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Anal épico con mi exprofesora de español
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Tiempo de lectura: 6 minutos

La siguiente historia ocurrió un caluroso día de agosto que terminó mojado por muchas razones. No hace falta decir que cualquier día es bueno para follar y eso fue exactamente lo que acabó ocurriendo entre mi colega una profesora de español y yo un joven profesor apenas ingresado en el sistema educativo.

Cuando me gradué de profesor de educación física una de las cosas a las que más temor le tenía era que llegado el caso de mi nombramiento en un colegio tendría que vivir alquilado junto con otros docentes. Me nombraron en la misma escuela a la que fui durante mi secundaria. A simple vista resultaba estupendo, y si a eso le sumábamos que tendría que quedarme a vivir durante un año o dos en una casa en compañía de dos profesoras quienes me ayudarían en el proceso de adaptación para hacerlo más fácil todo era perfecto.

El problema era que las cosas adquirirían una connotación diferente cuando me enteré de que las profesoras con las que viviría serían mi antigua profesora de Ciencias Naturales y mi profesora de español de la secundaria. Nada mal dirían algunos. El problema es que durante mi adolescencia había sentido cierta atracción sexual hacia ellas sobre todo hacia la de español, pero aquella etapa había pasado y con ellas las ganas también se habían disipado. Yo que estaba tan acostumbrado a vivir solo y a llevar cierta libertad en mi vida tendría que adoctrinarme a las reglas, pues sabía de antemano que la profesora Kenia (la de ciencias) era muy estricta. Por su parte, la profesora Delys era un amor en el trato (deseaba averiguar si en la cama también lo era). Ese era uno de mis pensamientos que logré contener durante gran parte del año.

La profesora Kenia era delgada y su cintura era comparada muchas veces en forma de halago con la de una muñeca barbie sin llegar exagerar porque lo cierto es que también tenía un buen trasero.

La profesora Delys, por otro lado, era una mujer galana de gran porte y medida en cada uno de sus atributos. Algo que despertaba mi interés sexual cada que la veía sumado a su trato amoroso era algo me hacía desearla durante las noches e imaginar fantasías que algún día deseaba poder hacer realidad y como no podría estar más cerca de lo que estaba de poder hacerlas realidad. Era cuestión de tiempo para que acabara cayendo en la tentación y, por ende, follandonos como si de dos animales salvajes se tratara.

Durante los fines de semana ellas ponían rumbo hacia sus hogares lejanos para visitar a sus familiares. Como no había podido despojarme del todo de mis malas costumbres y hábitos todavía. Era precisamente en esos días en los que yo aprovechaba para ver porno y disfrutar. En una ocasión que regresaron antes de lo esperado casi me encuentran con el objeto en la mano. Afortunadamente logré venirme antes de que llegarán y argumenté que estaba dándome una ducha.

Lo evité e hice un gran esfuerzo por controlarme durante el transcurso del año, pero las fantasías y el porno ya no lograban calmarme por lo que…

Para finales de agosto cuando ya casi culminando el segundo trimestre del año académico suele organizarse una eucaristía en honor a los estudiantes y a la que por lo general, suelen asistir algunos profesores. Ese día un viernes que había tenido una mañana caluroso dejaba caer una gran lluvia. Posteriormente cuando pasó lo más fuerte decidimos salir de la escuela para ir a la iglesia junto con el estudiantado. Durante el camino la profesora Kenia nos comentó que acompañaría a los estudiantes a la misa y que una vez terminada pondría viaje hacia su tierra. La profesora Delys argumentó que no iba a poder asistir a la eucaristía debido a que no se sentía muy bien y que tampoco la esperara después de salir de la eucaristía ya que no viajaría ese fin de semana para visitar a sus familiares.

