Yo me confieso, siendo heterosexual y sexualmente activa, tenía una fantasía con mi padre, la que por fin pude llevar a cabo, y lo hice tal cual lo había imaginado, me confieso, soy adicta al sexo.
Todo comenzó leyendo por casualidad un artículo que me llamo la atención sobre el bondage o BDSM. Soy de mente abierta, con todos los puntos relativos al sexo bien claros, pero aún no he incursionado en esa área, salvo alguna nalgada recibida de buen agrado.
Mis aguzados oídos, me permiten escuchar las sesiones sexuales de mis padres, como así sus conversaciones, por ese motivo, se todo lo que mi madre le niega a nivel sexual. Madre aburrida en cuanto al sexo se refiere, que desaprovecha el atributo que tiene mi padre entre sus piernas (lo he visto por el ojo de la cerradura tanto en el baño y en su cuarto) grande, cabezón y lleno de venas, de solo acordarme me hace agua la vagina.
Con mis veintitrés años prácticamente recién cumplidos me propuse llevar a cabo esa fantasía recurrente en mi cerebro, sexo con papa.
Fui con mi humanidad a un shop de sexo y adquirí algún que otro artículo para la práctica, sogas, esposas de juguete, antifaz, inmovilizador de piernas y alguna fusta tipo látigo con forma de corazón para que me dejara marcado mi bello y gran culo con esa forma. Así “armada” comencé con el plan denominado… cógetelo a papa.
Fue mucho más sencillo de lo que yo pensaba, pase días y días pensando cómo podía tener entre mis piernas su gran atributo, desgraciadamente no me tocaron parejas bien dotados, si, me hacían disfrutar mucho, pero quería probar algo verdaderamente grande, desmitificar el concepto de que prefieren las féminas, grande, o chica y bien usada.
Tuve la suerte un día que mi madre viajo a rosario por un inconveniente familiar y estaría fuera de casa por tres o cuatro días, buena posibilidad para intentar ¿no?
Según había visto en varios videos, acondicione la habitación, hasta puse unas lámparas color rojo para darle un aspecto más sensual (o eso creo).
Esposas colgadas de ambas puntas del cabezal de mi cama, cepos en la parte de los pies, una soga que colgaba del techo bajando a ras de pared y una mesa con el cepo separador de piernas, lubricantes y fusta y unas esposas de cuero forradas con seda. Como estaba dispuesta a todo me introduje en el ano un juego de bolas de Kegel, palpitando algo que no sabía cómo resultaría, pero de seguro cuando las estaba poniendo tuve que agarrar mi consolador para masturbarme… por suerte soy así, me excita mucho todo lo que estimule mi cuerpo haciendo que mi vagina destile sus fluidos. Luego de tremendo orgasmo, le preparo la cena que me había pedido mi papa, previo a dejar la puerta de mi cuarto apenas abierta y con las luces rojas prendidas para que le pique el bichito de la curiosidad.
Al llegar a casa, siguió con su rutina habitual, me saludo, fue a su cuarto, (intentó ver dentro de mi habitación) tomo su ropa, se fue a bañar, salió y cenamos, la comida la regamos con bastante vino (parte del plan) y luego como también es habitual en él, me ayudo como hace con mama, a lavar los elementos usados.
Cosa que me sorprendió, es que tuvo un par de roces conmigo, que yo no los busque, ni tendrían que haber pasado pues la cocina es amplia, dejándome sentir en mi redondo culo la dureza del miembro (vamos por buen camino)
Nos sentamos en el sillón a ver una película, pasó su brazo por detrás de mi cuello y lo colgó de mi hombro, yo rodee su cintura con mi pequeño brazo y así abrazados vimos la película con otros vasos de vino por medio. Durante la duración del film “sin querer” rozó varias veces mi teta derecha haciendo que mi pezón se ponga duro y mi entrepierna se humedeciera. Pude ver como su pantalón se abultaba a la altura del cierre, lo que hacía mojar mucho más mi vagina, se me escapo algún suspiro que otro.
– Que pasa hija
– Nada papa, es que al no estar mama (remarcando esa frase) tuve que hacer de ella y no estoy acostumbrada a realizar todos los quehaceres juntos. Pero es lindo hacer de mama, me gusta ocupar su sitio. También te tengo todito para mí.
– Siempre me tenés para vos mi vida, sabes muy bien que voy a estar todo lo que dios me de vida para vos y para lo que necesites.
– ¿Para todo? ¿Sin excepciones?
– Si mi cielo, para todo y sin excepciones.
– Sin excepciones… susurre.
