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Descubriendo nuestra sexualidad (hermana – hermana)
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Tiempo de lectura: 4 minutos

Mi historia, más bien, nuestra historia, comienza con nuestro despertar sexual, ese épico momento en que se deja de ser adolescente para ser adulto, nuestros cambios corporales, la sociedad que nos erotiza continuamente.

Nuestra familia, culturalmente es de raíces híper católicas, las cuales nos reprimen en todo momento, sobre todo en el tema que hoy me atrevo, o mejor dicho nos atrevemos a relatar pues como hermanas mellizas, hacemos todo, o casi todo en dupla.

Como he dicho somos mellizas, a pesar que somos iguales, en algunas cosas nos diferenciamos, yo soy un poco más abierta a leer o ver alguna película sobre sexo y poner en práctica ciertas actividades sexuales, aunque aún ninguna tuvimos sexo.

Habíamos comprado, ambas, algunos artículos en sex shop para autosatisfacernos, lo hacíamos a escondidas una de la otra ¿temor? ¿Pudor? ¿Vergüenza? Vaya uno a saber pero fue un acuerdo tácito, ninguna de las dos sabia cuando la otra lo hacía, ni cuando, como o donde, obvio era de suponer donde, pues cada una tenía su habitación.

Todo comenzó por que en realidad somos dos personas que nos hemos excedido con el peso, no tenemos una obesidad extrema, pero con el estereotipo que impone esta sociedad, los chicos de nuestra edad pasan a nuestro lado como si no existiéramos, como si solo estuvieran en el mundo las que tienen diez kilos menos que nosotras, (no saben lo que se pierden)

Aprovechando para hacer unas reparaciones en las piezas, nuestros padres hicieron un viaje de “segunda luna de miel”, mandándonos a un mono ambiente que otrora fuera la oficina de mi mama (abogada). Lo acondicionamos provisoriamente con algunas cosas para habitarlo hasta la finalización de la obra en casa.

Cierta noche, luego de bañarme, me coloque un plug anal con la intención de masturbarme cuando mi hermana se durmiera, aclaro que dentro de mis fantasías esta la del sexo anal.

Pasado un rato, la respiración de pichi, se hizo más superficial, interpretando que ya estaba dormida, comencé con mi tarea, acariciando mis tetas y generando leves pellizcos a mis pezones me fui excitando de a poco, mi mano diestra fue bajando a mí ya, humedecida vagina, dedo medio y anular juntos, iban y venían desde el plug hasta el clítoris, que al tocarlo, me daba una especie de corriente que recorría todo mi cuerpo, de mi boca escapaban suspiros y pequeños gemidos, perdí esos dos dedos inquietos en la profundidad de mi vagina a la vez que con la base de la misma mano seguía estimulando el capullo de clítoris, lo que arranco un tremendo orgasmo y un grito de placer, el que tuve que reprimir por la cercanía de mi hermana.

Jadeando muy agitada, siento unas manos que recorren mis tetas y abdomen, para, agiles y presurosas, tomar posesión de mi sexo ardiente, sorprendida, pero a gusto la deje hacer, estire mi mano a su sexo encharcado de jugos, se acercó a mi rostro para perdernos en un beso de lengua que nunca había experimentado, esa novedad que entro por mi boca, juro, me hizo temblar hasta los pies.

Me quiso tocar el esfínter anal y se encontró con el plug, muy delicadamente lo saco de mi agujero, diciendo solamente…

– Fuera con esto, experimentemos con lo que viene, hace rato lo vengo pensando.

Su boca dejo de hablar cuando entro en contacto con mis palpitantes labios vaginales, su lengua hablo por ella.

La fui llevando con mis manos hasta quedar en una posición para hacer esa famosa postura llamada sesenta y nueve, por primera vez probaría otro sabor de jugos vaginales que no fueran los míos, debo decir que su sabor agridulce me encanto y me llevo a un nivel de excitación tal que explote en tremendo orgasmo, mis gritos que hacían eco en todo el pequeño ambiente, la llevaron al mismo fin, pudiendo experimentar también el sabroso contenido de su orgasmo.

Saliendo de la cama fue hasta su bolso para sacar un arnés, del cual pendía un pene, ni muy grande ni muy pequeño, se lo puso al instante y sin dudarlo, tal cual lo había visto en las películas, me puse en cuatro, apoyando la cabeza en la almohada y arqueando la espalda para que mi gran culo regordete se ofreciera a lo más parecido a lo que sería mi primera vez. Se arrodillo detrás de mí, apunto el consolador a la entrada de la vagina y muy delicadamente con pequeños empujones lo fue perdiendo en el interior, miles de estrellas cruzaron delante de mis ojos, sensaciones indescriptibles pasaron por mi mente, no era lo mismo que meterme yo misma un pene de goma, no tardo mucho con sus movimientos que, con un grito descomunal descargue todo el orgasmo contenido.

Mi hermana sabiendo mi fantasía, lo saco y lo apunto al esfínter anal y sin dudarlo ejerció presión constante introduciéndolo de un solo empujón, si, grite, pero no por el dolor que de hecho fue poco, sino por la alegría de todo lo que nos estaba pasando.

Mientras bombeaba mi culo, diría casi con desesperación, me masajeaba el clítoris, cuando presintió que estaba por acabar nuevamente, metió uno, dos o tres dedos, no sabría decirlo, dentro de mi vagina, teniendo otra acabada de película, que me hizo temblar las piernas cayendo de panza sobre las blancas sabanas.

Saco lentamente el consolador de mi agujero, me abrazo, me beso y dijo con la voz más tierna que nunca le escuche.

– Te amo, ahora me toca disfrutar a mí.

– Y lo vas a hacer, esto me encanta, espero que a vos también.

A pesar de la inexperiencia que tenía en esto del lesbianismo, tome referencias de las pelis que había visto, subió encima de mi cuerpo y puso su vagina en mi pelvis, comenzamos a mover nuestras caderas a ritmo frotando el clítoris contra mi pelvis totalmente depilada, tuvo un furioso orgasmo, casi con desesperación, me coloco el arnés diciéndome.

– Yo también quiero de él…

Repitiendo la escena, pero con diferentes actrices el aparato se puso en funcionamiento.

Si me preguntan ¿Cómo te sentiste con la experiencia? Respondo.

– Me sentí bien, muy bien, sin pena, sin culpa alguna, aprendí a conocer a fondo mi cuerpo y lo guarra que puedo ser en la cama y sorprendida, pues a mi hermana no la tenía en esa faceta.

Vale la aclaración, que hoy en día, ambas tenemos novio, pero nuestros encuentros de “hermanas” se siguen dando, aprendiendo cada día, mucho más.

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