Ella se dirigió hacia la casa que quedaba a unos metros de la iglesia mientras que la profesora Kenia siguió con los estudiantes hacia el interior de la iglesia. En ese momento yo aproveché para perderme entre la multitud de estudiantes y me escondí detrás de unos arbustos. Luego cuando hubieron entrado todos me dirigí rápidamente hacia la casa.

Al llegar sigilosamente ingresé, una vez adentro pude notar un gran silencio así que supuse que no estaba bañándose. Enseguida me dirigí a la cocina donde estaba el botiquín de medicinas. Luego al pasar delante de su habitación vi que la puerta estaba semiabierta por lo que cuidadosamente la abrí de manera que pudiera observar a través de la rendija.

La profesora Delys se estaba desvistiendo, probablemente iría a bañarse. Contemplé durante unos segundos y pude observar como la muy… No traía puesto panty sino un hilo dental de tul color rosado. Sin duda eso terminó de templar mi polla que había estado esperando todo este tiempo pues yo no había dejado de pensar en ese culo. El mismo que la eucaristía me había puesto en bandeja de plata. Me quité la ropa y comencé a frotar mi verga mientras la miraba a través de la abertura. Luego de un momento noté que se disponía a salir del cuarto para ir al baño, así que me retiré. A todo esto, ella hacía de cuentas que yo estaba en la iglesia por lo que pensaba que en la casa no se encontraba absolutamente nadie a parte de ella.

En ese momento se me ocurrió la brillante idea de ir a mi habitación, allí tenía un pasamontañas negro que había utilizado durante una fiesta de Halloween. Me haría pasar por un delincuente escondiéndome en el baño. Y así hice, al momento en el que ella corrió la cortina yo estaba totalmente desnudo y con la verga templada, al ver a un hombre desnudo y con pasamontañas se sorprendió y en el susto se le cayó la toalla, olvidándose de ella corrió hacia la puerta y se dirigió a la cocina. Aquella escena me recordó a las películas de terror en las que la víctima corre por su vida y el asesino camina siempre despacio y al final termina clavándole el cuchillo a su víctima. Al llegar a la cocina ella tomó un cuchillo pero antes de que intentara hacer algo se lo quité, luego me acerqué a ella y deslicé mi mano por toda su espalda hasta llegar a sus nalgas. Fue entonces cuando comenzó a gimotear y me dijo:

—¿Qué quieres de mí? Toma las joyas, hay dinero en la habitación de…

—Me temo que el dinero no podrá calmar mi deseo — le dije.

—Oh, por favor no me hagas daño —suplicó ella—. Solté una leve carcajada y la volteé acercando mis labios a su oído y le susurré:

—Soy yo profesora Delys… al fin podemos hacer nuestro deseo realidad.

—Oh, esto no está bien, esto no es…

La tensión bajó y su cuerpo se fue relajando a medida que comencé a besarle el cuello, y a deslizar mis labios bajando por su espalda hasta llegar a colocar mi cara justo a la altura de su culo.

Ella se volteó y me tomó de la polla y me llevó a la sala. Allí continúe besándola apasionadamente su piel blanca con algunos lunares que me excitaban cada vez más, por lo glorioso del momento. Cuántos jóvenes no soñaban con cogerse a su profesora de secundaria y tener una relación ya de adultos.

Ella solo gimoteaba mientras disfrutaba de mis labios recorriendo su piel hasta que llegado el momento era hora de preparar la entrada al paraíso. Ella se inclinó sobre el sofá y abrió sus nalgas para dar entrada a mi lengua. Comencé a besar su culo y a meterle la lengua en su ojete repitiendo el proceso durante varios minutos, cuando lo vi listo y me disponía a introducir mi verga ella no lo tenía tan claro por lo que me dijo que hace unos días le había llegado un lubricante anal de leche. Me dijo que estaba en la habitación por lo que fui a buscarlo enseguida. Le coloqué la boquilla del lubricante en el culo para llenárselo pero pronto su culo comenzó a escupir. En realidad era un lubricante muy similar al semen hecho a base de leche de coco y agua. Le volví a meter la boquilla en el culo, pero esta vez no deje que escupiera sino que le metí mi verga ella apretó su culo mientras que yo estaba encantado ya que podía sentir el interior de su culo húmedo y esa sustancia blanca lo hacía todo más placentero.

