al pub, en el que trabajaba un amigo suyo, Liam. Me contó que era uno de esos sitios que se habían puesto de moda, debido a que estaba situado en lo alto de un rascacielos, exactamente en el piso 130 y tenía una terraza espectacular, con unas vistas increíbles de toda la ciudad. También, le comentó, que, si íbamos esa noche, podíamos entrar en uno de los reservados, algo que no era fácil, ya que estaban muy demandados. A mí me pareció una idea genial.
Cuando llegamos al edificio, donde se encontraba el pub, entramos en un inmenso hall, de mármol blanco, decorado de manera muy lujosa y moderna, lo que nos dio una idea de cómo sería el lugar donde íbamos. Nos fuimos directos a los ascensores, había mucha gente esperando y casualmente todos eran hombres. Fue difícil no darse cuenta de cómo todos me miraban y me comían con los ojos, unos de manera discreta y otros no tanto. Evan, me llevaba sujeta por la cintura y cuando notó las miradas de los demás, no dudó en bajar su mano hasta mi culo, en ese momento me vino a la mente nuestra conversación de antes y empecé a notar como crecía el calor entre mis piernas.
Para mi desgracia, los ascensores no terminaban de llegar y yo empezaba a sentirme un poco incómoda viendo como esos hombres, se movían por el inmenso hall, buscando una mejor perspectiva de nuestro pequeño espectáculo. Empecé a mirar a todos lados y me encontré con una mirada penetrante que casi me deja sin respiración. Me quedé mirándolo fijamente, igual que él lo hacía conmigo.
Era un hombre, de unos 60 años, bien vestido, se conservaba bastante bien y era muy atractivo. Era alto, por la forma de su cuerpo, se veía que era un hombre que se mantenía en forma. Su pelo era negro, con algunas canas y bien peinado, a juago con su mirada, que era muy oscura pero hipnótica, te podrías pasar horas y horas mirando esos ojos. Llevaba puesto un pantalón negro de lino y una camisa muy fina de color blanco. Sin duda era un hombre que se veía que atraía a muchas mujeres solo con su presencia.
Unos segundos después, que para mí fueron eternos, por fin llegó uno de los ascensores. Todos los hombres se retiraron para dejarnos pasar y de paso, volver a mirarme de arriba abajo, como si fuera un premio por el que competir.
Nos situamos en la parte trasera del ascensor, en una esquina. Mientras realizábamos el pequeño trayecto hasta el piso 130, notaba como la mano de Evan, volvía a apoderarse de mi culo, a la vez que me miraba con lujuria. Siguió jugando, con la mano debajo de mi vestido, a la vez que se iba moviendo hacia el interior de mis piernas, hasta que el sonido del ascensor, nos devolvió a la realidad. Al salir de la pequeña cabina, de nuevo, noté como todos los presentes, me devoraban con los ojos y volví a sentir el calor en mi cuerpo, más concretamente entre mis piernas.
El pub era un sitio, muy amplio, con una enorme barra de madera a la derecha, el resto de la estancia estaba repleta de mesas, sofás y sillas, de colores, en tonos suaves, donde poder sentarte tranquilamente a tomar algo. De frente a la entrada principal, había grandes ventanales que daban a la amplia terraza, que tenía el local y cuyo acceso era libre para todos los clientes. A ambos lados de los ventanales, se veían cuatro puertas del mismo color que las paredes, como si quisieran camuflarlas para que nadie supiera de su existencia y en el lado derecho de cada puerta una pequeña pantalla, en ese momento, las cuatro, estaban en color rojo. Esas cuatro puertas, daban a los cuatro reservados y uno de ellos era donde íbamos a ir nosotros.
Nada más entrar, nos encontramos con Liam, nuestro amigo, a pesar de la cantidad de gente que había. Nos saludó y nos dijo que teníamos que esperar 20 minutos, ya que nuestro reservado todavía no estaba listo. Encontramos sitio en la barra y mientras esperábamos empezamos a pedir nuestras bebidas.
Debido a la cantidad de gente que había, el sitio que teníamos era muy pequeño, estábamos completamente pegados el uno al otro, algo que no me importaba, a pesar del sofocante calor que hacía.
