Estoy casado con Lily desde hace 5 años, diría 5 felices años, pero aún no estoy seguro si ese sentimiento de celos y placer, provocado por los hechos que a continuación narraré, sea totalmente satisfactorio. Empiezo por contarles que a la fecha de los hechos narrados mi esposa Lily tenía 38 años, yo soy mayor con 1 año. Mi mujer físicamente mide 1.60m, piel blanca, rostro muy bello, en especial sus ojos negros muy grandes, fuentes de picardía y sensualidad. Lily trabaja en una oficina de la empresa privada en el sector de industrial, ella es secretaria de gerencia, a su alrededor trabajan otras personas entre vendedores, técnicos, contadoras y personal de limpieza y seguridad.
Bien, he descrito el ambiente en el que mi mujer se desempeña, en el cual he indicado existe un sector de personal de ventas, entre ellos un par de tipos llamados Rolo y Pepe, sujetos muy lanzados, como buenos vendedores poseen muy buenas habilidades de socialización y gran sentido del humor. Mi esposa por su lado es una pequeña estrella que brilla con mucha fuerza en ese lugar, igualmente de gran sentido del humor, aunque posee cierta picardía tiene un aire de ingenuidad que enamora.
Resulta que, en su trabajo, en ocasiones especiales como Día del Trabajador o Navidad y Fin de Año o alguna fecha digna de celebración organizan una pequeña fiesta en algún restaurante o bar aledaño. En la mayoría de esas celebraciones los jefes suelen invitar a las parejas de sus empleados, es así como en uno de esos programas conocí a este par de tipos y al resto del personal. No negaré que aquellos individuos me cayeron bien, son muy sociables y se convierten en el alma de la fiesta.
En una de estas salidas, nos encontramos en una discoteca karaoke, y tragos y canciones venían en un ambiente realmente muy cálido y de camaradería. Prácticamente se armaron dos grupos, uno de los compañeros de trabajo y otro de los esposos y esposas. Y se dio una especie de duelo de cantantes entre ambos grupos, gran noche en ese aspecto, vi que existía gran amistad entre ellos. También pude darme cuenta que existía cierta complicidad entre mi mujer, Lily, y su compañero Rolo, soy muy observador, veía como se miraban y disimuladamente se lanzaban indirectas como:
– Cantaría esta canción (Voy a llenarte toda de José José) pero mejor no porque no te lo mereces jajaja, o
– Esta es buena (Mujeres Divinas de Vicente Fernández), pero en singular mejor jajaja
Bueno, no le di gran importancia a eso y me concentré en disfrutar la velada cantando y bebiendo con mi grupo. El hecho relevante sucedido en esta velada fue cuando por un momento perdí de vista a Lily y Rolo y aproveché para levantarme a orinar al baño y en el camino encontré a mi mujer arrimada contra la pared y al frente estaba Rolo diciéndolo no se qué pero ambos se reían disimuladamente. Pasé y les dije:
¿A qué hora cantaron que no los escuché?, Obviamente una pregunta sin sentido solamente para no pasar en silencio por ahí, un intento de mostrar cierta habilidad social y camaradería. Ni siquiera recuerdo que me respondieron.
Terminó la noche, nos retiramos como a las 2 de la madrugada, cada quien en su vehículo con su cónyuge.
Desde ese día, no volví a ver con los mismos ojos a mi mujer, me di cuenta que era una mujer muy sensual y provocativa. En el fondo me enorgullecía de tenerla conmigo.
Pasó el tiempo y estos muchachos del trabajo (entre 7 u 8 hombres) empezaron a organizar salidas de deporte en un parque cercano los viernes de 6 a 8 de la mañana, luego se retiraban a su oficina. Me invitaban y la pasábamos muy bien, terminábamos muy sudados y ellos iban a sus casas a ducharse, yo a la mía a lo mismo. Obviamente mi esposa salía a ala hora normal a su trabajo y allá continuaban la jornada hasta las 6 de la tarde, hora en la que salía y a veces yo la recogía o venía por su cuenta a casa.
Ahora empieza lo chido. Así pasaban los meses, entre salidas esporádicas a fiestas y mañanas deportivas, hasta que un domingo, mi esposa había ido a comprar en la esquina y olvidó su celular y lo tenía desbloqueado, y veo un mensaje que pude leer porque la muy ingenua no lo configuró para ocultar su contenido en la alerta. Era este Rolo que le decía:
– No te olvides este viernes hay deporte y me voy a lesionar de nuevo.
