Hola lectores de CuentoRelatos, los saludo, en esta ocasión les traigo una nueva confesión, en mi primer relato les conté sobre un sueño que tuve, de cómo fantaseé con Martina teniendo sexo en la cordillera, y saben, pasó, lo hicimos realidad.
Coordinamos para ir hacer un tracking a la cordillera y de vuelta quedarnos un rato a la orilla de un rio camino a Santiago. Pero las cosas no resultaron como planeamos por culpa de las lluvias de días anteriores.
Regresamos por el camino de vuelta a Santiago y nos quedamos en el sector del manzano, es un lugar turístico de la zona muy visitado por santiaguinos.
Aprovechamos tomar algunas fotos, Martina se veía hermosa, vestía un pantalón colorido ajustado a su cuerpo, haciendo ver sus nalgas muy exquisitas, una chaqueta fucsia que combinaba con su cabello rojizo, y de fondo la cordillera.
Buscamos un lugar para instalar la tienda a la orilla del rio, lo que nos costó ya que el viento era muy fuerte, entre Martina y yo batallamos hasta por fin encontrar el lugar correcto para instalarla.
Disfrutamos un poco en el rio, nos seguimos tomando fotos entre las rocas, el lugar era fantástico, solo naturaleza y montañas y alguno que otro visitante cerca del rio. Habíamos comprado cervezas.
Ya casi al atardecer, un poco mareados por las cervezas y ya con menos personas alrededor, Martina me dice –y si aprovechamos ahora- capté enseguida lo que quería decir.
Entramos a la tienda, cerramos la entrada y ya fuera de la vista de todos, nos fundimos en un beso, deseaba comerle los labios, Martina me bajó la pantaloneta y el bóxer al mismo tiempo y mi verga erecta salió a la luz.
Se abalanzó con su boca sobre ella, ver como se la tragaba toda, era muy excitante, mi verga desaparecía en su boca cada vez que la engullía hasta el fondo, Me la chupaba tan delicioso Martina que no escuchaba nada fuera de la tienda, solo sentía su boca lamiendo mi verga. Luego de esa mamada vi sus tetas exquisitas, me dirigí a ellas, saboreaba sus pezones cafés entre mis labios –siempre me ha parecido muy erótico los pezones morenos-.
Se quitó su traje de baño, abrió sus piernas y se montó sobre mí, con sus manos guio mi verga hasta su vagina, hasta poder encontrar el camino, mi verga se abrió paso entre los labios de su panocha hasta poder penetrarla.
Se sentía tan suave su vagina, agarraba sus nalgas mientras subía y bajaba sobre mi pene y mi cara se perdía entre sus tetas. Sentir sus nalgas entre mis manos mientras la penetraba me excitaba mucho más, sentir como como caían sobre mi pelvis en cada sentón que se daba sobre mi miembro hasta tenerlo bien adentro, se sentía tan delicioso.
Luego nos dimos vuelta, Martina se tumbó sobre su espalda, me puse detrás de ella y tomándola de cada uno de sus tobillos separé sus piernas, frente a mi estaba toda su panocha de color moreno, se veía brillante del lubricante que ya empezaba a brotar de su interior.
Con mi boca me abalancé sobre ella, lamiendo y chupando cada milímetro de ese manjar que me ofrecía Martina entre sus piernas, saboreando esos labios carnosos de su sexo, después toma mi pene entre su mano se lo pone ella misma en la entrada de su vagina y después de untar algo de saliva en mi glande, la empujo toda dentro de ella.
Sentía como sus labios se abrían al entrar una y otra vez mi verga dentro de ella, desde arriba veía su cara de gozo mientras mi pelvis se movía en cada penetración, me salgo y Martina me vuelve a tomar el pene y esta vez me lo apunta más abajo de su vagina.
-lo quieres por el chiquito, eso quieres- le murmuro para que no escuchen fuera de la tienda-
Esta vez echo más saliva en mi glande, lo pongo justo en la entrada de su ano, y lentamente me voy introduciendo, cuando la cabeza está ya dentro, en un movimiento rápido se la meto toda adentro.
-escucho un “Aughh”, un gemido de dolor, pero a la vez de placer, le pregunto si le duele un poco, Martina no me responde. Por lo que prosigo bombeando mi verga dentro de su culo, se siente tan apretadito –siento cada contracción de su ano sobre mi verga- sentir como su culo se abre en cada embestida de mi pene es un placer indescriptible.
-quieres que te llene el culo de leche- le digo mientras no paro de penetrar su culo apretadito.