Mi cabeza no paraba de darle vueltas a lo ocurrido en el hall y posteriormente en el ascensor. Me decía a mí misma que eran cosas mías, realmente no habíamos hecho nada, pero lo que me preocupaba era lo que había sentido al ver como todos esos hombres me habían devorado con sus ojos.
Mientras seguía con mis pensamientos, Evan colocó sus manos sobre mi cintura con la idea de acercarme un poco más a él, yo me giré, quedando de espaldas apoyada sobre su pecho. Comencé a frotar mi culo contra su polla, que ya se notaba que la tenía dura, mientras él bajó una de sus manos, para meterla por debajo de mi vestido y volver a jugar con mi culo. Su mano cada vez estaba más dentro de mí, llegando a tocar mi coño.
– Sabes que nos pueden ver. Esto está lleno de gente. – Le recriminé a modo de broma.
– ¿Ahora te preocupa que nos miren? Antes en el ascensor no pareció importarte tener todos esos ojos puestos sobre ti. – Me contestó en tono irónico.
– Ya bueno, pero aquí hay más gente y antes simplemente me tocaste el culo.
– Jajaja, seguro que si te hubiera hecho algo más lo habrías disfrutado. Al final voy a conseguir follarte delante de todos. – Me dijo mientras me miraba con deseo.
– Ni loca, dejo que me folles delante de nadie. Quítate esa idea de la cabeza.
– Ya veremos como termina la noche.
Comencé a relajarme y a disfrutar de la noche y de lo que mi novio estaba haciéndome en ese momento. La gente seguía moviéndose a nuestro alrededor, pero ninguno de los dos éramos conscientes de lo que hacían, lo único en lo que pensaba en ese momento, era en cómo sus dedos, jugaban en el interior de mi coño. Apoyé la cabeza en su hombro, su mano izquierda, me seguía sujetando por la cintura, cada vez me apretaba más a él y con la derecha, seguía torturándome en mi interior. De vez en cuando acercaba su boca a la mía, para morder mis labios suavemente, algo que sabía que me volvía loca. No tardé mucho en notar, como iba llegando mi primer orgasmo.
– Nena, estás a punto de correrte, ¿verdad?
– Ummm si, sigue. – Gemí en bajito.
– ¿Estás segura de que quieres correrte ahora? Esto está lleno de gente y alguien podría enterarse. – Me preguntó en tono de burla.
– Cállate y sigue.
– Sería una pena que parase ahora mismo.
En ese momento paró, retiró su mano de mi interior y me giró quedando frente a él y mirándome, sonrió mientras me susurraba al oído, “no pensarías que te lo iba a poner tan fácil”. En ese momento me vinieron a mi cabeza mil insultos y palabras no muy agradables, hacia él, pero decidí callármelas.
Nos pusimos a hablar, mientras seguíamos esperando, los 20 minutos había pasado ya y todavía no teníamos nuestro reservado. Yo ya empezaba a aburrirme de esperar, pero Evan insistía en quedarnos, ya que, según él, la espera merecería la pena.
– Para que la espera se te haga más amena, vamos a jugar un rato. – me propuso Evan.
– ¿A qué quieres jugar? – Pregunté con curiosidad.
– Vete al baño, quítate las bragas y traérmelas.
– Jajaja, estás loco, ¿para qué quieres mis bragas?
– Ya te lo he dicho, para jugar.
– Pero mi vestido es muy corto, es probable que, al intentar sentarme, se me vea todo. – Protesté.
– Pues no te sientes. Hazme caso y tráeme tus bragas, te prometo que te lo vas a pasar muy bien.
– Está bien, te haré caso, pero espero que merezca la pena.
– Por supuesto que va a merecer la pena. Estoy seguro de que esta noche no las vas a olvidar en mucho tiempo.
Fui al baño, que afortunadamente estaba vacío. Entré, me quité las bragas, las guardé en mi mano, apretando el puño muy fuerte, para evitar que alguien se diese cuenta de lo que llevaba.