Terminada la peli y la última copa, fuimos camino a nuestros cuartos, al pasar por el mío me dijo.
– Me pica la intriga, que es esa luz roja de tu habitación.
– (Haciéndome la distraída) nada pa, una remodelación que hice, vi un par de videos y me gustó, sabes de mi afición por lo gótico y lo dark.
– ¿puedo ver?
– No se papa me da pudor que lo veas.
– Hija soy tu padre.
– Y yo tu hija, por eso.
Dijo permiso e ingreso a la habitación quedando paralizado al verla.
– Te dije papa.
– Pero hija, ¿sabes que es todo esto?
– Si papa pero me gusto la onda. (no sé si trago el cuento) sabes que soy medio rara, y hacer que se vea así me encanto.
– ¿Sabes para que sirve y como se usa?
– Solo lo he visto en los videos y actualmente no tendría con quien usarlos jajaja. Pero es solo decoración. (vi como su entrepierna se abultaba más).
Firme pero suave me tomo de mis brazo atrayéndome hacia él, abrió su boca mientras esperaba mi reacción, sus ojos negros me miraban fijamente y con un brillo especial. Le correspondí acercando mi rostro para besarnos apasionadamente a la vez que sus hábiles manos daban cuenta de mis tetas apretándolas, haciendo que mis pezones se endurecieran más y las areolas en toda su extensión se encrespara.
Quise hacer lo mismo con su pene y me aplico una bofetada, que no dolió para nada, más bien una simulación, fue solo como si la empujara, tomándome del pelo dejo claro los roles que íbamos a asumir cada uno. Literalmente fue arrancando mi ropa, sin romperla, hasta dejarme desnuda por completo. Me llevo al borde de la cama y me puso las esposas de cuero, las que ato a la soga que pendía del techo dejándome de cara a la pared, con los brazos elevados y mis pies que apenas tocaban el piso. Inmovilizo mis piernas con el cepo y cubriendo mi ojos con el antifaz ciego, dejándome ahora si, a total merced de sus instintos.
Por los ruidos supe que se quitaba la ropa y a cada prenda me daba unas palmadas con la fusta de corazón, no dolía para nada, el golpecito imprevisto me excitaba cada vez más, podía sentir el líquido que salía de mi vagina cayendo por mis piernas.
Siento el calor de su aliento acercarse a mi nuca y recorriendo mi espalda hasta mi culo, puso sus manos en mi cadera y con la boca fue sacando las bolas de Kegel, una a una y lentamente.
– Mira que habías sido puerca, no me había dado cuenta de la mujer que te habías convertido, siempre fantasee con vos, no así pero me vi varias veces haciéndote el amor.
– Si papa soy tuya, te voy a dar todo lo que quieras y mama te niega, acá estoy toda para vos.
Siguió sacando las últimas dos que quedaban y nuevamente el calor que salía de su boca, ahora en el esfínter anal, siento como la lengua quiere progresar al interior, me relajo para que no le cueste, rodeaba ese agujero con una habilidad increíble, introduciendo la lengua y uno o dos dedos en forma alternada, de manera súbita se detuvo, lo sentí alejarse y regresar con esos pasos tan conocidos por mí, sentí un frio en mis glúteos y en el orificio, sus dedos se introducían con facilidad, no creo haga falta decir que fue a consecuencia del lubricante. Sentí la presión de esa cabeza hacer fuerza para entrar por ahí, le costó un poco, creo que mi grito cuando estaba adentro lo hizo detener.
– No pares, me gusta, duele pero me estas matando del placer.
Hizo lo que le pedí, siguió, despacio pero constante hasta que entro todo, sentí una sensación algo extraña en la parte interior de mi abdomen, ¿será por lo largo? Nunca tuve uno de ese tamaño dentro, los que me habían tocado, no me hacían ni doler ni sentir el placer que siento.
Me bombeaba el culo con mucha calma, sus testículos me golpeaban haciendo un ruido muy particular. Comenzó a gemir y me di cuenta que me iba a llenar de semen, pero no, la saco, dándome vuelta me desato, como si fuera una pluma me levanto en el aire para depositarme en la cama fijándome de pies y manos con las esposas, aun con el cepo puesto.
Siento su aliento en mi vagina, la lengua recorría todo el contorno de los labios exteriores, ya inflamados, como con el agujero de mi culo comenzó el juego de meter, sacar lengua, meter sacar dedo y dedos, lo que corono un gran orgasmo totalmente explosivo fue la estimulación del ardiente clítoris, al grito de…
– Cógeme ya pedazo de hijo de puta (se me escapo)
– ¿Eso es lo que querés?
