María no podía creer lo que sus ojos estaban presenciando.
Estaba sentada en su el sillón de su oficina como siempre.
Frente a ella Agustina estaba sentada en el regazo de Ariel, llevaba una remera azul y nada por debajo de la cintura.
En esa posición, de espaldas a María, podía apreciar perfectamente el culo de Agustina y como entraba y salía la verga de su concha.
El ritmo de las embestidas aumentaba junto con los gemidos de placer que escapaban de la garganta de Agustina. Sus nalgas rebotaban y empapaban de flujo el pene erecto de su hermano.
El corazón de María se aceleraba, nunca había pensado en la idea de que ver a otros cogiendo la pudiera excitar tanto.
Sabía el riesgo que corría, mas por el hecho que su oficina estaba muy cerca de la sala de espera, unos ruidos así podrían oírse y meterla en problemas.
Si embargo allí se encontraba, viendo como una pervertida mientras jugaba con su lapicera estimulándose el clítoris por encima de su ropa interior.
De golpe sintió los golpes en la puerta, habían sido descubiertos.
“Puedo escuchar gemidos, ¿Qué están haciendo mis hijos ahí adentro?, conteste”
Los golpes se sincronizaban con los ruidos que hacia el culo de Agustina cada vez que chocaba con las piernas de Ariel.
“Abra, que clase de psicóloga es usted, abra la puerta ahora”
Un ruido fuerte se escuchó, seguido de una luz blanca y María abrió los ojos.
Estaba acostada en la cama, las gotas de agua golpeaban la ventana de su departamento junto con los ruidos de truenos.
No necesitaba tocarse para saber que estaba completamente húmeda y excitada.
Tenía los pezones erectos y la respiración pesada. Levo su mano a su entrepierna, la metió en su tanga rosa y la saco apreciando sus dedos húmedos.
Movió sus dedos y vio como el hilo de flujo transparente se estiraba, se lo acerco a su nariz, olía a flujo normal.
Miro la hora, eran las 6:40, decidió levantarse y pegarse un baño para intentar quitarse la calentura.
Mientras el agua caliente caía por su cuerpo desnudo María trataba de calmar su mente, normalmente ayudaba, pero hoy era más difícil.
No podía quitarse de la mente la sensación de culpa.
Se supone que los psicólogos están para resolver los problemas de sus pacientes. El incesto definitivamente está mal, así es como tiene que ser y como dictamina la sociedad.
Aun así, era un amor puro y con consentimiento de ambos. Las preguntas aparecían en la mente de María como las gotas de agua que se pegaban a los azulejos del baño.
¿Ya habrán cruzado la línea y tenido relaciones?
¿Cómo se sentirá ser tocada, besada y acaricida por alguien que no se supone que debería hacerlo?
¿Realmente está mal el incesto?
María no pudo sopórtalo y comenzó a masturbarse, colándose los dedos, disfrutando que el ruido del agua caliente cubría sus gemidos.
Al carajo todo pensó, al carajo con la sociedad y al carajo con su trabajo.
Se permitió dejar volar su mente a las fantasías más profundas y prohibidas, mientras su cuerpo se retorcía de placer y sus piernas temblaban mientras tenía un orgasmo.
Mas tarde desayuno y a las 9 ya se encontraba en su consultorio para atender a su primer paciente.
A las 4 de la tarde entro Ariel y Agustina a su consultorio, esta vez Agustina llevaba una blusa amarilla y un pantalón largo oscuro.
Se sentaron un poco apartados el uno del otro, y a María se le vino a la mente el sueño de la mañana, a lo que un poco de rubor apareció en su rostro.
“Bueno que tal los trato la semana, de que quieren hablar hoy”
Ariel fue quien comenzó a hablar.
“Pues la verdad una semana normal, mamá está un poco mas relajada ahora que comenzamos la terapia. Tuvimos una charla mas calmada con ella y le dijimos que estuvo mal lo que hicimos y que íbamos a tratar de enmendarlo”
María la había notado de mejor humor a la madre cuando la saludo en la sala de espera. La hacía sentir mas culpable por el sueño húmedo que había tenido.
“Voy a hacerles una pregunta y quiero en la medida que traten de ser lo mas honestos que puedan conmigo, ¿ya tuvieron relaciones sexuales entre ustedes?”
Los ojos de Agustina se iluminaron como un árbol de navidad.
“Solo sexo oral mutuo y rozamiento de nuestros genitales. El día que mamá me encontró con la verga de Ariel en la boca, habíamos decidido que íbamos a hacerlo, con las medidas de protección adecuadas obviamente”
Agustina hizo una pausa, antes de continuar.