Cuando salí de allí, me sentía rara, como si todo el mundo se estuviese dando cuenta de que no llevaba bragas. No era la primera vez que lo hacía, pero esa vez fue diferente, quizá porque me había obsesionado con nuestra conversación sobre follar en público, y mi cabeza no dejaba de darle vueltas al tema. Yo sola intentaba calmarme, haciéndome creer que eran cosas mías, nadie se estaba fijando en mí, pero en ese momento, me di cuenta, que alguien a mi lado me miraba, justo en el baño de al lado, salió un hombre, que no apartaba sus ojos de mí. Era el mismo hombre que me había mirado fijamente en el hall, le aparté la mirada y me fui.
Llegué donde estaba mi novio, que, en ese momento, hablaba con Liam, con disimulo le di mis bragas, las cuales guardó en el bolsillo del pantalón, mientras seguía con su animada conversación. Yo seguía mirando a la gente, notaba algo raro, hasta que vi algo que me sorprendió, el mismo hombre del hall, estaba en una mesa sentado, justo de frente a nosotros con su mirada puesta en mí.
Por lo que pude ver, en su mesa, solo había una copa, que estaba a medias, por lo que llevaría allí un rato. Me extrañó no haberme dado cuenta de que estaba tan cerca, pero empecé a recordar que si no me había fijado en él es porque estaba concentrada en como mi novio no me dejó correrme. Nada más pasar esa idea por mi cabeza, me empecé a poner nerviosa, pensando que quizá ese hombre habría visto como Evan, me metía mano delante de todos y como había estado a punto de correrme. Estaba tan nerviosa, que pensé que iba a dar un ataque de pánico, hasta que me volví a fijar en su mirada, esa mirada tan hipnótica, que me impedía apartar la vista de él, hasta que algo me sobresaltó.
Mi novio, había dejado de hablar con su amigo y se había vuelto a concentrar en mí. Uno de sus dedos había regresado al interior de mi sexo, mientras me susurraba al oído:
– Ummm no sé qué es lo que estás mirando, pero parece que te gusta mucho, estás muy caliente.
– Es la emoción de ir sin bragas. – contesté de manera sarcástica.
– ¿Solo la emoción de ir sin bragas?
– ¿Te parece poco?
– A ver, has ido sin bragas muchas veces y no has estado tan emocionada como ahora. A lo mejor hay algo más.
– Algo más… ¿Cómo qué?
– Como que te encanta que te toque delante de tanta gente.
– Jajaja, que ideas tienes, ya te he dicho que eso me parece una locura y si te dejo hacerlo, es porque sé que eres discreto y no vas a permitir que nadie nos vea. – contesté intentando parecer sincera.
– Bueno, yo lo intento, pero si alguien se da cuenta, no es mi culpa, no puedo controlar las miradas de todos y aunque lo niegues, te encanta lo que estamos haciendo. Antes de que digas nada, te recuerdo que tengo un dedo en tu coño y ahora mismo estás muy mojada y no es tan normal que tu estés así sin haber hecho nada más.
Para demostrarme su teoría, sacó su dedo de mi coño y con discreción me lo llevó a la boca para demostrarme todo lo que me decía. No dudé en limpiárselo con mi lengua, mientras el comenzaba a besarme y de nuevo a meter sus manos por debajo del vestido, lo único que esta vez, lo hizo a la vista de todos, algo que realmente me encantó.
Me volví a fijar en el hombre, seguía mirándome y llegué a pensar que sabía lo que mi novio me estaba haciendo. Me fijé en que su mano derecha, se encontraba debajo de la mesa, aunque no podía ver lo que hacía con ella, debido a un sillón que tenía delante, con la mano izquierda, apretaba su copa, como si quiera romperla. Por los movimientos que se percibían de su brazo derecho, llegué a pensar que se estaba tocando.
Mi respiración, cada vez estaba más agitada, no sabía si era por pensar que un desconocido se estaba masturbando mientras me miraba o por los dedos que tenía en mi interior torturándome, lo que sí sabía es que el orgasmo que estaba creciendo en mi interior iba a ser tremendo.
Estaba a punto de correrme, por segunda vez, cuando una voz, lo paró todo. Los dedos de mi novio, se detuvieron en mi interior, el hombre que me miraba, dejó de mover su mano y por primera vez, apartó su mirada y yo, volví a frustrarme, de nuevo, por no tener mi tan ansiado orgasmo. Nuestro reservado estaba listo.
Continuará…