Esto me hiso recordar que uno de aquellos viernes que salimos al parque, este tipo dijo lesionarse jugando futbol y salió del juego, se quedó sentado observándonos, pero al terminar el juego, es decir cerca de las 8, ya no estaba. No le di importancia, seguramente se fue a bañar a su casa en vista que ya no podía jugar. Pero este mensaje me hizo abrir los ojos, juntar cabos: las coqueterías que observaba entre ellos y la escapada que se dio este tipo aquel viernes, y claro mi esposa no estaba ahí, se suponía que debía estar en casa preparándose para salir a su trabajo. Se supone.
No soy tonto y me imaginé lo peor, ambos se encontraron aquel viernes antes de entrar a trabajar. Y me temblaban las manos al pensar ¿en dónde? y ¿para qué? Así que armé mi estrategia. No iba a ir ese viernes, inventé que me siento fatal y no me puedo levantar de la cama, seguramente me cayó mal la cena de la noche anterior. Mis intenciones eran espiarlos
Llegó el día, en efecto dije esa mentira y me quedé en casa. Pero para mi sorpresa mi esposa se comportó de lo más normal y salió a la hora de siempre, yo pensaba que saldría mas temprano con algún pretexto, pero con la intención de encontrarse con Rolo. Pues no, salió temprano como para llegar a las 9 como todos los días. Y claro la seguí de todas maneras, ella siempre tomaba un bus, esta vez fue un taxi, las cosas andaban mal. La seguí en mi vehículo con distancia prudente para que no me vea. La muy bandida se bajó a dos cuadras de la oficina, a las 8:30. Enseguida se subió en un auto negro, claro el auto de Rolo, lo divisé a la distancia ahí sentado en cortos. Los seguí con la misma cautela de antes, llegaron a una casa ubicada a 10 calles de su trabajo, pero no parqueó adentro sino afuera de la casa, supongo para salir rápido, sería una parada de paso. Se bajaron ambos e ingresaron en esta casa.
Me estacioné en la siguiente esquina y salí apresurado a ver si podía descubrir algo. Era una casa independiente con cerramiento de bloque, me sentía tan alterado por la situación que no dudé en treparme cual ladrón para averiguar qué estaba pasando. Logré escabullirme hacia la parte trasera de la casa, había un pequeño jardín, para mi suerte una ventana abierta que daba al interior de la sala de este lugar.
Ahí estaban, besuqueándose cual dos adolescentes, de forma desaforada, se comían las bocas. Un sentimiento de celos me invadió, estaba a nada de romper esa ventana, entrar y no sé qué más, sin embargo, también sentía mucha excitación asexual al ver esa escena, la misma excitación que sentí cuando los vi conversando camino al baño aquel dia en el karaoke. Se empezaron a desvestir muy rápido y lo primero que hizo mi mujer al ver sin calzoncillos a Rolo fue lanzarse sobre su verga a comérsela con la boca, ella arrodillada y él de pie sosteniéndole la cabeza mientras le daba una mamada de película porno. La muy perra le comía hasta las bolas, con una ansiedad como si eso le calmaba sus deseos más escondidos y prohibidos. La excitación de lo prohibido.
A continuación, Rolo la levantó y la besó de nuevo, terminó de sacarle en sostén para comerse sus deliciosos senos blancos, al mismo tiempo le sacaba su tanga, dejándola totalmente desnuda, como solo yo debía verla. Seguidamente se dió vuelta y la besaba desde atrás, su nuca, sus orejas y con su mano derecha le pasaba la mano por su vagina semi depilada. El muy hp levanta la mano y le indica sus dedos como diciéndole lo mojada que está la muy cerda. No alcanzaba a escuchar, pero veía como se reían. Ni bien le indicó sus dedos, la inclinó sobre el sofá y la penetró, estaban haciendo filo de cama este par de infieles, y sin condón lo peor. Ahí los tenía, frente a mi, viendo como bombeaban a mi mujer y su cara roja de excitación al recibir placer prohibido.
Así estuvieron como 5 minutos, después la tumbó sobre la alfombra para continuar el misionero, se veía como mi mujer disfrutaba la penetración, lo abrazaba con sus piernas como pidiendo más fuerte, 5 minutos más así hasta que el muy infeliz terminó, si, se deslechó adentro. La llenó toda al final de cuentas. Veo como saca su pene embarrado de semen y flujo de mi mujer y se limpia con unos paños húmedos que ya tenían preparados.
Claro, no era la primera vez que lo hacían. Terminó la faena, mientras ambos se limpiaban, salí de ese lugar sin capacidad de reacción, quería acabar con ambos, pero la excitación me ganó. A lo lejos, como a las 9 veo que salen como si nada, suben al auto y se movilizan. No los seguí, me quedé sentado en mi auto procesando lo acontecido. Diez minutos después llamo a la oficina solo para escuchar su voz:
– Buenos días, Empresas Imperio le saluda, habla con Liliana. ¿En qué le puedo ayudar?
Colgué.
Aquí no termina la historia, continuaremos…