back to top
InicioAmor filal¡Feliz Navidad, familia!

¡Feliz Navidad, familia!
¡

el

|

visitas

y

comentarios

Apoya a los autores/as con likes y comentarios. No cuestan nada.

Odio las reuniones familiares y las cenas de empresa. Las veo como eventos sociales un poco forzados. De repente tienes que brindar y ofrecerle buenos deseos a personas que te estuvieron jodiendo el resto del año.

Mi madre, mi esposa y un par de amigos son los únicos con los que una cena no se me indigestaría.

Con el resto de familiares me voy a ensañar un poco en este relato, que por desgracia no es real. ¡Cuánto daría porqué lo fuera!

Como todos los años, el 24 de diciembre nos reunimos mis padres; mi hermano y hermana con sus respectivas parejas; mis cuatro sobrinos (una parejita por cada hermano); y por supuesto, mi mujer, mi hija y yo.

A las 12 de la noche hay que ir a la Misa del Gallo y son las 21.00h. Así que, tenemos unas dos horas y media para cenar, cantar villancicos y aguantar los cuñadismos de rigor.

¡Toda una eternidad, vamos!

Mi cuñada está maciza, no es gorda, pero tiene unas buenas cachas y muslos. No es fácil levantarla al vuelo. Es atractiva de cara. Pero es una víbora. Muy mala persona. Si se mordiera la lengua moriría envenenada, seguro.

Y, ¿qué decir de mi cuñado? Es el típico personaje que sabe de todo y no entiende de nada. El cuñadismo personificado.

Mis sobrinas hoy vienen de punta en blanco, parece que van a una boda. Muy hermosas las dos.

Para mi padre yo soy el fracasado de sus tres hijos. Quizás tenga razón al pensarlo, pero jode que te lo digan a la cara.

Antes de sentarnos a la mesa tomamos unos aperitivos y vermús.

¡Qué rápido pasan los años! La persona más joven de la reunión es mi hija y ya había cumplido recientemente 18 años. Sus primos le llevan una media de 5 años de diferencia.

Yo no soy el menor de los hermanos, pero fui el que se tomó con más calma la procreación.

Mientras estamos de picoteo charlamos de todo un poco. La voz cantante, como siempre, la lleva mi cuñado, que no para de hablar de sus negocios y de las inversiones que va a hacer para abrir sucursales no sé en qué sitios porque yo desconecté y con disimulo me fui cambiando de corrillo.

Mi sobrina, hija de mi hermano, estaba muy cambiada desde la última vez que la vi. Se había tatuado buena parte del cuerpo y llevaba varios piercings distribuidos por la lengua y nariz.

Por fin nos sentamos y aunque todos colaboramos en poner y recoger la mesa, hay un personajillo que se cree superior a los demás y que no se movió de su silla en ningún momento. Ya habrán adivinado de quién hablo, ¿verdad? Pues sí, de mi cuñado.

El pelma seguía hablando de acciones y financiación… hasta que me harté. Me saqué la polla delante de toda la familia. Lo cogí por los pelos, le traje su cabeza hacia mi entrepierna y le dije:

–¡Cómeme la polla y deja de decir tonterías, pichafloja!

El tío oponía resistencia, pero al final, gracias a mis muchos años de gimnasio, se vio obligado a ceder y lo empalé por la boca hasta que su nariz chocó contra mi pubis.

Yo llevaba unos cinco días sin lavarme el pene en profundidad, solo de forma superficial. En el interior del prepucio había restos de mis anteriores eyaculaciones. Estaban cuajados, parecían requesón. Soltaban un fuerte olor y supongo que el sabor no sería para relamerse.

–Toma mis acciones. Inviértelas bien, cabrón. ¡Trágate todo el requesón que circuncida mi rabo y déjamelo bien limpito! –le solté.

Estaba tan ensimismado en la follada bucal que le estaba haciendo a mi cuñado que no me di cuenta de los cambios ocurridos a mi alrededor.

En una de las veces que alcé la vista me encuentro con unas escenas dignas de comentar detalladamente.

Mi madre, que era la única santa que había en el grupo estaba en un rincón rezando el Rosario y pidiéndole al Altísimo que tuviera piedad de nuestras almas.

Yo, que era más discípulo de Belcebú, seguí taladrándole la boca al maricón de mi cuñado.

Igualmente, el resto de la familia se había transformado en una auténtica bacanal romana de sexo duro y sucio. Formaban diferentes grupos aquí y allá y copulaban como locos.

Mi hermana, por ejemplo, se llevó a su hijo y a su sobrino a un apartado. Su hijo se acostó en el suelo, ella se sentó sobre él dándole la espalda y se clavó la picha del chaval en el culo. Después mandó al sobrino que la penetrara por el coño. Formaron un delicioso sándwich.

