Mi cuñado llegó de Estados Unidos el 15 de diciembre. Tras más de 15 años de ilegal, consiguió la residencia y la posibilidad de volver. Ni bien lo conocí en el almuerzo de bienvenida, el parecido que tenía con mi suegro me hizo mojarme muy rápidamente. Más cuando bailamos y fue directo al decirme que su papá (mi suegro) le había contado sobre nuestros encuentros. Imaginé que tendría una verga igual de grande que la de mi suegro y al día siguiente, cuando cogimos, no me decepcionó, ni en tamaño, ni en formas. Ahora pienso (y me lamento) porque mi esposo no fue bendecido con una verga igual. O, al menos, con el talento en la cama de ambos.
Desde ese día volvimos a coger un par de veces, una antes de navidad y otra después. Con demasiado placer ambas veces.
La familia estuvo todo el mes organizando una gran fiesta de año nuevo por su llegada. Sabía de la misma y tenía claro que iríamos con mi esposo, pero no participé de la organización. Ayer 31, estuve nerviosa todo el día por la misma. Estarían en la fiesta mi esposo, mi cuñado y mi suegro. Sabía que mi suegro y mi cuñado habían hablado sobre mis encuentros con mi cuñado. Mi suegro me mensajeo algunas cosas subidas de tono, diciéndome que me deseaba y que quería cerrar el año con un encuentro. Pero el fin de año es siempre terrible para él, tiene todas las actividades de su empresa, el cierre, sus reuniones en sus clubes y en la cámara de comercio, a mil por hora, sin tiempo para nada.
Para ser sincera, no tenía ninguna sospecha o idea de que hoy por la madrugada iba a tener un imprevisto e improbable trio con mi suegro y mi cuñado. Estaba toda la familia en la fiesta, más los amigos más allegados, éramos muchas personas. Sabía que mi esposo se emborracharía antes de las 2 am y que estaría durmiendo hasta media mañana. Pero sabía también que con mi suegra, mis cuñadas, concuñadas y todos los demás, hacer algo era casi imposible.
Pero las cosas improbables suceden y cuando ocurren te hacen feliz o te llenan de placer.
Como esperaba, a las 2 am mi esposo estaba ebrio y dormido. Me quedé igual en la reunión. Bailando con uno y con otro. Con mi suegro y mi cuñado los bailes eran una retahíla de deseos de cama más que simple danza.
Hacia las 3 am fui al baño. Al llegar me di cuenta que mi suegro y mi cuñado conversaban junto a la puerta del baño de hombres. En ese momento no había nadie adentro. Como un chispazo los tres tuvimos la misma idea. Como si por telepatía nos hubiéramos comunicado. Me metieron al baño de hombres. Que era unipersonal.
No teníamos todo el tiempo del mundo. Pero si el suficiente para comerme ambas vergas grandes, deliciosas que me habían dado tanto placer cada una en solitario.
Felizmente el baño estaba limpio, no soy remilgosa, pero si hubiera estado sucio, seguro me hubiera costado. Pero estaba brillante, creo que lo habían limpiado minutos antes y parecía sin uso.
Tenía puesto el vestido putón que se usa por año nuevo. Muy corto, escotado y para variar, amarillo. No me agrada ese color, pero mi esposo es cabulero y cada año me regala uno para la fiesta de año nuevo. Me dio morbo, allí en el baño, pensar que el vestido que tenia puesto me lo había regalado mi esposo y que lo estaba usando al coger con su padre y su hermano.
Como el vestido era voladizo, mi suegro, sin sacármelo, me lo subió. Quedaron así mis nalgas al aire. Solo cubiertas por una muy pequeña tanga amarilla que también me había comprado mi esposo.
En ese momento no tenía idea de cómo podríamos coger los tres en ese espacio tan reducido. Creo que ninguno tenía idea clara del que hacer. Mi cuñado tuvo la solución. No la dijo. Solo la ejecutó. Se bajó el pantalón. Puso la tapa del inodoro y se sentó encima. Su verga grande relucía y me atraía, me incliné en noventa grados y le di una muy rápida chupada. Me dijo “sube cuñadita, que no tenemos mucho tiempo”. Y me subí.
Con la tanga aún puesta, solo colocada de lado, le entregué mi concha. Y me la llenó. Su verga se hizo espacio instantáneamente, lo jugoso de mi concha permitió su penetración sin ninguna dilación. Pocos segundos después sentí que mi suegro me empujaba hacia adelante. Mi cuñado se inclinó un poco para atrás, lo más que pudo. Yo pegada a él, besándonos.
Mi culo quedó al aire, tenía mi concha llena y mi culo disponible. Sentí a mi suegro untarme el culo con saliva y pronto lo tuve encima mío. Fue incómoda su penetración. La posición en la que estábamos los tres lo era. Pero poco a poco sentí como toda su verga, también muy grande, entraba toda.
Y de pronto todo fluyó. La incómoda posición se disipó y empezó un movimiento armónico de los tres. La magia llegó y el placer se hizo infinito. Tenía las dos vergas moviéndose acompasadamente dentro mío. Mi suegro y mi cuñado llevándome a un clímax de placer al que nunca, jamás, ni en mi mejor sueño, llegué ni llegaré con mi esposo.
Tuve un orgasmo y otro, y otro más, varios seguidos, no sabía si eran vaginales o anales, ya estaba despistada e ida. Cuando empecé a temblar toda, ambos llegaron, casi al mismo tiempo, hasta en eso parecían gemelos, no padre e hijo.
Con la leche de ambos chorreando de ambos lados nos levantamos y separamos. Felizmente había papel higiénico y en la cartera tenía toallitas húmedas. Mi cuñado salió primero y se quedó junto a la puerta. Terminé de asearme. Le consulté con un susurro si podía salir. Me dijo que sí. No había nadie. Volví al salón, a sentarme donde mi suegra. Un rato después le dije que iría a dormir. No quería bailar más, tenía miedo que el semen se me escurriera entre las piernas.