– Si por favor.
– Va a tener que aguantar, estoy saboreando tu orgasmo.
Se sentía como chupaba y disfrutaba de ese jugo, jugo que me hizo probar cuando me beso.
Me hizo desearlo por largo rato, tenía ganas de tenerlo dentro ya, jugando con su lengua y rodeando la vagina con su pene mi excitación crecía, pero lo quería dentro.
Cuando se cansó de hacerme desear subió sobre mí y de una sola estocada toda la extensión de ese gran miembro se perdió en la profundidad de mi cueva y… otro orgasmo. Gemíamos y gritábamos ambos, me dio un par de bofetadas, y llegamos ambos al momento culmine con una gran descarga, desbordaba manchando todo y haciendo un ruido delicioso.
En este punto no podía creer la resistencia sexual de mi padre, pues me quito las esposas, tomo el cepo alzándolo para atar una mano en cada tobillo, quede en una posición como si mis piernas estuvieran en sus hombros, tomo una esposa y fijo el cepo de piernas a la cabecera de la cama, dejando expuestos mis dos agujeros.
– Ahora voy a terminar lo que empecé.
En esa posición le quedo extremadamente cómodo para que nuevamente pueda ingresar por la puerta de atrás, iba y venía haciéndome sentir quien mandaba, esta vez tardo un poco más pero acabo nuevamente una cantidad impresionante de semen, que se hizo sentir en mis entrañas.
Se retiró dejándome atada a la cama, posterior a sacarme quitar el antifaz, la luz de la luna que entraba por la semi abierta ventana bañaba el cuerpo de ese hombre que me había transportado a lugares que aun, yo no conocía. Lo vi retirarse con su gran miembro pendiendo entre sus piernas, su rostro destilaba felicidad.
Regreso con dos vasos de jugo, me desato invitándome a sentarme al borde del colchón, me alcanzo un vaso, brindamos y bebimos.
Incorporándome sentí como todo el semen se deslizaba por mis piernas, algunas gotas descansaron en el piso, me arrodille frente a sus piernas, las que abrió para facilitarme el acceso, su fláccido pene entro en mi boca, el que sentía crecer de a poco llenando cada espacio de ella.
Suspiraba, gruñía y gemía al compás de la mamada que le estaba dando, lo masturbaba muy lentamente a la vez que lamia su glande, alternando el ritmo mi boca emulaba una vagina, me costaba tenerla dentro por su tamaño, succionaba variando entre otras cosa como chuparla masturbarlo o lamerlo, la cuestión es que me interesaba saber sus reacciones para poder aplicar lo que más le gustaba, siempre mirándolo a los ojos con mi mejor cara de gozadora. Sentí que se hinchaba más y empezaba a palpitar, me prepare para lo que quería, probar su semen, lo tome suavemente de los testículos para masajearlos y de pronto mi boca se inundó de su líquido espeso y viscoso, con un sabor entre ácido y dulzón, me costó tragarlo todo pero juro, no desperdicie ni un sola gota de ese néctar que me ofrecía.
– Gracias papa, me cumpliste mi fantasía.
– Vos la mía.
– Debo ser sincera, esto comenzó desde que escuchaba como mama te negaba ciertas cosas relativas al sexo y mi cabeza, en ese punto, comenzó a decirme que no te lo merecías.
– Gracias hija, esta es la primera vez que le soy infiel a tu madre, mil veces lo pensé para salir del sexo tradicional, pero nunca lo hice.
– Si papa, lo sé, por eso mi fantasía la quise llevar a la realidad, debido a que quería cumplir la tuya.
– (llorando) Nuevamente gracias, no quería irme de este mundo sin probar este tipo de cosas, gracias por permitírmelo, solo lo imaginaba mientras veía alguna película.
– Bueno pa, ya sabes que podes contar conmigo cuando quieras, relatarme tus fantasías y entre los dos ver si las podemos llevar cabo, siempre y desde hoy, que me hiciste conocer un hombre de verdad no voy tener dentro mío a nadie.
Hasta aquí fue este relato de lo llevado cabo, la historia no termina, descubrimos que era real la frase “juntos son dinamita” de la película de Bud Spencer y Terence Hill.
Da para más, si quieren que relate otras de las llevadas a la realidad, comenten en la casilla de comentarios. Gracias por leerme.
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Nota del autor: el presente es un relato realizado a pedido de una de las lectoras de CuentoRelatos, que me ha enviado varias partes más. Se omitieron los nombres también a su pedido.