Un poco más lejos estaba mi padre follándose a su nuera en la postura del misionero. Mientras se la trajinaba le recordaba con palabras soeces lo puta que era.

En otro lado estaban mis dos sobrinas practicando la tijera mientras se besaban con pasión.

En otro rincón mi hermano se calzaba a mi esposa. Ella estaba a cuatro patas y jadeaba como una poseída.

Mi hija en un principio se había quedado desparejada. Entonces decidió unirse al grupo formado por mi hermana y mis sobrinos para hacer el papel de mamporrera. Cada vez que una polla se salía de su lugar, ella le pegaba unos lametones y se la volvía a endosar a su tía en el orificio correspondiente.

En medio de la sala decidieron colocar una tinaja, la cual tenía como función, el servir de recipiente para recoger todo el semen que iban depositando las o los que lo recibían en la boca, coño o culo.

Teniendo en cuenta que éramos cinco hombres (ya que mi cuñado no contaba al verse obligado a adoptar el papel de hembra toda la noche y tener prohibido el correrse), pues, como decía, éramos cinco y teníamos pensado eyacular tres veces cada uno en lo que durara la sesión de sexo. Eso hacía un total de 15 eyaculaciones acumuladas en aquella tinaja. Al acabar la noche, la tinaja tenía tal cantidad de esperma que había casi dos dedos de profundidad.

Por ejemplo, al correrme en la garganta del asqueroso de mi cuñado, este la conservó en la boca, se acercó a la tinaja y la escupió toda. Y mi hermana al recibir la descarga de lefa de su hijo en el culo y la de su sobrino en el coño, se acercó al centro de la sala, se colocó en cuclillas sobre la tinaja y a los pocos segundos le salieron dos chorros de crema por sendos orificios naturales.

Otro tanto hizo mi cuñada al recibir la simiente de mi padre. Y mi mujer también, al vaciar del trasero la carga de leche que le había depositado previamente mi hermano.

Después de un pequeño descanso comenzamos la segunda tanda.

En esta ronda mi padre se calzó a mi cuñado después de ponerlo a cuatro patas. El hijo de puta chillaba como un cerdo en el matadero. Mi padre le bombeaba el trasero a buen ritmo.

Mis dos sobrinos quedaron tan agradecidos por el excelente y profesional trabajo de mamporrera que les había hecho mi hija, que quisieron agasajarla con un sándwich para ella. Pero esta vez la susodicha se colocaría mirando hacia abajo. No me sorprendió que no fuera virgen, sabía que tomaba la píldora. Lo que me llamó la atención fue que con tan solo 18 años tampoco lo fuera por detrás.

Mi hermano escogió a mi hermana. Se colocaron de lado. Él le sujetaba el muslo de la pierna superior mientras ella se clavaba a sí misma el miembro viril de su hermano. A mi hermano esta noche le dio solo por hacer enculadas, no quería saber nada de coños. Es que lleva muchos años siendo un calzonazos, un mandilón y esta vez quería ser él el que diera por culo.

Yo me fui directo hacia mi cuñada y mis dos sobrinas y les dije que quería follármelas a las tres de un golpe. Mis sobrinas todavía no se habían calzado ningún cipote aquella noche, pues en la tanda anterior le ofrecieron un homenaje a Safo de Lesbos. Sus coñitos estaban limpios, sin restos de semen. Yo quería ser el primero, aquella noche, en perforarlos.

Se colocaron las tres en fila, boca arriba y yo, en la postura del misionero me las iba follando, a turnos, dándoles buenos empellones a esos chochitos bien lubricados. La almeja de mi cuñada estaba bien dilatada, se notaba que la muy puta le había dado buen uso en su azarosa vida. En los coños de mis sobrinas, sobre todo en la hija de mi hermano, mi rabo entraba más ajustado, intuí que habían perdido la virginidad no hace mucho.

Esta vez quedó desparejada mi mujer, que optó por unirse al grupo de mi padre y mi cuñado para hacer las veces de mamporrera y mamarle la picha al viejo cada vez que entraba y salía del trasero de mi cuñado.

Yo, después de estar casi un cuarto de hora perforándoles los coños a las golfas de mis sobrinas y cuñada, pensé “La verdad es que mi hija me a sangrado mucha pasta en los últimos tiempos. Tiene unos gastos, sobre todo en caprichos, descomunales. Creo que ha llegado el momento de amortizarlos, de disfrutar de la inversión”. La veía con sus primos gozando como una perra, poniendo cara de vicio y preferí acercarme a ella y meterle mi verga en la boca para que se hartara bien de polla. Dejé a mi cuñada a su bola morreándose con su hija y su sobrina y cambié de grupo.