Era incapaz de pensar, la sangre se me había bajado de la cabeza hacia la otra pero solo que esta última no pensaba. Bueno, sí pensaba pero en venirme en el culo de la profe Delys.

Me dijo que me pusiera el pasamontañas que eso la excitaba más y la hacía humedecerse. Aumenté el ritmo y mi polla comenzó a impactar con fuerza su culo.

—Oh, sí Miggy (Era como me decía cariñosamente) dame más duro… —suplicaba ella mientras gemía—. Pronto te haré venir…vas a correrte dentro mí —agregó ella.

A todo esto ella no sabía que me había tomado una pastilla de viagra cuando ingresé a la casa, por lo que cuando se lo dije pegó el grito en el cielo. Me dijo que tuviera piedad de su culo. Fue decir eso y yo volver a aumentar el ritmo, estuvimos así durante varios minutos intercambiando momentos de intensa penetración con otros de ritmo lento.

Procedí a sacarlo y su culo volvió a escupir leche, por lo que le introduje nuevamente la boquilla en el culo para llenárselo de esa leche de coco. Como no quería dejarlo respirar le metí mi verga otra vez, pero en esta ocasión con la certeza de que pronto llegaría el estallido final en el que las estrellas parecen bajar hasta las profundidades.

Ella también lo presentía pues luego de que le acomodé su culo sobre el brazo del sofá me dijo:

—Quiero que me des con todas tus fuerzas… jamás olvidarás esta cogida te voy a deslechar como nunca te lo han hecho en tu…ohh

Oh, sí eres todo un hijo de… ¿A cuántas te has follado así?… ohhh sí.

Mientras que yo seguía taladrando ese culo, por el que sentía una profunda adoración hasta el punto de haberme obsesionado y…

Ella apretó su culo y se volvía más estrecho y esa humedad me volvía loco. Yo también aumente el ritmo. Mis testículos comenzaron a rebotar con cada impacto que daba en su culo. Mi sensación era como la de un guerrero de la antigua Grecia que después de tanto luchar con su espada acaricia la gloria de la victoria. Entre tanto yo acariciaba la épica de la corrida y el éxtasis del momento cumbre. Y en esas oleadas de calor sumidos en la pasión habíamos perdido noción del tiempo y de lo que había sido de la misa y de la profe Kenia y solo pensábamos en seguir follando hasta venirnos. Hasta que finalmente, salió el primero, el segundo, el tercero y por último, el cuarto cañonazo de leche. Todos adentro de su culo. Yo caí rendido sobre el sofá como el último guerrero en pie. La profesora Delys sonreía mientras su culo comenzaba a escupir toda la leche que había en su interior saliéndole un gran chorro de leche. Mientras que yo débil tirado en el sofá vitoreaba mi gloria. Cuando en ese momento aparece la profesora Kenia, un último chorro salpicó uno de sus zapatos. Me levanté como pude y corrí hacia la puerta trasera, pero estaba cerrada. Acorralado no me quedó más remedio que revelar mi rostro quitándome el pasamontañas.

Comprendí entonces que todo se había tratado de una trampa. Desde allí en adelante tendría que hacer todo lo que ellas quisiesen o por el contrario presentarían como miembros del comité de disciplina una denuncia por conducta inadecuadas al ministerio de educación.

Tiempo después descubrí que la profesora Kenia mantenía un consolador realista con leche incluida para la eyaculación en su habitación. Quien la veía con un carácter tan estricto pero bajo ese carácter escondía la adicción de su culo al consolador. Con el tiempo me tocó reemplazar ese consolador con uno de verdad…

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