“Yo sé que el incesto está mal y que la sociedad no lo ve bien, pero, ¿está mal disfrutar de la sexualidad?, creo que hay cosas mas enfermas que dos adultos mayores de edad dándose placer mutuamente. No vamos a casarnos entre nosotros, solamente coger”
Agustina se acercó a Ariel y comenzó a besarlo, fue un beso de lengua obsceno. Cuando sus labios se separaron los ojos de Agustina se dirigieron a María.
“Yo sé que en el fondo a vos también te gusta esto, como nos dijiste en la primera sesión, estamos en confianza. Ahora yo voy a hacerte una pregunta y espero tu sinceridad María, ¿te tocaste pensando en nosotros?”
María estaba completamente fuera de sí, era incapaz de dar una respuesta a una pregunta tan simple.
“Como se supone que llevemos una vida normal si la psicóloga que nos atiende es una sucia cerdita. Pero está bien, todas las mujeres somos sucias y putas, por eso el sexo es tan divertido”
María tenía que decir algo, su reputación se desplomaba con cada segundo que pasaba.
Ariel no podía creer lo fácil que le resultaba a Agustina controlar la situación, empezaba a preguntarse quien estaba analizando a quien.
“Quiero que te saques la verga del pantalón y comiences a tocarte lentamente”
Ariel lo hizo, le calentaba recibir órdenes de su hermana, ser el sumiso en la relación.
Agustina se arrodillo, y se acercó a escasos centímetros de la pija de su hermano.
El aliento de Agustina sobre su piel enseguida hizo que se le ponga dura.
“Ultima chance de sinceridad, de esta pregunta depende si confió o no en vos, ¿Qué te gustaría que haga ahora María?”
Los labios de María se abrieron para conjugar palabras, que salieron de lo profundo de su mente.
“Llévatela a la boca y chúpala como la trola que sos, quiero ver que tan buena sos peteando a tu hermano”
No podía creer lo que acababa de decir, sin embargo, una sonrisa cómplice se dibujo en los labios de Agustina.
Agustina llevo el pene de Ariel a su boca y se lo trago entero, comenzando a chupárselo de una forma increíble mientras su hermano disfrutaba con los ojos cerrados”
No sabía que la calentaba más, saber que eran hermanos, que estaban haciéndolo en frente de ella sin pudor o que era en el sillón de su consultorio donde se estaba consumando el acto. O quizás era una combinación de las tres cosas, lo que estaba claro era que los jugos que mojaban su tanga roja y caían por su muslo no mentían.
María se bajó el pantalón y la tanga y comenzó a masturbarse, se sentía bien dejar salir su lado mas sucio.
Con su mano derecha se colaba los dedos y con su otra mano masajeabas sus senos y pellizcaba sus pezones.
Se levanto y se acerco a ver como Agustina tragaba y tragaba de forma insaciable. Era increíble como esa pendeja había podido ver su lado más oculto, pero ella también era buena analizando gente.
Hizo algo que ni ella podía creer, tomo la cabeza de Agustina por los pelos y la redirigió hacia su entrepierna mojada, hundiéndola en su vagina.
“Si tan buena sos chupando poronga, vamos a ver como lo haces con una vagina trolita”
Poco tardo en sentir como la lengua y boca de Agustina comenzaban a succionar su clítoris y lamer su flujo de los labios, se notaba que no era su inexperta en el campo.
Ariel veía la escena lésbica mientras se masturbaba.
La sinceridad comenzaba a aflorar en el cuerpo de María.
“Si, me masturbé pensando en ustedes, hoy a la mañana mientras me duchaba lo hice y me corrí tres veces y se sintió increíblemente bien.
Soy la peor psicóloga, una puta que se calienta con el sexo incestuoso cuando tendría que ser más profesional lo admito”
Una ves dicho eso, María se sintió bien después de mucho tiempo mientras veía como se corría en la boca de Agustina y esta se tomaba todos los chorritos de flujo que le salían de la concha.
A su vez los chorros de semen de Ariel ensuciaban sus piernas, el suelo y partes del sillón de la sala.
El tiempo de sesión se estaba por terminar y aun tenía paciente que atender.
María se vistió y Ariel guardo su pene en el pantalón, luego le pidió toallitas húmedas para limpiar el desastre.
Antes de que se vayan y con manos un poco temblorosas María le dio a Agustina una tarjetita donde había anotado apurada la dirección de su casa.
“Me gustaría que vengan a visitarme”
Agustina se acercó, tenía la esencia de un hombre y una mujer en su boca y le dio un profundo beso a María.
“Nos encantaría visitarte un día de estos, el sábado lo tenemos libre si no lo tenes ocupado”
María asintió con la cabeza sonrojada y Agustina y Ariel abandonaron el consultorio.
No tendría que esperar una semana, iban a tener una sesión mas intensa dentro de poco.
Continuará…