–Engulle bien el rabo de tu padre. Eres más puta que mi hermana, que ya es decir. Pareces hija de ella –le solté, mientras le agarraba del pelo para que no reculara y poder endiñársela hasta la campanilla.

La tinaja esta vez la visitaron mi hermana, con una buena carga de lefa de mi hermano en el trasero. Mi hija, que iba bien servida con tres eyaculaciones encima y que nada más llegar escupió la mía sobre el recipiente, y después, ya en cuclillas, descargó lo que llevaba de sus primos en el culo y el coño. Y por último, el que no podía faltar, mi cuñado, con el trasero bien cargado con la lechada de mi padre.

Nos tomamos un respiro y comenzamos la tercera y última tanda.

En esta, mi padre se pilló a mi hija. La puso a cuatro patas y comenzó a trajinársela. Mi hermana aprovechando que el trasero de mi padre estaba a buen tiro, se puso a hacerle un buen cunnilingus lamiendo su culo con ganas, algo que siempre se le dio muy bien.

Mi hermano esta vez se tiró a mi cuñado. Este debía tener ya algún desgarro, porque le salía algo de sangre por el ano.

A mi mujer le tocó hacer un sándwich con mis sobrinos. Como si estuviera en la playa, se iba colocando unas veces mirando hacia arriba y otras, hacia abajo, para que sus dos machos de turno probaran los orificios vaginal y anal de forma alterna.

Mi cuñada, su hija y mi sobrina se acercaron a mi cuñado y aprovechando que estaba acostado boca arriba practicando el misionero con mi hermano, se fueron sentando, de forma consecutiva, sobre su cara, para soltarle unas buenas lluvias doradas. Casi lo ahogan. La primera en sentarse sobre su rostro fue la hija de mi hermano. Mientras este la jaleaba ella iba descargando una cantidad de orina considerable. La siguiente fue la hija de mi cuñado, que le decía cosas como “Esto es por no subirme la paga mensual. Tacaño”. La última en sentarse fue su mujer, que mientras le orinaba en la cara le iba diciendo “Esta noche has descubierto un nuevo filón laboral, el de chapero. Seguro que sacarías unos buenos ingresos”. Todos nos echamos a reír por la ocurrencia de mi cuñada.

Esta vez fui yo el que se quedó desparejado. La verdad es que mi padre se pasó toda la vida dándome por saco, así que en esta ocasión decidí darle yo por culo. Me acerqué al grupo en donde estaba mi padre follándose a mi hija mientras mi hermana le lamía el trasero al viejo, aparté a mi hermana de un empujón y de tres estocadas le rompí el culo a mi padre. Él intentaba zafarse, pero yo lo tenía bien sujeto por la cintura y no se me escaparía tan fácilmente aquella presa.

–¿Así pagas a tu padre lo mucho que ha hecho por ti?

–¡Calla y pégate un buen twerking para facilitarme el orgasmo, cabrón! –le contesté.

Y vuelta a la tinaja. Para asombro de todos, esta vez la visitó mi padre, para descargar la lefa que le deposité en el trasero como agradecimiento a los servicios prestados para con su familia. También la visitó mi hija para soltar la carga que le insufló previamente su abuelo. Mi mujer, poniéndose de cuclillas también, descargó en su caso, dos buenas lechadas que le salieron del culo y de su almeja ya irritada. Y como colofón final, otra vez mi cuñado, que soltó lefa mezclada con sangre, de lo reventado que le había quedado el recto.

Para mi cuñado todavía no había acabado la fiesta. Le mandamos que se tumbara en el suelo, boca arriba, lo atamos a unas patas de unos armarios que había cerca y poco a poco, lo fuimos obligando a tragarse toda aquella enorme cantidad de lefa que contenía la tinaja.

Eran casi las 12 y como buenos católicos practicantes que somos, nos fuimos a la Misa del Gallo.

Compartir relato
Autor
El Manso Embravecido
El Manso Embravecido
Soy un humilde discípulo del Marqués de Sade. Los relatos eróticos y pornográficos me gusta sazonarlos con crítica social, política y religiosa. El sexo muy guarro, el fetichismo y la dominación son algo que me activan la libido y encienden mis instintos más salvajes. Una imagen no siempre vale más que mil palabras. Soy un gran amante de la lectura. Saludos y buen sexo!!

Comparte y síguenos en redes

Populares

Novedades

Comentarios

DEJA UN COMENTARIO

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí

Los comentarios que contengan palabras que puedan ofender a otros, serán eliminados automáticamente.
También serán eliminados los comentarios con datos personales: enlaces a páginas o sitios web, correos electrónicos, números de teléfono, WhatsApp, direcciones, etc. Este tipo de datos puede ser utilizado para perjudicar a terceros.