-sí, llénamelo, me responde Martina. Acelero mis movimientos, la penetro más rápido una y otra vez, queriéndole romper ese culo en cada penetración, hasta que siento que el clímax se aproxima y no aguanto más y mi semen se derrama dentro de su ano, dejando en cada eyaculación toda mi leche dentro de ella.
Quedamos tendidos un rato en la tienda, descansando un poco de esta oleada de placer. Recogimos la tienda y tomamos una micro de regreso a Santiago, nos quedamos cerca de una estación de metro, ya era las 9 de la noche, pero aún no habíamos terminado.
Llegamos a un motel cercano para seguir lo que empezó en la cordillera. Entramos a la habitación, no era lujosa pero espaciosa y limpia. Me di una ducha para limpiarme un poco del sol y la arena de la cordillera, me recosté en la cama mientras Martina hacía lo mismo.
Cuando la veo salir desnuda del baño, su silueta a contraluz, veo la curva de sus tetas y sus nalgas, lucía hermosa. Se mete a la cama me toma el pene en sus manos para luego agacharse y meter mi verga en su boca, pasaba su lengua por debajo, desde la base hasta la cabeza, haciendo que mi erección crezca.
Siento como su lengua pasa por mis bolas, las lame, las chupa, juguetea con ellas en su boca, para luego volver a meter mi pene en su boca y mamarlo de forma deliciosa.
Ya era mi turno, me bajo de la cama, la tomo de tus tobillos y la halo al borde de la cama, por dos segundos la admiro acostada, desnuda, Abro mi boca queriendo tragarme toda su vulva, saboreando sus labios húmedos.
Me encanta el olor y sabor de su panocha, paso mi lengua por su clítoris, noto lo rosado que está –el olor de Martina se ha vuelto un afrodisiaco para mí- mordisqueo un poco los labios de su vagina, untando toda mi boca de sus ricos fluidos de placer.
Después de disfrutar de los deliciosos sabores de su sexo, me pongo de pies, paso mi verga sobre su sexo para lubricarme un poco de sus fluidos y la penetro suavemente hasta dejar correr todo mi pene dentro de ella, primero suave, hasta luego sentir mis bolas golpear sus nalgas.
En ese momento sus pies estaban a la altura de mi cara, -y me provocó hacer algo que nunca había hecho, pero que me pareció rico hacerlo- Comencé a besar sus pies, a mordisquear y chupar el dedo pulgar de su pie, sin dejarla de penetrar, lamía su pie y metía y sacaba sus dedos en mi boca.
Le di vuelta, Martina se acomodó en cuatro, aun en el borde de la cama, dejando ese tremendo culo a mi disposición, se me hizo agua la boca solo de ver sus nalgas frente mío. Por lo que no desaproveché oportunidad de abrir sus nalgas y meter mi lengua entre ellas, respirar entre ellas y sentir su delicioso aroma.
Por unos minutos recorrí con mi lengua cada milímetro de su culo, lamí ese estrecho resquicio entre sus nalgas, saboreando su chiquito con placer.
Después de disfrutar del sabor y aroma de su culo, eché un poco de saliva en mi verga, la pase entre los labios de su panocha, hasta encontrar la entrada del placer, y se la metí toda adentro, al sentir sus nalgas chocar con mi pelvis, empecé a darle cada vez más fuerte, el sonido de su culo al chocar en cada embestida se escuchaba muy delicioso.
Empecé a darle nalgadas en cada embestida que le daba, el sonido de los azotes en sus nalgas mezclado con los gemidos de Martina eran una sinfonía para mí, veía como su panocha se tragaba mi verga cada vez que se la metía. Así estuvimos un rato, disfrutando de su culo en cuatro.
Me recosté en la cama, Martina me volvió a dar una mamada muy rica, solo que esta vez mientras sentía como su dedo acariciaba la entrada de mi ano, para luego introducirlo poco a poco dentro de mi culo.-es algo nuevo que ya habíamos experimentado- al principio movía su dentro de mi culo lento, al comienzo un poco incómodo, pero luego la sensación fue cambiando a placentero.
Martina metía más su dedo y esta vez con un ritmo más rápido y profundo, creo que lo disfrutaba tanto como yo.
Después de un momento de disfrutar del dedo de Martina dentro de mi culo, Martina se recostó a mi lado para luego hacerme una paja y derramar mi leche entre sus dedos. Y quedarnos un rato descansado y escuchando algo de música.
Después de un paseo bien rico, pasé a dejarla su casa – hay que ser caballero siempre- y pasar a la mía a descansar. Espero les haya gustado esta confesión, de como un sueño se hizo realidad. Nos vemos pronto.